sábado, 9 de octubre de 2021

15 cantos celestiales, con Sigur Rós

 


Nadie jamás hubiese pensado que una banda proveniente de un país tan  ignoto como lo es Islandia, sería la productora de canciones tan bellas y tan emotivas, tanto que tuvieron un inexorable alcance mundial. Islandia es un país sumamente aislado del resto del mundo. Hablan un idioma que sólo es oficial en su pequeña isla, viven rodeados de volcanes activos, y cuando es invierno las temperaturas son extremadamente frías. Pensar en vivir en un lugar así de inhóspito, parecería ser algo ilógico. Y sin embargo, todos estos factores son esenciales para entender el sonido de esta banda. Cantan en un idioma raro, tienen un fuego interno que es avasallador, pero la carcasa de su música es tan helada como los paisajes de su país natal. Contrastes tan inusuales como perfectos, para obtener, por ejemplo, estas 15 maravillosas canciones.


15. "Hafssól" (1997)


Enigmática canción extraída de su primer álbum, se trata de una atmósfera que de tanto en tanto emite sonidos, armonías, notas y cantos. La confusión no invadirá de momento, hasta que comprendemos que de esto va la canción. Un llanto en la tormenta, que se deja oír sólo lo suficiente para sumergirnos en él, pero no tanto como para no poder regresar. Es hasta la segunda mitad de la canción que, sostenido en una base monótona, la canción cobra fuerzas, y culmina de manera emotiva. 


14. "Mílanó" (2005)


Esta canción tiene toda la pinta de haber sido compuesta para el álbum anterior. Cubierta con el velo de melancolía que caracterizó a las canciones de la banda en el álbum "( )", esta pieza se sostiene en una dulce melodía tocada con las notas más agudas de un piano, y sobre ella se construye una canción en esencia, simple, con estrofa-coro que se repite. Pero la forma en la que la canción nace suavemente, y se rompe con cada estribillo, es lo que la hace destacar notablemente. No necesitamos más que eso para disfrutar de una canción.


13. "Samskeyti" (2002)


La belleza llevada a su faceta más minimalista. La canción es instrumental, y tiene como columna vertebral una hermosa melodía de piano que se repite incansablemente, y que somos incapaces de dejar de escuchar, precisamente por su belleza y melancolía innata. Lo que hace crecer a la canción son los demás instrumentos que cobijan a este piano, y que de a poco lo van elevando, casi involuntariamente, hasta llevarlo al clímax, donde la canción (y nosotros) revienta de manera apoteósica en el cambio de octava más poderoso de la música contemporánea. Al final, sólo podemos dar las gracias a Kjartan Sveinsson, por estos 6 minutos y medio de música genuina.


12. "Hjartað Hámast" (1999)


Extrañamente, esta canción inicia como una pieza de jazz, algo casi ajeno al sonido de la banda. Pero muy pronto recompone, con la entrada del bajo y la guitarra, para entrar en una fase de plena oscuridad, en donde la voz es casi un susurro, y los instrumentos se esconden y tocan sólo lo mínimo necesario. Hasta que, de manera hermosamente contrastante, llega el estribillo, en principio nada bello, pero que con el claroscuro generado con la sección anterior, termina por apabullarnos y ser un brillo en la ominosidad creada por los músicos. Para la segunda vuelta, el coro es aún más apoteósico, y con él, llega el climático final de la canción.


11. "Von" (1997)


Esta canción va como en línea recta, sin grandes cambios, sin contrastes, sin crescendos ni explosiones de emotividad. Y en ello radica su gran belleza. El ritmo, casi tribal, sostiene una melodía simple que se presenta en diversas capas, entre el bajo, unas cuerdas que por ahí suenan (en realidad es una guitarra eléctrica tocada con el arco de un violín), la guitarra con sus arpeggios, y finalmente la voz de Jónsi. Para completar el minimalismo, la letra no dice nada, y a la vez, dice lo que nosotros queramos que diga. 


10. "Svefn-g-Englar" (1999)


La entrada de la guitarra, ejecutada con un arco de violín, y sonando como la cuarta trompeta del apocalipsis, es el recibimiento más estremecedor que podríamos tener para una canción. En realidad la canción no empieza con ese sonido. De hecho, llega hasta el minuto 1:25. Pero es tan icónico, que se graba en la memoria como el primer sonido de la canción. El tema parece transcurrir en un paisaje islandés, helado y sombrío, pero sumamente hermoso. Y esa belleza nos da una sensación de calidez tan extraña, y tan ilógica para lo que estamos escuchando. 


9. "Festival" (2008)


La primera mitad de esta canción es de una belleza inusitada. Jónsi con su voz, y un tímido acompañamiento son capaces de extraerle lágrimas a la más dura de las rocas. Con sólo esos minutos tendríamos más que suficiente para desahogarnos y entregarnos a la música. Pero es que luego viene la segunda parte, una sección más explosiva y dinámica, y que de alguna manera, subsana el terrible dolor y melancolía con el que nos quedamos tras la primera sección. Un círculo perfecto, una vuelta al inicio, tras un filtro emocional como pocos.


8. "Ágætis Byrjun" (1999)


Quizás la versión más simple de la banda, en todas las canciones de la lista. No hay orquestas, no hay guitarras eléctricas, no hay tensión ni clímax. Es una bella y sencilla canción tocada por 4 amigos que se encontraron en casa de uno de ellos, y decidieron tocar con sus instrumentos caseros. El resultado, desde luego, es una canción hermosa. Emotiva sí, pero no por su alcance, sino por su falta de él, por su sencillez y bajo perfil. A veces, lo más simple es lo más bonito de la vida.


7. "Glósoli" (2005)


Esta es una de esas canciones que te restauran la fe por la humanidad. Si existe alguien capaz de hacer esta música, alguien capaz de tocar las fibras que Sigur Rós toca con esta canción, entonces todo vale la pena. Todo es perfecto, todo aporta. Todo forma parte de la experiencia que representan los 6 minutos que dura esta canción. Y todo, absolutamente todo, hace que valga la pena. Esta canción es todo lo que está bien en el mundo.


6. "Ára Bátur" (2008)


Hubo una época en la que, con escuchar los primeros 10 segundos de una canción de Sigur Rós, sabías en automático que sería un himno, una canción que sí o sí te iba a sacar unas lágrimas, no por la tristeza, sino por el asombro de escuchar música tan celestial y tan terrenal al mismo tiempo. Música que, de una u otra forma, iba a cambiar tu día, iba a cambiar tu perspectiva del momento, y te iba a regalar un pedacito de eso que sólo los verdaderos artistas poseen. Todo eso lo encontramos en esta pieza de arte.


5. "Andvari"


La canción definitiva para una despedida. No puede haber mejores notas, mejores armonías, para dejar atrás algo, o alguien, que las que tiene esta belleza. Todo es melancolía, todo es tristeza, todo es nostalgia. Y si de alguna manera hay que hacer una despedida, sobre todo de alguien muy significativo, qué mejor que hacerlo con esta canción, tan elegante, tan sublime y tan directa en su sentir. No hay miramientos al momento de transmitir un sentimiento, no extienden innecesariamente lo inevitable, ni tampoco lo reducen al mínimo para apaciguar. Lo dejan en su justa medida para que duela, y para que sea hermoso.


4. "Olsen Olsen" (1999)


Esta canción es un regalo de la banda, al mundo y a los escuchas que se atrevían a sumergirse en la música de la entonces desconocida agrupación. Al principio, parece ser una misteriosa y entrañable canción, pero después todo es alegría, todo es gozo, todo es amor a la música, al arte, a la vida misma. Es imposible no escuchar de principio a fin esta canción, y terminar sintiéndose nuevo, feliz, pleno y lleno del espíritu de renovación. Que duro mucho o poco esa sensación, ya depende de nosotros, pero el impulso inicial nos lo da esta hermosura de canción.


3. "Njónsavelin" (2002)


Pocas veces podemos encontrar una canción de Sigur Rós con un riff de guitarra. Y ésta es una de ellas. Pero, evidentemente, no es un riff como los que conocemos. Éste es sublime, en su sonido, en sus notas, en su tratamiento, es un riff que traspasa las barreras de la lógica, del análisis, y llega directo a donde tiene que llegar, al punto en donde nos hace sentir mil cosas distintas, en donde nos reflejamos en su sonido, y a través de él vemos momentos de nuestro pasado, que involuntariamente aparecen como flashbacks de profunda entrañabilidad. Esta canción es lo que es, por ese hermoso riff de guitarra.


2. "Viðrar Vel Til Loftárása" (1999)


Luego de una enigmática introducción, escuchamos las notas de piano que marcan la melodía principal de la canción, que sigue por casi 5 minutos antes de que aparezca la primera estrofa cantada. Y no nos quejamos de ello, la melodía es hermosa, y toda la canción gira en torno a ella. Incluso la voz, que parece un susurro a la distancia, y cuya función no es tanto la de transmitir palabras, sino sonidos que complementen la música, como un instrumento más. Luego viene el final, y ahí es donde todos, inexorablemente, nos rendimos en agradecimiento ante la majestuosidad de la canción. 


1. "Popplagið" (2002)


La canción definitiva de Sigur Rós. La que resume mejor lo que la banda hace mejor. Una canción que inicia en calma, que inicia de forma convencional, y que en algún punto se rompe, para terminar en el clímax apoteósico, el crescendo más espectacular de la música del siglo XXI. No exagero, los alcances de esta canción son de proporciones históricas. Uno de los aspectos que más me gustan de la canción, es que se aleja un poco de la solemnidad de sus pares, y aquí no se busca la estética, la emotividad sensible ni la melancolía. Aquí se ataca con agresividad, desde su trinchera y sin abandonar su esencia, pero con una explosividad espeluznante. Y sí, de proporciones históricas. Life-changing experience le llaman en otros países.

viernes, 1 de octubre de 2021

10 himnos oscuros de Tool

 


Tool es una de esas bandas que publican poco material (5 álbumes en casi 30 años de existencia) pero cuya música vale la pena esperar. Es difícil encontrar algún punto flaco en la discografía de la banda, quizás lo más cercano a ello se encuentre en su primer álbum, pero entendiendo el contexto, creo que su debut cumple y con creces. Para aquellos que no conozcan a Tool, una manera sencilla de describir su música podría ser como metal progresivo. Sin embargo, los que conocemos de lleno a la banda, sabemos que va más allá de eso. Escuchar su música es una experiencia envolvente, en la que es inevitable sumergirte. Es cierto que se orienta hacia la agresividad del metal. Pero en trasfondo, los mensajes son tan profundos como el psique humano, la deslealtad y el amor mismo, sin cursilerías. Y qué decir de la perfección académica con la que se interpreta la música. Los músicos son unos virtuosos en lo que hacen, y de todos los géneros musicales que existen, sólo el jazz podría albergar a una agrupación con estas características. Veamos entonces, 10 canciones que a mí me parecen fascinantes de esta inigualable agrupación.


10. "Rosetta Stoned"


Con una enigmática letra, que quizás contenga un par de sinsentidos (cosa inusual en la banda) tenemos este despliegue instrumental de más de 11 minutos, en donde los músicos exploran su vertiente más enérgica, con una larga sección inicial que parece no tener fin, a un beat de 10/8 y con aumentos y descensos de volumen apenas lo suficiente para contrastar los unos con los otros, pero sin cortar nunca la potencia que se nos transmite. Finalmente, la dinámica se modifica cerca de los 7 minutos de iniciada la canción, con una sección que aparenta ser un raga hindú (algo muy recurrente en la banda, especialmente a partir de la aparición de Lateralus, su mítico tercer álbum), incluso con una guitarra distorsionada a manera de sitar (o quizás sea un sitar distorsionado). Bastante enigmático, pero espectacular. Sólo la primer probada de los alcances sobrehumanos de Tool. Ojo con el final de la canción.


9. "Reflection"


Unas percusiones con armónicos perfectamente definidos (como si fuese una tabla) nos reciben para iniciar "Reflection", uno de los mejores temas de la banda. A esto, le sigue un riff inusual de bajo, que nuevamente nos lleva por los caminos de la música de la India, y nos orilla a entrar en una especie de trance tan extenso como disfrutable. A él, se añaden otros sonidos que no reconoceremos de primer instancia, pero que alimentan las armonías de manera espectacular. Incluso el efecto aplicado a la voz de Maynard James Keenan aporta de manera importante para lograr esta suerte de estado de nirvana musical. La banda juega con esta dinámica, hasta la aparición de la guitarra de Adam Jones, casi a los 6 minutos y medio de canción, haciendo que el tema crezca en intensidad de una forma tan natural como disfrutable. Perfectamente se podría realizar una danza tribal con esta espectacular canción. Más allá de este crescendo paulatino, la canción no tiene grandes cambios de ritmo, ni despliegues de complejidad. 


8. "Aenema"


Lejos de los aires hinduístas de los dos temas anteriores, esta canción es una mofa clara hacia todos los conspiracionistas que, hacia finales del siglo XX (época en la que se publica esta canción) pensaban que la llegada del año 2000 sería catastrófica y apocalítpica. El tema inicia con uno de los riffs más reconocidos de la banda, sobre el cual se construye la primer mitad de la canción, con una estructura casi convencional de estrofa-coro-estrofa-coro. Al finalizar el segundo coro es cuando todo se descontrola, pues viene una de las secciones musicales más alucinantes de toda la discografía de Tool. Es muy común que en el mundo del metal se utiliza el doble bombo como recurso rítmico, pero ninguna banda lo usa como Danny Carey en esta canción. De aquí, ahora sí, se viene el apocalipsis en la catártica coda final. Alucinante. 


7. "Schism"


El riff de bajo con el que inicia esta canción es ya un hito de la música del nuevo siglo. Esta canción es la más reconocida de la banda, y sin duda una de las mejores. Con una letra extremadamente inteligente (dice cosas como "I've done the math enough to know/ The dangers of a second guessing/ Doomed to crumble unless we grow/ And strengthen our communcation"), y una estructura casi convencional, la canción no deja las ambientaciones oscuras y los sonidos complejos a los que la banda ya nos tiene acostumbrados (esos cambios de métrica son magistrales). Sólo que esta ocasión, la composición se acerca al oído común, de forma absolutamente inintencionada. Y lo digo porque la banda no lo buscó, incluso, la canción no tiene estribillo. Y a la mitad de la canción hay un largo pasaje instrumental en el que las revoluciones se disminuyen claramente. Aún así, la canción fue del gusto popular. A destacar (nuevamente) el cierre de la canción. 


6. "Third Eye"


Una canción homenaje al entonces recientemente desaparecido standupero Bill Hicks, en la que la banda retoma muchas de sus ideas sobre la psique humana, el tercer ojo y la trascendencia más allá de lo material. Con este tema se cierra el mítico álbum "Aenima" de 1996, y aunque no se parece en nada a lo presentado en los temas anteriores del álbum, lo abrocha de manera espectacular. Construida claramente como una suite, con secciones que varían en ritmos y melodías, podríamos considerar a esta como la primer canción que la banda construyó a manera de música clásica hindú, con su Tala rítmica y su Raga enigmático, y que serviría de bisagra para abrir nuevos horizontes que la banda exploraría y explotaría en álbumes siguientes. Son casi 14 ,minutos de viaje, de ascensos y descensos sonoros que nunca alcanzan un clímax, al menos no como lo conocemos en la música de occidente. En todo momento sentimos que algo está por ocurrir, y es hasta el final de la canción que obtenemos lo que buscábamos, aunque no de la manera en que lo buscábamos. Desconcertante, pero igualmente genial. 


5. "Vicarious"


5 años habían pasado desde la aparición de Lateralus, álbum con el que la banda se consagró como un hito del metal progresivo. 5 años de espera, y al publicarse su siguiente álbum, lo primero que la gente escucha es esto. Un riff que indudablemente es de Tool, pero que de alguna manera, esa guitarra suena diferente, tiene un tratamiento distinto. Lo que no es distinto es la capacidad que tiene Tool de hacer canciones alucinantemente complejas, y aún así mantenernos atentos a cada segundo, cada cambio de ritmo, cada arreglo instrumental, y cada palabra de sus letras. Lo que hacen del minuto 4:20 al minuto 6 aproximadamente, es algo que ninguna otra banda en el mundo de la música es capaz de hacer. Y luego el último minuto de canción, en donde está la confirmación del tamaño de agrupación que es Tool.


4. "Ticks & Leeches"


Si mezcláramos la música hindú con el mejor thrash metal, probablemente el resultado sería esta canción. La banda adopta su versión más agresiva, más enérgica en este tema. Con sólo escuchar los primeros 70 segundos de la canción nos damos cuenta de que lo que estamos escuchando es un nivel de música diferente. La precisión que alcanzan los músicos en estos segundos iniciales es algo a lo que el 95% de bandas de rock en el mundo sólo pueden soñar en alcanzar. Pero la banda dosifica esa energía, con un interludio que enfría las cosas de manera irremediable, sólo para volver a apabullarnos en los minutos finales de la canción, en los que se retoma el poderío, la energía, la fuerza, el virtuosismo y la majestuosidad con los que había empezado la canción. La conclusión a la que llegamos con esta canción es que Tool tiene a uno de los 5 mejores bateristas de los últimos tiempos. 


3. "Eulogy"


El amor y la dedicación que tiene la construcción de esta enorme canción es una de las primeras cualidades que se pueden destacar de ella. La banda se toma poco más de 2 minutos para construir las armonías de la canción, de modo que el tema nos introduce uno por uno, una serie de instrumentos que forman un magnífico paisaje musical, tan bello como oscuro, y tan sublime como ominoso. A esto, le sigue una breve sección con estructura convencional de 2 vueltas de estrofa-coro que deriva en un extraño solo de guitarra, y posteriormente, a una de las secciones más potentes de todo el historial de la banda ("don't you step out of line"), y es aquí donde la canción ya es completamente diferente. En algún punto de las transiciones anteriores, la canción dejó de ser la que era, y se transformó en otra completamente diferente, que retoma pedazos del principio, pero que se potencializa a tal grado, que es hasta el final que se alcanza el punto más alto de intensidad de los 8 minutos y medio que dura la canción. Sí, un himno del metal.

2. "Forty-Six & 2"


El mejor riff de bajo de toda la historia del metal es la puerta de entrada a esta maravillosa canción. De hecho, esta es la canción de menor duración de todas las presentadas en este listado: apenas 6 minutos. El inicio de la canción es de una exquisitez única, con su calma tensa, su revolvente sonido y  las melodías intrincadas. Después, el tema estalla en el primer coro, en donde apreciamos a plenitud a una banda de rock haciendo lo que mejor sabe hacer. Además de ser la canción más breve del listado, también es la más simple en estructura, estrofa-coro-estrofa2-coro2-puente-solo-coda final. Para ser Tool es extremadamente simple. Y sin embargo, la naturaleza de las melodías y los ritmos hacen que la canción, aún con su estructura convencional, nunca deje de ser enteramente progresiva. Y luego escuchamos el hipnótico solo de guitarra y bajo, con media nota de distancia entre uno y otro, y nos entregamos a él, pues de éste deriva el cierre de la canción. Tool siempre tuvo la cualidad (como ya se vio en las demás canciones de esta lista) de preparar una canción genial con un cierre dos niveles por encima. Esta canción no es la excepción. El final de la canción, es de lo mejor que se le pudo haber ocurrido a cualquier músico para culminar su obra. Tan simple y tan  efectivo. Son unos genios. 

1. "The Grudge"


Desde mi punto de vista, este es el pináculo máximo de la banda en cuanto a 3 elementos: complejidad, progresión y musicalidad en toda la extensión de la palabra, combinadas de una manera tan quirúrgica y perfecta, que justo cuando pensamos que el tema se inclina hacia cualquiera de las 3 esquinas, de inmediato recompone y equilibra. Cuando escuché esta canción por primera vez, realmente escucharla, no podía creer que existiera música así. Los beats complejos, los riffs memorables, los cambios de ritmo, las armonías a veces dulces y a veces oscuras, incluso el matiz de la voz de Maynard James Keenan, a veces agresivo y a veces dulce... todo se compagina de manera perfecta en esta canción. Nada sobra, nada falta. No hay coros, no hay paisajes excesivos sólo hay música que nos lleva de un punto a otro, sin descanso, pero sin confundirnos tampoco. Cuando se debe retomar una sección, se hace sin abusar de ella. Cuando se debe incrementar la complejidad musical, se hace sin excesos. Cuando se debe ser agresivo, se hace sin pretensiones. Cuando se debe ser calmo y melódico, se hace sin hostigar. Todo está en su perfecta medida, y lograr eso es tan difícil, que Tool lo hizo sólo una vez, a mi parecer, en esta espectacular obra. Sobra decir que el final de la canción es todo lo monumental que puede ser el final de una canción.