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lunes, 4 de febrero de 2019

El verdadero fin del progresivo clásico - Moving Pictures



Es cierto que para muchos el fin del rock progresivo llegó con la estrepitosa y contundente  aparición en escena del punk británico, para otros se terminó con The Wall de Pink Floyd, sin embargo, estrictamente hablando, el último gran álbum progresivo de alguna de las bandas clásicas es Moving Pictures de los canadienses Rush. Y al igual que la mayoría de las bandas progresivas clásicas, tipo Yes, Genesis o Camel, la banda se orientaría en la década de los ochenta a un sonido más popero y menos arriesgado.

Sin embargo, esta obra aún contiene remanentes del progresivo de altura de la década anterior, y la energía rockera de la banda permanece incólume si la comparamos con la de sus albumes setenteros, es por ello que la obra se salva, y no sólo eso, sino que se trata del álbum que colocó a Rush en un plano más comercial y mundialmente reconocido, debido principalmente a su espectacular canción inicial "Tom Sawyer", la cual no cede en ningún momento a las dulces mieles del conformismo, y termina por ser una canción clásica del rock progresivo por su enorme complejidad y su asombrosa maestría interpretativa.

Pero la obra también tiene otras canciones destacables, como la instrumental y espectacular "XYZ", la evocadora "Red Barchetta", la épica y por momentos gloriosa "The Camera Eye" en donde Alex Lifeson en las guitarras y Neil Peart en la batería se lucen como pocas veces lo habían hecho, o la mística "Witch Hunt". También hay que decir que un par de canciones no funcionan del todo, como la final "Vital Signs", sin embargo, al final el álbum tiene un balance y un equilibrio que no sólo lo salva, sino que lo destaca como un gran álbum en una época en la que el progresivo había muerto.

Con todo eso, ninguna canción se acerca ni por asomo a la grandeza del tema inicial, y por esa simple canción, el álbum ya merecería estar en esta lista.


jueves, 13 de septiembre de 2018

Oda agridulce al amor y la amargura: Songs Of Leonard Cohen



El poder que puede tener la música para transmitir emociones a través de los sonidos es inmenso, inagotable, inconmensurable e infinito. Desde las grandes obras de Mozart, Beethoven y Bach hasta la simpleza de una música en apariencia minimalista, como lo es el folk, toda la música bien hecha es capaz de dejarnos en un estado de ánimo "virtual", porque es real y no lo es. Porque nos permite sentir cosas que no estamos viviendo. Porque nos concede la gracia de sentir el dolor ajeno sin pasar por el infierno de los demás.

Y de la misma forma nos permite acariciar el amor de los talentosos y exprimir la felicidad de los virtuosos, aunque sea por un efímero instante, sólo para exiliarnos de nuestra propia realidad, que sin ser necesariamente buena o mala, no es tan trágica o tan excelsa como se nos narra en la música más plena. Todo esto es capaz de regalarnos la sola música, los acordes y las notas, las melodías y las armonías. Pero si a ello le agregamos un letrista, un poeta auténtico que con palabras expresa con escalofriante precisión un estado de ánimo, el resultado puede ser asombroso.

Todo esto sucedió en 1967, cuando un reconocido escritor y poeta canadiense, Leonard Cohen, decidió que quería grabar un disco, sólo con su guitarra y nada más. El talentoso músico aspiraba inicialmente a formar una banda country en Nashville, razón por la que llegó a los Estados Unidos, sin embargo, afortunadamente se quedó inmerso en el enorme movimiento folk neoyorquino de los años 60. Así fue como se decidió por esta música, tan austera como plena, perfecta para el nivel de crudeza y/o magnificencia de sus letras.

Si bien, el músico (y algunos críticos musicales de la época) no quedó del todo contento con el resultado, debido a la inclusión de diversos arreglos (ya no fue él solo con su guitarra al final), con el paso de los años su álbum debut llegó a considerarse una obra de culto. Titulado "Songs Of Leonard Cohen", la obra se aleja de los convencionalismos de la época, en donde la psicodelia, el ácido y los colores dominaban la escena musical a nivel mundial. Cohen era ajeno a todo ese mundo, y esto se debe a la edad del compositor cuando se publicó su obra debutante: tenía 39 años de edad.

Pero nada de esto importa una vez que escuchamos la música, leemos las letras y nos empapamos del arte contenido en cada una de las 10 canciones que conforman la obra. No se necesita ser un experto en música, no se necesita saber sobre poesía, simplemente se requiere ser humano, y haber sentido algo alguna vez en la vida. Por lo cual la obra es universal y atemporal. Aplica para todos los casos, en cualquier lugar del mundo y en cualquier época en que se escuche.

Pero vayamos a las canciones, una a una. "Suzanne" es una joya incuestionable. Desde el primer tema el canadiense nos deja en claro su nivel musical y lírico. La sensibilidad para interpretar la hermosa letra escrita, además claro, de los bellos arreglos musicales, como los coros femeninos y algunos discretos sonidos de cuerdas, hacen de este tema un gancho inesquivable que nos atrapa y nos acerca al melancólico estado de ánimo de esta romántica melodía. Un romanticismo que no es cursi, un romanticismo pletórico en donde se trascienden las sensaciones y se analiza el alma de una persona que, inconsciente y burdamente, es incapaz de descifrar el amor que puede sentir en su interior.

El segundo tema es mucho más obscuro, "Master Song" se acerca a la temática de la guerra y los horrores de ella, claro, desde una perspectiva poética, pero con una ominosidad que se percibe de manera evidente en la letra, pero también en la música y en los arreglos de ésta. Una clara canción de protesta, que cobra mayor importancia por la guerra de Vietnam acaecida en aquella época, con cerca de los 6 minutos de duración, y que puede llegar a ser desgarradora y cruda, pero que en nada pierde la esencia austera de la música. Sin los brillos (prácticamente inalcanzables) del tema inicial, pero con un enfoque mucho más realista que metafórico, se trata de una de las grandes canciones del álbum.

La belleza retorna de manera espectacular en "Winter Lady". El Cohen romántico e inspirador regresa con esta pequeña maravilla a dos guitarras, y con unos brillos de arpa tan fugaces y tan brillantes y relucientes como un relámpago que aparece en medio de una suave lluvia. La canción nuevamente, no es romántica en un sentido convencional. Si bien se dedica a una mujer y al impacto que ella tuvo en el autor, la canción habla más sobre la soledad y la necesidad que tenemos todos de sentirnos acompañados por alguien. Una bella y triste canción de amor y abandono.

Y el contraste nuevamente se hace presente con "Stranger Song", una canción que se enfoca más en el mensaje lírico que en el musical. La guitarra, con la compejidad de los arpeggios que acompañan constantemente a la letra, no cambia en ningún instante, y todo se centra en la letra de la canción, que lidia con la alienación vista desde dentro hacia afuera. No es sobre cómo i por qué se aleja del mundo, sino del mundo visto desde la perspectiva el exiliado, del extraño que está ahí pero que nadie ve, hasta que eventualmente, los extraños son todos menos él.

"Sister Of Mercy" es mucho más melódica, apela más a los elementos musicales que a los líricos, sin que esto se refiera a que la letra es, digamos, promedio. Por el contrario, en la letra se nos habla sobre las musas del autor, todas ellas que le salvan en sus momentos más bajos, y que además, conmina a que cada quien busque a sus "hermanas de la piedad", las que siempre nos acompañan y las que siempre vivirán en nuestro interior para salvarnos del debacle. La música, como se había dicho, es más melódica. Las guitarras no son lineales, y los arreglos varían desde un Rhodes (los brillitos) tan dulce como elegante, hasta unas percusiones a manera de marcha que, de manera discreta, nos acompañan en gran parte de la canción.

La canción más accesible del álbum, sin duda, es "So Long, Marianne", una canción con una estructura más convencional, con una instrumentación más rica y menos austera, y unas melodías menos oscuras y/o tristes. La letra es abiertamente romántica, y en ella se habla sobre el amor que siente el protagonista por una mujer, a la que extraña mucho. Escuchamos una batería, un bajo, algunos instrumentos celtas muy lejanos, y un coro femenino que acompaña los estribillos de la canción, y los hace más memorables. Dicho sea de paso que, a pesar de la belleza y simpleza de la canción, a Cohen no le gustó nada el resultado, ya que él esperaba que la canción fuera mucho más triste con el solo sonido de su guitarra, sin embargo, el productor le añadió los demás instrumentos y arreglos. Algo similar con lo que le pasó a Paul McCartney con su mítica "The Long And Winding Road".

"Hey, That's No Way To Say Goodbye" es, para mí,  la canción más representativa del álbum y del artista, y ello se debe a que esta es la primer canción que escuché de Cohen en mi vida, y me ha cautivado desde aquel entonces, hasta hoy en día. Es una canción bellísima, muy romántica aún desde su enfoque de reproche, con unos arreglos deliciosos y con un sentido poético magistral per nada complicado de entender. Esencialmente, es una canción sobre el distanciamiento físico de un par de amantes, quienes lo sufren enormemente, pero que en el transcurso expresan su amor, el cual se acrecenta, irónicamente, con la distancia que hay entre ellos.

Mientras que "Stories Of The Street" es una canción de protesta, en la que Cohen nos narra el día a día en la ciudad en la que habitaba, en donde reinaba la incertidumbre y la desesperanza debido a la situación de guerra que vivían los Estados Unidos. La música es muy cruda y la progresión melódica nos lleva a una serie de cimas emocionales que son emocionalmente altas, pero breves, y el descenso de ellas nos lleva a una nueva estrofa. En ese sentido estructural, esta es la canción que más nos recuerda al trabajo de Bob Dylan.

La crudeza no sólo se mantiene, sino que se acrecenta con "Teachers", una extraña canción con dos guitarras como protagonistas, una que acompaña y sostiene a la canción y otra que nos regala una serie de melodías que por momentos son incluso terroríficas. Ciertamente Cohen quería dar un golpe final de visceralidad antes de cerrar el álbum, y por ello colocó a la canción más cruda del álbum cerca del final, en donde ya no hay reservas, donde incluso lleva su voz el extremo de cualquier posible estética, en aras de incrementar el nivel de brusquedad de la canción. Tanto así que los pasajes instrumentales son nulos, la canción va al grano y en 3  contundentes minutos la canción nos ha entregado todo y ha finalizado, con la voracidad y la contundencia del rayo.

Pero el álbum no podía terminar ahí, no podía terminar así. Es por ello que, como golpe final, como golpe de gracia a nuestras emociones, nos trae la canción más triste y desgarradora del álbum justamente para cerrarlo. "One Of Us Cannot Be Wrong" es una joya dolorosa, una bella e hiriente canción en todos su aspectos. La letra es poderosamente deprimente, en la que se habla sobre el abandono, la soledad, el rompimiento, la desesperación y la desesperanza, desde un enfoque primordialmente romántico. La música no hace sino acompañar lentamente el dolor explícito de la letra, y ser cómplice de éste hasta llegar al punto de sostener por casi 5 minutos la agonía incesante de la canción. Dicha agonía queda más que expuesta cuando, una vez terminada la letra, a Cohen le da por sollozar de manera brillante y desgarradora. No podía haber una canción más perfecta para cerrar lo que eventualmente se convertiría en un álbum perfecto, una obra de culto.

Escuchar este álbum en momentos de tristeza, nostalgia o dolor, puede ser algo peligroso, aunque igualmente reparador. La música es un bálsamo que está ahí para sanar las heridas, o para ayudarnos a llegar al fondo y así poder emerger cual fénix. Este álbum cumple esta función con creces, y demuestra el poder que puede llegar a tener la música sobre nosotros y sobre nuestro estado de ánimo. El álbum que nos enamora y nos desgarra, que nos endulza y nos amarga. La contradicción perfecta.

martes, 24 de julio de 2018

Música electrizante.



Hablar del llamado "Power Pop" es hablar de uno de los géneros musicales menos explotados dentro del rock, y también uno de los que tienen más fácil acceso para todos aquellos que le escuchan por primera vez. Desde luego que su origen se remite a los Beatles y su primer gran trabajo "A Hard Day's Night", sin embargo, se reconoció como tal cuando los infravalorados Big Star aparecieron en escena en la década de los 70, en la que grabarían sus 3 maravillosos y olvidados álbumes insignia para este género.

Posteriormente, hasta la década de los 90 se redescubriría el power pop gracias a una joya (también olvidada) de 1991, el "Bandwagonesque" de los escoceses Teenage Fanclub, quienes revivirían al género, y nos recordarían lo disfrutable de esta música menospreciada. Incluso se les llamó la reencarnación de Big Star, cosa no menor que sin duda reafirmaron el álbumes posteriores, especialmente el "Grand Prix" de 1995.

En sí, el power pop es rock semi-duro, con tintes de pop como las armonías vocales y las melodías pegajosas, que no entra en demasiadas honduras emocionales pero que sí es capaz de reanimarnos gracias a su alegría nata y a su simpleza que a veces es bella y a veces es gozosa. Así, en algunas canciones podemos bailar, en otras podemos cantar y en otras simplemente debemos escuchar y sentir. Más allá de eso, el power pop no profundiza en las oscuras emociones humanas, ni tampoco juguetea con la nostalgia desmedida. Es por ello que es uno de los géneros más accesibles, y a pesar de ello, menos escuchados.

En la década de los 2000s apareció un álbum que a mi parecer, se trata de otra obra esencial para apreciar y disfrutar del género, un álbum del cual hablaremos en este texto: el vivaz "Twin Cinema" de los canadienses The New Pornographers. Publicado en 2005, la obra consta de 14 canciones simples pero efectivas, duras pero melódicas. El octeto se dedica simplemente a hacer canciones que entrarán a nuestros oídos sin obstáculo alguno, y nos llenarán del deleite propio de la sencillez y la simpleza musical. De las 14 canciones, 11 están compuestas por el frontman de la banda, A. C. Newman, quien además canta en la mayoría de ellas. Las 3 restantes las compuso y cantó Dan Bejar, quien además es más famoso por su banda alterna, de la cual es el líder: Destroyer.

La obra empieza de forma contundente con "Twin Cinema", una canción que directamente nos muestra de lo que va el álbum. Un riff seco empatado con las percusiones, y las voces, una masculina y otra femenina, son cálidas y nos remontan un poco a Brian Wilson y compañía. Un par de estrofas y coros, un puente intermedio y se repite la fórmula, simple, efectiva y deliciosa. La calma llega a medias con "The Bones Of An Idol", acompañada de una voz femenina y una estructura un poco rara, ya que la canción no cuenta con un coro como tal, sino que, a manera de poesía, el cierre de las estrofas es el mismo para todas ellas, lo cual hace las veces de un coro. Por su parte, "Use It" retoma la alegría e hiperactividad del primer tema, siendo una de las canciones más melódicas del álbum. El coro es una explosión musical y emocional fantástica, llena de una energía contagiosa e irresistible.

Las cosas se ponen un poco (poquitito) más densas con "The Bleeding Heart Show", una canción que nuevamente no tiene estructura, que parece ser más misteriosa de inicio, pero que termina por ser una de las que más disfrutaremos de todo el álbum, principalmente por las melodías corales en las que participan prácticamente todos los miembros de la banda, que son tan pegajosas como deliciosas, y que harán del misterio inicial un fantasma reemplazado por el gozo absoluto de la música alegre. Una de las cimas del álbum. Seguida a ésta, se encuentra la primer canción de Dan Bejar, "Jackie, Dressed In Cobras", otra portentosa muestra de diversión hecha música, con un poco más de complejidad en sus armonías y melodías, pero no tanto como para que no nos sea accesible. Se nota la diferencia entre las composiciones de Newman y de Bejar, pero supieron encontrar el punto medio para que no suene dispar el álbum. Así, mientras se termina el tema de Bejar, escuchamos el siguiente tema, "The Jessica Numbers" y no notamos tanta diferencia, a pesar de que está ahí. La canción apela mucho más a la pesadez rockera, sin excederse tampoco, pero sí nos hace apreciar otra perspectiva de la banda. No hay tanta alegría, pero seguimos deleitándonos con las armonías vocales.

"These Are The Fables" es quizás la canción más pop del álbum, acompañada de la dulcísima voz de la pianista de la banda Kathryn Calder, se trata de una suave canción con ciertos toques de colores pastel, y que melódicamente es tan deliciosa como el resto del álbum. "Sing Me Spanish Techno" es una canción sin muchos brillos, con un ritmo bailable pero no frenético, y con unas melodías acordes con el resto del álbum. Un breve letargo que se vera interrumpido por la fuerza semi acústica de "Falling Through Your Clothes", una excelente y compleja canción en 3/4, con la que se inaugura el mejor momento musical del álbum. La canción no teme cortar de tajo con los ambientes pop de los temas anteriores, y nos entrega uno de los momentos más densos de todo el álbum. Las armonías vocales vuelven a ser uno de los elementos principales, sin embargo, se ve respaldado por la excelente interpretación instrumental, que hasta ahora no había sido realmente puesta a prueba.

El segundo tema de Bejar es una explosión musical de 3 minutos, en los que no cesa la energía electrizante y el frenesí de alegría, además de una serie de motivos melódicos memorables, de los más memorables en un álbum lleno de melodías pegajosas, lo cual ya tiene su mérito, pero además se vuelve a palpar la densidad de las composiciones de Bejar envueltas en un cascarón pop, por lo que luego de una serie de escuchas percibiremos el pesar del compositor, y empatizaremos con él. Decía que este era el mejor momento musical del álbum, y bueno, lo es exceptuando "Three Or Four", una canción simpática pero que está erróneamente puesta entre dos canciones electrizantes, y nos quita ese acelere con el que nos habíamos quedado del estupendo tema anterior, y que nos costará retomar para el brillante tema siguiente. Esta canción quizás no debió estar en el álbum, o debió estar colocado en otro punto del mismo, pero aquí está, como un incómodo pasaje que olvidaremos pronto.

Ahora sí, el siguiente, electrizante, brillante y a mi parecer, la cima musical más alta del álbum. "Star Bodies" es una canción a dos voces, con una estrofa deliciosa, un puente maravilloso y un coro esplendoroso. Todo es energía con esta canción, una energía capaz de levantar hasta a la persona más sumida en tristeza y pereza, una energía poderosa que manipularon a la perfección y que concentraron en 4 minutos que se nos van en un suspiro. Se puede cantar, bailar, brincar, gritar y disfrutar con este tema. Toda la esencia, de lo que se trata el álbum, de lo que se trata el power pop, está expuesto a la perfección en esta canción, así podemos escuchar a los mismísimos Beatles cantando esta canción 41 años antes de aparecer, sin problema alguno.

"Streets Of Fire" calma un poco las cosas pero sin disminuir el nivel musical mostrado. La última canción de Dan Bejar es tan suave como sublime, y tan melódica como tranquila. Se disminuyen las revoluciones y se incrementa la emotividad. Sin embargo no es del todo una canción introspectiva ni acústica. Sólo nos baja del acelere y nos reubica en la velocidad calma con la que corre la vida afuera de nuestros audífonos. Pero sí, es una canción deliciosa y sí, las armonías vocales nos elevan otra vez. Para cerrar, "Stacked Crooked" es una versión un poco más lenta y resumida de lo que fue el álbum, no se trata de la típoca canción final, lenta y triste, sino que se trata de un tema un poco más íntimo, pero dentro de la línea de alegría, gozo y melodicidad con la que se manejó el resto del álbum.

Luego de esto necesitaremos un pequeño break para asimilar la enorme cantidad de energía que nos ha transmitido este álbum, pero nos quedaremos con ganas de volver a escucharlo, se nos grabará fácilmente en nuestra memoria, y se convertirá en nuestro preferido para salir de los baches emocionales de la vida diaria. A final de cuenta, de eso se trata el power pop, de disfrutar sin sumergirse en emociones complicadas o profundas. Como disfrutar de la crema batida del pastel, sin tener que comer de la seca y pastosa parte central del mismo. Puro gozo.

lunes, 23 de abril de 2018

Rock progresivo anglosajón: #16. "A Farewell To Kings" - Rush (1977)



1. A Farewell To Kings (5:49)
2. Xanadu (11:04)
3. Closer To The Heart (2:51)
4. Cinderella Man (4:19)
5. Madrigal (2:33)
6. Cygnus X-1 (10:21)

Sin lugar a dudas se trata del mejor álbum de Rush en su historia, una obra portentosa y hardrockera, con temas largos y temas cortos que se complementan de maravilla, y que nos entregan una variedad de sonidos que nos van alimentando conforme pasan los minutos, sin canciones de relleno ni momentos sin sentido. Todo el poderío musical, lírico, creativo y artístico de este trío musical está plasmado en los cuarenta y pico minutos que dura la obra de manera suprema y casi perfecta.

Si bien, el salto al progresivo de altura ya lo habían dado con su anterior "2112", el álbum resultó ser muy inconsistente, lo que les había dejado una cierta deuda con la música y consigo mismos, por lo que dedicaron su esfuerzo y dedicación en superarse a sí mismos con una obra que la banda misma sabía que tenía que ser muy superior a lo hecho en el mencionado álbum anterior. Así que hicieron uso de todos sus recursos, no se limitaron al simple hard rock, sino que incluyeron elementos electrónicos, clásicos, barrocos y emotivos para enriquecer a la música, así como para resaltar los poderosos momentos rockeros, que no desaparecerían.

Entonces, no nos extrañará que la inicial "A Farewell To Kings" tenga una deliciosa introducción de guitarra clásica de casi un minuto de duración, al cual le sigue una ligera explosión rockera que también es parte de la intro, para de inmediato adentrarnos en el tema principal que es estupendo y que tiene un interludio musical simplemente avasallador. La obra inicia poniendo la vara muy alta para los temas siguientes. Pero "Xanadu" la sube aún más, ya que es una poderosa suite de 11 minutos, con múltiples secciones perfectamente enlazadas dentro de la obra, y con un altísimo nivel de epicidad a lo largo de la obra (la entrada de la guitarra a los dos minutos de la canción es estremecedora), que al culminar nos dejará absolutamente pasmados. Las letras son otro elemento destacable (siempre) en las canciones de Rush, gracias a Neil Peart quien adaptó fragmentos del poema Kubla Khan (el cual es bellísimo) de manera estupenda en métrica a las características de la canción.

"Closer To The Heart" es una bella y evocadora canción pop, que aligera el ambiente luego de tan majestuosa obra, y nos ayuda a recuperarnos sin que se trate de un bajón notable; la canción es tan memorable que nos mantendrá con la adrenalina a tope aún en la primera escucha. "Cinderella Man" es un hard rock con pocos elementos progresivos pero con una interestante progresión melódica, que va de arriba hacia abajo, ya que las estrofas son vertiginosas y el coro es suave. Por su parte, "Madrigal" sí que lleva las cosas un poquito más abajo, pues se trata de una lenta y poco brillante canción, que nos baja un poco las revoluciones un tanto a propósito, para llegar a pleno en concentración y apertura al fantástico cierre del álbum.

"Cygnus X-1" es una fantástica obra, una suite poderosísima con pasajes rockeros muy pesados y con niveles de emotividad y dramatismo realmente espeluznantes. La temática planteada por Peart es la de un astronauta que, dado el enorme interés histórico de la humanidad por el accesible agujero negro de la constelación Cygnus, llamado Cygnus X-1, decide aventurarse en una arriesgada pero histórica travesía hacia el vórtice extraterrestre, en su nave llamada "Rocinante" (homenaje a Cervantes). Antes de que la historia se desarrolle, la banda ya nos entregó el primer viaje musical, el cual viene inmediatamente después del primer riff que escuchamos a cargo del bajo y la guitarra. Un viaje musical un tanto minimalista pero, de alguna manera, épico e inspirador. Una vez que Geddy Lee nos empieza a contar la historia (igual con una voz espeluznante) la música entra en modo optimista, a la par de la historia, en sus prepartivos para el enigmático viaje. Cuando el astronauta se acerca al coloso, las comunicaciones con la Tierra se pierden, y nuevamente la música se alínea con la historia, entrando en una fase de misterio, perfectamente ideada y ejecutada. Finalmente, la música explota y la letra nos narra el fatídico final de nuestro héroe, quien ha sido atrapado por la inmensa fuerza gravitatoria del astro colapsado, y finalmente, es succionado por él. Esta parte, en lo musical es poderosamente rockera, épica y gloriosa. Es el final perfecto para la obra (que tendría su continuación en el álbum siguiente, "Hemispheres") y uno de los momentos más gloriosos del rock progresivo.

El álbum que llevó a este trío canadiense a lo más alto del olimpo progresivo, en una época en la que ya nadie creía en el género, en una época en la que ya estaba muy desgastado y los sonidos nuevos de la juventud rockera naciente se apoderaban de la vanguardia artística. Así que el mérito es doble, no sólo de revivir por un instante el interés por el género, sino hacerlo con una obra monumental e insuperable.

viernes, 20 de abril de 2018

Rock progresivo anglosajón: #22. "Hemispheres" - Rush (1978)



1. Cygnus X-1 Book II Hemispheres (18:04)
     - I Prelude (4:27)
     - II Apollo/III Dionysus (4:36)
     - IV Armageddon (2:55)
     - V Cygnus (5:01)
     - VI The Sphere (1:02)
2. Circumstances (3:40)
3. The Trees (4:42)
4. La Villa Strangiato (9:35)

Segunda entrega de Rush en este listado, y uno de los álbumes más tardíos de la época clásica del rock progresivo anglosajón, "Hemispheres" es una obra mucho más fina, aunque sin perder la esencia heavy-metalera de la banda, pero sí buscando más armonías que melodías, y manteniendo el poderoso elemento rítmico del poeta y baterista Neil Peart. El álbum contiene sólo 4 canciones, de las cuales la primera y la última son dos enormes suites prog-rockeras, y las otras dos son canciones menores, pero más que interesantes.

La obra inicia con una joya progresiva, "Cygnus X-1, Book II (Hemispheres)", una especie de secuela de la última canción de su álbum anterior, en la que a grandes razgos, un astronauta que exploraba el agujero negro de Cygnus X-1 se ve atrapado por su fuerza gravitatoria y pierde comunicación con la Tierra. En esta segunda parte de la historia, el protagonista (presumiblemente muerto) se encuentra en una tierra celestial, en la que los dioses batallan por llenar el alma de los hombres de dos virtudes fundamentales: el amor y la razón. Así que el Dios Apolo (Dios de la razón) y el Dios Dionisio (Dios del Amor) exponen ambos sus razones para predominar en la psique humana, encontrandose ambos con sus pros y contras, lo cual los lleva a una enorme confusión, y a una batalla entre ellos para determinar quién es el vencedor. Esto hasta que el protagonista, en forma de alma, se presenta ante ellos para decirles que el punto medio es la respuesta, que el balance entre razón y emoción es lo que el ser humano necesita, y que ambas virtudes deben ser hemisferios que completen la esférica alma humana. Por esto, al protagonista le llaman Dios Cygnus, el Dios del equilibrio. La letra es una maravilla (con frases excelsas como "Throw off those chains of reason, and your prison disappears" o "Looking down from Olympus on a world of doubt and fear, its surface splintered into sorry hemispheres"), pero la música le supera con creces, ambientando con emotividad, poderío y solemnidad dependiendo la sección musical en la que estemos. Aquí se nota la madurez de los tres músicos (Geddy Lee en el bajo, teclados y voz, Neil Peart en las letras y batería, y Alex Lifeson en las guitarras) pues la conjunción entre los tres es perfecta y sin fisuras.

El segundo tema es el poderoso y metalero "Circumstances" que, a pesar de su brevedad, está llena de momentos intensos y cambios de ritmo interesantísimos. A destacar el trabajo de Lifeson en las guitarras, pues suenan tan intensas como emotivas, y sus solos de guitarra son simplemente maravillosos. Mientras tanto, "The Trees" es otra gran canción, nuevamente en una vena más convencional, pero con unos cambios de ritmo maravillosos y un sentido de sensibilidad musical pocas veces visto en la banda. Si bien la letra es un tanto extraña, podemos pasar de ella fácilmente y enfocarnos en la gran música. Finalmente, "La Villa Strangiato" es otra maravilla de canción, de casi 10 minutos y con una enorme variedad de mini-secciones, es tan rockera como progresiva, los sintetizadores suenan precisos y el elemento principal es el virtuosismo tanto en la guitarra como en las percusiones. Con momentos de guitarra clásica (que Alex Lifeson adoraba) y momentos de heavy metal durísimo, la obra es un constante vaivén de ritmos y sonidos, todos perfectamente amalgamados en una sola canción tan rica como coherente.

Luego de este álbum, aún Rush publicaría otra obra maestra progresiva que no entró en esta lista porque no pertenecía al periodo considerado como clásico del prog rock, sin embargo, se recomienda muchísimo escuchar "Moving Pictures" de 1982, una joya de álbum también. Sin embargo, esta es la última entrega de la época dorada del género, y es una de las mejores obras progresivas jamás hechas.

martes, 27 de marzo de 2018

Rock Progresivo Anglosajón: #54. "2112" - Rush (1976)



1. 2112: (20:32)
  • I) Overture (4:32)
  • II) The Temples Of Syrinx (2:13)
  • III) Discovery (3:29)
  • IV) Presentation (3:42)
  • V) Oracle:The Dream (2:00)
  • VI) Soliloquy (2:21)
  • VII) The Grand Finale (2:14)
2. A Passage To Bangkok (3:34)
3. The Twilight Zone (3:18)
4. Lessons (3:51)
5. Tears (3:32)
6. Something For Nothing (3:59)

Algunos pensarán que este álbum se encuentra muy abajo en esta lista. ¿De verdad el 2112 de Rush es el número 54? Pues sí, y la razón es muy simple: un álbum muy bueno cumple con una característica siempre, todas sus canciones, o la gran mayoría, deben de ser de muy buena calidad. Si un álbum tiene una canción monumental, pero otras 5 más o menos intrascendentes, se convierte en un álbum de mediano para arriba.

Es cierto que la obra que da título al álbum es gigantesca, suprema, monumental. Pero no se trata de un conteo de canciones, sino de álbumes, así que analicemos primero la parte negativa del álbum. Tenemos 5 canciones menores, ninguna pasa de los 4 minutos de duración, no tienen cohesión la una con la otra, y de no ser por "A Passage To Bangkok", todas son prácticamente olvidables. Es cierto que Rush apenas estaba ingresando a los terrenos del progresivo, ya que sus álbumes anteriores estaban más orientados hacia la corriente del hard rock y el heavy metal. Y ello es bastante notorio no sólo en este álbum, sino en el sonido total de la música de esta gran banda canadiense. Pero esta transición de géneros les hizo pagar factura en este álbum.

Ahora bien, pasemos al aspecto positivo. La banda, en su anterior álbum, titulado "Caress Of Steel" ya había escrito no una, sino dos suites progresivas, sin embargo estas eran más experimentos que canciones hechas. Por lo que fue hasta este "2112" que se dedicaron a hacer una suite progresiva con todas las de la ley, bien hecha de principio a fin, y vaya que lo lograron. La canción homónima es uno de los grandes himnos en la historia del progresivo, y hubo muchos elementos que ayudaron a que esto fuera posible.

Uno de estos elementos, que vale la pena recalcar mucho, era el nuevo baterista (de hecho su debut en la banda fue en el álbum anterior), el talentosísismo Neil Peart, quien además de suministrar una dosis de precisión y perfección inconmensurable en las percusiones (para mi gusto, uno de los 5 mejores bateristas del género), también aportó su enorme talento como escritor y letrista, por lo que "2112" tiene una historia perfectamente escrita y descrita, la cual nos hará disfrutar al doble o al triple la magnífica obra.

Con sus 7 movimientos, la canción nos narra la historia de una raza futura, que vive en la opresión artística y la supresión de los talentos individuales. Todos deben cumplir una función en la sociedad, y nada más. Todo esto sucede, bajo el mando de los malévolos Sacerdotes, quienes residen en el fastuoso Templo de Syrinx. Estos sacerdotes son perfectamente descritos en el segundo movimiento de la canción. Para el tercer movimiento, la historia da un giro, en el que un habitante de dicha sociedad encuentra un extraño artefacto de una raza anterior a la suya: una guitarra. Conforme la va explorando, descubre que dicho instrumento es capaz de producir algunos de los sonidos más hermosos que haya escuchado en su vida, así como sentir cosas que jamás había pensado que se podían sentir. Esto lo lleva a pensar que una vez que haga público su descubrimiento, todos se rendirán ante sus pies. Sin embargo, los Sacerdotes apagan su emoción al desacreditar tanto al instrumento, como a la raza anterior (la nuestra) a la que pertenece. Esto lleva al protagonista a la depresión, y luego de un sueño maravilloso en el que convivía con esta raza llena de virtuosismo y creatividad, su único razonamiento fue el encontrarles en una vida posterior, por lo que se suicida. Sin saberlo, mientras él termina su propia vida, su sociedad, la cual conoce el nuevo descubrimiento y sus capacidades, decide rebelarse ante los Sacerdotes, conllevando esto a una sangrienta guerra en la que las fuerzas armadas terminan por suprimir a la rebelión.

Musicalmente, la mezcla de hard rock con pasajes progresivos la ejecutan de manera magistral, y en cada una de las secciones descubriremos una nueva faceta de la banda, las cuales pasan del hard rock, al rock pop, y de éste al proto-punk, terminando con un trágico riff de desenlace, el cual se empalma con el igualmente trágico final de la historia. Los músicos -el ya mencionado Neil Peart en la batería, el genial Alex Lifeson en la guitarra y el poderosamente vocal Geddy Lee, quien también se encarga del bajo y los teclados- demuestran su altísimo nivel de virtuosismo a lo largo de los 20 minutos y medio que dura la obra, y en ningún momento hallaremos un bache o un momento en el que la música decaiga. Por sí sola, esta canción hizo que el álbum apareciera en la lista. Sin duda, una de las 10 mejores canciones en la historia del progresivo.

jueves, 22 de marzo de 2018

Los mejores 56 álbumes de rock progresivo anglosajón (1969-1979)



Así como ya hice mi recuento de los mejores álbumes de rock progresivo italiano, esta vez hago mi recuento de los mejores 56 álbumes de rock progresivo anglosajón, o por artistas anglosajones. Para esta lista únicamente tomaré en cuenta la época setentera del género, o mejor dicho, desde su nacimiento hasta 1979. Incluyo algunos álbumes instrumentales y otros más rebuscados, pero en general se trata de álbumes clásicos. Todos los álbumes tendrán una breve reseña, las cuales subiré en las semanas siguientes.

56. "Hatfield And The North" - Hatfield And The North (1974)
55. "Tales Of Mystery And Imagination" - The Alan Parsons Project (1976)
54. "2112" - Rush (1976)
53. "In The Wake Of Poseidon" - King Crimson (1970)
52. "Emerson, Lake & Palmer" - Emerson, Lake & Palmer (1970)
51. "Leftoverture" - Kansas (1976)
50. "Brain Salad Surgery" - Emerson, Lake & Palmer (1973)
49. "Lizard" - King Crimson (1970)
48. "Radio Gnome Invisible Part 3: You" - Gong (1974)
47. "Ummagumma" - Pink Floyd (1969)
46. "Tarkus" - Emerson, Lake & Palmer (1971)
45. "Relayer" - Yes (1974)
44. "First Utterance" - Comus (1971)
43. "Third" - The Soft Machine (1970)
42. "The Yes Album" - Yes (1971)
41. "In The Land Of Grey And Pink" - Caravan (1971)
40. "Rock Bottom" - Robert Wyatt (1974)
39. "Tubular Bells" - Mike Oldfield (1973)
38. "Nursery Cryme" - Genesis (1971)
37. "Free Hand" - Gentle Giant (1975)
36. "Meddle" - Pink Floyd (1971)
35. "Larks' Tongues In Aspic" - King Crimson (1973)
34. "The Lamb Lies Down On Broadway" - Genesis (1974)
33. "H To He, Who Am The Only One" - Van Der Graaf Generator (1970)
32. "Fragile" - Yes (1971)
31. "Animals" - Pink Floyd (1977)
30. "Camembert Electrique" - Gong (1971)
29. "Mirage" - Camel (1974)
28. "Ommadawn" - Mike Oldfield (1975)
27. "A Trick Of The Tail" - Genesis (1976)
26. "Acquiring The Taste" - Gentle Giant (1971)
25. "Scheherazade And Other Stories" - Renaissance (1975)
24. "Pawn Hearts" - Van Der Graaf Generator (1971)
23. "Foxtrot" - Genesis (1972)
22. "Hemispheres" - Rush (1978)
21. "Trilogy" - Emerson, Lake & Palmer (1972)
20. "Three Friends" - Gentle Giant (1972)
19. "Hot Rats" - Frank Zappa (1969)
18. "Octopus" - Gentle Giant (1972)
17. "Red Queen To Gryphon Three" - Gryphon (1974)
16. "A Farewell To Kings" - Rush (1977)
15. "Voyage Of The Acolyte" - Steve Hackett (1975)
14. "Crime Of The Century" - Supertramp (1974)
13. "The Wall" - Pink Floyd (1979)
12. "Moonmadness" - Camel (1976)
11. "Godbluff" - Van Der Graaf Generator (1974)
10. "Islands" - King Crimson (1971)
9. "In A Glass House" - Gentle Giant (1973)
8. "The Snow Goose" - Camel (1975)
7. "Red" - King Crimson (1974)
6. "Thick As A Brick" - Jethro Tull (1972)
5. "Wish You Were Here" - Pink Floyd (1975)
4. "Selling England By The Pound" - Genesis (1973)
3. "In The Court Of The Crimson King" - King Crimson (1969)
2. "Close To The Edge" - Yes (1972)
1. "Dark Side Of The Moon" - Pink Floyd (1973)

viernes, 16 de marzo de 2018

La elegancia hecha música - "Want One" de Rufus Wainwright



Se trata de uno de los álbumes más elegantes de lo que llevamos de siglo, una de las obras musicales mejor orquestadas en cuanto a armonías y sonidos, mezclando al rock con elementos sinfónicos, sin ser precisamente rock sinfónico. Es más un rock barroco, que de ninguna manera suena excesivo a pesar del extenso uso de instrumentos orquestales. De hecho, por momentos la música pasa de lo majestuoso a lo minimalista, sin sonar falto de cohesión, sino más bien complementando el sonido general del álbum.


Las influencias de los Beatles y los Beach Boys es más que evidente, sin embargo, el autor (a quien por cierto no he mencionado aún) sabe imprimirle un estilo propio que se distingue claramente y que se separa de sus influencias para conformar un conjunto de canciones que, en la vena de lo antes mencionado, van del pop al dream pop, y del rock al art rock. El autor, Rufus Wainwright, era en aquel entonces un joven de 30 años de edad, en plenitud creativa y musical, y es en este álbum, titulado "Want One", que nos regala sus mejores trabajos (a pesar de que muchos se decantan por su álbum hermano, el "Want Two" de 2004).


El álbum se conforma por 14 canciones de diferentes manufacturas. Tenemos las canciones majestuosas y gigantescas, como la inicial "Oh What A World", una maravilla de canción que sabe homenajear al famoso Bolero de Maurice Ravel, adaptándolo al estilo del músico canadiense, y poniendo desde el mero principio la vara muy alta para el resto del álbum. De la música, podemos decir que está bastante elaborada y magistralmente ejecutada, por lo que su sonido, a pesar de lo complejo que pueda parecer, jamás deja de ser elegante y refinado. Para ello es de mucha ayuda tanto la voz del propio Rufus, como de sus arreglos a la canción. Otra canción de similares características, aunque estructuralmente muy distinta, es la épica "Go Or Go Ahead", mucho menos preciosista, pero mucho más orgánica y emotiva. De inicio parece ser una tranquila canción, sin embargo, muy pronto el autor la llevará a lo más alto con su propia voz, y con la introducción de los demás instrumentos. Pero la voz es la que se lleva a cuestas toda la emotividad de la canción; no es tanto lo que canta, sino cómo lo canta, y por la forma magistral en que lo hace, este es el elemento de mayor peso en esta canción. Aunque no se minimiza de ninguna manera a la música, que es maravillosa también, con su sonido melancólico y desolado, además de los bellos coros de fondo que añaden dramatismo a la canción. La tercer y última canción de corte majestuoso en el álbum, es la esperanzadora y motivadora "Beautiful Child", una oda al amor a la vida, al valor de los sueños, a lo genuino de nuestros sentimientos más profundos. Para mi gusto personal, esta canción es la mejor del álbum, pues lo tiene todo: orquestaciones complejas, una voz majestuosa, una emotividad sin igual, y un espíritu que se transmite con sólo escucharle, sin la necesidad de comprender los elementos técnicos o líricos que ya de por sí son complejos. La canción nos elevará fácilmente y nos llevará de viaje por algunos de los rincones más lejanos de nuestra imaginación y nuestra creatividad innata. Por tan sólo estas 3 canciones, el álbum ya valdría la pena.


Pero también hay canciones de otro corte distinto, como lo son las de sonido pop barroco, entre las que podemos incluir la finísima "I Don't Know What It Is", la vertiginosa y poderosamente popera "Movies Of Myself", la cual además aboga por nuestro lado más rítmico, siendo una pieza prácticamente bailable y alegre; la entrañable "14th Street", plenamente romántica y explícitamente melosa, sin excederse, manteniendo la elegancia por delante, con sus adornos deliciosos, como los coros de fondo, o la exquisita "11:11", un pop dulce y suave. Además, también tenemos a las baladas suaves y sensibles, como la etérea y experimental "Vicious World", en donde nuevamente esos coros de fondo engalanan a la bella melodía, "Pretty Things" con ese piano inconsistente en ritmo, como sustento de la canción; la smooth-jazzera "Harvester Of Hearts", la cual resulta er uno de los mayores deleites del álbum, y qué decir de la canción que cierra el álbum, de manera melancólica e íntima, titulada"Dinner At Eight".


Sin embargo, hay dos canciones que, en su minimalismo, aparentan ser simples pero resultan ser dos joyas extrañas y únicas en el álbum: la maravillosa y finísima "Natasha", que de inmediato nos enamorará por su inmensa belleza, y la elegantísima "Vibrate", con su letra llena de referencias a la cultura de principios de siglo, y su música basada en pinchazos a los instrumentos de un cuarteto de cuerdas, lo cuales hacen perfecto acompañamiento al delicioso falsetto vocal de Wainwright, cosa que de verdad nos hará estremecer.


Este álbum, que cumple 15 años de su aparición en este 2018, es una de las obras más finas y maravillosas de la música de principios de siglo, y una de las más ignoradas. Es por ello que hago homenaje al trabajo de este excelente compositor del que casi todos hemos escuchado pero que en realidad desconocemos su obra. Una obra digna de reconocerse y disfrutarse de principio a fin.

lunes, 29 de enero de 2018

El último clásico del rock - Arcade Fire



En la historia del rock hay álbumes que podemos considerar como clásicos tanto por la calidad de sus canciones, así como la cohesión artística entre ellas que las encapsula dentro de un "concepto" sonoro uniforme, coherente y que además es memorable y agradable a los oídos. Los clásicos, desde mi punto de vista, no sólo deben ser buenos álbumes, sino que deben tener una gran conexión entre los (generalmente) más de 14 temas. Por poner un ejemplo, Soundgarden hizo un estupendo álbum, el mejor de su carrera, es decir el "Badmotorfinger" de 1992, que sin embargo no tiene la cohesión y la unidad de su sucesor, "Superunknown" de 1994, el cual yo sí consideraría como un clásico del rock, a pesar de ser de menor calidad artística que su antecesor. Esta cualidad de "clásico", para redondear, no se aplica necesariamente a los mejores álbumes, sino a los más redondos artísticamente hablando.

Y para mí, el último clásico del rock que se ha publicado, es el "The Suburbs" de Arcade Fire, de 2010, un álbum completo y que, sin llegar a ser conceptual ni una ópera rock, sí mantiene una unidad artistica desde el primer hasta el decimosexto tema. La nostalgia y homenaje al pasado son palpables en cada una de las canciones, y de ellas, cada una tiene su identidad propia, pero todas pertenecen al mismo concepto, lo cual las hace ser partes de una obra mayor, una obra que honra precisamente a la infancia, y la melancolía que todos inevitablemente sentimos al recordarla.

Ahora bien, la obra no es triste ni por un segundo, lo cual aumenta la calidad de la música, pues no aboga a los facilismos de la época, en la que la tristeza se utiliza para llegar a públicos mayores. No, aquí prepondera el rock, sin embargo, es inevitable al escuchar la música y leer las letras el sentir una añoranza deliciosa por las circunstancias descritas y las emociones transmitidas. En ese sentido, la homónima abridora "The Suburbs" es una delicia de principio a fin, con su línea inicial "In the suburbs I learned to drive...". Podemos palpar la vida en los suburbios norteamericanos, aquellos barrios idílicos con casas de enormes jardines y de una armonía ideal para vivir una infancia feliz y plena. El acompañamiento sonoro es fantástico, sobre todo en aquellos pequeños detalles, como una cuerda de guitarra escondida, un violín tímido o el piano acompañando a lo largo de toda la canción. Sin espacio para la reflexión, comienza "Ready to Start", corroborando lo que decíamos anteriormente. La canción no se parece en nada a la anterior, pero mantiene perfectamente la línea conceptual del álbum que ya para este punto no es bastante clara. El coro es delicioso a más no poder.

Al fin una pequeña pausa, para entrar a la arrítmica "Modern Man", una canción que nos habla del aislamiento social, y de lo sutil que puede entrar en nuestras vidas. La canción, a pesar de ser rockera, nunca estalla realmente, se mantiene con un bajo perfil muy agradable, con su riff de una cuerda y su puente ascendente que añade un poco de dramatismo. Por su parte, "Rococo" es una sátira a aquellos sabihondos imberbes que alardean a cualquier oportunidad, de esos que seguramente todos hemos conocido en algún punto de la vida. Aquí la música sí que estalla, y lo hace de manera gloriosa, con unos coros estupendos y una pesadez sonora abrumadora. Es hasta este punto la canción más destacada en lo musical, rayando en lo épico. Y la explosíon de energía no hace más que acrecentarse con la vertiginosa "Empty Room", una que nos transmite su infinita energía desde las primeras y alocadas notas de violín, secundadas por un poderoso rock y que, endulzadas con una bella voz femenina y una ambientación de ensueño, nos hacen estremecer. La canción hacia el final crece y se desvanece detrás del todo, cual ocaso detrás del océano. Una auténtica maravilla.

Nuevamente sin descanso, aparece "City With No Children", con su riff elaborado y sus armonías deliciosamente descendentes, nos plantea la terrible posibilidad de un mundo sin la felicidad infantil que todos tuvimos, una anti utopía que afortunadamente es sólo eso. Posterior a esto, viene mi canción preferida del álbum, la gloriosa "Half Light I", un himno auténtico en donde los sonidos se mezclan, se fusionan y se retroalimentan. A lo alto de toda la canción, unas cuerdas agudísimas, que marcan el ritmo emocional de toda la canción, y que ascienden y descienden en sus notas a su antojo, y con ello, nos suben y bajan el ánimo irremediablemente. El clímax de la canción es uno de los momentos más sublimes de toda la música que he escuchado en mi vida. Y su contraparte no se queda muy atrás, "Half Light II" es otra maravilla, mucho más cercano al techno ochentero, que incluso por momentos me recuerda a Erasure (aquellos que cantaban en los ochentas "A Little Respect" y "Always") pero nuevamente repitiendo la fórmula de las cuerdas en lo alto (aunque esta vez son sintéticas) para despertar en nosotros las emociones más bellas y entrañables. La letra habla del pasado, de lo que fue y ya no será, de lo nublados que estamos al ver a media luz las cosas, y de lo fantástico que fue vivir una época de felicidad eternamente perdida. Dice: "One day they will see it's long gone...". Otra obra de arte.

"Suburban War" es una auténtica oda lírica a la adolescencia, a la irreverencia y la libertad de aquella época en la que uno siente que puede conquistar al mundo, y salir victorioso de esta catástrofe constante llamada vida. Musicalmente es nuevamente un rock entrañable, con un bello riff de contrapuntos, y su bajo perfil que se presta a la reflexión y al disfrute. Esto hasta la majestuosa ruptura del final, en la que la música se acelera, y los sonidos nos estremecen, nos confunden y sólo tenemos como guía un bello coro femenino, el cual nos lleva suavemente al final de la canción. "Month of May" es un rock and roll potente, en el que las bellas melodías y armonías se hacen a un lado, para dejarnos sólo el vertiginoso poder rockero de la banda. La música lentamente pasa de ser agresiva para terminar siendo misteriosa y oscura, con esos contundentes sintetizadores del final de la canción. Contrastantemente, "Wasted Hours" es una suave y cálida canción en lo musical, y un constante arrepentimiento del pasado en lo lírico. La canción tiene un ritmo ameno, casi como si fuera una marcha, el cual sólo se interrumpe para el suave coro, y regresa sin mayores aspavientos. Una canción totalmente introspectiva y reflexiva. La línea se mantiene un poco con "Deep Blue", una canción en constante ascenso que quizás nos deja un poco con las ganas de una explosión musical, pero que manteniendo la cohesión musical, funciona perfectamente. Este es el momento reflexivo del álbum, y esta canción está aquí para corroborarlo.

La canción más popular del álbum es la que sigue a continuación, "We Used To Wait" es una estupenda canción pop, no plástico, sino pop en su estructura y en su progresión armónica. Por momentos llega a ser bastante emotiva, y sin duda es una de las que más fácilmente recordaremos. No se trata de una canción fácil como tal, pero sí que es tan buena, y tan pegajosa, que relumbrará el brillo del álbum, perdido un poco en la introspección de los dos temas anteriores. Letrísticamente, es una canción que nos habla de lo ansiosos que solíamos ser por crecer, por ser adultos, y cómo es inevitable el querer lo opuesto una vez que hemos llegado a la esperada edad adulta. Un tema universal con el que todos nos identificamos. "Sprawl I (Flatland)" es una canción muy oscura, muy ominosa incluso, en la que se habla del momento en el que regresamos a los lugares idílicos de nuestra infancia, sólo para encontrarnos con que ya no son igual a como los recordamos, y cómo ello nos genera una profunda desilusión, una pérdida de cierta magia hacia el pasado. Musicalmente se acompaña a la perfección con lo que se narra, y en ello radica su mayor logro. La contraparte de ésta es también un contraste muy marcado, "Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)" es una canción techno, muy cercana al estilo que la banda nos presentaría en sus dos álbumes siguientes, se trata de una canción cercana al pop de plástico, un tanto bailable, un mucho electrónica, pero bastante disfrutable, ya que todo este concepto no lo llevan demasiado lejos, y se mantiene dentro de la línea musical del álbum. Las letras son ciertamente una extensión (sprawl) de las del tema anterior, y nos dicen lo triste que es que el crecimiento industrial y comercial de las ciudades hacen que se pierdan lugares mágicos y orgánicos de nuestra infancia. En ese sentido el coro es muy claro, al decir "Then we can never get away from the sprawl/ Living in the sprawl/ Dead shopping malls rise like mountains beyond mountains/ And there's no end in sight/ I need the darkness someone please cut the lights". Finalmente tenemos la coda, "The Suburbs (Continued)", un reprise del tema inicial ahora sólo con una base de cuerdas, que cierran el concepto de manera melancólica y entrañable, tal y como fue el resto del álbum.

Como tal, no se trata quizás ni del mejor álbum de la banda (aunque sí que es mi preferido), pero como clásico, nadie puede negar que el álbum no le falta ni le sobra nada, todas las canciones son buenas, todas están interconectadas entre sí, todas forman parte de un concepto maravilloso, y en conjunto son más valiosas que individualmente. Desde entonces no hemos vuelto a tener un álbum de tal magnitud, y a pesar de haber escuchado en lo que va de la década buenos álbumes, ninguno ha llegado a la categoría de clásico, ni mucho menos. Es por ello que este álbum tiene desde ya un lugar reservado en la historia del rock, y de la música contemporánea.

miércoles, 17 de enero de 2018

La última gran joya del progresivo clásico


A finales de los años setenta, la corriente del rock progresivo estaba en plena decadencia, y los nuevos sonidos habían llegado de manera contundente a posicionarse en primerísimo plano de la escena rockera, sonidos como el punk, el post-punk y el new wave. Sin embargo, fue en 1977 que salió a la luz el que a mi parecer es el último gran disco de la década de oro del rock progresivo en inglés. Me refiero al estupendo "A Farewell to Kings" de los canadienses Rush (Geddy Lee en el bajo, teclados y espeluznante voz; Alex Lifeson en la poderosa guitarra y Neil Peart en la virtuosísima batería y las estupendas y poéticas letras), quienes ya nos habían mostrado una faceta progresiva en su anterior "2112" de 1976, pero que con este álbum completaron su transición del hard rock de sus inicios a este hard progressive que los caracterizó en su época más prolífica.

Y es que este álbum está lleno de momentos poderosamente rockeros, temas llenos de contundencia y de guitarras maravillosas, pero a su vez tiene momentos de una sensibilidad única y de una complejidad técnica y un virtuosismo al que sólo los dioses del rock progresivo habían logrado ejecutar. El álbum abre con una deliciosa reminiscencia al barroco bachiano, una bella introducción de poco más de un minuto, que se ve interrumpida por la potente entrada de los instrumentos eléctricos, esto en la homónima "A Farewell to Kings", uno de los mejores temas del plato, el perfecto entremés para esta gran obra. El interludio que comienza en el minuto 3:12 es sólo una pequeña muestra del asombroso virtuosismo de estos 3 geniales músicos.

El segundo tema es un monumento musical, una épica afrenta sonora repleta de maravillosas mini-secciones que van de lo misterioso a lo extrovertido, y de lo sublime a lo estruendoso. "Xanadú" lleva por nombre esta gigantesca obra, que al abrir nos sumerge en un mundo de magia y misterio, estruendosa y espeluznantemente interrumpido por la irrupción de bajo, batería y guitarra, cosa que nos pondrá la piel de gallina por su epicidad inusitada. A esto le sigue el riff principal de la canción, el cual sobra decir es absolutamente memorable, y con ello la fantástica letra de Neil Peart (baterista) inspirada en el afamado y delicioso poema "Kubla Khan". Los 11 minutos que dura la canción son un auténtico viaje sonoro en el cual nos será inevitable sumergirnos, y del cual saldremos airosos y agradecidos, pues sin duda la experiencia auditiva trascenderá a este simple sentido, y alcanzará las fibras más profundas de nuestro ser.

La triada de temas que le suceden a "Xanadú" son 3 temas menores, que complementan el sonido del álbum pero que en términos artísticos, su aporte termina siendo un tanto intrascendente. El primero de ellos es quizás el corte más popular del álbum, la romántica, optimista y cuasi popera "Closer to the Heart", una pequeña y deliciosa canción de poco menos de 3 minutos, que resultará ser bastante disfrutable. "Cinderella Man" es un rock de sepa, que podremos recordar gracias a su intrincado pero estupendo riff (nos tomará un par de escuchas para asimilarlo, de hecho), estructuralmente la canción es un tanto convencional, con las estrofas subidas de tono y los coros más acústicos, cercanos a lo bucólico sin dejar de ser rockeros. Finalmente, "Madrigal" cierra esta triada de temas transitorios, siendo éste quizás el menos brillante de ellos, se trata de una lenta balada que cerca del final parece ponerse intersante, pero que no lo logra del todo.

Con todo esto, parecería que el álbum viene a menos, sin embargo, la banda nos tenía reservada otra joya para cerrar el disco. "Cygnus X-1" es una auténtica mini-novela de ciencia ficción de un inspiradísimo Neil Peart, que nos narra el fallido intento de conquista por parte de la humanidad a un agujero negro (el agujero negro de la constelación Cygnus, el mismísimo Cygnus X-1) en el que un valiente se aventura a explorar el astro resultando en una catástrofe aeroespacial, siendo succionado por el agujero negro y desapareciendo de nuestro plano para siempre. Una poesía sonora. Musicalmente la canción tiene riffs estupendos, largos paisajes musicales (como el del inicio, después del riff principal, que parece que va en una marcha incansable y que nos estremecerá ineludiblemente), y que se acopla perfectamente a las situaciones narradas por Geddy Lee en una de las demostraciones vocales más alucinantes de la historia del progresivo. Cuando se prepara la misión, la música parece ser animada, esperanzadora y llena de ilusión, cuando la misión tiene complicaciones la música pasa al terreno de lo misterioso y oscuro, finalmente cuando la catástrofe se consuma, el acompañamiento sonoro es tan acertado y preciso que nuevamente sentiremos estremecernos, llenos del júbilo de escuchar algo realmente maravilloso. El final de la canción (y del álbum) nos deja tantas dudas y tanta desesperanza como es posible, y esto es algo increíble.

Así es como se cierra el último gran álbum de progresivo clásico en inglés. La última joya de una época que, para bien o para mal, marcó a la historia del rock todo, y a miles de seguidores que, como yo, a décadas de distancia nos seguimos maravillando del inmenso legado que ha quedado a la posteridad.

Tracks:

1. "A Farewell to Kings" 5:51
2. "Xanadu" 11:05
3. "Closer to the Heart" 2:54
4. "Cinderella Man" 4:20
5. "Madrigal" 2:35
6. "Cygnus X-1 Book I: The Voyage 10:25

  • I. Prologue – 0:00 - 5:00
  • II. 1 – 5:01- 5:44
  • III. 2 – 5:45 - 7:12
  • IV. 3 – 7:13" - 10:25

sábado, 11 de marzo de 2017

Descubrimientos 2016: La belleza azul de Joni Mitchell



Antes yo solía preguntarme si existía un álbum que fuera todo belleza, todo nostalgia, todo amor y todo llanto, y a lo largo de mis años como amante de la música había escuchado álbumes que se acercaban mucho a cumplir con estos requisitos en su máxima expresión, pero no fue sino hasta el año anterior que descubrí la obra que es capaz de hacerte llorar en todas y cada una de las canciones, y que además te puede hacer sentir amor y tristeza por igual, un álbum que puede marcar una época en la vida de una persona, un álbum que se puede escuchar en pareja sin problemas, un álbum que enaltece la fragilidad humana y la vuelve una expresión de belleza infinita, de esa belleza infinita que vive dentro de todos nosotros pero que muy pocos saben externar y transmitir.

Un álbum que yo ya considero como el mejor álbum hecho por una mujer en la historia de la música contemporánea. Una mujer canadiense, que tiene el don de plasmar las emociones más bellas que los humanos tenemos, y que a través de sus letras y de sus notas nos pueden hacer sentir que la juventud es la mayor maravilla de la vida, que el amor se debe vivir día y noche, que los sueños son el alimento del alma y que la nostalgia es el condimento perfecto para experimentar la vida y la compañía (o la soledad) a su máxima capacidad.

Blue es el título del álbum, de la icónica Joni Mitchell, aparecido en 1971. Blue está compuesto por 10 hermosas obras de arte, cada una distintiva, cada una enriquecedora, cada una es una muestra del impacto que puede tener el verdadero artista en la vida de una persona cualquiera. Algunas compuestas en guitarra, algunas compuestas en piano, todas llevan un pedazo del alma de Mitchell, todas nos llenan el corazón de ternura, amor y nostalgia. No existe un álbum así de perfecto, así de emotivo, así de amoroso.

Las letras son simplemente sublimes. Por ejemplo, en la inicial "All I Want", Joni nos dice lo siguiente: "Estoy en un camino solitario, y voy viajando/ Buscando algo pero, ¿Qué será?/ Te odio un poco, te amo un poco/ oh, yo te amo cuando me olvido de mí" "Todo lo que quiero que haga nuestro amor es sacar o mejor de mí y de ti también/ Quiero hablarte, quiero enjabonarte, quiero renovarte una y otra vez".



En todas las canciones hay una referencia hacia la palabra "Blue", con todas sus acepciones en el idioma inglés, y en todas hay una expresión de amor, ya sea hacia la pareja, hacia los hijos, hacia el hogar, o hacia la misma tristeza. Este es el concepto general del álbum, abordado de genial forma de acuerdo a la temática de cada canción, y redondeando una obra en la que las lágrimas y las sonrisas de satisfacción serán nuestras reacciones más constantes.

Blue merece ser escuchado con plena concentración, en pareja o a solas, de noche y con plena intimidad sin interrupciones, porque es una obra para apreciar, para soltar las emociones y dejarse llevar por los momentos musicales y emotivos que abundan en este álbum. Este álbum es una experiencia religiosa, espiritual o extrasensorial, como se le quiera llamar, y se los garantizo, marcará una época en sus vidas.