lunes, 29 de enero de 2018

El último clásico del rock - Arcade Fire



En la historia del rock hay álbumes que podemos considerar como clásicos tanto por la calidad de sus canciones, así como la cohesión artística entre ellas que las encapsula dentro de un "concepto" sonoro uniforme, coherente y que además es memorable y agradable a los oídos. Los clásicos, desde mi punto de vista, no sólo deben ser buenos álbumes, sino que deben tener una gran conexión entre los (generalmente) más de 14 temas. Por poner un ejemplo, Soundgarden hizo un estupendo álbum, el mejor de su carrera, es decir el "Badmotorfinger" de 1992, que sin embargo no tiene la cohesión y la unidad de su sucesor, "Superunknown" de 1994, el cual yo sí consideraría como un clásico del rock, a pesar de ser de menor calidad artística que su antecesor. Esta cualidad de "clásico", para redondear, no se aplica necesariamente a los mejores álbumes, sino a los más redondos artísticamente hablando.

Y para mí, el último clásico del rock que se ha publicado, es el "The Suburbs" de Arcade Fire, de 2010, un álbum completo y que, sin llegar a ser conceptual ni una ópera rock, sí mantiene una unidad artistica desde el primer hasta el decimosexto tema. La nostalgia y homenaje al pasado son palpables en cada una de las canciones, y de ellas, cada una tiene su identidad propia, pero todas pertenecen al mismo concepto, lo cual las hace ser partes de una obra mayor, una obra que honra precisamente a la infancia, y la melancolía que todos inevitablemente sentimos al recordarla.

Ahora bien, la obra no es triste ni por un segundo, lo cual aumenta la calidad de la música, pues no aboga a los facilismos de la época, en la que la tristeza se utiliza para llegar a públicos mayores. No, aquí prepondera el rock, sin embargo, es inevitable al escuchar la música y leer las letras el sentir una añoranza deliciosa por las circunstancias descritas y las emociones transmitidas. En ese sentido, la homónima abridora "The Suburbs" es una delicia de principio a fin, con su línea inicial "In the suburbs I learned to drive...". Podemos palpar la vida en los suburbios norteamericanos, aquellos barrios idílicos con casas de enormes jardines y de una armonía ideal para vivir una infancia feliz y plena. El acompañamiento sonoro es fantástico, sobre todo en aquellos pequeños detalles, como una cuerda de guitarra escondida, un violín tímido o el piano acompañando a lo largo de toda la canción. Sin espacio para la reflexión, comienza "Ready to Start", corroborando lo que decíamos anteriormente. La canción no se parece en nada a la anterior, pero mantiene perfectamente la línea conceptual del álbum que ya para este punto no es bastante clara. El coro es delicioso a más no poder.

Al fin una pequeña pausa, para entrar a la arrítmica "Modern Man", una canción que nos habla del aislamiento social, y de lo sutil que puede entrar en nuestras vidas. La canción, a pesar de ser rockera, nunca estalla realmente, se mantiene con un bajo perfil muy agradable, con su riff de una cuerda y su puente ascendente que añade un poco de dramatismo. Por su parte, "Rococo" es una sátira a aquellos sabihondos imberbes que alardean a cualquier oportunidad, de esos que seguramente todos hemos conocido en algún punto de la vida. Aquí la música sí que estalla, y lo hace de manera gloriosa, con unos coros estupendos y una pesadez sonora abrumadora. Es hasta este punto la canción más destacada en lo musical, rayando en lo épico. Y la explosíon de energía no hace más que acrecentarse con la vertiginosa "Empty Room", una que nos transmite su infinita energía desde las primeras y alocadas notas de violín, secundadas por un poderoso rock y que, endulzadas con una bella voz femenina y una ambientación de ensueño, nos hacen estremecer. La canción hacia el final crece y se desvanece detrás del todo, cual ocaso detrás del océano. Una auténtica maravilla.

Nuevamente sin descanso, aparece "City With No Children", con su riff elaborado y sus armonías deliciosamente descendentes, nos plantea la terrible posibilidad de un mundo sin la felicidad infantil que todos tuvimos, una anti utopía que afortunadamente es sólo eso. Posterior a esto, viene mi canción preferida del álbum, la gloriosa "Half Light I", un himno auténtico en donde los sonidos se mezclan, se fusionan y se retroalimentan. A lo alto de toda la canción, unas cuerdas agudísimas, que marcan el ritmo emocional de toda la canción, y que ascienden y descienden en sus notas a su antojo, y con ello, nos suben y bajan el ánimo irremediablemente. El clímax de la canción es uno de los momentos más sublimes de toda la música que he escuchado en mi vida. Y su contraparte no se queda muy atrás, "Half Light II" es otra maravilla, mucho más cercano al techno ochentero, que incluso por momentos me recuerda a Erasure (aquellos que cantaban en los ochentas "A Little Respect" y "Always") pero nuevamente repitiendo la fórmula de las cuerdas en lo alto (aunque esta vez son sintéticas) para despertar en nosotros las emociones más bellas y entrañables. La letra habla del pasado, de lo que fue y ya no será, de lo nublados que estamos al ver a media luz las cosas, y de lo fantástico que fue vivir una época de felicidad eternamente perdida. Dice: "One day they will see it's long gone...". Otra obra de arte.

"Suburban War" es una auténtica oda lírica a la adolescencia, a la irreverencia y la libertad de aquella época en la que uno siente que puede conquistar al mundo, y salir victorioso de esta catástrofe constante llamada vida. Musicalmente es nuevamente un rock entrañable, con un bello riff de contrapuntos, y su bajo perfil que se presta a la reflexión y al disfrute. Esto hasta la majestuosa ruptura del final, en la que la música se acelera, y los sonidos nos estremecen, nos confunden y sólo tenemos como guía un bello coro femenino, el cual nos lleva suavemente al final de la canción. "Month of May" es un rock and roll potente, en el que las bellas melodías y armonías se hacen a un lado, para dejarnos sólo el vertiginoso poder rockero de la banda. La música lentamente pasa de ser agresiva para terminar siendo misteriosa y oscura, con esos contundentes sintetizadores del final de la canción. Contrastantemente, "Wasted Hours" es una suave y cálida canción en lo musical, y un constante arrepentimiento del pasado en lo lírico. La canción tiene un ritmo ameno, casi como si fuera una marcha, el cual sólo se interrumpe para el suave coro, y regresa sin mayores aspavientos. Una canción totalmente introspectiva y reflexiva. La línea se mantiene un poco con "Deep Blue", una canción en constante ascenso que quizás nos deja un poco con las ganas de una explosión musical, pero que manteniendo la cohesión musical, funciona perfectamente. Este es el momento reflexivo del álbum, y esta canción está aquí para corroborarlo.

La canción más popular del álbum es la que sigue a continuación, "We Used To Wait" es una estupenda canción pop, no plástico, sino pop en su estructura y en su progresión armónica. Por momentos llega a ser bastante emotiva, y sin duda es una de las que más fácilmente recordaremos. No se trata de una canción fácil como tal, pero sí que es tan buena, y tan pegajosa, que relumbrará el brillo del álbum, perdido un poco en la introspección de los dos temas anteriores. Letrísticamente, es una canción que nos habla de lo ansiosos que solíamos ser por crecer, por ser adultos, y cómo es inevitable el querer lo opuesto una vez que hemos llegado a la esperada edad adulta. Un tema universal con el que todos nos identificamos. "Sprawl I (Flatland)" es una canción muy oscura, muy ominosa incluso, en la que se habla del momento en el que regresamos a los lugares idílicos de nuestra infancia, sólo para encontrarnos con que ya no son igual a como los recordamos, y cómo ello nos genera una profunda desilusión, una pérdida de cierta magia hacia el pasado. Musicalmente se acompaña a la perfección con lo que se narra, y en ello radica su mayor logro. La contraparte de ésta es también un contraste muy marcado, "Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)" es una canción techno, muy cercana al estilo que la banda nos presentaría en sus dos álbumes siguientes, se trata de una canción cercana al pop de plástico, un tanto bailable, un mucho electrónica, pero bastante disfrutable, ya que todo este concepto no lo llevan demasiado lejos, y se mantiene dentro de la línea musical del álbum. Las letras son ciertamente una extensión (sprawl) de las del tema anterior, y nos dicen lo triste que es que el crecimiento industrial y comercial de las ciudades hacen que se pierdan lugares mágicos y orgánicos de nuestra infancia. En ese sentido el coro es muy claro, al decir "Then we can never get away from the sprawl/ Living in the sprawl/ Dead shopping malls rise like mountains beyond mountains/ And there's no end in sight/ I need the darkness someone please cut the lights". Finalmente tenemos la coda, "The Suburbs (Continued)", un reprise del tema inicial ahora sólo con una base de cuerdas, que cierran el concepto de manera melancólica y entrañable, tal y como fue el resto del álbum.

Como tal, no se trata quizás ni del mejor álbum de la banda (aunque sí que es mi preferido), pero como clásico, nadie puede negar que el álbum no le falta ni le sobra nada, todas las canciones son buenas, todas están interconectadas entre sí, todas forman parte de un concepto maravilloso, y en conjunto son más valiosas que individualmente. Desde entonces no hemos vuelto a tener un álbum de tal magnitud, y a pesar de haber escuchado en lo que va de la década buenos álbumes, ninguno ha llegado a la categoría de clásico, ni mucho menos. Es por ello que este álbum tiene desde ya un lugar reservado en la historia del rock, y de la música contemporánea.

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