viernes, 20 de octubre de 2017

El Ave


Una simple canción de apenas 3 minutos y 21 segundos de duración, una expresión de la vida, del alcance del espíritu, de la bajeza humana, y de la esperanza misma, encarnada en un ave que sobrevuela una ciudad, la cual puede ser una expresión literal de una urbe, o una metáfora sobre uno mismo, una nación, o la humanidad entera como unidad de especie.

La ingenuidad engañosa con la que comienza la canción nos invita a sonreir, y nuestros oídos se relajan por un momento. Pero más adelante, conforme la misma canción nos lleva a un subsuelo de hechos históricos deleznables y de actitudes humanas tan cotidianas como destructivas, nos adentramos a una densidad sonora que alcanza la ominosidad y así, de ser un alegre e ingenuo tema, se transforma en un oscuro y pesado lapso (como en la vida misma), mientras el ave, desde su perspectiva de más arriba, parece compadecerse al mismo tiempo que siente lástima por la ceguera de quienes somos mayoría, siendo oprimidos por los menos. La historia de la humanidad, ni más ni menos.

Pero la gracia de Rubén Albarrán (compositor de esta joya) nos permite regresar, resurgir del fondo al que nos había llevado, ahora reemplazando la ingenuidad por una esperanza indescriptible, expresada por el amor que el ave siente por su ciudad (reitero, literal o metafóricamente) a pesar de que ésta le hace tanto bien y tanto mal.

Para cerrar, y así estremecernos, el ave nos deja entrever que todos y cada uno de nosotros pertenecemos a una gran nada, y que tal y como ella, todos tenemos alas para así volar, y escapar de nuestra naturaleza autodestructiva. La canción cierra espléndidamente de la misma manera en la que comenzó, cerrando un círculo, un ciclo como lo es la vida misma, la cual comienza y termina con llantos y dolor.

Todo esto encapsulado en poco más de 3 minutos, es un logro musical y artístico total. Y la canción, desde luego, es un deleite de principio a fin.




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