El rock como tal no nació sino hasta mediados de los años 50, cuando todas sus fuentes y sus precursores finalmente se hallaron en un punto en donde todo coincidía a la perfección sonora y culturalmente. Pero todos estos precursores son tan esenciales como el rock mismo, es por ello que resulta igual de importante mencionar los orígenes de estos precursores, como fundamentos del rock, y como elementos del mismo que incluso hoy en día siguen presentes dentro del género.
A mediados del siglo XIX, mientras en Europa se vivía el esplendor del romanticismo musical -el cual fue prácticamente inventado por nadie menos que Ludwig Van Beethoven- con un preciosismo como elemento esencial de dicha corriente musical, y con exponentes de una calidad y virtuosismo altísimos -tales como Friedrich Chopin, Franz Liszt, Franz Schubert, Richard Wagner, Felix Mendelssohn y hasta Nicolo Paganini-, en Estados Unidos -cuna innegable del rock- se vivía una situación completamente distinta.
En nuestro vecino del norte imperaba aún la esclavitud, sobre todo en la parte sur del país, y como principales víctimas estaban aquellos de raza negra (o afroamericanos, para no meternos en problemas), los cuales eran sometidos a circunstancias de trabajo inhumanas, y vivían de manera deplorable, además de ser utilizados como mercancía en el mejor de los casos, o como moneda de cambio en el peor de los casos. Ahora bien, con todo lo abominable que pueda resultar esta etapa de la historia norteamericana, es necesario puntualizar que sin ella, probablemente el rock no hubiera existido como tal.
Y es que todo el dolor, todo el sufrimiento y la impotencia que los afroamericanos sufrieron durante esta horrorosa época, dio origen a que buscaran -como parte de la naturaleza humana- una manera de expresarse, de vaciar sus almas agujereadas y sus corazones lastimados y carentes de esperanza alguna. Si nos pudiésemos situar en tales circunstancias, en las que la vida es un suplicio, en las que no hay salida más que la muerte, en las que tus seres queridos sin duda morirán, ya sea mediante la tortura, o el asesinato a sangre fría, y en las que incluso uno mismo podía presenciar tal evento sin la capacidad de respuesta ni el poder de modificar la situación, resulta comprensible la enorme necesidad de vaciar sus mentes llenas de dolor de alguna manera. Y dado que la música es una forma de expresión tan humana como el habla o el pensamiento, la manera que los esclavos hallaron para su desahogo era a través de este arte.
Aunque esta música en nada se relacionaba con la que se escuchaba en el viejo continente. La música negra era concisa, doliente, simple en estructura y con una nostalgia y una melancolía extraordinariamente sublime. Ellos, como parte de una minoría, y cuando las circunstancias les favorecían, lograban enterrar a los suyos mediante un ritual cantado que forma parte del rock, y que nació hace casi 170 años. Posteriormente esta música se conocería como gospel, pero en su momento sólo eran cantos de gloria al Señor, su Dios, pidiendo por el alma de su hermano recién perdido.
Cuando no podían hacerlo en grupo, sólo bastaba un canto de dolor individual -algo así como un pre-blues-, con una métrica simple pero concisa -históricamente, a los afroamericanos se les han facilitado las rimas- y en algunas ocasiones, acompañados de instrumentos de viento simples, precursores de la armónica, los cuales hacían que sonoramente el dolor se nutriera y les llegara hasta el alma misma.
Una vez concluida la guerra civil norteamericana, y completada la abolición de la esclavitud -en 1865- por el entonces presidente Abraham Lincoln en dicho país, los afroamericanos no dejaron de sufrir actos de racismo y segregación, sin embargo, ya eran hombres y mujeres libres. Pero la huella del dolor parecía ser ya imborrable, y ello alimentó la creación y expansión de su música de manera contundente e inevitable.
1 comentario:
Beautiful!! genial articulo y la canción es increíble! Seguiré leyendo
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