miércoles, 1 de febrero de 2017

El lado desagradable de The Kills


El álbum debut de The Kills se llama Keep On Your Mean Side, de 2003, y es un compendio de canciones de rock que pasan por estilos como el garage, el heavy metal, el punk y el psicodélico, y lo hace de manera estupenda en tan sólo 42 minutos de potente música. Y quizás lo más impresionante es que The Kills está conformado por tan sólo dos personas; la alucinante guitarrista-vocalista estadounidense Alison Mosshart y el multi-instrumentista británico Jamie Hince, ambos compositores de los 12 cortes del álbum.

El plato abre con el sonido de la caja de ritmos de Hince y un poderoso riff garagesco de la inicial "Superstition" (nada que ver con el funky tema de Stevie Wonder), seguida de "Cat Claw", un tema más cercano en influencia a los Kinks de 1965 y sus riffs de 4 cuerdas. "Pull a U" es otro potente tema, aunque más calmo que las anteriores, pero con una figura de guitarra que difícilmente nos quitaremos de la cabeza (junto con la ingeniosa frase "your black magic and your two dollar love"), mientras que "Kissy Kissy" apuesta más a la melodía que a la potencia, sin dejar de ser rockera en esencia, nuevamente nos encontramos con un tema pegajoso y agradable a la primer escucha. "Fried My LIttle Brains" cierra la primer mitad del disco con un sonido más intenso, que nos recuerda a los Stooges del Raw Power que hacían canciones cortas y potentes. "Hand" es un interludio de poco menos de un minuto que da pie a la segunda mitad del álbum.



Curiosamente, la segunda mitad del álbum es mucho más pesada que la primera, y esto se demuestra con el siguiente tema. "Hitched" es una auténtica maravilla de canción, con su riff que parece ir hacia el frente todo el tiempo y con su potente batería que no cesa y no nos da descanso auditivo, afortunadamente. "Black Rooster" es otro potente rock'n'roll maravilloso y vertiginoso, pareciera salido de una mezcla de Chuck Berry de los cincuenta con los Rolling Stones del Main Street, rock'n'roll puro y poderoso. A continuación aparece la versión más psicodélica del álbum, "Wait" es un tema casi acústico, con tintes al Velvet Underground de Nico, y con una melodía estupenda y memorable. El poder y la pesadez siguen con el tema más directo de todo el álbum, el genial "Fuck The People", que es casi un himno rockero al nihilismo y la rebeldía típicas del género, no podemos dejar de cantar, y gritar incluso, su vigoroso coro "Hey! Fuck the people!" a los cuatro vientos alentados por la energía de la música y nuestro yo interior queriendo liberarse de las cadenas del correctismo y confrontando a quien se nos ponga enfrente. Una maravilla.

El álbum cierra con dos cortes de menor intensidad, aunque con la mismao quizás mejor calidad que sus antecesoras. "Monkey 23" es un tema oscuro, sin percusiones pero con una guitarra potente y lapidaria. La letra es tan sencilla que no nos costará ningún trabajo aprenderla y cantarla al unísono con la melodía tan pegajosa que la contiene. Por último "Gypsy Death and You" es el tema más nostálgico e íntimo del álbum, perfecto para cerrar de manera genial el excelente álbum que nos acaba de regalar la proviencia.



Para todos los amantes del rock, de las guitarras disonantes y de la música que podemos cantar como si estuviéramos en concierto en un estadio gigantesco y bailar como si tuviéramos esquizofrenia, este álbum es perfecto para hacernos felices, sacar nuestra energía contenida en la aburrida rutina de una persona normal, y explayar al rockstar que tenemos dentro, encadenado en la cortesía y la educación formal.

Si ustedes son como yo, enciérrense en su cuarto, pongan este álbum a todo volumen, y hagan una auténtica catársis musical al ritmo de las 12 maravillosas canciones. No se van a arrepentir, se los prometo.



lunes, 30 de enero de 2017

La década de los 80 segunda parte

The Smiths

En un post anterior hablé sobre lo que me motivaba a pensar que, en cuestión musical, los años ochenta habían sido la peor década de la historia. Quedó bastante claro cuáles elementos me generaban un repudio y cuáles de plano no soportaba. Y es verdad, en los años ochenta hubo verdaderas e innegables atrocidades musicales, pero también hubo cosas buenas, cosas muy buenas y hasta un par de cosas geniales, de las cuales vale la pena escribir.

Echo & the Bunnymen


Hablemos de la Gran Bretaña, específicamente de Liverpool y Manchester. Y aun más específico, de Echo & the Bunnymen de Liverpool y The Smiths de Manchester. Bandas que desarrollaban un sonido muy fino y elegante, con letras verdaderamente poéticas y una esencia ochentera única. Ambos grupos hacían música muy cercana al pop, las estructuras de sus canciones no reflejaban complejidad y las melodías eran simples y accesibles. Su música no pertenecía a la moda, eran una especie de culto secreto entre el público conocedor, y su sonido era premonitorio a lo escuchado en décadas posteriores. Así los Bunnymen grabaron excelentes discos entre los que, a mi gusto personal, se destacan dos; el intenso y maravilloso Heaven Up Here de 1982, y el elegantísimo y jubiloso Ocean Rain de 1984, obras de altísimo nivel que no resonaron en las estaciones de radio, pero que sí soportaron el paso de los años. Los Smiths, por otro lado, tuvieron una discografía mucho más limitada, pero el salto de calidad de su segundo y tercer álbum es notorio, siendo éste último uno de los mejores de la década. Hablo de The Queen Is Dead de 1986, un álbum muy orgánico, que no sucumbe ante los dominantes sonidos techno y los riffs metaleros típicos de la época, y que priorizó la emotividad de la música acompañada de un gran ingenio letrístico. Un álbum histórico sin lugar a dudas, que también pasó prácticamente desapercibido.

Joy Division

Pero en los ochenta hubo más que eso. Desde Australia llegó al inicio de la década un poderoso y fundamental álbum metalero, el Back In Black de AC/DC. Joy Division grabó su último álbum, el deprimente y oscuro, pero igualmente maravilloso, Closer de 1980. El reggae rock de The Police llegó a su cúspide con el estupendo Synchronicity de 1983. La sucesión de Joy Division, New Order, grabó un fresco y destacadísimo álbum en 1983, llamado Power, Corruption & Lies. El jefe Bruce Springsteen nos regaló obras de altísima calidad, como el políticamente incorrecto y musicalmente ostentoso Born In The USA de 1985, o el nostálgico e íntimo Nebraska de 1982, entre otros. Qué decir del regreso de Paul Simon y su multicultural y colorido Graceland de 1986, o del sonido happy sad (cita de Sing Street) de The Cure y su delicioso Disintegration de 1989.

Sonic Youth

A nivel subterráneo podemos destacar maravillas como el High Land, Hard Rain (1983) de los escoceses Aztec Camera, el delicioso pop etéreo del Treasure (1984) de Cocteau Twins, la simplicidad rockera de Husker Du y su New Day Rising (1985), el poder de las guitarras más nocivas sobre la nostalgia del Psychocandy (1986) de The Jesus & Mary Chain, el sonido garage tan olvidado en los ochenta, y rescatado por The Fall en 1986 en su álbum This Nation's Saving Grace, la experimentación sonora de Arthur Russell plasmada en su único trabajo, el genial World Of Echo de 1986, el dulce pop británico de 16 Lovers Lane (1988) de los Go-Betweeners, el feliz y destellante jangle pop de los Sundays y su hermoso Reading, Writing and Arithmetic de 1989, el primigenio post rock del Spirit of Eden (1988) de los inventores del género (prácticamente) Talk Talk, o los entonces desconocidos y hoy aclamados, como el poderoso sonido de Sonic Youth en su imprescindible y guitarrero Daydream Nation de 1988 o el casi noventero sonido de los Stone Roses y su genial disco homónimo de 1989, entre muchísimos otros.

The Stone Roses


A destacar el trabajo de dos estupendas bandas, que se convertirían en influencias masivas para miles y miles de bandas a nivel mundial. Primero, los irlandeses U2, que luego de iniciar como una banda de punk, se convertirían en un hito del rock desde el muy bueno The Unforgettable Fire de 1984, pasando por el genial, histórico, gigantesco The Joshua Tree de 1987, y cerrando la década con el homenaje a la música estadounidense precursora del rock, el excelente Rattle and Hum de 1988. La otra banda es originaria de Boston, Massachusetts, y fue prácticamente la inspiración del boom grungero de principios de los 90, los Pixies que con dos LPs y un EP lograron entrar en las mentes creativas de muchísimos músicos (Kurt Cobain incluido) para despertar al rock de su letargo de diez años. Surfer Rosa y Doolittle son sin duda dos de los mejores álbumes de rock de toda la historia, y por sí solos podrían salvar a toda una década de mediocridad musical.

U2


Afortunadamente para (casi) todas estas bandas mencionadas, sus canciones no llegaron a la llamada "industria" masiva que controlaban las grandes estaciones de radio, o la recién aparecida MTV, y ello ayudó a que el hito se mantuviera intacto y a que se gestara, de manera subterránea, la explosión artística y cultural de 1991, que tanta falta le hacía al medio. Después de todo, los años ochenta no fue tan mala década.

Pixies

viernes, 27 de enero de 2017

El último verano de Eleanor


2011 fue un buen año para el rock femenino, para la música hecha por mujeres en muchos sentidos. De hecho, a mi modo de ver, los tres mejores álbumes del año fueron realizados por mujeres (e irónicamente, en mi lista personal, el cuarto lugar es para una banda de hombres llamada Girls) y uno de estos grandes discos pertenece a la irreverente y por demás creativa vocalista de los Fiery Furnaces, la genial Eleanor Friedberger, con su estupendo álbum solista llamado Last Summer.

Last Summer es básicamente un álbum de pop... sí, pop del más elemental, sin mezclas extrañas, sin experimentos psicodélicos, sin las excentridades de los antes mencionados Fiery Furnaces, sin nada que podríamos pensar al nombrar a la extraña Friedberger. Simplemente canciones de pop bien hechas, algunas muy alegres, otras no tanto, pero sin olvidar el elemento simple de estructura de canción de pop. ¿Cómo es que un álbum de simple y llano pop es que se considera de los mejores? ¿No se supone que el pop es plástico, vacío, materialista, superficial y poco sustancioso? Pues en teoría no. No porque los máximos exponentes del pop cumplan con los adjetivos antes mencionados, ni porque los artistas poperos de los últimos 37 años lo hayan sido, significa que el género en su totalidad lo sea.

El pop de hecho lo inventaron los Beatles, sin ser tan frívolos como los poperos modernos, sino todo lo contrario. El pop puede ser un género que, bien hecho con talento y un trasfondo artístico, puede superar en calidad a muchos otros más intrincados y de culto.



Pues aquí tenemos al Last Summer de Eleanor Friedberger, que desde la inicial y súper alegre "My Mistakes" nos anuncia que está lejos de pretenciones pseudo artísticas, y que nos espera un álbum sparky, destellante y simple. Y es así durante los casi 40 minutos de duración. Pasaremos por la mística "Inn of the Seventh Ray", la deliciosa y romántica "Heaven", la estupenda y meditativa "Scenes From Bensonhurst" (con su riff de bajo oculto y maravilloso), la funky, alegre y divertida "Roosevelt Island", "Glitter Gold Year" con su ritmo a base de piano casi marchante, la bucólica y hermosa "One Month Marathon", la letra rompecorazones con melodías alegres de "I Wont Fall Apart On You Tonight", la poética "Owl's Head Park" y por último, el cierre eufórico y alegre de "Early Earthquake"; todas barnizadas con un delicioso sonido pop, simple y elegante, que nos facilitará las cosas al escuchar esta maravilla de álbum.

Last Summer es una muestra de lo sencillo que puede resultar el hacer un álbum, con el género más fácil en el que se pueden grabar una serie de canciones, y con la estructura de composición en apariencia más simple de todas, con un resultado maravilloso y esplendoroso. La música del álbum no tiene ninguna restricción cultural, de edad o género. Es un álbum para todos los gustos, es en ello que radica su grandeza y su trascendencia.


jueves, 26 de enero de 2017

Desde Francia con amor: Au-Delà Du Délire


Para casi todos los hispanohablantes nos es raro escuchar música en idiomas que no sean el inglés y el español, estamos tan acostumbrados a estos dos idiomas en la música, que un tercer idioma nos resulta a veces cómico, a veces molesto, pero muy pocas veces podemos disfrutar de la música en el idioma que sea. Es raro (aunque sí ha sucedido) que en México sea exitosa alguna canción en francés, italiano, alemán, polaco, sueco o islandés. 

Ahora bien, el francés es un idioma elegante por naturaleza, y si a eso le añadimos música elegante, fina y totalmente romántica (en un sentido no cursi) entonces ¿qué obtenemos? Pues una maravilla desapercibida como lo es el Au-Delà Du Délire (1974) de la también desapercibida (en México) banda Ange, formada en 1970. Es decir, una banda francesa que canta en francés y que hace música tan romántica como sensual, y tan dramática como emotiva. La fórmula funciona, por supuesto, en un nivel completamente artístico. 

Au-Delà Du Délire es una obra maestra del género progresivo, y debería considerarse desde ya como uno de los pilares del dramatismo y la teatralidad en la música. El álbum abre con una canción campirana, "Godevin Le Vilain", que suena como sacada de los viñedos de Bourdeaux o de los valles del sur de Francia (como lo sugiere la misma portada del álbum), es una perfecta forma de abrir el álbum. "Les Longes Nuits D'Isaac" es la segunda obra, y en ésta podemos percibir el dramatismo romántico del que tanto se habla, a pesar de que en un inicio parece una canción de heavy metal, se compone y el melotrón, el glorioso melotrón, hace lo suyo dibujando un paisaje hermoso con sus cortinas de sonido tan suaves y aterciopeladas. La voz de Jean Michel Brezovar nos altera el estado de ánimo, de acuerdo a la canción misma, que a veces es dulce y tranquila, y otras es fuerte y llena de ira. Es una gran canción.

"Si Jétais Le Messie", la tercer canción, es un poema narrado por el vocalista de manera ascendente en emotividad, mientras detrás de él la música crece en intensidad hasta terminar por romper, en el minuto 1:35, la canción en dos mitades. El cuarto tema, "Ballade Pour Une Orgie" resulta ser otro tema bucólico y campirano, dulce y romántico, aunque la letra toque temas un tanto más escabrosos. El acompañamiento de la voz con la guitarra acústica funciona de maravilla, y no es de extrañarse el hecho de que esta canción sea la favorita de muchos. La última pieza del original lado A del álbum es "Exode", otra delicia que desde el inicio nos muestra su grandeza con el épico motivo de apertura que, a pesar de que sería reemplazado por el tema central de la canción, sirve como una excelente introducción en interés a la canción. La parte central de la canción es igual de romántica como el álbum en general, con sus secciones bucólicas y teatrales -perfectamente expresadas por el estupendo melotrón que nos ha acompañado a lo largo del álbum- repartidas a lo largo de los 5 minutos de duración. 


"La Bataille Du Sucre (La Colère Des Dieux)" es una perfecta expresión de calma tensa, que se siente a lo largo de los más de seis minutos de duración de la canción, y de la que deseamos que durara mucho más tiempo para disfrutar de las excelentes melodías combinadas entre los melotrones y clavecines al más puro estilo renacentista. La música es una absoluta delicia en este tema, y no pasa de largo el nivel de emotividad que transmite la perfecta ejecución por parte de los instrumentistas; esta canción es una auténtica obra de arte por donde se le mire. El penúltimo tema es "Fils De Lumière", y parece ser más animada que su antecesora. Es un tema de trancisión entre la genialidad de su antecesora y la majestuosidad de su sucesora, sirve como un puente de expectativa que funciona a la perfección. La canción contiene muchos momentos de crescendo, como anticipando la magnificencia que le seguiría; el melotrón una vez mas se luce generando más y más tensión, y si a esto le añadimos el beat casi de allegro de la canción, tenemos como resultado un estupendo prefacio de la última y épica canción el álbum. La homónima "Au-Delà Du Délire" dividida en dos secciones, la primera que nos regresa a la tensa calma de los últimos temas, en crescendo y con secciones musicales llenas de melotrón y una guitarra punteada delirante, es un deleite poder sentir la música fluir sin obstáculos del oído al cerebro, y de éste al corazón mismo. La segunda parte es una épica melodía de melotrón perfectamente sustentada por el resto de instrumentos, y funciona a la perfección como cierre de un álbum magnífico y casi perfecto.

Au-Delà Du Délire es una de mis obras favoritas en la historia del rock progresivo, del rock en su totalidad, de la música en general; la calidad musical y el alto nivel artístico se puede casi palpar, son muy evidentes y accesibles dada la suavidad y el romanticismo al que todos aspiramos sentir en algún punto de nuestras vidas. La obra maestra del progresivo sinfónico francés, sin lugar a dudas, y una de las obras más sublimes de la historia del otro rock, el rock desonocido.


miércoles, 25 de enero de 2017

Descubrimientos 2016: Sound Affects


El post punk es un género que se desarrolló prácticamente al mismo tiempo que el punk mismo, y se diferencía de éste por poseer menos rebeldía adolescente y un sentido artístico mucho más desarrollado. Grupos como Television o Talking Heads fueron los impulsores de este género nacido en la Gran Bretaña (dónde más). Uno de los grupos más sobresalientes del género es The Jam, formado en 1972 por Paul Weller, guitarrista, vocalista y compositor, y en 1977 graban su álbum debut In The City. En 1978 graban uno de sus mejores trabajos, el destellante All Mod Cons, con el cual reciben críticas positivas y se dan a conocer masivamente.

Es en 1980 que graban el que sería su penúltimo álbum, y del cual se trata esta entrada, el estupendo y dinámico Sound Affects. Un álbum en el que se muestra la madurez al momento de componer y construir sus canciones, con una producción pulida y un sonido reminiscente punk, pero con elementos artísticos que añaden valor al resultado final. Sound Affects resultaría ser una enorme influencia para las bandas de new wave y art rock británicas de la década de los ochentas, y esto se puede notar por su sonido característico contenido en la mayoría de las canciones del album.

La versatilidad de Sound Affects va de lo casi pop de Monday, a la energía punk de Set The House Ablaze; del poder de Pretty Green al sonido minnimalista de Start!; e incluso del sonido orgánico y nostálgico de That's Entertainment al premonitorio sonido ochentero (también nostálgico, aunque de manera diferente) de Man In The Corner Shop.

Es por ello que, desde mi perspectiva, Sound Affects es la obra de consolidación de The Jam, como una de las bandas pioneras de un sonido que prevalecería no sólo durante la década de los ochenta, sino a lo largo de tres décadas hasta escuchar su clara influencia en el llamado indie del nuevo milenio. Quizás la huella que dejó este poderoso trío de Surrey no sea tan visible ni tan obvia como la de otras bandas contemporáneas (Joy Division o los antes mencionados Talking Heads), pero sí es más profunda y duradera. Desde ya, Sound Affects es uno de mis discos favoritos ochenteros, y lo recomiendo ampliamente.