lunes, 30 de enero de 2017

La década de los 80 segunda parte

The Smiths

En un post anterior hablé sobre lo que me motivaba a pensar que, en cuestión musical, los años ochenta habían sido la peor década de la historia. Quedó bastante claro cuáles elementos me generaban un repudio y cuáles de plano no soportaba. Y es verdad, en los años ochenta hubo verdaderas e innegables atrocidades musicales, pero también hubo cosas buenas, cosas muy buenas y hasta un par de cosas geniales, de las cuales vale la pena escribir.

Echo & the Bunnymen


Hablemos de la Gran Bretaña, específicamente de Liverpool y Manchester. Y aun más específico, de Echo & the Bunnymen de Liverpool y The Smiths de Manchester. Bandas que desarrollaban un sonido muy fino y elegante, con letras verdaderamente poéticas y una esencia ochentera única. Ambos grupos hacían música muy cercana al pop, las estructuras de sus canciones no reflejaban complejidad y las melodías eran simples y accesibles. Su música no pertenecía a la moda, eran una especie de culto secreto entre el público conocedor, y su sonido era premonitorio a lo escuchado en décadas posteriores. Así los Bunnymen grabaron excelentes discos entre los que, a mi gusto personal, se destacan dos; el intenso y maravilloso Heaven Up Here de 1982, y el elegantísimo y jubiloso Ocean Rain de 1984, obras de altísimo nivel que no resonaron en las estaciones de radio, pero que sí soportaron el paso de los años. Los Smiths, por otro lado, tuvieron una discografía mucho más limitada, pero el salto de calidad de su segundo y tercer álbum es notorio, siendo éste último uno de los mejores de la década. Hablo de The Queen Is Dead de 1986, un álbum muy orgánico, que no sucumbe ante los dominantes sonidos techno y los riffs metaleros típicos de la época, y que priorizó la emotividad de la música acompañada de un gran ingenio letrístico. Un álbum histórico sin lugar a dudas, que también pasó prácticamente desapercibido.

Joy Division

Pero en los ochenta hubo más que eso. Desde Australia llegó al inicio de la década un poderoso y fundamental álbum metalero, el Back In Black de AC/DC. Joy Division grabó su último álbum, el deprimente y oscuro, pero igualmente maravilloso, Closer de 1980. El reggae rock de The Police llegó a su cúspide con el estupendo Synchronicity de 1983. La sucesión de Joy Division, New Order, grabó un fresco y destacadísimo álbum en 1983, llamado Power, Corruption & Lies. El jefe Bruce Springsteen nos regaló obras de altísima calidad, como el políticamente incorrecto y musicalmente ostentoso Born In The USA de 1985, o el nostálgico e íntimo Nebraska de 1982, entre otros. Qué decir del regreso de Paul Simon y su multicultural y colorido Graceland de 1986, o del sonido happy sad (cita de Sing Street) de The Cure y su delicioso Disintegration de 1989.

Sonic Youth

A nivel subterráneo podemos destacar maravillas como el High Land, Hard Rain (1983) de los escoceses Aztec Camera, el delicioso pop etéreo del Treasure (1984) de Cocteau Twins, la simplicidad rockera de Husker Du y su New Day Rising (1985), el poder de las guitarras más nocivas sobre la nostalgia del Psychocandy (1986) de The Jesus & Mary Chain, el sonido garage tan olvidado en los ochenta, y rescatado por The Fall en 1986 en su álbum This Nation's Saving Grace, la experimentación sonora de Arthur Russell plasmada en su único trabajo, el genial World Of Echo de 1986, el dulce pop británico de 16 Lovers Lane (1988) de los Go-Betweeners, el feliz y destellante jangle pop de los Sundays y su hermoso Reading, Writing and Arithmetic de 1989, el primigenio post rock del Spirit of Eden (1988) de los inventores del género (prácticamente) Talk Talk, o los entonces desconocidos y hoy aclamados, como el poderoso sonido de Sonic Youth en su imprescindible y guitarrero Daydream Nation de 1988 o el casi noventero sonido de los Stone Roses y su genial disco homónimo de 1989, entre muchísimos otros.

The Stone Roses


A destacar el trabajo de dos estupendas bandas, que se convertirían en influencias masivas para miles y miles de bandas a nivel mundial. Primero, los irlandeses U2, que luego de iniciar como una banda de punk, se convertirían en un hito del rock desde el muy bueno The Unforgettable Fire de 1984, pasando por el genial, histórico, gigantesco The Joshua Tree de 1987, y cerrando la década con el homenaje a la música estadounidense precursora del rock, el excelente Rattle and Hum de 1988. La otra banda es originaria de Boston, Massachusetts, y fue prácticamente la inspiración del boom grungero de principios de los 90, los Pixies que con dos LPs y un EP lograron entrar en las mentes creativas de muchísimos músicos (Kurt Cobain incluido) para despertar al rock de su letargo de diez años. Surfer Rosa y Doolittle son sin duda dos de los mejores álbumes de rock de toda la historia, y por sí solos podrían salvar a toda una década de mediocridad musical.

U2


Afortunadamente para (casi) todas estas bandas mencionadas, sus canciones no llegaron a la llamada "industria" masiva que controlaban las grandes estaciones de radio, o la recién aparecida MTV, y ello ayudó a que el hito se mantuviera intacto y a que se gestara, de manera subterránea, la explosión artística y cultural de 1991, que tanta falta le hacía al medio. Después de todo, los años ochenta no fue tan mala década.

Pixies

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