Así, pasamos del rock'n'roll al pop, al folk, y de ahí al blues rock, rock psicodélico, rock progresivo, ambient rock, glam rock, heavy metal, punk rock, post punk, new wave y demás. Luego llegaron los ochenta, con su fuerte influencia gringa, llena de colores pastel, sitcoms familiares e ingenuas, películas de acción mal escritas y mal actuadas, peinados horrorosos y un espíritu joven que apestaba en verdad (como luego lo diría Kurt Cobain). Los ochenta llegaron para hacer un cambio que fue definitivo e indeleble en la cultura a nivel mundial. Y por ende, la música de los ochenta tuvo su cambio definitivo e indeleble. Pero, ¿este cambio fue bueno o malo? Bueno, si me hubieran preguntado esto hace 10 años, hubiera respondido que fue lo peor que le pudo haber pasado al rock.
En los ochenta se desarrollaron géneros horrorosos que no soportaron la prueba de los años, como el espantoso hair metal (con sus excepciones obligadas, buenas canciones que sí hicieron un aporte a la creatividad del medio) o el insípido techno pop (ahí sí no encuentro tantas excepciones), así como la decadencia de excelente e históricas bandas de la década anterior (Pink Floyd, Led Zeppelin, The Who, Ramones, entre otras) o solistas excepcionales que hicieron sus peores trabajos en dicha época (David Bowie, Bob Dylan con su cambio de religión, etc.), e incluso hechos dolorosos como la muerte de John Lennon o Bob Marley. Mención aparte merece el que para mí es el peor momento de toda la década de los ochenta: la canción y, sobre todo, el video que hicieron juntos Mick Jagger y David Bowie. El horror.
Y si a esto le añadimos que durante toda esa década no hubo un grupo insignia que definiera en su totalidad a los ochenta (y si lo fuera, quizás sería Michael Jackson, mejor lo dejamos así), tenemos entonces a un periodo de tiempo sin una clara dirección musical, con horrorosos géneros, horrorosos maquillajes, horrorosos peinados, horrorosos sonidos techno, artistas en decadencia, videos musicales infames, y una despersonalización en general que sufrió el género. Todo esto sería suficiente para que los ochenta sean una década que marcó (negativamente) a la música a nivel mundial. Pero hay otros hechos que marcaron a la música (positivamente) y que, gracias a la providencia, ocurrió en los escenarios subterráneos del medio rockero, y que a la postre, serían la salvación de una década que parecía destinada al olvido. Y de ello hablaré en algun futuro post. Mientras dejaré por aquí algunas pruebas que sustenten mi repudio inicial hacia los ochenta.
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