La agresividad es una característica humana tan natural como
lo es el amor o la compasión, todos nacemos con particularidades propias de la
naturaleza humana, instintos y actitudes primitivas que aún nos atan a nuestros
ancestros primates. La agresividad es ciertamente una muestra de nuestro lado
animal más persistente. Sin embargo, cuando la agresividad se mezcla con otras
emociones, más cercanas a lo humano y más lejanas de lo animal, puede
trascender y dejar de ser un comportamiento instintivo para ser una actitud
evolucionada que sólo lo seres humanos hemos alcanzado.
En el arte es similar, la agresividad por sí sola es
grotesca y cruda, sin embargo, cuando se mezcla con otras características como
la frustración, la debilidad, la sexualidad o el miedo, pasa a ser un asunto
muy fácil de expresar mediante las distintas formas artísticas que los seres
humanos hemos desarrollado a lo largo de nuestros miles de años de evolución. Un
caso de música agresiva, y artísticamente enorme, es el de “The Downward Spiral”,
álbum de Nine Inch Nails publicado en 1994, en el que las vísceras y las
debilidades humanas quedan expresadas de manera contundente mediante música que
va de lo agresivo a lo perturbador, y de lo intenso a lo sublime.
Las canciones del álbum son poderosas, son crueles, son
brutalmente honestas y controversialmente transgresoras. Desde la potente “Mr
Self Destruct” notamos la impresionante contundencia del álbum, mientras Trent
Reznor nos explica una a una las cosas que nos hacen auto destruirnos poco a
poco mientras las asimilamos sin cuestionamiento alguno. Musicalmente tenemos
una canción directa, con uso de potentes sintetizadores e instrumentos
convencionales altamente procesados y modificados con el uso de herramientas
tecnológicas y softwares como pro tools. La engañosa tranquilidad de la mitad
de la canción es más una tensa calma que un alivio sonoro. Para finalizar, un
ruidoso rechinar de múltiples guitarras, sin mayor sentido que el de
desorientarnos y alterar nuestros nervios. El segundo tema es el
perturbadoramente tranquilo “Piggies”, un delicado y oscuro tema en donde se
exploran algunos de los momentos más sublimes del álbum, aún con todo lo
malévolo que pueda sonar en primera instancia. Una vez que Reznor nos revienta
los tímpanos con sus golpeteos a la batería, los cuales indican el inicio del
fin de la canción, pareciera que la sensibilidad que tan difícilmente -con un
hilito- se mantuvo en la canción, se destrozara en mil pedazos, sin embargo,
esas notas finales descendentes, van a ser de los momentos más dulces y deliciosos
de todo el álbum. Sí, son estremecedoras, sí, se retuercen nuestras entrañas
con ellas, pero también es cierto que son de una belleza única.
Por su parte, “Heresy” es todo lo opuesto, un golpe a
nuestros oídos desde las percusiones procesadas que parecen sacadas de una
enorme maquinaria industrial, como de los enormes pistones del Titanic,
contrastando con la aguda y satírica voz de Reznor, quien en el coro explota y
cuestiona abiertamente las creencias de todos. A destacar el riff de guitarra
que aparece en la segunda estrofa, que es delirante. Otra maravilla es la
breve, concisa y metalera “March of the Pigs”, una muestra de agresividad en un
compás complejo -que va de los 7/8 a los 15/8- y que, de manera en verdad brillante,
se apaga súbitamente con el delicadísimo y delicioso cierre del coro (“Doesn’t
it make you feel better?”) y su dulce piano. Un breve brillo que en automático
eleva el nivel de la canción en potencia mil. “Closer” es el tema más conocido
del álbum, gracias a su singular video musical, el cual se adapta perfectamente
a la crudeza de su letra. Una sexualidad extrema y explícita, sustentada en
música de lo más perturbadora y revuelve-entrañas que se haya escuchado jamás.
La progresión melódica y el constante crescendo de la canción hace que se
vuelva en un tema musicalmente épico, al grado de estremecernos en el último
minuto de canción, una vez que caemos en cuenta de todo lo que ha crecido la
canción y de todo lo que nuestros oídos han sostenido, de manera tan gradual y
tan poderosa. Sí, es sin duda uno de los mejores temas del álbum.
“Ruiner” es un tema más cercano al rock, sobre todo en su
instrumental sección intermedia, aunque lo más destacable es el portentoso y
épico coro de la canción, en donde la oscuridad de las estrofas se convierte en
una intensa luz sonora, majestuosa y suntuosa. Otra gran joya es “The Becoming”,
una impresionante canción de pérdida de uno mismo, de ausencia de identidad, y
de un deseo vehemente de regresar a como dé lugar, de librarse de la voz
interna que nos aprisiona y nos limita, todo esto expresado en una letra
perfectamente construida, y tan directa como pocas. De inicio escuchamos un
riff de sintetizador en 7/8, el cual se sostiene por una melodía de percusiones
igual de singular, y que se mantiene durante los dos ciclos de estrofa-coro
iniciales. En un determinado momento Reznor explota, y la música se tranquiliza
(con guitarra acústica incluida, lo cual es de destacar en un álbum como este)
para dar pie a la impresionante explosión final, una auténtica catarsis sonora
en la que Reznor se quiere librar de sus demonios (“It won’t give up, it wants
me dead, goddamn this noise inside my head”). Un momento verdaderamente
sublime; dentro de su agresividad, dentro de su catártica petición, se
encuentra una necesidad tan humana como la de respirar, por librarse de las
cadenas mentales, y de hallar la redención con uno mismo. Espeluznante.
A continuación, está “I Do Not Want This”, una arquetípica canción
de NIN, muy similar al sonido que escucharíamos en su posterior álbum “With
Teeth”, la canción se sostiene en una melodía de percusiones muy singular, y un
piano meticuloso, que sólo por momentos brilla, pero que mantiene un perfil
bajo. “Big Man With A Gun”, una referencia al miembro masculino, una oda a la
misoginia y a la perversión, sin duda uno de los temas más oscuros de todo el
álbum. Por su parte, “A Warm Place” es un descanso sonoro, una pieza
instrumental que por un instante nos hace olvidar la oscuridad del álbum, y que
nos da el respiro necesario para afrontar el poderoso cierre del álbum.
Éste poderoso cierre comienza con “Eraser”, en lo particular
una de mis canciones favoritas del álbum. Todo comienza con lo que
aparentemente es Trent Reznor soplando en un popote frente al micrófono, y
mientras tratamos de dilucidar qué sonido escuchamos, aparecen las potentes
percusiones -casi bailables- que en ningún momento nos aburren, y que van recibiendo
poco a poco a otros instrumentos hasta que la música ya es insostenible, debido
a su enorme intensidad. Es justo en este momento que se nos regala un momento
sublime, un piano brillante y la voz de Reznor, en modo suave, recitando una
serie de verbos conjugados en segunda persona. Tan breve y efímero, como dulce
y delicioso es este momento, que luego se transforma en una metalera y poderosa
serie de verbos conjugados en primera persona, con una guitarra fantástica y una
agresividad irónicamente disfrutable. Una joya.
“Reptile” es otra gran canción, una que mantiene su crudeza
por casi siete minutos, y que en su estructura musical podría ser de las más
convencionales del álbum, aunque sonoramente es de las más oscuras. La
ambientación, como de marcha militar, le da un toque único a esta canción,
mientras que su acercamiento al rock es más que notorio. El penúltimo tema es
el homónimo “The Downward Spiral”, un tema a mi modo de ver satírico, que habla
del suicidio mientras de fondo podemos escuchar una música con un filtro, que
hace que suene como apagada, como lejana, y que se acerca mucho al estilo
grunge de Nirvana, por lo que mi deducción es que esa canción llevaba una
dedicatoria muy clara.
Para cerrar el álbum tenemos otro tema gigantesco, la
ominosa “Hurt”, que años después se haría famosa gracias al cover de Johnny
Cash (que, de alguna manera, comparada con la versión original, sonaba
optimista). La letra es absolutamente desgarradora, un arrepentimiento tan
cruel y una aceptación de vida miserable tan honesta como estremecedora. La
música le acompaña, especialmente en el crescendo constante del coro, haciendo
de ésta una de las canciones más impresionantes, me atrevo a decir, de toda la década
de los años 90. El espeluznante final es el broche de oro que un álbum así de
increíble necesitaba.
Sin duda estamos ante una de las magnas obras de toda la
historia del rock, la manera en que se conjugaron elementos tan oscuros y
tenebrosos, con otros más artísticos y dotados, hacen de este álbum una
perfecta mezcla de luz con oscuridad, de dulce con amargo y de aceptación con
rechazo. Un álbum de otro planeta.
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