jueves, 5 de julio de 2018

Sumergido en el Mar de Nombres.



Luego de que en 1996 Tool se consolidara como una de las bandas de metal progresivo más cerebrales y propositivas de todos los años 90, su líder e icónico letrista Maynard James Keenan necesitaba de un refugio musical, un lugar en el que pudiera explotar sus ideas musicales que no encajaban en el oscuro y siniestro sonido de Tool, así que en 1999 se unió a A Perfect Circle, una banda en la que se encontraban algunos músicos ligeramente reconocidos pero de enorme calidad interpretativa.

De todos ellos, a quien más podemos destacar es, sin duda, a Billy Howerdel, quien además de ser el guitarrista de la banda, se encargó de producir el primer y maravilloso álbum que publicaron en el año 2000, y del que trata este texto. De hecho, la idea de A Perfect Circle es de Howerdel, quien reclutó a sus compañeros y, junto con James Keenan, compuso los 12 temas que conforman al susodicho álbum debut de la banda.

El álbum lleva por nombre "Mer De Noms" (valga la redundancia), y se trata de un álbum muy visceral, muy rockero pero con algunos momentos de emotividad sublime y de desgarramiento emocional que le colocan más cerca del Art Rock que del Heavy Metal. Con todo, la obra inicia con "The Hollow", un potente rock que juega un poco con el beat principal de la canción, aunque no sea un elemento muy notorio, y que en escasos 3 minutos nos deja muy en claro el poder que la banda pretendía exponer en su ópera prima.

Sin embargo, es hasta el segundo tema, el escalofriante "Magdalena", que la banda nos muestra su verdadero potencial artístico y nos regala una de las canciones más majestuosas del álbum, tanto musical como líricamente. En éste último apartado, James Keenan se reafirma como un auténtico poeta musical de lo oscuro y lo visceral. La canción trata sobre la obsesión malsana que, guiada por la lujuria, un hombre es capaz de sentir por una desnudista, con letras como "I'd sell my soul/ my self esteem a dollar at a time/ for one chance, one kiss/ one taste of you my Magdalena". La música acompaña esta letra sombría a la perfección, con ese solo de guitarra tan lineal pero tan profundo en sonido. No se trata de una floritura guitarresca, sino de una serie de notas simples, alargadas y ominosas que acompañan al constante acelero-freno de la canción. Sin llegar a ser metalera, se trata de una de las canciones más oscuras del álbum.

Mismo caso con "Rose" una canción muy oscura que tiene ecos metaleros pero que no llegan a serlo, y se queda en una estupenda canción que contrasta en momentos tan sublimes y calmos (adornados con una guitarra acústica que debería ser dulce, pero que es más perturbadora que la misma guitarra eléctrica), con momentos poderosos y contundentes, logrando que del cielo bajemos al infierno en tan sólo un instante, y no sólo eso, sino que logra que nos sintamos bastante cómodos y deleitados en ello. Si bien, la canción es muy buena, no llega a las alturas artísticas de su predecesora, ni mucho menos a las de su sucesora.

Y es que "Judith" es una maravilla musical de principio a fin. Es un rock duro muy muy emotivo, y sobre todo, alcanza una emotividad plena sin usar a la nostalgia ni a la melancolía (pilares de la emotividad musical) como fundamentos de ella. Se usa la ironía religiosa como pilar fundamental tanto de la letra como de la música, así, mientras James Keenan nos canta sobre su odio a los dogmas y a las deidades (una en particular), la música nos lleva a esa falsa gloria que las religiones tanto pregonan, y tan poco conocen. El final de la canción es un monumento a esto, y es el pináculo máximo de la temática de la canción, haciendo de estos últimos segundos una auténtica catarsis musical que es capaz de llevarnos a la plenitud, esa de la que tanto se mofa la letra de la canción. Ironía pura. No existe una canción más grande que esta en todo el álbum.

Luego del maravilloso despliegue sonoro, viene una aparente calma en "Orestes" una suave canción de inicio, que nos lleva sobre una nube sobre una letra llena de metáforas maternales, un tanto retorcidas y macabras ("slip away an sever this umbilical residue keeping me from killing you") pero que de alguna manera, suenan bellamente cantadas sobre la dulzura musical. Esto claro, hasta que la canción se rompe y el potente solo de guitarra nos electriza por un instante, y la intensidad se adueña de la canción excepto por un breve y bellísimo instante en que el solo de guitarra se replica, pero con suma calma y sensibilidad, al grado de hacernos estremecer. Tan breve y tan bello, este momento nos sirve la mesa para el agitado final de la canción.

La cara opuesta de la moneda es la bellísima "3 Libras", sin duda, la canción más hermosa del álbum, con una fuerte dosis de emotividad pero también con una perfección musical que no salta a primera escucha, pero que una vez que la hemos repetido al cansancio, nos será tan evidente que, en vez de cansarnos de escucharla, la admiraremos cada vez más. Cada nota y cada instrumento toca a la perfección la nota que debe tocar en el preciso tiempo y con la exacta duración. Pocas veces se ha escuchado un nivel de detalle (que para nada es casualidad) musical tan alto y tan perfecto. No sobra ni un platillazo ni falta un sólo segundo de cuerdas. Todo es perfecto.

Y si hay una canción triste en el álbum, esa debe de ser "Sleeping Beauty", y no es triste porque trate de temas sobre pérdidas románticas ni sobre extrañar a personas queridas. Es triste porque toca el tema que a todos nos aterra tocar: el fracaso. Un hombre que, agrandado y obnubilado por las historias clásicas de amor en que la mujer agonizante revive gracias al beso de su amado, se siente con plena seguridad de curar a su mujer en coma así, dándole un beso, sólo para darse cuenta que su arrogancia e inmadurez le han hecho fracasar terriblemente, y de esta manera, pierde toda esperanza y toda confianza en sí mismo. La letra de esta canción es sin duda la más elaborada y desgarradora de todo el álbum. James Keenan se luce no sólo con los perfectos juegos vocales y las combinaciones de palabras exactas que en inglés suenan como melodías, sino que además lo hace contándonos una historia desoladoramente realista. Musicalmente la obra está a la altura, con una guitarra ensordecedora y cruda, de prácticamente una sola cuerda (la más grave) y un ritmo lento y pesado que alterna entre los 6/8, los 7/8 y los 4/4, que sólo por un instante se acelera en un cambio de ritmo preciso y majestuoso, pero muy breve. A nada se quedó esta canción de ser la mejor del álbum, y en lo personal, es la que más me gusta.

Contrastantemente, "Thomas" quizás sea la canción más fría y menos emotiva del álbum, aunque esto no significa que sea una mala canción. Es una canción que por momentos se sostiene en una sola nota y que no presenta momentos de emotividad, pero sí de intensidad, por lo que se trata de la canción más cercana al heavy metal de todo el álbum. El poderoso riff y la sección final nos confirman esto. Mientras tanto, "Renholdër" es una breve e instrumental pieza transitoria, que aligera un poco los ánimos y aporta variedad al sonido del álbum, aunque tampoco es algo que se necesitara del todo.

La energía regresa con "Thinking Of You", una buena pieza de rock duro con un coro memorable y con un interludio abrumador (en un buen sentido) y acechador, lo cual complementa a la perfección con la temática stalkeadora de la letra de la canción. Es una buena canción para la radio, pero no se acerca a la calidad de los mejores temas del álbum (además de que su riff me suena mucho a "Houses of the Holy" de Led Zeppelin). Mientras tanto "Breña" es un preámbulo para el cierre del álbum. La penúltima canción es mucho mas lenta y oscura, un poco como "Orestes" aunque no tan desgarradora. Más bien tiene ecos del grunge tipo Alice In Chains o Stone Temple Pilots, lo cual nos indica la clase de oscuridad que alberga la canción. No podía haber una mejor manera de prepararnos al inesperado tema final del álbum.

Y es que "Over" es un tema totalmente fuera de lo normal para un álbum como este. Un piano y unas percusiones tipo xilófono son las protagonistas del estremecedor y fantástico epílogo del álbum, uno que, sin dejar de ser oscuro y ominoso (con todo y que sus instrumentos en teoría no son nada ominosos) pero con un dejo de belleza y sensibilidad que se compajinan a la perfección, y que nos dejan con absoluta satisfacción de saber que acabamos de escuchar uno de los álbumes más importantes del año milenario.

La banda jamás volvió a alcanzar el majestuoso nivel de su álbum debut, y a pesar de que en álbumes posteriores nos han regalado grandes, grandísimas canciones, en la sumatoria, debemos decir que esta es su obra maestra absoluta. Y cómo no serlo, si está llena de canciones maravillosas y de un sinfín de emociones, la mayoría incómodas, pero lo suficientemente genuinas como para hacernos vibrar y disfrutar.

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