miércoles, 5 de septiembre de 2018
La música más digerible
Luego de una serie de álbumes más psicodélicos y ácidos que indie, como el inusual "Cryptograms" de 2007 o el alucinante Microcastle de 2008, Deerhunter, banda originaria de Atlanta en el corazón sureño de los Estados Unidos, habría de cambiar su estilo musical de forma más o menos radical para su entrega de 2010, el melódico y más accesible "Halcyon Digest". Atrás quedaban los temas cargados de ondas sonoras tan alucinantes como desconcertantes. Atrás quedaban las piezas transitorias instrumentales. En este álbum nos encontramos con temas esencialmente poperos, pero claro, con un arreglo musical elegantísimo y una capacidad de composición mucho más madura, en la que la simpleza en vez de ser un defecto, la hacen su mayor virtud.
Así, en la mayoría de los temas tenemos melodías accesibles, agradables y disfrutables, y tenemos estructuras bien definidas que nos permiten asimilar de mejor manera la música que estamos escuchando. Si bien, el elemento más experimental de la banda está hecho un poco a un lado, no deja de ser un álbum bastante denso y con atmósferas muy aturdidoramente bellas. De ahí que se considere una evolución más que una involución, porque el sonido característico de la banda está presente en los temas, sólo que esta vez las canciones son un poco más "convencionales", si se puede decir así.
Aún así, este álbum representa una de las últimas grandes obras del llamado indie rock, una obra que despertará en nosotros un sinfín de emociones y memorias, y que con suma facilidad nos trasladará a lugares y momentos, reales o ficticios, que antes sólo vivían en nuestro subconsciente. La música entrará a nuestro consciente y subconsciente como cuchillo en mantequilla, y ello se debe en gran medida a la gran accesibilidad melódica de los temas, pero también al fuerte contenido humano inherente a la belleza y simplicidad de la música. No hay que quebrarse la cabeza para comprender y sentir las canciones, sólo basta con sentarse y dejarse llevar por los sonidos, las voces, las guitarras y las ambientaciones.
La obra inicia con una canción bastante densa y etérea, pero bellísima, y se titula "Earthquake". Una vez que entran los arpeggios de guitarra y que el muro de sonido entra en acción, todo es dejarse llevar. En palabras de John Lennon: "Surrender to the void". Y es así, la música parece un caos ordenado y por encima de todo el sonido está la melodía, suave y tenue pero tan bien lograda que nos atrapará de inmediato. Es una gran canción para abrir el álbum, y para darnos una idea de lo que estaremos a punto de escuchar.
El segundo tema es el beatlesco "Don't Cry", un breve y exquisito rock en el que las guitarras predominan por su elegancia y precisión, y en donde el ritmo es simplemente irresistible. Apenas 2 minutos y fracción le bastan para hacerse recordar y gustar desde la primera escucha. Las cualidades melódicas de la banda quedan plenamente expuestas en este breve y maravilloso tema. Seguido está "Revival", otro breve tema, mucho menos rockero y mucho más popero, nuevamente con una base melódica deliciosa y con una estructura musica un poco en ascenso que, sin generar mayor suspenso, nos mantiene en una cierta expectativa hasta que el tema finaliza.
Y la expectativa se cumple y con creces, pero en el siguiente tema, el escalofriante y absolutamente hermoso "Sailing", una oda a la soledad, a la melancolía y a la belleza de la simplicidad. Con sólo una guitarra eléctrica y algunos sonidos atmosféricos, Bradford Cox, vocalista y compositor principal de la banda, nos transporta a lo más profundo de nuestro ser, a ese refugio al que vamos cuando necesitamos estar solos, cuando reflexionamos y cuando revivimos las mejores memorias de nuestra vida. Todo ello se resume en la belleza de la canción, que no necesita más elementos para fusionarse con nuestra mente y volverse así uno mismo con nosotros. De tal manera, nos apropiamos de la canción de inmediato, la hacemos nuestra y la llevamos con nosotros a donde sea que vayamos.
Ese idilio en el que nos sumergimos durante los 5 minutos del tema anterior se ve interrumpido súbitamente por la contrastante alegría infinita de "Memory Boy", una breve canción llena de energía y vitalidad, una forma de regresar al mundo real de golpe, pero con toda la amabilidad posible. La estructura de la canción es aún más simple, dejando de lado los puentes y los coros, y simplemente dejándonos disfrutar con la melodía principal, y con la excelente armonización con diversos instrumentos que no son escuchados de primera mano, pero que ahí están para embellecer, como la gaita que, debajo de las capas de sonido, está ahí para aportar en el sonido total de la canción, más que para destacar por sí sola.
A continuación, otra de las grandes canciones del álbum, una de las dos canciones escritas por Lockett Pundt, segundo guitarrista de la banda, quien además se encarga de las voces principales de la canción. El tema se titula "Desire Lines", y es una de las joyas máximas del álbum. Siguiendo los cánones estructurales más simples de una canción, mezcla a la perfección la melodicidad de los beatles con ciertas armonías vocales muy discretas y perfectamente colocadas en el momento y volumen preciso para ambientar la canción, y además le añade unos arpeggios de guitarra igualmente simples, igualmente evocadores e igualmente efectivos. Como resultado tenemos una de las canciones más bellas, melódicas y memorables del álbum. Para cerrar con broche de oro, el solo de guitarra totalmente indie minimalista con el que cierra la canción es el monumento musical más grande del álbum, un homenaje por igual al rock, al indie y al pop.
Y para no bajar el nivel musical del álbum, "Basement Scene" es otra bella melodía, esta mucho más introspectiva e intimista que las anteriores, mucho más cercana a lo escuchado en "Sailing" pero sin llegar a los niveles emocionales de aquella. Aquí hay una especie de riff de bajo y guitarra, muy discreto, que da pie al elemento principal que es la voz de Brandon Cox, es su voz la que nos hace ir a miles de lugares y sentir miles de cosas. En ese sentido, la instrumentación minimalista es un acierto que nos permite disfrutar de la voz y de los matices que ésta puede alcanzar.
Mientras que "Helicopter" nos remite mucho al tema inicial, debido a su atmósfera densa, a sus instrumentaciones etéreas y al muro de sonido con resonancia que, a pesar de no ser tan intenso como en el tema abridor, sí nos hace sentir la misma nostalgia. Digamos que es una versión más pulida y sofisticada del sonido que escuchamos apenas inicar el álbum. Pundt regresa a la composición y vocalización en "Fountain Stairs", una auténtica maravilla indie rockera, en la que las guitarras pueden ser tan agresivas como nostálgicas, y en donde el coro no es cantado, sino que es instrumental, y no sólo eso, es bellísimo. Un riff de guitarra poderoso suple de manera fantástica a las voces para llevarse el protagonismo tanto en el coro, como en la canción toda. Es una lástima que la canción dure tan poco, pues es tan disfrutable que podríamos escucharla por más y más minutos.
"Coronado" es una canción de pop rock un tanto atípica para lo que veníamos escuchando en el álbum, sin embargo nos logrará cautivar de la misma manera, a pesar de sonar un poco distinta. De alguna manera, el saxofón que adorna esta canción suena totalmente apropiado para el álbum, sin haber escuchado ningún otro instrumento de metal en las demás canciones del álbum. Aún así, los elementos centrales están ahí, las melodías, el ritmo, la accesibilidad y la nostalgia.
La última canción del álbum es "He Would Have Laughed", un perfecto tema cerrador pues, en sus 7 minutos de duración, engloba todos los elementos presentes en el álbum: el rock, el pop, la melancolía y la accesibilidad sonora. Un riff de guitarra muy simple pero que fácilmente se quedará tatuado en nuestra mente es el que nos da la bienvenida a la canción. Acto seguido, las atmósferas etéreas aparecen, y la voz de Cox en una melodía vocal exquisita. Estos dos últimos elementos intercalan protagonismo en la primera mitad de la canción, mientras que en la segunda mitad el ritmo se calma un poco, y nos lleva por terrenos más íntimos, justo antes de que la canción se termine de forma interrumpida, y nos corte de tajo la emoción que estábamos sintiendo.
Una de las ventajas de escuchar un álbum como este, es que no se necesita ser un experto musical, ni un conocedor. Sólo se necesita el mínimo de calma y apertura, y la música hará el resto. Es tan melódica y tan disfrutable, que no costará ningún trabajo identificarse y enamorarse de esta música. Es por eso que el álbum ha sido tan aclamado, y por lo que se le considera una de las últimas joyas del indie rock.
Etiquetas:
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