miércoles, 17 de octubre de 2018

El mejor álbum de Café Tacuba



También se trata del más menospreciado, principalmente por los seguidores, quienes hicieron de él el álbum menos vendido de la banda, razón por la cual su disquera decidió terminar su contrato en 1999, año en que fue publicado el álbum. La obra es un álbum doble, que lleva por título "Revés/Yo soy", siendo el primero de los dos discos una muestra instrumental del abanico sonoro por el que la banda se caracterizaba, y el segundo es un disco más convencional, con canciones que van de lo experimental a lo sublime.

Para este punto, la banda ya era reconocida internacionalmente por el éxito en la crítica que tuvo su anterior álbum original, "Re" de 1994. Para quienes conocen este álbum, saben muy bien que la inconsistencia es una de las características en todos y cada uno de los álbumes de la banda, inconsistencia que se puede plasmar tanto en la calidad de las canciones, como en el concepto unificatorio que, en teoría, deberían tener todas las canciones de un álbum, y que en Café Tacuba no siempre sucede.

No debemos confundir al eclecticismo con la inconsistencia, el primero es una virtud que muchos álbumes en la historia del rock contienen, y que les enriquece y les hace superar las expectativas de la audiencia. La inconsistencia es más bien una falla conceptual en la que se tratan de amalgamar muchos sonidos dispares unos de otros, con un resultado más bien débil y aturdidor. Es aquí en donde se marca la diferencia entre el aclamado "Re" y el casi ignoto "Revés/Yo soy". Mientras en el primero escuchamos una amplia variedad de sonidos que van de la banda sinaloense y el bolero al funk y al metal industrial, pasando por el jarocho, la música costeña, la música disco y el rock, en el segundo tenemos un concepto que incluye sonidos diversos, pero que jamás exceden la línea marcada por el propio concepto que los artistas delimitaron.

Con esto no digo que "Re" sea un mal álbum, es de los más emocionantes que haya escuchado, y tiene muchas buenas canciones. Pero como álbum, palidece contra la conjunción y unidad de "Revés/Yo soy". Si bien el concepto de un ´'álbum doble es arriesgado, y el hecho que uno de esos dos discos que le conforman sea totalmente instrumental es doblemente arriesgado, la banda logra sobreponerse a esto gracias a la unificación de la música. El ambiente nostálgico, grisáceo y nuboso (que claramente fue influenciado por Radiohead) que se maneja tanto en la mitad instrumental como en la mitad convencional hace de la obra un todo, humano e íntimo.

Las canciones instrumentales son, cuando menos, interesantes, y hasta cierto punto, breves. Y ello es una cualidad porque un álbum instrumental con temas muy extensos puede ser tedioso e incluso aburrido. Es cierto que la mitad instrumental del álbum no es la más brillante, ni por asomo, sin embargo, se agradece y se valora el intento de innovar y de proponer cosas diferentes. La intención original de la banda era publicar sólo el álbum instrumental, cosa a la que su disquera se opuso rotundamente, por lo que tuvieron que grabar algunas canciones viejas y componer otras más para el segundo disco.

Esto podría orillarnos a pensar que la segunda mitad de la obra sería la más inconsistente, sin embargo, los arreglos y la instrumentación utilizada hace que la verdadera joya de la corona sea esta segunda mitad, la que no estaba planeada ni trabajada. "Yo Soy" tiene 3 canciones "pequeñas", menores en relación a las demás, que son "Guerra", "Sin Título" y "Esperando", las dos primeras instrumentales y la tercera muy breve. Otras 3 canciones son medianas, más buena que malas, pero sí se aprecia una diferencia en calidad con respecto a las verdaderas joyas. Éstas son "Bicicleta", "El Hombre Impasible" y "Lento". La primera es una canción alegre que en realidad destaca por estar compuesta de varios mini-tracks de 6 segundos de duración, que van del track 26 al 51. La segunda es una interesante pero muy breve canción, a la que le faltó desarrollar quizás un poco más la estructura, y la tercera es una melosa y un tanto bobalicona canción de Joselo Rangel, guitarrista de la banda.

Pero pasemos a las verdaderas joyas de la obra. El mismo Joselo Rangel compuso la maravillosa obra con la que abre el disco, "El Padre", con un aire a un bolero macabro en 6/8, en el que se narra la desesperación de un hombre por darse cuenta de cómo, lenta e inevitablemente, se iba convirtiendo en la persona que más había odiado en su vida: su propio padre. La canción se desarrolla de maravilla, con todo y su intro a capella, y su interludio semi-electrónico. El segundo tema es del inspirado Emmanuel Del Real, y digo inspirado porque todas las canciones que él compuso para esta segunda mitad del álbum son unas auténticas maravillas. "La Locomotora" es la primera de ellas. Es una canción muy oscura con melodías memorables, y sobre todo, con una ambientación estupenda que se logra gracias a la forma en que suenan los instrumentos. La sección final de la canción es de un nivel musical asombroso.

Las siguientes dos canciones, que también son de Del Real las dejaré para el final del texto, por lo que directamente pasamos a "Dos Niños", otra canción de Joselo que resulta ser la más macabra y perturbadora de todas la canciones del álbum. Los rechinidos del interludio son la cereza negra de esta oscura canción, pero lo más brillante es la instrumentación de la canción, que nuevamente nos hace sentir mucho más de lo que la letra nos narra. El trabajo de Emmanuel Del Real, tanto en las cajas de ritmos como en el piano, junto con la guitarra de Rangel, son el pináculo instrumental de esta canción. "La Muerte Chiquita" es una de las canciones más conocidas del álbum, una que hace referencia a la muerte, una imagen que todos los mexicanos percibimos de una manera muy  peculiar, imagen que queda perfectamente plasmada en la letra de la canción. La música tan tétrica como folclórica, y las constantes referencias a la muerte (más allá del título) la hacen un referente de la amalgama del rock con las tradiciones mexicanas ("dicen que usted trae las sombras/ y por dentro está toda herida", "...es por si alguien le hizo daño/ que yo por usted me muero", "sus pestañas dos palmeras/ a cuyo vaivén me rindo", "por una noche en su lecho/ soy capaz de dar la vida").

El deleite máximo llega con "El Espacio", una escalofriante y portentosa canción que es capaz de transportarnos con suma facilidad, gracias a la belleza y la nostalgia de la música, la ambientación de los coros y la magia de su letra. Pocas veces he escuchado una canción capaz de estremecerme de la forma en la que esta maravilla lo logra. La canción está compuesta, y parcialmente cantada, por Emmanuel Del Real, y en ella se perciben de forma más clara las influencias de Radiohead. Mientras que "El Ave" es otra maravilla, esta vez de Rubén Albarrán. La canción tiene la estructura de un círculo, que empieza en la parte más alta, pero que gradualmente comienza a bajar hasta llegar al punto más bajo, más ruin, más vil, y a partir de ahí ascender constantemente hasta llegar, por el otro lado, al punto de partida, en lo más alto de la emotividad de la canción, y del círculo mismo. Un pequeño desafío a nuestra percepción, que agradecemos infinitamente.

Y ahora sí, las dos canciones que teníamos pendientes, las dos joyas más grandes de toda la historia de Café Tacuba. "El Río" es una belleza a base de guitarra en 3/4, en la que se hace una metáfora de la vida con la naturaleza de un río, con juegos fonéticos de palabras muy ingeniosos y sobre todo, con una sensibilidad musical tan magnánima como básica. A veces componer las canciones más simples y bellas puede ser lo más difícil del mundo. Por otro lado, "El Polen" es Emmanuel Del Real con su piano y un efecto de distorsión, regalándonos un pequeño pedazo del cielo mismo en 3 minutos y medio de la música más bella y celestial que pueda existir. Nostálgica, sensible, triste, hermosa e inigualable. No existe una mejor canción de esta agrupación en toda su historia.

"Revés/Yo Soy" no es la obra más destellante, atractiva o popular de la banda, pero sí es la más uniforme, sensible y genuina. Están todos los elementos característicos de la banda, pero en su justa medida. No hay excesos, no hay vueltas de tuerca ni saltos gigantescos entre una canción y otra. Se considera la percepción emotiva del escucha, y se respeta el duelo nato de las canciones. En pocas palabras, se nos deja escuchar y llorar a gusto.

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