miércoles, 28 de febrero de 2018
El fantástico viaje musical de Brian Eno.
Una vez que Brian Eno dejó definitivamente a Roxy Music, y se embarcó en su aventura en solitario, le costó trabajo dejar atrás el sonido de Brian Ferry y compañía, y no fue sino hasta la aparición de "Another Green World" de 1975 que lograría crear un sonido propio en su totalidad, y no sólo eso, sino que también sería el inaugurador de un estilo musical muy peculiar, y fuente de inspiración para muchos músicos después de su aparición.
Es cierto que el ambient como tal ya existía desde hace mucho, sin embargo, esta fusión de sonidos de rock, krautrock, electrónico y ambient, filtrados por la original mente del músico inglés, dio como resultado una de las obras más innovadoras y progresistas de la historia del rock. Las influencias van desde los Beatles hasta Karlheinz Stockhausen, pasando por el propio Roxy Music y el sonido glam muy de moda en aquellos días.
Mucho antes de ser conocido por producir álbumes de grandes artistas, Brian Eno forjó una carrera musical excepcional, en la cual una de sus cimas es precisamente este álbum, así que hablemos de él. "Sky Saw" es tan bizarra en su sonido como en su momento lo fue "I Am The Walrus" de los Beatles, aunque ahora se palpa la influencia electro con ese riff de guitarra distorsionado y robotizado, junto con las voces que parecen programadas desde la ultratumba. El bajo, en apariencia intrascendente, es de hecho la base fundamental del sonido creado por Eno, minimalista pero conciso por igual, un tanto funky pero también avant garde. Como complemento, esas cuerdas que rayan en la locura, y las percusiones inconsistentes, confirman un gran inicio para el álbum. A continuación, "Over Fire Island" es la primera de muchas mini suites instrumentales y muy innovadoras. De regreso el bajo minimalista, adornado con sonidos electrónicos que lo mismo pueden evocar memorias que provocar ideas dentro de quien le escucha. La brevedad del tema ayuda a que su mensaje musical sea directo y no se exceda en su intento por trascender (cosa muy común en la época).
El siguiente tema es uno de los más alucinantes, y más considerando la época en la que se grabó. "St. Elmo's Fire" es un jugueteo musical muy divertido e ingenioso. El bajo ahora es sintético, y los adornos sonoros son igualmente sintéticos, sin embargo la canción tiene tanta alma, que pasa de la frialdad, y se convierte en una canción bastante cálida y fácil de escuchar. Los experimentos de Eno son por demás exitosos, pues más que alejar o asustar al escucha, lo atrapan y lo interesan en los aún innovadores sonidos. Muy en la vena de lo que acabamos de escuchar, está "In Dark Trees", otro instrumental que va siempre hacia el frente, que no para en su marcha y que nos expone la sensibilidad del músico para intercalar, dentro de la monotonía rítmica, sonidos emotivos y orgánicos. La música, por más electrónica que suene, jamás es fría e insensible.
"The Big Ship" es otro corte instrumental, esta vez mucho más emotivo que todo lo que hemos escuchado en el álbum, y de hecho este lado emotivo de Brian Eno es el que hace del álbum un grande en la historia. Y ésta es la primer muestra de ello, lo entrañable de las melodías y las armonías nos inunda los oídos de serenidad y calidez. La belleza de este tema no se rompe nunca, y más que ser monótono, es tan bello que quisiéramos que siguiera y siguiera por más tiempo. Sin embargo, nos conviene que termine, pues "I'll Come Running" es otra de las joyas del álbum. Una de las más accesibles en su sonido, pues cuenta con instrumentos más orgánicos, pero sobre todo, nuevamente la parte emotiva del compositor es la que engrandece a esta canción, de verdad que el uso de instrumentos más convencionales, el piano y los solos de guitarra principalmente, le dan a la canción un espíritu único. Además de la accesibilidad de las melodías y lo memorable que resulta ser el coro, de inmediato esta será una de nuestras canciones favoritas.
Luego de estas muestras de belleza, de nuevo un corte instrumental, el breve "Another Green World", otro emotivo jam sintético y delicioso; un brillito como muchos otros que tiene el álbum, que están ahí sólo para deleitarnos y regocijarnos. Posterior a esto, "Sombre Reptiles" nos lleva por terrenos de la innovación otra vez, viajando a donde sea que nos lleve en sus 2 minutos de duración, y conformando un sonido que muchos imitarían después. El último de esta triada de instrumentales es "Little Fishes", una mezcla de belleza con rareza, con una base de piano que es hermosa, pero con adornos sonoros que son extraños e incluso irreverentes. El sentido de esta música va más allá de la comprensión o la estética, el sentido es viajar, dejarse llevar con los sonidos sobrepuestos, y las canciones instrumentales como ésta lo logran de manera perfecta.
Y la grandeza regresa con "Golden Hours", un suave experimento, sin percusiones, pero con una base de sintetizadores tan contundentes que parecen serlo. Y toda experimentación, complementada con melodías beatlescas en la voz y las armonias vocales, son la fórmula perfecta para una excelente canción, una de esas que escuchamos y jamás olvidamos por su perfección. Toda la ambientación de esta canción nos vuelve a llevar muy lejos, a terrenos altos y escondidos, ya sea dentro o fuera de nuestro ser. Un nuevo sonido se estaba inventando. La cereza del pastel es ese cello del final, que se desvanece junto con la canción misma. Genial. Sigamos en nuestro viaje sonoro, ahora con "Becalmed" que, como su título lo indica, nos relaja aun más y nos permite alcanzar estados de profundidad a los que pocas veces llegamos, y a los que sólo la música de esta calidad es capaz de llevarnos. ¿Quién dijo que la música electrónica es fría?
"Zainwul-Lava" es un sutil retorno del paraíso al que nos había llevado el hermoso tema anterior. Ahora es la introspección la protagonista de este viaje, con esta música que se le adelantó 25 años al Post Rock, y que con el mayor minimalismo posible, es capaz de bajarnos suavemente, y acariciar nuestros oídos de manera tersa y sublime, para después elevarnos lentamente, sin que nos demos cuenta, y regresemos a las alturas a las que el álbum nos ha estado llevando. La última canción vocalizada es la bellísima "Everything Merges With The Night", una auténtica joya de principio a fin, que anticipa y engalana el cierre del álbum, y que además lo hace de una manera emotiva y sensible. Mientras el piano se lleva los créditos de la belleza de este tema, para mí, lo más bello que se escucha en esta canción son las guitarras de una cuerda del fondo, que suben y bajan a su antojo, y mientras todo lo demas embellece nuestros minutos, estas guitarras hace de lo bello, sublime, y de lo momentáneo, eterno. Eterna canción en nuestros corazones y nuestras almas.
"Spirits Drifting" es el último tema, un instrumental a base de cuerdas sintéticas y un sonido mucho más oscuro de lo que hubiéramos esperado. Un giro inesperado que no va a arruinar nuestra percepción del álbum, y que por el contrario, nos ayuda a regresar a nuestra realidad luego de haber salido de viaje, metafísicamente hablando. Un cierre adecuado, que nos hará valorar la música que acabamos de escuchar, y nos colmará con deseos de volver a escucharla una y otra vez.
Así que tenemos en nuestras manos un álbum que es mucho más influyente de lo que se le acredita. Ya no digamos artistas, que sobran los influenciados por la música de Brian Eno, sino géneros enteros que tuvieron sus cimientos en álbumes como éste, si no es que en este específicamente. Géneros como el Trip Hop, el Post Rock, el Indie y el Rock electrónico. Así que artistas como Suicide, Radiohead, Portishead, Bjork, Sigur Ros, Kraftwerk, Joy Division, Animal Collective, Cocteau Twins, entre muchísimos otros, deberán de estarle eternamente agradecidos al señor Eno por su enorme aporte a la historia musical.
Aquí, el principal agradecido soy yo, que me deleito cada que quiero con esta joya que quedará para la posteridad como uno de los viajes musicales más emotivos y sublimes de la historia. Amén.
lunes, 26 de febrero de 2018
Red Queen to Gryphon Three. La importancia de las armonías.
Una de las enormes ventajas que daba el hacer música en los años 70 es que, debido a la inocencia de la industria musical, aún había posibilidad de experimentar libremente, de hacer música por el amor a ella, y no por ganar montones de billetes verdes. Se respetaban las ideas y conceptos de los artistas, quienes además eran los jefes al momento de producir un álbum. Hoy en día existen presiones mercadológicas y mercadotécnicas que impiden que un artista se desarrolle a plenitud, como en aquellos días, y por ello la música de hoy suena casi toda igual, y las novedades son la excepción.
Por aquellas épocas, existía una banda londinense que abogaba por su libertad creativa, y hacían música que se salía totalmente de lo usual, y entraba en el terreno de lo extraño. Su música sonaba muy medieval, renacentista o barroca. No había estructuras convencionales ni un sonido claramente reconocible. Sin embargo, de inmediato se podía distinguir su enorme habillidad y virtuosismo en cuanto a la ejecución de sus instrumentos. Es por ello que sólo les bastaría tener una buena idea, grabar un buen álbum, para que se les reconociera. Lamentablemente su gran álbum pasó totalmente desapercibido, salvo por algunos. Y es que su sonido no es comercial, ni tantito, a pesar de tener melodías tan expresivas y armonías tan amables. Quizas el hecho de que no hubiera voces en su música fue la loza que jamás pudieron quitarse de encima.
La banda en cuestión se llamaba Gryphon (como el mítico animal, en español llamado Grifo) y para el momento en el que grabaron su obra maestra (de la que se trata este texto) estaba conformada por Brian Gulland, Graeme Taylor, Richard Harvey, Philip Nestor y David Oberlé. Todos ellos multi instrumentistas, todos ellos expertos en la ejecución de instrumentos de diversos tipos, todos ellos creativamente en su punto más alto. El álbum lleva por título "Red Queen To Gryphon Three", y consta de tan solo 4 temas, en los cuales escucharemos un sinfín de instrumentos diversos, que van desde los muy conocidos (batería, bajo, guitarras, piano) hasta los más extravagantes (timbal, fagot, cromorno, cornamusa, etc.), pasando por los no tan raros, pero sí inusuales (sintetizadores, clavecín, flauta dulce, etc.) por lo que el trabajo de composición se ve aun más complicado por la inclusión de la multitud de instrumentos.
Y sí, es cierto que el álbum no entra en los oídos de los iniciados en la música como arte, más que como entretenimiento, pero ello no significa que el álbum sea clasista, o pedante, sino todo lo contrario. Hay momentos en que se nota el esfuerzo de la banda por llegar a oídos más acostumbrrados al rock o al pop de la época. Las melodías aquí forman parte importantísima y esencial para alcanzar una calidad mayor. Además, claro, de que con un análisis más profundo, llegamos a la conlcusión de que las armonías en este álbum son colosales, y son el pilar de la cohesión y coherencia que tiene en su totalidad el álbum. Así que, una vez comprendida la importancia de las melodías, y sobre todo las armonías, nos disponemos a analizar las 4 canciones que conforman el álbum.
El álbum inicia de golpe con la canción estructuralmente más compleja, es decir "Opening Move", en donde desde ya escuchamos a por lo menos 8 instrumentos diferentes en el primer minuto de canción. La introducción es una alternancia entre el golpe inicial de fuertes percusiones y sonoros sintetizadores, y una serie de contrapuntos entre la guitarra y el piano (y de fondo quizás un clavecín); pero una vez que la calma llega (gracias a ese delicioso piano) la canción comienza a evolucionar, y de nuevo la calma se ve interrumpida ahora por otros tantos de instrumentos que suenan como pisadas de elefante, para regresar a la melodía calma de piano, ahora acompañada del fagot y otros instrumentos más. Después una pequeña tensión, y otra ruptura más, con una guitarra muy distorsionada y una emotividad sin igual que desemboca cual catarata en una hermosa melodía de piano. A esto le sigue un jugueteo de música renacentista, breve pero hermosamente estructurado, para finalmente llegar a la melodía principal de la canción, otra vez a cargo del fagot, la cual va en un constante ascenso emocional y musical, pues comienza con quizás 5 instrumentos y llega a su punto climático con más de 15 instrumentos sonando simultáneamente de manera espectacular. El clímax de la canción llega luego de varios y hermosos pasajes pastorales, y una vez que colapsa sobre sí mismo, y la canción no soporta más, da pie al delicado final, el cual nos remite la base melódica de la canción, resumida en unas cuantas notas. Y así de golpe, como inició la anción, así termina. No podemos comprender en su totalidad lo que hemos escuchado, así que será mejor repetir la canción y re analizarla, pues con cada escucha se escuchan nuevos detalles que antes pasaron desapercibidos, y así , se incrementa el valor artístico y emocional de la canción en nuestras mentes.
"Second Spasm" es la canción más accesible del álbum, y estucturalmente, la más convencional. Si la analizamos, podemos detectar que se compone de una estrofa, un coro, y un interludio juguetón. Sólo eso. El inicio es maravilloso, totalmente medieval en su ambientación, pero complejísimo en la ejecución musical. La construcción de las melodías aquí es notable. Y las armonías no se quedan atrás. 3 instrumentos: unas percusiones, una guitarra pastoral y el cromorno como protagonista, que conjuntados suenan con una belleza pocas veces escuchada. Mientras dura esta estrofa inicial, apreciamos la enorme capacidad de los músicos, pero pronto llegará el rockero coro, un riff de guitarra nada convencional y respaldado por unas potentes percusiones, y algunos instrumentos de adorno que embellecen el intenso momento musical. Esta parte no la olvidaremos tan fácilmente, muy a pesar de su complejidad, lo cual supone un gran mérito por parte de la banda. A continuación, el juguetón interludio, compuesto por un par de secciones intrincadas de instrumentos inusuales, nada simple por cierto. Seguido, una sección más convencional que nos remite un poco a la estrofa inicial pero ahora con un ritmo de marcha, lo cual mantiene la esencia juguetona del interludio. Para finalizar la obra, la estrofa inicial se repite, con unos ligeros cambios y unos cuantos añadidos, y el coro final llega de manera imponente a cerrar la canción poderosamente (en la que las percusiones están a otro nivel, por encima del resto de los instrumentos). Es la canción más corta del álbum, pero también la más concisa y directa en su concepto, por lo que no nos parecerá tan larga después de todo.
Por su parte, "Lament" es una deliciosa obra nostálgica, mucho más simple en la construcción de la obra, aunque manteniendo el alto nivel de virtuosismo instrumental. La melodía que se alternan al inicio de la canción el fagot y el cromorno (con la hermosa base de guitarra y unos cuantos brillitos hacia el final de la sección) es uno de los momentos musicales más bellos de toda la historia, y acapara los primeros 3 minutos de la canción. Posterior a este deleite, la canción entra en un terreno más misteriosos y ocultista, las notas son bajas y las percusiones discretas. Un momento de intimidad musical que cae a la perfección en este momento del álbum. Aunque es breve porque pronto la canción se alegra, y se alegra demasiado. Toda esa energía que guardaba la canción explota en la tercer sección, y nos llena de gozo tanto como podamos sentirlo, pues la música sigue y sigue explotando en sí misma, hasta finalmente llegar a una emotivísima repetición electrónica de la bella introducción, con la cual finaliza la canción, y con la cual corroboramos que la música está en un nivel diferente, y que pocas veces escucharemos algo como esto. Nuevamente, como en el tema anterior, destacan por igual las melodías y las armonías, señal de que la banda estaba haciendo un esfuerzo por llegar a más oídos, y regalándonos en el proceso un par de obras sin igual.
Y para finalizar, "Checkmate" nuevamente como la canción inicial, tiene una introducción de golpe en la cual se alterna el protagonismo entre dos mini secciones que son maravillosas y complejas. Luego de una transición como marcha de guerra medieval, nos llega la melodía más entrañable, deliciosa y memorable de todo el álbum, un deleite a base de guitarra, cromorno, bajo, percusiones y un ingenio creativo esplendoroso. Es breve pero lo suficiente hermosa como para dejarnos en las nubes por un par de minutos más, cosa que se agradece, pues la canción ofrece menos que sus tres antecesoras, y va transitando un poco en lo oscuro hasta la ruptura que marca el inicio del fin, la cual no suena tan afortunada por tener demasiados sintetizadores, sin embargo, el final final vuelve a ser emotivo y delicioso. Quizás en términos generales esta canción sea la menos brillante del álbum, pero ese momento maravilloso del que hablaba (del minuto 2:28 al 3:45) salva y enaltece en su totalidad esta obra final, por lo que no podríamos decir que es un fallo en el álbum.
Como detalle final, la portada del álbum es tan deliciosa y brillante como la música contenida en él. Nos transmite todo lo que la música encapsula, y en ella podemos encontrar detalles tan mínimo pero tan significativos, que casi el mismo tiempo que nos toma escuchar el álbum, nos tomará el apreciar y admirar su hermosa portada. Un viejo jugando ajedrez con piezas raras, un bosque de fondo, un río y quizás un castillo... pero hay mucho más que eso. Un detalle artístico que como parte del concepto del álbum, cuenta tanto como una melodía o un ritmo dentro de la música. Los créditos de la portada no los he sabido encontrar, pero quien sea el autor de ella, es un magnífico artista, sin lugar a dudas.
Con este álbum hemos descubierto la enorme importancia que tienen las armonías dentro de la música, sobre todo si se trata de hacer música completamente de estudio y compleja. Conjuntar una gran cantidad de instrumentos no es tarea fácil, y hacerlo para que suenen de un cierto modo específico, sin salirse del concepto musical (en este caso, medieval y renacentista) es aún más meritorio. Y si además, se conjuntan estas complejísimas y perfectamente logradas armonías con una serie de bellas melodías, ejecutadas con el instrumento perfecto, en el tiempo perfecto y acompañado de la música adecuada, nos da como resultado una auténtica joya musical. Una joya totalmente oculta, inadvertida por más de 4 décadas (el álbum se publicó en 1974) que está ahí, a la espera de ser descubierta y diisfrutada por quienes buscan música diferente, bien hecha y trascendente.
jueves, 22 de febrero de 2018
Yoshimi Battles The Pink Robots, o de cómo hacer un álbum muy profundo con música accesible.
"The test begins...NOW".
Así es como da comienzo uno de los álbumes más hermosos y extraños que haya escuchado en mi vida, aunque no tan extraño si sabemos que sus autores son los Flaming Lips, una banda norteamericana acostumbrada a retar a sus escuchas con álbumes surrealistas y alucinantes. Ejemplos de ello son el Zaireeka (1997) (quizás el álbum más atrevido y osado en propuesta, de toda la historia del rock), el multiaclamado The Soft Bulletin (1999) o las versiones auténticamente lisérgicas de Dark Side of The Moon de Pink Floy y Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band de los Beatles.
Dado ese contexto, quizás "Yoshimi Battles The Pink Robots" sea uno de los álbumes más convencionales de la banda. En ese sentido, su accesibilidad es su mayor virtud. No nos complican la vida con experimentos sonoros ni nos hacen adquirir 4 aparatos de sonido distintos. Las canciones son sencillas en estructura, en un estilo de pop ácido y psicodélico, pero no por ello difícil de escuchar. Todo lo contrario, escuchar este álbum es un auténtico deleite para quienes amamos la música. La facilidad de sus melodías, la apertura a sonidos memorables y su identidad como banda experimental unifican el concepto musical del álbum. En cuanto a lo lírico, también hay un contexto. Inspirados en la cultura del manga y anime japonés, nos cuentan la historia de Yoshimi, una heroína que, en un futuro distópico, se debe enfrentar a unos malévolos robots rosados que intentan destruir a la humanidad. Una batalla tan extenuante que de pronto, nuestra protagonista se pregunta si de verdad vale la pena salvar a una especie tan incongruente como la humana, y se decide a explorar los distintos aspectos que valen la pena de la humanidad. Simple en apariencia, pero mucho más profundo y complejo una vez que se le escucha con detenimiento.
Como se había mencionado, la obra inicia con una prueba, una de pelea, pero no sólo en aspecto físico, sino una pelea interna, moral y ética, por lo que de verdad vale la pena. La canción, llamada "Fight Test", es un gancho más que perfecto para atraparnos y sumergirnos en la hermosa música. Las melodías vocales aquí son tan perfectas que nos remiten a los Beatles y su Sargento Pimienta. Nos transmite valor, nostalgia, alegría y amor, no sólo a través de la letra, sino de la forma en la que Wayne Coyne la canta. Musicalmente, la estructura básica de guitarra-bajo-batería está presente, con unos cuantos añadidos sintéticos, que son como adornos futuristas, recordándonos la temática general del álbum. Es imposible no enamorarse a primera vista (o primera escucha) de esta canción, tiene todos los elementos para engancharnos, y nos adentremos a terrenos más densos.
Una vez que la prueba se da por terminada, comienza el segundo tema, "One More Robot/Sympathy 3000-21", una dulce canción que nos habla sobre la habilidad que ha adquirido un robot (la unidad 3000-21) para expresar y sentir amor. Una habilidad que se creía era exclusiva de los humanos. La obvia referencia a Isaac Asimov se ve engalanada con una delicada y por momentos angustiante música, en la cual lo primero que destaca es el bajo con su riff ascendente, que tiene diversas variaciones a lo largo de la canción, y lo segundo, la intensidad del coro, en donde se cuestiona si es bueno o malo que un robot sepa amar, que sea más que sólo una máquina, dado que ha hecho un enorme esfuerzo por lograrlo. El dilema moral está fantásticamente relatado en la ingeniosa letra. Finalmente, una sección de cuerdas (sintéticas, evidentemente) cierran de manera sublime este segundo tema. El tercer tema es otro delicioso pop psicodélico accesible y melódico. "Yoshimi Battles The Pink Robots Part 1" nos narra la historia de Yoshimi, así como sus habilidades y su natural temor por enfrentar a los malignos robots, que nos quieren comer a todos. Todos dependemos de ella, y tenemos fe en que lo logrará. Esto es la canción también en términos musicales, una oda a la esperanza, a la unidad, al positivismo y a la fe. Quien no pueda aprenderse el coro en la primer escucha, es porque de verdad tiene una deficiencia de memoria, puesto que es tan pegajoso, tan memorable, y tan simple, que inevitablemente nos descubriremos cantándolo mucho antes de lo esperado. Lo que en el pop convencional se critica, aquí se alaba, porque aquí no es un facilismo, sino una enorme virtud por crear melodías sencillas pero bien hechas.
La accesibilidad del álbum se rompe totalmente con "Yoshimi Battles The Pink Robots Part 2", es decir, la musicalización de la batalla que ha de salvar a la humanidad, y en la que, afortunadamente, es nuestra heroína quien se alza victoriosa, mientras la humanidad entera se lo celebra. Sí, musicalmente es un rompimiento de tajo con lo que se había escuchado, pero no es gratuito. La banda busca rápidamente regresarnos a esa ambientación deliciosa y melódica, y por eso inmediatamente viene "In The Morning Of The Magicians", un auténtico deleite musical, que consta de dos secciones principales que se alternan el protagonismo, una un tanto compleja y rítmica, sustentada por las excelentes percusiones, y la otra más nostálgica y lenta, pero bella como pocas. Ambas son deliciosas por igual, pero la conjuncion de éstas es lo que hace que la canción destaque por encima de sus antecesoras. Líricamente, y siguiendo la historia, a la mañana siguiente de la gran batalla, Yoshimi se cuestiona qué es el amor y qué es el odio, y por qué esto tiene tanta importancia. Es una canción llena de duda y desesparanza, y mientras todos celebran la victoria, Yoshimi no sabe si ha hecho bien al derrotar a unos robots que sabían amar, cuando los humanos en apariencia no sabemos hacerlo del todo. ¿Es el amor sólo un desperdicio? ¿Y cómo eso puede tener importancia? Ni yo lo sé.
"Ego Tripping At The Gates Of Hell" abre con la segunda parte del álbum, la parte de la introspección. ¿Somos una especie que vale la pena ser salvada? Es cierto que el amor habita en todos nosotros, pero ¿sabemos expresarlo? Dejamos pasar miles y miles de momentos para hacerlo, y con excusas, los dejamos pasar de manera inexplicable. Y bueno, ese riff de bajo que sustenta en su totalidad la canción, hace que valga la pena la autocrítica, además de los pequeños adornos, tanto sintéticos como orgánicos que tiene la canción. Efectos de sonido y cuerdas sintéticas por un lado, y guitarras y vientos por el otro. La canción ya no es alegre, ya no es esperanzadora. Ahora es la introspección la que abunda en la ambientación sonora. Y esto se acrecenta más en "Are You A Hypnotist?", una canción con una base rítmica compleja y surreal. Todos mentimos, todos nos aprovechamos de otros, todos nos escondemos detrás de nuestras máscaras, todos nos alienamos. Entonces ¿por qué alguien habría de salvarnos? La psicodelia está rodeándonos por todos lados, y la canción, que de un inicio suena súmamente minimalista, termina de una manera portentosa y magnífica, mientras Coyne nos dice que el sol se eclipsa detrás de las nubes, tal y como nosotros eclipsamos nuestro amor a los demás detrás de nimiedades, tan ínfimas ante la inmensidad del amor como lo son las nubes ante la inemnsidad del Sol. Sin duda, el final de esta canción es el momento más glorioso de todo el álbum. Y con creces.
La nostalgia hace acto de presencia en "It's Summertime". Sí, los humanos somos sensibles, y cosas tan naturales como las estaciones del año pueden alterarnos emocionalmente. Mientras afuera el verano hace de la vida un placer cálido, en nuestro interior vivimos un crudo invierno, que nos paraliza y nos evita sentir toda esa calidez que el mundo, allá afuera, tiene para nosotros. Y justo antes de decir "Look outside!", esas hermosas notas de guitarra cruzan todo nuestro ser, y así, poco a poco la esperanza y el amor regresan. Esta es la canción más hermosa, estilísticamente hablando, de todo el álbum. Y sí, el amor regresa, y de qué manera lo hace. "Do You Realize?" es una gigantesca oda al amor, al gozo. Desde las primeras notas de guitarra se nos transmite una energía inmensa, que nos electrifica y nos eleva instantáneamente. La vida es una belleza, la vida basada en el amor es la vida que vale la pena salvar. Majestuosa y elegante, esta canción es capaz de revivir a los muertos, de despertar la emociones muertas que tenemos, y regresarnos de golpe a la vida, y a sus inmensas cualidades y oportunidades. Celebrando la vida es como se da el inicio del fin del álbum, y para ello, la banda nos regala una canción que quedará para la posteridad, como una de las mejores y más bellas canciones hechas por nuestra especie. El testimonio de que el amor siempre gana, es "Do You Realize?". No podemos más que agradecer a la banda por regalarnos un pedacito del Edén, 3 minutos y 32 segundos celestiales de música que sólo estaba reservada para el paraíso, y que de alguna manera, nos la trajeron a nuestra gris y mundana existencia terrenal.
Luego de la inalcanzable cima que la banda alcanzó en el tema anterior, regresamos a la Tierra con otra bella canción, titulada "All We Have Is Now" en la que, intencionalmente, nos regresan a nuestra realidad para recordarnos que lo importante es este momento. Pareciera que la letra es desesperanzadora, sin embargo, de cierta manera, es realista, por lo que esta canción contrasta en su totalidad con el resto del álbum que, a pesar de tratar temas profundos y reales como las guerras y el vacío del alma, lo hacían a traves de un cristal de fantasía y futurismo. Y aquí ese futurismo fatal nos recuerda que lo único que importa es el aquí, y el ahora. La música es un perfecto acompañamiento para este tema, pues resulta ser demasiado discreta y cumplidora. Para finalizar, un jam instrumental llamado "Approaching Pavonis Mons By Baloon (Utopia Planitia)", es simplemente una base rítmica con sonidos de acompañamiento que por momentos destacan y por momentos desaparecen. Un poco relacionado con la música que hace Air, pero sin llegar a tanta altura.
Y es así como termina uno de los álbumes más exquisitos y accesibles de la década pasada, un álbum que quedará a la posteridad como marca de que la banda estuvo presente, y que hizo un trabajo de introspección muy profundo a través de una música muy accesible, lo cual genera una cierta paradoja que, en su irreverencia, le proporciona una unicidad al álbum. No creo que haya otro álbum así de popero y así de directo en su mensaje. Aquí, la parte musical y la parte lírica son igualmente trascendentales en un sentido artístico. Pero más allá de todas esas complejidades, este álbum se puede disfrutar con toda la ligereza del mundo como pocos, y eso es algo que siempre se agradecerá.
lunes, 19 de febrero de 2018
La corriente del (verdadero) rock mexicano
La Barranca es un grupo de rock mexicano formado a finales de 1994, liderado por el talentoso José Manuel Aguilera, quien ha estado presente en todas las grabaciones de la banda y es su principal compositor, además de ser la voz principal de la banda. Su álbum más reconocido sin duda es "Tempestad", de 1997, una perfecta mezcla de rock con sonidos latinos, sin caer en yuxtaposiciones de géneros incompatibles, sino más bien añadiendo elementos de música latinoamericana dentro de una música netamente rockera.
Sin embargo, fue en 2005 que publicarían el que ha sido su álbum más rockero, más guitarrero, incluso rozando la pesadez. "El Fluir" es un estupendo álbum de rock puro, sin pretenciones ni aspiraciones más allá de las meramente artísticas. Si he de decir algún elemento del álbum (y de la banda) que me genera un poco de ruido, que me disgusta un poco, es la voz de Aguilera, siendo esto una percepción meramente personal, sin embargo, en este álbum se puede obviar este elemento y disfrutar de la música a plenitud. El álbum como tal mantiene un concepto general, el cual es el ser como agua, como un río, fluir y jamás dejar de moverse. Esta temática se añade en todos los temas de formas diversas e ingeniosas, cosa más que destacable.
Además, es importante recalcar que en México no se hace rock como tal, desde hace mucho, por lo que esto le añade doble o triple valor a este trabajo musical. Otro dato interesante es la participación, en este álbum, de otro talentosísimo músico mexicano, el genial Alejandro Otaola, quien aportaría su cretividad e ingenio en la composición de varios de los temas que conforman el álbum. La obra abre con "Dormir sin miedo", una canción en la cual de inmediato se hace sentir la pesadez rockera de la que se hablaba, si bien no es una canción genial, sí es una enorme sacudida, perfecta para iniciar el álbum, e introducirnos en la ambientación del mismo. Ojo al final de la canción, un bello detalle. A continuación aparece "Por donde pasas", una canción que retoma el estilo de la banda, tomando prestados sonidos regionales y combinándolos con rock. No nos extraña mucho escuchar una canción así, que a pesar de ser por momentos bailable, tiene un riff muy rockero, lo cual hace que no desentone, y que, a pesar de no ser la favorita de muchos, sí aporta una gran cantidad de elementos musicales variados al álbum.
Sin embargo, la primer gran canción, la primer joya es el tercer track, titulado homónimamente "El fluir", un poderoso rock que inicia y termina entrecortado, con una progresión melódica fantástica, que es emotiva y potente por igual. La guitarra de Otaola suena increíble, y la letra, un tanto de abandono y otro tanto de crecimiento, es perfecta para la música que estamos escuchando. Ese puente antes del verso clímax de la canción es un crescendo estremecedor y maravilloso que pocas veces, si no es que nunca, se habían escuchado en el rock mexicano. Y el último minuto es un despliegue rockero increíble. Pero la calidad musical no decrece con "Zafiro", que quizás no es tan rockera (excepto el interludio) pero sí tiene una emotividad destacable, comenzando por el riff oscuro y denso; la canción parece ser muy dura, y de pronto en el coro se aligera, se vuelve una caricia que nuestros oídos no esperaban. Estos contrastes rockeros son constantes a lo largo del álbum.
El beat raro (11/8) y el genial riff de "Pare de sufrir" de inmediato nos recuerdan a King Crimson, es inevitable. Pero la canción no es progresiva, es rockera, es intensa y poderosa. Todo es rock hasta el primer coro, casi angelical, una luz breve pero deliciosa. Luego regresan las guitarras y la canción se hace más compleja. En medio del caos aparece un genial riff de bajo, aparece el segundo coro, más denso y más emotivo, que cierra la canción de genial forma. "Una tarde en la vida" es un regalo de José Manuel Aguilera a la Ciudad de México (a pesar de su disgusto por ella), a sus atardeceres, un homenaje irónico al smog, y la forma en que éste altera los atardeceres, al grado de hacerlos bellos y resplandecientes. La música es de una gran belleza, Otaola se luce con su guitarra, esta vez por la suavidad con la que la interpreta (ese arpeggio in crescendo del puente intermedio es estremecedor a más no poder). La calidad musical ya lleva rato sin descender.
Y todo lo contrario, asciende un poco más con "Usumacinta", una canción sin retorno, conformada por secciones que le hacen ser un fluido que una vez que pasa, ya no regresa más. Sí, se nota la aportación de Otaola en la composición de esta enorme canción. Un inicio de una guitarra que suena como agua, un verso delicado, un interludio militaresco, una guitarra emotiva, un segundo verso preapocalíptico, y para cerrar un riff poderoso que fluye y fluye desde nuestros oídos, pasando por nuestras piernas, nuestras manos, nuestro cerebro y termina en nuestro corazón, haciéndole latir como nunca. Majestuosa lentitud.
A continuación se nos presenta un espejismo. Luego de "Usumacinta" es difícil que la canción siguiente sea del mismo nivel, y parece ser que el álbum debe de bajar de nivel en este punto inevitablemente. Sin embargo, con un poco de apertura, nos daremos cuenta de que no es así, pues "Ser un destello" es una fantástica canción, nuevamente con la aportación en la composición de Alejandro Otaola. La canción es muy densa, por momentos triste, por momentos pesada, pero musicalmente es una obra genial, las estrofas, los puentes, los coros, todos ellos tienen elementos musicales muy complejos, y detalles deliciosos que engrandecen la calidad musical del tema. Incluso hace sonar la voz de Aguilera de manera maravillosa, y eso ya es un gran logro. No, el álbum no ha bajado de nivel musical, se mantiene con esta enorme e inevitablemente infravalorada canción.
Y ahora sí, "El cinturon de Orión" nos hace descansar un poquito, siendo una canción menos brillante, pero no por ello es una mala canción. Digamos que está al nivel de las dos primeras canciones, y pues sí, mantener el altísimo nivel musical constante desde el tercer track es demasiado esfuerzo, pero reitero, esta canción es muy buena, tiene momentos ingeniosos, una letra más que poética, y un intenso coro. Pero el descanso sonoro era inevitable. Afortunadamente se recupera la calidad musical con la instrumental "Río", un rock poderosísimo, un riff inusual, y de nuevo, la aportación de Otaola. La canción nos lleva de lo melódico a lo irreverente, y de ahí a lo poderoso. El headbanging aquí es ineludible. Todos llegamos a hacerlo en un punto específico de la canción (minuto 0:46). La influencia crimsoniana nuevamente es evidente.
Y llega la sección final del álbum, "Hendrix" es una emotiva, bella y melódica canción, con una letra mística y momentos musicales de enorme belleza... hasta el breve y poderoso final, que rompe totalmente con la canción, despedazándola (para bien) y compitiendo con otras como la mejor canción del álbum. Sí, los versos hermosos, las rupturas emotivas, el coro poético, la atmósfera cálida y entrañable. Todo eso contrasta con el poderoso riff, las estridentes guitarras y los potentes golpes a las percusiones que nos regalan en la sección final del tema. Qué gran álbum. Cerramos de forma perfecta con otra canción de Otaola, "Si acaso hay vida" es el delicado broche que este álbum necesitaba. La canción se iguala en belleza con "Una tarde en la vida", sin embargo la emotividad aquí es mayor, se palpa la melancolía en la canción, incluso en los momentos más rockeros, y nos deja con una sensación de cierre muy gratificante.
Si usted es de los que cree que el rock mexicano es Zoe, Moderatto, Fobia, Molotov o los Ángeles Azules, tiene que conseguir a como dé lugar este álbum, tiene que escuchar las guitarras, tiene que recordar que México es un país que también tiene talento, y que nosotros como escuchas, no debemos conformarnos "con lo que hay", con los facilismos de supuestos músicos o las imposiciones de la industria y la influencia de Timbiriche, sino que podemos escuchar música de verdadera calidad, y de un nivel artístico digno de nuestra cultura, y nuestra posición artística a nivel mundial. Aquí un ejemplo de ello.
viernes, 16 de febrero de 2018
Con la bendición del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
2011 fue un año muy prolífico para la escena indie del rock internacional; varios de los mejores álbumes de la década fueron publicados en este espléndido año musical, y uno de ellos es el "Father, Son, Holy Ghost" de los californianos Girls, quienes en este álbum harían su segundo y último larga duración, luego de haber publicado en 2009 su interesante álbum debut intitulado minimalísticamente "Album".
A diferencia de su primer grabación, mucho más cercana al sonido indie con elementos electrónicos y rockeros, su segundo álbum fue uno mucho más cercano a las raíces del rock, con elementos de soul, gospel y un poco de blues, cosa rara en estos días. La obra abre con "Honey Bunny", una canción con aires poperos muy notorios, y con un intermedio soulero muy interesante, aunque en su mayoría predomina la ambientación jovial y vivaz. "Alex" es, sin embargo, una excelente canción de rock sin etiquetas, una canción con estructura de rock, guitarras rockeras y una letra de amor muy singular. Ojo al estupendo final de la canción. Por su parte, "Die" es un alocado rock lleno de poderío y con una breve estrofa que alimenta esta locura, la banda apuesta más hacia los sonidos duros y electrificantes.
Sin embargo, es en este punto que el álbum da un giro conceptual un tanto brusco, sin que ello afecte a la cohesión y uniformidad del álbum. Con "Saying I Love You" la banda ahora comienza a expresar dolor, tristeza y melancolía (de hecho el cambio se da desde la última parte de la canción anterior). La canción en apariencia es dulce y melódica, sin embargo tras esa fachada se esconde un tremendo dolor por el abandono y el vacío de la soledad. Y es así como poco a poco la banda nos hunde un poco más con cada canción, y "My Ma" está para confirmarlo, una canción nostálgica en acordes blueseros y con elementos claramente de soul y gospel (esos coros femeninos son bellísimos) es, a mi parecer, una de las mejores canciones del álbum. Una canción salida directamente del corazón, dispuesta a entrar a miles más a través de los oídos de quienes se lo permitamos.
Pero esto apenas es el comienzo del descenso emocional al que la banda nos pretende llevar suavemente. "Vomit" llega con su explícito título a sumergirnos un poco más, con una duración de por encima de los 6 minutos, alcanza niveles de emotividad escalofriantes, con ese deprimente inicio de la canción, y la potente ruptura musical del primer coro. Luego del estrepitoso y sí, vomitivo solo de guitarra, y de un puente interesante, llega el fastuoso final de la canción, elevando las emociones al máximo y llevándonos más cerca del fondo emocional del álbum. "Just a Song" es un deleite desde las primeras notas de guitarra, cercanas a lo barroco, y con esa agridulce letra llena de dolor y dulzura, acorde con la música que estamos escuchando. La canción va avanzando sin perder esa dulzura, esa deliciosa atmósfera de melancolía que se presenta de múltiples maneras a lo largo del tema, haciendo que, a pesar de ser claramente una canción llena de tristeza, nos llene el corazón de más ternura que dolor. La parte final ("Love... love... love... it's just a song") es una maravilla completa.
La tristeza desaparece por un momento, con la súper entusiasta, romántica y optimista "Magic", la cual regresa un poco a la temática popera del primer track, aunque mucho mejor lograda esta vez. La canción es totalmente pegajosa y llena de alma y carisma propia. Memorable desde la primera hasta la última nota, es en su simpleza en donde radica su mayor virtud. Pero esta breve luz se opaca rápidamente con la oscuridad de "Forgiveness", una canción pesada de casi 8 minutos de duración, que nos mantiene en suspenso y esperando una ruptura musical (que sí llega). Temáticamente, la canción está buscando la redención y la salida emocional a los problemas cotidianos que todos pasamos a diario. Irónicamente, la letra es mucho más esperanzadora que la música que le acompaña, cosa que genera un contraste que complementa nuestra percepción de la canción. Como suele suceder, la música se rompe junto con las emociones de la misma, y la canción alcanza su clímax catártico y hermoso por igual.
Anticipando el final del álbum, "Love Life" aligera las emociones sin dejar de ser una bella canción. Muy cercana al soul que cantaban Sam Cooke y Otis Redding, ahora la tristeza se ve bastante adornada con romance en vez de oscuridad, con elegancia en vez de depresión, y con sensualidad en vez de abandono. Un homenaje al soul de la época del 60-65, perfectamente bien logrado, al grado de erizarnos la piel por su enorme emotividad. Por último, "Jamie Marie" es la joya de la corona. La última canción es por demás fina y sutil, melancólica hasta los huesos, y colmada de ternura. Un perfecto cierre para lo que el álbum nos quiso transimitir, y para lo que nos ha hecho sentir a lo largo de 52 minutos de rock, blues, soul y una tristeza hermosísima.
Es por ello que de entre todos los buenos álbumes salidos en esta década por terminar, quise destacar a "Father, Son, Holy Ghost", porque es un álbum bastante inusual en nuestros tiempos, dominados por la electrónica, los derivados de Radiohead y el llamado indie. Girls, dentro de su temática indie, lograron rescatar en este álbum algo que parecía ya olvidado por la mayoría de los músicos de nuestros tiempos, es decir, las raíces y el alma del rock, no del rock como género, sino como expresión cultural y artística. Sí, es un álbum bastante inusual, y en ello radica su inmensa belleza.
martes, 13 de febrero de 2018
Mis 21 canciones favoritas de los Rolling Stones
Los Rolling Stones son esos dioses del rock, esos que honraron y preservaron las raíces del género dentro de una cuarteta de álbumes monumentales, además de otras canciones igualmente trascendentes. Los anti-Beatles, rebeldes y con música mucho más áspera, representan la rudeza del rock, y la evidencia sonora de sus orígenes negros, tales como lo son el blues, el gospel, el soul, etc. Su música ha influido a un sinfín de músicos a lo largo de la histora del género, y es por ello que he elegido mis 21 canciones favoritas (no sé si las mejores) de esta legendaria agrupación, en orden ascendente.
21. Factory Girl
El penúltimo track del legendario Beggars Banquet (1968) es una sencilla canción que en un inicio aparenta tener un cierto toque hinduista (muy de moda en la época) sin embargo se aleja de ese estilo de inmediato, gracias al fiddle que aparece al final de cada verso, el cual le acerca más al country rock. La canción trasciende por su simpleza, su belleza y su letra llena de humor negro.
20. As Tears Go By
Esta bella canción fue compuesta inicialmente para ser interpretada por la entonces pareja de Mick Jagger, la talentosa Marianne Faithful, sin embargo, los Stones publicaron su versión de la canción en 1966, con un arreglo de cuerdas bastante interesante y una melancolía explícita en cada uno de sus versos. Una belleza cercana más a lo barroco que al blues, de las mejores de la banda, sin duda alguna.
19. 2000 Man
Una canción muy psicodélica que destacó a pesar de que el periodo experimental de la banda no ha sido muy bien recibido por la crítica. La canción es un pop bello, lleno de armonías y cambios de ritmo que le hacen destacar de inmediato. Aparecida en el "Their Satanic Majesties Request" de 1967, aparece en mi lista gracias a ese intermedio fantástico.
18. Start Me Up
Lo único destacable de la banda en los años 80, del álbum Tattoo You de 1980, esta es una remembranza de los mejores años de la banda, justo antes de entrar en un período muy poco lúcido creativamente para ellos. En esta, asumen su rol de veteranos para expresar su devoción hacia las mujeres jóvenes, y de la facilidad que tienen éstas para enloquecer hasta a los hombres más maduros. Ese riff que da inicio a la canción es ya legendario.
17. Sweet Black Angel
Esta belleza de canción aparecida en el "Exile on Main Street" de 1972, está dedicada a Angela Davis, una activista por los derechos de los afroamericanos, quien por ese entonces corría peligro por sus radicales ideologías. La letra de la canción es una belleza y un homenaje a lo que la raza representaba para los músicos en sus vidas y su obra ("She's a sweet black angel, not a sweet black slave..."). Musicalmente es muy cercano al sonido antillano o caribeño, a su vez derivado de la música africana, lo cual amplía la gama de influencias negras de la banda, y lo hacen de manera magistral.
16. You Can't Always Get What You Want
La canción que cierra el que a mi gusto es su mejor álbum, el Let It Bleed de 1969, una canción muy fastuosa y preciosista, aparenta en un inicio orientarse hacia las raíces europeas de la música (con ese bello coro) sin embargo, una vez que comienza la música, ahí aparecen el blues, el country y el gospel. La canción va creciendo a lo largo de sus siete minutos de duración, logrando alcanzar una epicidad hacia el final que nos estremecerá indudablemente.
15. Wild Horses
Se trata de una lenta y delicada balada rock, aparecida en el Sticky Fingers de 1970, y que destaca por la sensibilidad acoplada con el country y el folk a los cuales la banda suele honrar en casi todos sus álbumes. Una canción stoniana por excelencia, y un modelo de lo que una balada rock puede lograr, cuando se hace bien.
14. Paint It, Black
En plena época psicodélica, los Stones mezclaron el rock a la perfección con las corrientes de moda, y crearon esta maravillosa y enérgica canción. Brian Jones fue el encargado de tocar la cítara en esta canción, creando un riff memorable. Los Stones creron este rock que mueve el esqueleto, que estremece los oídos y que nos llena de energía con canciones llenas de poder y magia, como lo es esta.
13. Live With Me
Una oda a la misoginia y al machismo, tan naturales en el 1969 británico. Esta es otra de esas canciones llenas de energía y poder, aunque esta es 100 % rock & roll. Un riff de bajo y una guitarra breve y concisa son las bases de esta canción, mención aparte el trabajo de Charlie Watts para mantener ese estrepitoso y maravilloso beat en las percusiones que de alguna manera inauguraría el headbanging que se puso de moda años después con el heavy metal. ¿Falta algo? Claro, el saxofón sonando en esplendor total justo antes del catártico y explosivo final de la canción.
12. Beast Of Burden
Luego de su descenso artístico de mediados de los 70, los Stones parecían acabados, hasta que en 1978 ( en plena explosión punk) apareció el más que interesante álbum Some Girls, del cual se extrae esta maravilla de canción, con acordes y ambientación netamente bluesera, y aunque el álbum coontiene algunas canciones cercanas a la música disco (¡ugh!) canciones como esta lo rescatan de la debacle. Una gran canción casi aparecida por azar.
11. Sympathy For The Devil
Luego de explorar las mieles de la psicodelía, Mick Jagger y Keith Richards estaban hartos del amor y paz, y del movimiento hippie tan flácido y endeble, por lo que en 1968 decidieron retomar sus raíces de manera contundente, y esta canción es la pimera muestra de ello. La abridora del Beggars Banquet es una potente muestra rockera, con muy pocas guitarras, pero un piano que suenan como 10 y tocados por pisadas de elefantes (gracias Brian Jones). Esta "Lástima por el diablo" (no simpatía, como muchos erróneamente le traducen) es una joya del rock todo, un tour de force majestuoso y, tengo que decirlo, muy muy muy cabrón.
10. Ruby Tuesday
Esta es una de las canciones más hermosas y entrañables que he escuchado en toda mi vida, la suavidad de los Stones les hace parecer como si este fuera su estilo musical de toda la vida, y la fantástica progresión melódica de la canción, aunado a las perfectas armonías musicales de por lo menos 7 instrumentos, nos transmite un sinfín de bellas emociones, en tan sólo un par de minutos. El amor hecho música.
9. Brown Sugar
La abridora del Sticky Fingers es un rock & roll poderoso, melódico y pegajoso, lo cual hace que funcione a la perfección como iniciadora del álbum. El riff es corto y contundente, las estructuras musicales nos remiten al blues de una manera espléndida, sin dejar de ser un rock de sepa, en su forma más auténtica y en bruto. A bailar con los Rolling Stones.
8. Midnight Rambler
La perfección del blues, un blues estilo Chicago, con mucha experimentación, con una armónica estupenda, un riff espléndido, unos cambios de ritmo sutiles pero exactos, y una dinámica musical simplemente deliciosa. Es cierto, es una canción experimental, pero no existe forma en que no podamos disfrutar una joya de canción, tan simple y tan majestuosa a la vez. Extraída del Let It Bleed de 1969, es una de las mejores canciones de blues rock de toda la historia.
7. She's a Rainbow
Una de las canciones con más belleza en la historia del rock, esta canción es casi un mérito total a Brian Jones, debido a sus capacidades como multiinstrumentista, arreglista y como visionario innovador de sonidos y ritmos. La canción desde el inicio ya nos enamoró, gracias a ese bello piano, esa letra llena de magia y colores y ese optimismo psicodélico que pocas veces pudimos escucharle a los Stones. Busque belleza en el diccionario, y deberá salir esta canción como definición. Their Satanic Majesties Request pasó a la historia gracias a esta canción. Y ya.
6. Moonlight Mile
Otra belleza de canción, esta es mucho más melancólica, menos colorida, pero igual de majestuosa. Cierra el Sticky Fingers y lo hace de una manera magistral. Son casi 6 minutos de melancolía pura, de blues adornado con elementos de rock, de una tristeza inconmensurable. Nos entregamos de lleno a su letra, que dice cosas como: "I am just living to be dying by your side/ but i'm just about a moonlight mile on down the road...". Si con esto no salen un par de lágrimas, entonces esperen al maravilloso final de la canción.
5. Country Honk
La canción campirana y deliciosa del Let It Bleed es mi quinta favorita de la banda, y esto es debido a que a pesar de no tener una sola guitarra eléctrica, nos mantiene inmersos en el rock mismo, y en sus raíces musicales más lejanas, que en este caso no suenan tanto. El homenaje a la música americana por excelencia de la banda, y una de las mejores canciones de rock de la vida.
4. Tumbling Dice
Extraída del Exile On Main St, esta canción fusiona a la perfección el rock con el gospel, con esos hermosos coros que repiten el "baby" de manera espectacular, o que al final nos estremecen al decir "Got to roll me". La canción destaca por su calidad musical innata, con esas guitarras perfectamente melódicas, y ese ritmo cambiante y delicioso. Cada que escucho esta canción, me estremezco por su perfección.
3. Street Fighting Man
Este es un canto de lucha, una marcha voraz de energía y una inyección de vitalidad rockera para quienes amamos este género. Aparece en el Beggars Banquet, y esta vez no hay raíces explícitas, no blues, no gospel, no country, sólo rock en su estado más rudo y poderoso. Una de la canciones más covereadas por diversos artistas, influenció al rock en general, y nos llena de un espíritu rebelde como sólo el rock lo puede hacer. Una canción gigantesca.
2. (I Can't Get No) Satisfaction
La canción más conocida de los Stones, y quizás el primer riff británico de la historia del rock, y uno de los mejores de todos los tiempos, nuevamente nos encontramos con un rock puro, contundente y enérgico, adornado por ese riff fantástico e imperecedero. Todos los elementos que hacen del rock que sea rock están presentes en esta canción, es por ello que me gusta tanto como para ponerla en el #2. Sí, el 2.
1. Gimme Shelter
Mi canción favorita de los Rolling Stones. ¿Por qué? Porque lo tiene todo, es rockera, es sublime, es emocional, es rebelde, es contestataria, es políticamente incorrecta, es guitarrera, y tiene la escalofriante voz de Mary Clayton, haciéndonos sentir una electricidad que pocas voces logran hacerlo. Es el track abridor del Let It Bleed, y es una de las canciones de rock más impresionantes que haya escuchado en mi vida. Además, tiene claras influencias blueseras y de gospel. No a la guerra, sí al arte. Esta canción parece ser guerra, pero en realidad es arte.
sábado, 10 de febrero de 2018
Las doce canciones de Randy
El segundo álbum del injustamente muy poco reconocido músico estadounidense Randy Newman, publicado en 1970, tiene por nombre "12 songs", y sí, como bien se puede intuir, el álbum coniene 12 canciones, todas ellas en un estilo de blues y roots rock que tiene elementos de country, R&B y un delicado toque de smooth jazz que hacen del álbum una delicia de principio a fin.
No se trata de una joya del rock, pero sí se trata de uno de esos álbumes que, con muy pocos elementos, nos entregan como resultado una obra exquisita y deliciosa de principio a fin. La música fluye con extrema facilidad por nuestros oídos, haciendo de la experiencia de escucharle un absoluto deleite.
Para una época en la que los músicos de rock buscaban innovar y presentar obras exquisitas y complejas, el buen Randy nos entrega una joyita simple y bella, sin mayores pretensiones que las de disfrutar y hacer disfrutar. De los temas, sólo "Underneath the harlem moon" (una joyita melancólica) no es compuesta por Newman, las once restantes son enteramente mérito del oriundo de Los Angeles, lo cual desde luego, eleva el nivel del resultado final.
De entre mis favoritas, están "Let's burn the cornfield", "Suzanne" (no es la de Leonard Cohen), "Lucinda", "Rosemary", "Uncle Bob's midnight blues" y esa hermosura llamada "Lover's Prayer". Sin duda este es una de las joyas escondidas más bellas de la música contemporánea, y por alguna razón, casi nadie le otorga el mérito a Newman de resaltar de entre los músicos más importantes de la década de los setentas.
Así que si andan en busca de un álbum simple, uno como para viajar, o como para pasar una velada entrañable a solas o en compañia, o si simplemente quieren disfrutar de la bella música influida por todas las raíces del rock, entonces este álbum les va a dibujar una enorme sonrisa en sus rostros. Vaya joyita.
miércoles, 7 de febrero de 2018
Hermosa agonía.
En los noventas el trip hop fue una de las corrientes musicales británicas más sobresalientes y menos valoradas (claro, al mismo tiempo estaba en su auge el britpop), y de entre esa corriente musical surgió una agrupación que, con su magnánimo debut ("Dummy", 1994) asombró a más de uno. Esa banda, llamada Portishead, tenía como frontwoman a uno de los personajes musicales más escalofriantes y estremecedores de la escena musical toda, la maravillosa Beth Gibbons. Su voz, su alma, su transmisión de emociones... pocos vocalistas han llegado a las alturas que Gibbons parece alcanzar con tanta facilidad. Para el 2008 se publicaría su tercer álbum (llamado de manera obvia "Third"), luego de que el segundo y homónimo no sorprendiera a muchos (obviamente), ensombrecido por la gigante estatua erigida por el primigenio álbum ya mencionado.
Pero entrando en materia. Una voz en portugués nos da la bienvenida a una joya musical de principio a fin. Portishead ahora no nos regala un álbum del todo trip hopero, sino que nos entrega un art rock de altísima calidad, con estructuras armónicas mucho más elaboradas, aunque igual de sombrías que en su debut. La banda envejece, y su música parece madurar a la par. Y no está mal, no son obsoletos, son innovadores, son evolutivos, son propositivos. Así es como una banda debería envejecer. Es lo que Radiohead debió haber hecho... en fin. "Silence" de inmediato pone la vara del álbum muy en alto. El frenesí musical contrasta abrumadoramente con la fantástica letra, cantada por Gibbons al borde de las lágrimas, o mejor dicho, dejándonos a nosotros en ese estado. No sólo es lo que dice, sino cómo lo dice. Y es que poner a Beth Gibbons a decirnos cosas como "Empty in our hearts, crying out in silence..." es torturarnos de una forma igualmente disfrutable y cruel. Y sí, el silencio se apodera de la canción, y la finaliza de forma abrupta, sin aviso alguno, y nos deja a medio llanto, perturbados y sin un cierre que alivie nuestra alma en pena. Tanto en tan sólo la primera canción.
Pero no se preocupen, que "Hunter" no sólo mantiene nuestra hermosa agonía, sino que la incrementa de la manera más dulce. Sí, es esa guitarra de fondo la que nos sumerge, sí es esa estruendosa nota eléctrica que suena en el coro la que nos eleva, sí, son esas ascendentes notas de sintetizador las que nos sanan. Es la belleza de la agonía. Una canción bellísima en la que los susurros de Beth son la cereza del pastel. ¿Otro pastel? Claro, se llama "Nylon Smile", un tema sostenido por unas percusiones contundentes, adornadas por unas suaves notas de guitarra y los sintetizadores por momentos calmos, por momentos dramáticos. ¿Otra cereza para este pastel? Beth Gibbons exclamando "Cause i don't know what i've done to deserve you". Y créanme, es mejor de lo que se los cuento, mucho mejor. Sólo lleguen al final de la canción, y vean lo que la banda les hace.
"The Rip" es la canción más conocida del álbum, y no por ello se le resta valor, pues la emotividad y la esperanza hacen su aparición aquí, la canción se divide en dos mitades, una acústica, hermosa, mágica incluso, de repente aparece el amor, sobreponiéndose a la amargura, permitiendo que soñemos y que seamos más tiernos que oscuros. La segunda mitad es más electrónica, nos regresa del idilio breve al que la banda nos permitió llegar en la primera mitad, nos dejaron ver el cielo por un instante, y era hermoso. Tan hermoso como efímero. No debemos olvidar el mundo cruel en el que vivimos, y como en la vida misma, la luz nos llega en pequeñas dosis para iluminar nuestra tenebrosa existencia. Y para hundirnos más y más está "Plastic", simple en su estructura pero bellamente adornada, primero y desde luego, por la voz, segundo, por los fantásticos beats de percusiones, y tercero, por ese gigantesco coro en donde aparece ese demonio que todos tenemos, que en cada quien tiene un nombre distinto, pero que a todos nos atormenta y nos hace sufrir; bueno, pues ese demonio está en esta canción, expresado de una manera tan sobrecogedora, que de alguna manera se ve y se siente gozoso, y empatizamos tanto con la letra, que nos sana un poquito. "¿Qué no sabes que la vida me transforma, siempre me desea? Apenas si puedo rezar". Ya se los dije, espérense al final de la canción.
Para este punto ya estamos tan sumergidos en la ambientación del álbum, que la banda ahora sí nos ataca con la artillería pesada. Eso es "We Carry On", una marcha de guerra trepidante, incansable, eso, incansable. Parece no acabarse nunca; sí, por momentos nos distraemos con lo que parece ser un discreto riff de guitarra, o por las percusiones que de tanto en tanto hacen su aparición. Pero detrás de todo está esa incansable marcha, siempre avanzando, siempre ganando terreno sobre nosotros. Estamos apabullados ya, la música ya nos ha dado la vuelta, y nos ha hecho sus esclavos. ¡Qué fantástica es esta música! Y sí, queremos que siga y siga...
Pero no, todo lo contrario, se nos otorga misericordia con una breve (y muy a la indie) canción, ukulele incluido, que nos sirve como un respiro (no es que lo necesitáramos tanto), un pequeño poema musicalizado, adornado con las voces, y que de manera esperanzadora, culmina diciendo "No matter how far i drift, deep waters won't scare me tonight". Y ya, eso fue todo. Más artillería pesada, "Machine Gun" muy a la Kraftwerk en un inicio, sólo que, claro, embellecida con la voz de Gibbons. La ametralladora va evolucionando conforme avanza la canción, y hacia el final de la misma, llega la estocada final. En seguida "Small" nos regresa (eso sí, suavemente) a nuestro estado de bella amargura, de luz ensombrecida y de hermosa agonía. Sostenida por un finísimo arpeggio de guitarra primero, y por un arco electrónico después, la voz de Gibbons nos lleva por aquí, por allá, bajando, y nada más. Todo suave, todo gentil, hasta la ruptura de mitad de canción, justo después de que se menciona el odio al Señor, como si el cielo respondiera con truenos musicalizados en tres cuartos, mismos que regresarán de manera escalofriante en el final de la canción acompañados de una estruendosa guitarra que no hace más que poner el dedo en la llaga. Estos finales de canción que siempre nos dejan caer desde lo más alto.
De inicio, "Magic Doors" parece ser una canción demasiado "normal". Incluso hay melodías en la voz de Gibbons, el ritmo parece ser ordinario, ¿qué es esto?, ¡Ah! ya sé. La canción de relleno. Sí, suele pasar, a veces hay que cumplir con un mímimo de duración para el álbum, muchos álbumes las tienen, y bueno... espera, ¿qué? no. No, no, si esto no es ningún relleno, que si esto es una maravilla. Una vez que aparece el piano, como un rayo sobre nuestros oídos, nos llega la luz, esta canción es una maravilla, sí, es atípica, pero es una maravilla al final. Esto se confirma con ese delicioso lapso, justo cerca del final, antes del último coro. Sí, es delicioso escuchar unos metales chillantes y disonantes. Aquí sí.
Y como todo lo que empieza, termina, pues llega "Threads" para cerrar el álbum de finísima forma. Incluso en el inicio, con ese suave riff, parece tener una cierta dosis de sensualidad, pero no, es agonía. Sí, ya nos gusta esta sensación, ya somos resistentes a ella, ya la apreciamos como una expresión artística. Y en gran parte se lo debemos (no me canso de repetirlo) a la asombrosa voz de Beth Gibbons. Sólo escuchen la parte donde dice "I'm always so unsure". La ruptura de la canción, el clímax potente y estremecedor, incluso rockero. Pero eso no es todo, como en todo el resto del álbum, espérense al final final. Después compren unas veladoras y pónganle un altar a este álbum (referencia a la mosca, sí) y escúchenlo cada que puedan. Cada que sientan que se les va la humanidad, cada que piensen que son indolentes, cada que sientan que a su alma se le rompió un pedacito, cada que sientan que son invencibles. Escúchenlo y regresen a su hermosa naturaleza frágil y sensible.
Es por ello que "Third" se ha convertido en uno de mis álbumes favoritos para lo que sea, considero que está entre los 5 mejores de la década pasada, y además yo personalmente les recomiendo que lo escuchen con la persona más cercana a sus vidas, y que junto a esa persona, lo lloren, lo disfruten y lo compartan, porque inevitablemente al escuchar este álbum, se nos abre un poquito el alma, y nos exponemos tal cual somos, y sabemos que eso no se hace frente a cualquier persona. Yo personalmente, agradezco a la persona que seguramente lo escuchó con mi hermano, y que a través de él llegó esta joya a mis oídos, y a los de alguien más.
Para finalizar, el rostro de nuestra agonía. Conozcan a la múltiplemente mencionada Beth Gibbons (digo, por si no la conocían).
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