viernes, 16 de febrero de 2018

Con la bendición del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo



2011 fue un año muy prolífico para la escena indie del rock internacional; varios de los mejores álbumes de la década fueron publicados en este espléndido año musical, y uno de ellos es el "Father, Son, Holy Ghost" de los californianos Girls, quienes en este álbum harían su segundo y último larga duración, luego de haber publicado en 2009 su interesante álbum debut intitulado minimalísticamente "Album".

A diferencia de su primer grabación, mucho más cercana al sonido indie con elementos electrónicos y rockeros, su segundo álbum fue uno mucho más cercano a las raíces del rock, con elementos de soul, gospel y un poco de blues, cosa rara en estos días. La obra abre con "Honey Bunny", una canción con aires poperos muy notorios, y con un intermedio soulero muy interesante, aunque en su mayoría predomina la ambientación jovial y vivaz. "Alex" es, sin embargo, una excelente canción de rock sin etiquetas, una canción con estructura de rock, guitarras rockeras y una letra de amor muy singular. Ojo al estupendo final de la canción. Por su parte, "Die" es un alocado rock lleno de poderío y con una breve estrofa que alimenta esta locura, la banda apuesta más hacia los sonidos duros y electrificantes.

Sin embargo, es en este punto que el álbum da un giro conceptual un tanto brusco, sin que ello afecte a la cohesión y uniformidad del álbum. Con "Saying I Love You" la banda ahora comienza a expresar dolor, tristeza y melancolía (de hecho el cambio se da desde la última parte de la canción anterior). La canción en apariencia es dulce y melódica, sin embargo tras esa fachada se esconde un tremendo dolor por el abandono y el vacío de la soledad. Y es así como poco a poco la banda nos hunde un poco más con cada canción, y "My Ma" está para confirmarlo, una canción nostálgica en acordes blueseros y con elementos claramente de soul y gospel (esos coros femeninos son bellísimos) es, a mi parecer, una de las mejores canciones del álbum. Una canción salida directamente del corazón, dispuesta a entrar a miles más a través de los oídos de quienes se lo permitamos.

Pero esto apenas es el comienzo del descenso emocional al que la banda nos pretende llevar suavemente. "Vomit" llega con su explícito título a sumergirnos un poco más, con una duración de por encima de los 6 minutos, alcanza niveles de emotividad escalofriantes, con ese deprimente inicio de la canción, y la potente ruptura musical del primer coro. Luego del estrepitoso y sí, vomitivo solo de guitarra, y de un puente interesante, llega el fastuoso final de la canción, elevando las emociones al máximo y llevándonos más cerca del fondo emocional del álbum. "Just a Song" es un deleite desde las primeras notas de guitarra, cercanas a lo barroco, y con esa agridulce letra llena de dolor y dulzura, acorde con la música que estamos escuchando. La canción va avanzando sin perder esa dulzura, esa deliciosa atmósfera de melancolía que se presenta de múltiples maneras a lo largo del tema, haciendo que, a pesar de ser claramente una canción llena de tristeza, nos llene el corazón de más ternura que dolor. La parte final ("Love... love... love... it's just a song") es una maravilla completa.

La tristeza desaparece por un momento, con la súper entusiasta, romántica y optimista "Magic", la cual regresa un poco a la temática popera del primer track, aunque mucho mejor lograda esta vez. La canción es totalmente pegajosa y llena de alma y carisma propia. Memorable desde la primera hasta la última nota, es en su simpleza en donde radica su mayor virtud. Pero esta breve luz se opaca rápidamente con la oscuridad de "Forgiveness", una canción pesada de casi 8 minutos de duración, que nos mantiene en suspenso y esperando una ruptura musical (que sí llega). Temáticamente, la canción está buscando la redención y la salida emocional a los problemas cotidianos que todos pasamos a diario. Irónicamente, la letra es mucho más esperanzadora que la música que le acompaña, cosa que genera un contraste que complementa nuestra percepción de la canción. Como suele suceder, la música se rompe junto con las emociones de la misma, y la canción alcanza su clímax catártico y hermoso por igual.

Anticipando el final del álbum, "Love Life" aligera las emociones sin dejar de ser una bella canción. Muy cercana al soul que cantaban Sam Cooke y Otis Redding, ahora la tristeza se ve bastante adornada con romance en vez de oscuridad, con elegancia en vez de depresión, y con sensualidad en vez de abandono. Un homenaje al soul de la época del 60-65, perfectamente bien logrado, al grado de erizarnos la piel por su enorme emotividad. Por último, "Jamie Marie" es la joya de la corona. La última canción es por demás fina y sutil, melancólica hasta los huesos, y colmada de ternura. Un perfecto cierre para lo que el álbum nos quiso transimitir, y para lo que nos ha hecho sentir a lo largo de 52 minutos de rock, blues, soul y una tristeza hermosísima.

Es por ello que de entre todos los buenos álbumes salidos en esta década por terminar, quise destacar a "Father, Son, Holy Ghost", porque es un álbum bastante inusual en nuestros tiempos, dominados por la electrónica, los derivados de Radiohead y el llamado indie. Girls, dentro de su temática indie, lograron rescatar en este álbum algo que parecía ya olvidado por la mayoría de los músicos de nuestros tiempos, es decir, las raíces y el alma del rock, no del rock como género, sino como expresión cultural y artística. Sí, es un álbum bastante inusual, y en ello radica su inmensa belleza.

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