lunes, 24 de abril de 2017

La evolución del grunge: Siamese Dream



El grunge era un género musical de adolescentes inadaptados y rebeldes asimilando la crudeza de su vida, llena de abusos y carencias, y cuyo estandarte es la rabia hacia todo y hacia todos. Luego de una década de hair metal, este movimiento fue no sólo una propuesa innovadora, sino necesaria. Entonces llegó 1991 con Seattle como sede del movimiento y Nirvana como su puerta de acceso. Pero el gusto duró muy poco, pronto la juventud norteamericana (como siempre) se excedió en el concepto y lo quiso llevar a un terreno comercial y moldeador de mentes imberbes, y el género murió convertido en lo que más aborrecía en principio: un ente comercial. Pero el género encontró un grupo que, lejos de buscar enriquecerse económicamente, buscó la evolución artística del género, una banda que curiosamente, no era de Seattle, sino de la muy lejana Chicago, cuna del blues más experimental de los años 40, y que ahora vería nacer a los Smashing Pumpkins, quiener incursionaron en el "alternativo" en 1991 con su contundente e inmaduro "Gish".

En 1993 publican una de sus dos obras cumbres, "Siamese Dream" llevaba por nombre, y musicalmente era una evolución del grunge, llevando la ira y la angustia a terrenos mucho más complejos, musicalmente hablando, y de mayor madurez emocional, líricamente hablando ("I'll torch my soul to show the world that i am pure, deep inside my heart, oh... no more lies!" es una muestra de ello). La manera en que se componen las canciones en este álbum es diferente, se alejan un poco de las estructuras convencionales y combinan el grunge con experimentaciones sonoras y estructuras progresivas. Así, la banda reinventó el sonido alternativo y lo llevó a un nivel más arriba.

Es cierto que Billy Corgan, líder de la banda, se volvió loco buscando la perfección sonora, y sacando de quicio a sus compañeros de banda, gracas a sus 120 overdubs de guitarra (es decir, grabar la misma sección de guitarra hasta 120 veces para encimarlas una con la otra y así alcanzar un muro de sonido rockero y poderoso) o de grabar una canción en 60 o más tomas. El precio del arte a veces es la locura. Sin embargo los resultados los disfrutamos nosostros, y vaya que son dignos de destacarse.

Integrado por 13 grandiosas canciones, la música puede ser triste, angustiante, esquizofrénica, tierna, romántica y desesperanzadora por igual. Entonces de un inicio altamente poderoso con temas rockerísimos como "Cherub Rock" y "Quiet", pasamos a una pseudo-infantil y perturbadoramente anti-optimista "Today". Entonces entramos en un terreno de gran calidad artística. "Hummer" es quizás la mejor canción que hayan grabado los Smashing Pumpkins en toda su carrera. Una canción sin estructura, que fluye en emociones conforme avanzan los minutos, y que en su melancolía radica la ternura que nos puede llegar a inspirar. Y es que ese es uno de los grandes méritos de Smashing Pumpkins, tener la capacidad de hacer canciones tan pesadas y guitarreras que al mismo tiempo, en su intensidad rockeras, son tristes y nostálgicas, y nos ponen de un ánimo deliciosamente gris y melancólico. "Hummer" es el pináculo, la cumbre máxima de este concepto musical. Al final de la canción quedaremos maravillados ante tanta genialidad, tan efímera pero tan satisfactoria, e incluso, con la hermosa sección final, llegaremos al punto de las lágrimas. Una obra maestra de canción.

Otra grandiosa canción a destacar, en la misma línea rockera-melancólica es "Rocket", una canción de derrota y de esperanza al mismo tiempo, un juego interno con nuestras emociones, que nos llevan de la angustia al despertar, representados por ese estremecedor solo de guitarra de mitad de canción, una oda a la libertad interna, una explosión espiritual de rompimiento de ataduras perfectamente representados en la línea climática de la canción, gritada a los cuatro vientos: "I Shall Be Free!". Por este par de canciones, todo el álbum vale la pena, sin embargo, no podemos ningunear la calida de canciones como la emotiva "Disarm", la entrañable "Space Boy", la esquizofrénica "Geek U.S.A.", la ultra-experimental "Silverfuck", la breve y deliciosa "Sweet Sweet", la desgarradora "Mayonaise", la espectacular, gigantesca incluso "Soma" o el hermoso y romántico cierre que es "Luna". Todas absolutamente bellas, tristes, nerviosas, angutiantes y artísticamente enormes.

Entonces, el álbum se trata de una cumbre del grunge, un eslabón hacia otros sonidos que habrían de explotar en su genial álbum siguiente, y que para el infortunio de todos nosotros, poca gente habría de comprender y asimilar, y la expectativa de escuchar hasta dónde podía llegar este nueo sonido, habría de desvanecerse en poco tiempo. El testimonio de que algo grande se estaba gestando está aquí, en éste bello álbum, y en su sucesor. Una representación de la dirección que pudo tomar el rock, algo novedoso y prometedor.

Aún no es demasiado tarde, aún alguien podría escuchar este álbum, continuar el legado e inspirarse en crear un sonido original, algo novedoso que no se haya escuchado antes, innovar como no se ha hecho en los últimos 20 años musicales. Inventar el hilo negro que, por Dios, que nos hace falta a los amantes de la música.

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