miércoles, 16 de mayo de 2018
Lectura, escritura y aritmética.
Si yo les dijera que existe un álbum de 1989 (es importante considerar la época) que tiene elementos de Indie Rock, de Dream Pop y de New Wave; que está compuesto e interpretado por músicos británicos, quienes hacen su debut con una frescura palpable, y que las 10 canciones que le conforman son de alta calidad, adornadas por una bella voz femenina, seguramente se preguntarán el porqué de su desconocimiento (de la mayoría) hacia dicho álbum. Lo mismo hice yo cuando me enteré que existía "Reading, Writing and Arithmetic", de los londinenses The Sundays.
Y una vez que lo escuché quedé maravillado por la belleza y simplicidad de la música. No se trata de una obra densa, compleja o cerebral que nos rete y que ponga a prueba nuestra capacidad de comprensión musical y artística. Más bien se trata de un ligero álbum que en términos generales podríamos clasificar como pop, pero pop del bueno, de ese que te atrapa pero que no te satura. Las armonías son muy dulces y entrañables en prácticamente todos los temas, y son un perfecto acompañamiento para los viajes, los atardeceres o los días lluviosos. Además, es importante resaltar otro elemento único en la banda: la preciosa y dulce voz de Harriet Wheeler, que engalana todos y cada uno de los temas con esa cualidad innata que a la distancia del tiempo y los años aún es capaz de enamorar y evocar con suma facilidad.
La música británica de aquella época, en terminos generales, era particularmente alegre y vivaz, a excepción de dos corrientes menores (en cantidad) lideradas por dos (enormes) bandas en auge: The Cure con su tristeza y oscuridad, y Depeche Mode con su experimentación cruda y desgarradora. Lo demás eran sonidos influenciados principalmente por el llamado "sonido Madchester", originado precisamente en Manchester, y que era una mezcla de dance, con new wave y algunos elementos de rock clásico. El caso de los Sundays tiene un poco que ver con esta corriente, aunque alejada totalmente del elemento dance y mucho más cerca del rock pop sesentero.
Ello hace que la música se deslice por nuestros oídos, y que de inmediato se gane un lugar en nuestra memoria. No se requiere un estado de ánimo específico ni un conocimiento amplio de los elementos de análisis musical para sentir y gustar de la bella música expuesta en este opus. Sólo el hecho de ponerle play al reproductor y dejarnos llevar por las melodías agradables y las armonías cautivadoras nos bastará para enamorarnos de la música contenida en él.
Los temas siguen una misma línea musical, lo cual hace del álbum un perfecto compendio artístico redondo, y no sólo una colección de canciones sin relación entre sí. De todas, quizás la más famosa sea "Here's Where The Story Ends", una canción que recientemente ha tenido mucho más reconocimiento que en la época en la que salió (quizás porque el mundo musical comercial apenas está llegando a los años noventa... quizás). De hecho, de acuerdo con las tendencias musicales más populares de la década en turno, este álbum podría perfectamente decirse que pertenece a esta época, y nadie notaría los casi 30 años de edad que tiene. Otro gran mérito del álbum: no ha envejecido ni un poco.
Retomando el tema de las canciones, aparte de la ya mencionada, se puede destacar la bella "I Won", con su sonido muy noventero, la inicial "Skin & Bones" llena de alegría, la vivaz "A Certain Someone" y su sonido muy ochentero, la ensoñadora "I Kicked A Boy" y sus aires de elegancia, la entrañable "Joy" que cierra el álbum, o la perfecta alegría de "Can't Be Sure" que sí o sí nos pondrá de buenas, por mencionar sólo a algunas. En sí, todo el álbum es igual de bueno, y cada canción vale por sí misma lo mismo que en conjunto, por lo que la suma de 10 excelentes elementos nos da como resultado un excelente álbum.
Si hay un álbum que vale la pena rescatar de la década más pueril y pobre (musicalmente hablando) de la historia moderna, es precisamente éste, una joyita escondida que tiene grandes tesoros en su interior, y que nos regalará momentos de genuina alegría, gozo y deleite. Si usted aún no lo ha escuchado, ya le digo, abra su Spotify y búsquelo inmediatamente. Me lo agradecerá.
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