viernes, 4 de mayo de 2018

Mi vida musical



Todos tenemos una pasión, un elemento en nuestras vidas que nos llena de alegrías y de emociones profundas, que además enriquecen nuestros días y los pueden transformar en algo memorable. En mi caso es la música. Yo amo la música desde hace muchos años, y desde antes de tener consciencia y criterio propio, ya era un melómano en proceso de formación. Mi más lejano recuerdo musical fue en una tienda de conveniencia, en la época en la que mi familia y yo vivíamos en la ciudad de Puebla, en la colonia Bosques de San Sebastián. Sonaba una canción del grupo pop mexicano Maná, que si mi memoria no me falla, se titulaba "Perdido en un barco". No fue algo que me cautivara, tenía apenas 2 o 3 años de edad, sin embargo, tuvo el suficiente impacto en mí como para que al día de hoy siga recordando tal suceso.

A lo largo de mi vida, hubo 3 personas que influyeron determinantemente en mi gusto por la música. La primera de ellas es mi madre, una mujer musical en todos los sentidos, sin un género preferido en particular, lo mismo podía gustar de una bella canción de rock que de "Vuela, vuela" de Magneto. De ella aprendí el hábito de escuchar música para animar alguna actividad que estuviese haciendo, además desde luego, de conocer a los Beatles. Como Beatlemana que es, conoce gran parte de las canciones de tal agrupación, y de ahí viene mi gusto por el famoso cuarteto de Liverpool. También gracias a ella conocí a agrupaciones como los Doors, Creedence Clearwater Revival, Rolling Stones, Simon & Garfunkel, o a solistas como Elton John, Bob Dylan, Eric Burdon, Janis Joplin, entre otros. Y por otro lado, conocí mucha música popular de su gusto, como el ya mencionado Magneto, Laureano Brizuela, Luis Miguel o el propio Maná. Todo me gustaba, por el hecho de ser música.

La segunda persona que influyó en mí en un sentido musical fue mi hermano mayor, Arieh, quien me enseñó a analizar la música, encontrar detalles en ella que multiplicaban su valía. Esto principalmente en los Beatles, en los que él puntualizaba en detalles como las armonías que John y Paul hacían con sus voces, casi jugando, o el sonido de la guitarra de acompañamiento, que no se escuchaba de primera instancia. Él analizaba la música a un nivel más profundo, lo que me llevó a hacer lo mismo, y encontrar joyas escondidas y desapercibidas dentro de las canciones que todos conocían. Además me enseñó el amor al rock, al sonido de las guitarras y las melodías rockeras. Así fue que se filtró un poco mi criterio, y me orientaba más hacia la música de rock. Gracias a él conocí a bandas como Bon Jovi, Def Leppard, Nirvana, Guns n' Roses, y una de mis favoritas hasta estos días: Oasis. El rock era ya mi género favorito.

La tercer persona que influyó en mi gusto musical fue mi hermano Diego, quien además de compartir gustos musicales conmigo, me mostró el lado más experimental, alternativo, original y osado del rock. Desde las bandas de nü metal clásicas, como Limp Bizkit y Korn (que en 1998 eran alternativas) hasta música exquisita y de mayor finura, como Sigur Rós, Pink Floyd, Flaming Lips, y la banda decisiva en mi formación de un criterio musical: Radiohead. Además, él era proveedor de una fuente inagotable de conocimiento musical; cada mes, sin falta, compraba la revista "La Mosca en la Pared", la cual hablaba de rock, jazz, y demás géneros musicales. Así que en definitiva, Diego me dio el empujón que me faltaba para atreverme a explorar música nueva por mi cuenta, y determinar si me llenaba o no. Uno de los mejores recuerdos que tengo con él en cuestión musical, era el de escuchar el disco "Toxicity" de System Of A Down, de principio a fin en la sala donde mis papás tenían sus juntas nocturnas del grupo al que asistían.

A partir de ahí, dado el amor que le tengo a la música, y dada mi fascinación por conocer la historia de las cosas que me gustan, he escuchado más música de décadas anteriores que actual, y fue de esta manera que encontré una de mis mayores pasiones, dentro de mi pasión principal que es la música: el rock progresivo. Todo comenzó desde luego por los discos de Pink Floyd de Diego, y a ello le siguió mi interés en un artículo de la revista "La Mosca" en una de sus secciones más memorables, que se llamaba "La nueva música clásica", en donde venía reseñado un álbum llamado "Trilogy", de una banda de la que no había escuchado jamás, Emerson, Lake & Palmer. Decidí descargar el disco y escucharlo, y si he de ser honesto, no me cautivó en la primer escucha. No estaba acostumbrado a tantos sintetizadores obsoletos. De inicio me pareció música de videojuegos de 8 bits.

Pero sin duda algo removió en mí esa música, que me hizo volver a escucharla una y otra vez, hasta que finalmente me enamoré de ella, y obviamente, investigué más sobre este tipo de música, en un proceso que resultó ser uno de los más disfrutables de mi vida. Todas las noches iba yo al café internet para descargar y escuchar música viejita que para mí era completamente nueva, era algo mágico. Cada noche algo nuevo. Una vez fue Genesis, otra fue Yes, otra fue Camel, y así sucesivamente con cada una de las bandas míticas de este bello género. Era una época en la que la alta calidad de audio eran 196 kbps, y en la que un internet veloz descargaba un álbum de 54 Mb en 15 minutos, a unos 50 o 60 kb/s. Así que en una sesión de dos horas, de a $10 cada hora, me descargaba unos 4 o 5 discos, que guardaba en mi USB de 1 Gb y el resto de la semana me dedicaba a escuchar esos discos hasta que el café internet cerraba. Por último, compraba 5 cd's vírgenes de a $4 cada uno, y abría el programa Nero para quemar los discos, y así sentir que ya eran completamente míos. Una maravilla.

No había un límite, el progresivo parecía no acabarse nunca. Descubrí progarchives.com, donde descubrí listas interminables de lo mejor del género. Todo lo que veía en inglés, lo descargaba y lo escuuchaba. Aún tenía cierta aversión por los idiomas ajenos a los que conocía. Hasta que un día, luego de verlo en la parte más alta de muchas listas, decidí descargar y escuchar un álbum en italiano, llamado "Storia Di Un Minuto" de una banda que sólo aparecía como PFM. Ahí sí me enamoré de inmediato. Algo tuvo esta música que me llenó instantáneamente, y sucumbí ante las mieles del progresivo italiano. Decidí buscar álbumes en idiomas extraños, y encontré bandas españolas (Canarios, Imán Califato Independiente, Triana), francesas (Morse Code, Magma, Ange), alemanas (Can, Kraftwerk, Neu, Amon Duul, Tangerine Dream, Klaus Schulze), polacas (Marek Grechuta, SBB, Czeslaw Niemen), holandesas (Focus, Thijs Van Leer), suecas (Anglagard, Samla Mammas Manna), belgas (Cos), japonesas (Flower Travellin' Band), argentinas (Spinetta, Charly García), pero sobre todo, italianas.

Todas sonaban muy bien, algunos de mis álbumes favoritos son de estas bandas no-inglesas. Tal es el caso del "Mëkanïk Dëstruktïẁ Kömmandöh" de Magma, el "Slovenian Girls" de SBB, el "Ege Bamyasi" de Can, el "X" de Klaus Schulze, el "Phaedra" de Tangerine Dream, el "Moving Waves" de Focus, el "Kórowod" de Marek Grechuta, el "Maltid" de Samla Mammas Manna, o el "Au Dela Du Delire" de Ange. Pero algo tenían los italianos que me cautivaban de inmediato. Su romanticismo, su ascendencia clásica, sus raíces musicales, su cultura. Todo en conjunto me enamoró de la música italiana, del progresivo italiano que entregó muchísimas obras, y que aumentó la magia de buscar y encontrar música excitante y deliciosa. Fueron años los que estuve completamente inmerso en el rock progresivo, en los que de día y de noche era rock progresivo. Desde luego que esa etapa pasó, sin que ello signifique que ya no me gusta el prog rock, al contrario, creo que ahora me gusta más.

Pero también me dediqué a conocer al rock, a sus raíces: el blues, el jazz, el gospel, el country. Conocí el post punk, otro género del que me enamoré. Así como el brit pop en su versión más extendida. El nacimiento del indie, el glam setentero, el art rock, el alternativo ochentero, el rock gótico, el new wave, los maravillosos álbumes psicodélicos de los años sesenta, el garage, y el reciente indie.

Tengo en mi computadora más de 11 mil canciones, y estoy consciente de que me faltan algunas más. En mi teléfono tengo las de ley, las infaltables, por lo que el número se reduce a apenas cerca de 3500 (je). La música de hoy en día no me apasiona, pero sigo escuchándola, y disfrutándola hasta donde ésta me lo permita. Tampoco quiero ser un nostálgico musical, de esos que dicen que "ya no se hace música como antes" (por más de que esa aseveración sea evidentemente cierta, y hasta obvia). Es cierto que el rock está en peligro de extinción, pero también es cierto que todo lo que sube tiene que bajar, y eventualmente tenía que sucederle al rock. Si el barroco del siglo XVIII o el romanticismo clásico del siglo XIX también llegaron a su fin, ni modo que el rock no lo haga. Lo que nunca se acabará será la música, pues es una virtud tan humana como el amor.

Todo este escrito es una celebración a mí mismo, por llegar a los 30 años de vida, y por el impacto que la música ha tenido en mí durante todos estos años. Felicidades a mí.

3 comentarios:

Gerald Isaac dijo...

Es de admirar su historia.

Alevander aiwass dijo...

Gracias por su conocimiento y sugerencias musicales! Gracias por darse el tiempo de descubrir y hacer descubrir.

Alevander aiwass dijo...

Un día como hoy se fundó Tangerine Dream