miércoles, 25 de abril de 2018

Rock progresivo anglosajón: #10. "Islands" - King Crimson (1971)



1. Formentera Lady (10:14)
2. Sailor's Tale (7:21)
3. The Letters (4:26)
4. Ladies Of The Road (5:28)
5. Prelude: Song Of The Gulls (4:14)
6. Islands (11:51)

Uno de los álbumes más injustamente descalificados en la historia del progresivo, incluso hay quienes le llaman "el peor disco de King Crimson en su historia" cosa que, a mi modo de ver, es una atrocidad. "Islands" no sólo es un muy buen disco, es una de las mayores delicias musicales que haya escuchado en toda mi vida. La elegancia, la humildad y la humanidad son elementos fundamentales de este álbum supremo. No existe ningún momento de flaqueza ni de bajo nivel musical, por el contrario, todas las canciones son unas joyas en sí mismas, y en conjunto forman uno de los trabajos musicales más honestos y sin aspavientos del rock.

Es cierto que la banda se encontraba en un proceso de transición, y que muchos de los músicos que participaron en este álbum harían su debut y despedida con la banda. Ello quizás nos haga pensar en una inconsistencia musical a lo largo del álbum, o una falta de cohesión entre las canciones, o incluso una falta de concepto general para el álbum, pero nada de esto ocurre. El álbum se centra en las emociones humanas, algunas hermosas, otras aterradoras y otras destacables. Es un álbum que se escucha hacia adentro, que no busca exhibirse ni lucirse, sino que busca penetrar los oídos y las almas de quienes les escuchan, y ahí quedarse a vivir para siempre, y no salir de ahí. Todos estos elementos le hacen además de único, un trabajo de culto. Arriesgarse en el prog rock es arriesgarse al cuadrado, y si después de esto el resultado es exitoso, entonces tendremos un álbum enorme, tal y como lo es "Islands".

La banda estaba conformada en este álbum por Robert Fripp (guitarras, mellotron), Mel Collins (vientos y metales), Boz Burrell (bajo y voz principal), Ian Wallace (percusiones) y Peter Sinfield (letras), una alineación inédita e irrepetible. En especial, la aparición de Mel Collins es lo que define al album como íntimo y personal, pues los vientos y metales que escuchamos a lo largo del álbum son así, y nos inducen a un estado de ánimo melancólico y entrañable.

La obra inicia con una maravilla, "Formentera Lady",  que de inicio parece ser experimental con esos cellos y flautas que  parecen jugar sin sentido, hasta que Burrell hace acto de presencia con su voz aterciopelada, y nos guía por el buen camino hasta llegar a la deliciosa sección principal, en la que principalmente se habla de amor, pero no desde una perspectiva cursi, sino desde un punto de vista humano, realista y hermoso. La música es hermosa también, y luego de un segundo coro, la música se extiende para sostener los solos de saxofón y demás metales y vientos, además de unos coros femeninos igualmente hermosos. No hay ningún segundo de desperdicio en esta inicial y romántica obra maestra progresiva. A ésta le sigue "Sailor's Tale", un jazz fusion perfectamente ejecutado en 6/8, con secciones tan deliciosas como experimentales, que a pesar de ser vertiginosas por momentos, no se salen del script y mantienen la esencia del álbum, nuevamente gracias a los metales incluidos. El final es un poco hipnótico y enigmático, pero la quietud del mismo se complementa perfectamente con el inicio del escalofriante tercer track.

Digo que "The Letters" es escalofriante por su perfecta letra, en la que se habla de celos, desamor y venganza: una mujer le escribe una carta a otra, confesándole de la manera más cruel que ha sido amante de su hombre por muchos años, y que ahora está embarazada de él. La música en este punto se mantiene tranquila hasta el final de la primera estrofa, en la que tanto la mujer como la música explotan en ira, dolor y una angustia inmensa. La letra y la música van perfectamente de la mano y nos permiten sentir el enojo y frustración de la mujer traicionada. Finalmente, la mujer le contesta con otra carta en la que le dice, con una frialdad espeluznante, que ha asesinado al amante de ambas, consumando así la venganza perfecta. Musicalmente, el cierre también es escalofriante, pues mientras la música va a menos, Burrell sigue narrando la fría venganza, hasta quedar él a solas y culminar el último verso prácticamente a capella. Una bestialidad.

Por su parte, "Ladies Of The Road" es una canción de rock más o menos normal, con una letra llena de lujuria y misoginia, y una base musical muy bluesera por momentos, hasta que llega el coro con unas armonías vocales bastante interesantes y deliciosas. La canción sigue en esta misma línea hasta llegar al final, no siendo tan destacada pero tampoco siendo una mala canción. "Prelude: Song Of The Gulls" es una deliciosa pieza compuesta para un cuarteto de cuerdas, arreglada por Fripp y bellamente ejecutada, por lo que se trata de un brillo muy grande en el álbum, simple en apariencia, pero con una sensibilidad grandiosa que le hace destacar en el momento justo, antes de la canción final del álbum.

Finalmente, "Islands" es la joya de la corona, una de las canciones más bellas y tristes que haya escuchado en toda mi vida. La letra es simple, un hombre describe a su isla con mucho amor, con un dejo de soledad y melancolía, pues aparentemente la va a abandonar, a pesar de amarla profundamente, para luego hacer una metáfora entre las islas y los hombres, siendo ambos individuos por separado pero necesitando la unión con tierra firme y con otras islas para poder sobrevivivir. Pero lo mas destacado aquí es la hermosa música, tristísima, como de bar portuario de mala muerte, pero con un alma inmensa, nuevamente alimentada por Mel Collins y sus desgarrradores metales, llámese saxofón, trompeta, o lo que sea que utilice para crear sonidos tan hermosos y melancólicos. Pero también hay que destacar al piano, que se suma a la tristeza hermosa de la canción, y que además sirve como sostén para la misma. Las secciones musicales cantadas e instrumentales son colosales, las estrofas y sobre todo, los coros son de una belleza inmensa, y una vez que la canción avanza hacia el final, las improvisaciones de Collins en la trompeta, aunadas a la aparición del mellotron hacen de esta una inolvidable y hermosísima pieza. No tengo más adjetivos para describir el inmenso amor que me inspira y que siento por esta bellísima canción, que además cierra un álbum completamente perfecto (como los otros que completan este top 10) y que vivirá por siempre no en mi mente, sino en mi corazón, por haberme enseñado lo que es el amor, la tristeza y la hermosa nostalgia.

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