miércoles, 25 de abril de 2018
Rock progresivo anglosajón: #13. "The Wall" - Pink Floyd (1979)
1. In The Flesh? (3:17)
2. The Thin Ice (2:28)
3. Another Brick In The Wall Part 1 (3:41)
4. The Happiest Days Of Our Lives (1:20)
5. Another Brick In The Wall Part 2 (3:56)
6. Mother (5:32)
7. Goodbye Blue Sky (2:48)
8. Empty Spaces (5:36)
9. Young Lust (2:03)
10. One Of My Turns (1:33)
11. Don't Leave Me Now (4:22)
12. Another Brick In The Wall Part 3 (1:17)
13. Goodbye Cruel World (1:05)
1. Hey You (4:39)
2. Is There Anybody Out There! (2:40)
3. Nobody Home (3:25)
4. Vera (1:38)
5. Bring The Boys Back Home (0:50)
6. Comfortably Numb (6:49)
7. The Show Must Go On (1:36)
8. In The Flesh (4:16)
9. Run Like Hell (4:22)
10. Waiting For The Worms (3:56)
11. Stop (0:34)
12. The Trial (5:16)
13. Outside The Wall (1:42)
La obra que cerró definitivamente a la época de oro del rock progresivo, el álbum que dio el banderazo final a una década de grandez obras, músicos relevantes y álbumes trascendentes. El rock progresivo murió con la cara en alto, con esta maravillosa y suprema obra conceptual, ópera rock, o como se le quiera llamar. Luego de esto, el rock progresivo jamás volvió a ser el mismo, y con la llegada de los ochenta, el mundo rápidamente avanzó y dejó atrás el inmenso legado de uno de los géneros más apasionantes de la música contemporánea.
Con 26 temas en un álbum doble, que transitan de lo rockero a lo sublime, y de lo popero a lo grotesco, Pink Floyd hizo su último gran esfuerzo como banda y produjo una de las obras más influyentes de toda la historia. El sustento lírico nos dice que un hombre lastimado por la vida decide encerrarse detrás de un muro imaginario para aislarse del mundo que tanto daño le ha hecho, y una vez ahí, se ve a sí mismo como un hombre solo y sin amor, por lo que en la segunda mitad de la obra hace hasta lo imposible para finalmente derrumbar el muro, y ser libre. La historia es perfecta, pero la música lo es más aún.
El primer disco es bastante consistente en cuanto al ambiente depresivo que se mantiene a lo largo de los 13 temas que le conforman. Los momentos más destacables de esta primera mitad son el poderoso y emotivo riff de David Gilmour en la rockerísima inicial "In The Flesh?" que además es el gancho perfecto que nos atrapa para adentrarnos en la música del álbum; la tristeza evidente y hermosa de "The Thin Ice", sobre todo en la parte que canta Gilmour; la perfecta triada rock/popera de "Another Brick In The Wall Part 1 & 2" y "The Happiest Days Of Our Lives", que además, líricamente, son el centro sobre el cual gira el resto de la historia. Es aquí que se comienza la construcción del muro.
Por su parte, "Mother" es otra emotivísima canción, vocalmente a cargo Roger Waters en las estrofas y de la estupenda voz de Gilmour (mucho mejor vocalista que Roger Waters, a mi gusto)en los coros, y la joyita de esta primera mitad, "Goodbye Blue Sky", es una melancólica belleza a 3 voces (Waters, Gilmour y Rick Wright -quien también tenía una voz estupenda-) de corta duración e instrumentación simple, pero con un alma y con un espíritu musical inmenso, sensible y humano. Es sin duda el mejor tema de esta primera mitad del álbum. Luego de este punto, tanto las letras como la música se vuelven un tanto densas, macabras y oscuras. Quizás donde menos notamos este cambio es en "Young Lust", que musicalmente es accesible y rítmica. Sin embargo, "One Of My Turns" y "Don't Leave Me Now" son respectivamente iracundas y suplicantes, exponiendo el lado menos amable de la banda (en un sentido sonoro) en mucho tiempo. Sin embargo, enriquecen el concepto del álbum y nos brindan una faceta distinta y más humana de la música del cuarteto. Finalmente, el disco 1 cierra de manera ominosa con "Another Brick In The Wall Part 3" y "Goodbye Cruel World" en el que el protagonista se rinde ante la inmensidad del muro que él mismo creó, y abandona sus esperanzas por completo. La locura y el frenesí son características importantes de estos últimos temas.
El disco 2 comienza con una canción engañosamente optimista (en su letra), y musicalmente suprema, "Hey You" es otro de los temas mayores del álbum, y uno que nos introduce varios motivos musicales que escucharemos más adelante en el cierre de la obra. Seguido, viene quizás la parte menos lúcida de la obra, con 4 temas más bien transitorios, "Is There Anybody Out There?" con un solo de guitarra clásica delicioso, "Nobody Home" con una desbordante nostalgia, "Vera" y "Bring The Boys Back Home", esta última con un arreglo un poco excesivo. Pero esta transición de 4 tracks vale la pena con tal de llegar a una de las mayores canciones no sólo del prog rock, sino del rock en toda su historia: la épica y monumental "Comfortably Numb", que desborda emotividad, belleza, epicidad, rock, amor, tristeza, arte. Una canción tan simple en su estructura, pero con las notas exactas en el tiempo preciso para atravesar nuestro ser cual rayo destronador, y zarandearnos por dentro y por fuera y llenarnos de su belleza y su melancolía. Una canción que basta escucharla una vez para amarla. David Gilmour nos regaló su último despliegue progresivo en esta gigantesca canción.
A partir de este punto, la obra cambia nuevamente, ahora las canciones son más vivaces, algunas optimistas, otras trágicas. "The Show Must Go On" es una breve y deliciosa canción de aceptación. "In The Flesh" es una especie de reprise invertido de la canción inicial del álbum, ahora con la expectativa de si el protagonista logrará o no salir del muro en el que se ha encerrado. "Run LIke Hell" es otro clásico de la banda, otra canción característica y maravillosa con un riff descendente y pegajoso, y una ambientación épica que rodea al tema. "Waiting For The Worms" es una canción más pesada, más rockera y con una temática mucho más oscura; el protagonista espera poder salir del muro, pero son muchos los lastres que arrastra. El riff del final de la canción aparecerá nuevamente más adelante (y de hecho ya había aparecido en "Hey You"). "Stop" es el preludio dramático para la ostentosa "The Trial" en la que el protagonista finalmente logra salir del muro, derribarlo y liberarse de sus demonios, no sin antes confrontarlos. La música vuelve a excederse un poco, pero se compone con el poderosísimo y rockero final, y bueno, a final de cuentas, esto es rock progresivo. El hermoso y casi angelical final en "Outside The Wall" nos hace sentir triunfantes, y satisfechos de haber escuhado un monumento musical auténtico e irrepetible.
A partir de aquí no hubo más rock progresivo; un género tan maravilloso como éste debía tener un álbum final así de glorioso. Tan glorioso como el disco que inauguró al género. También significó el fin de una era para Pink Floyd, que jamás volvería a grabar un álbum histórico en sus años restantes. Pero el legado de esta obra (que después se llevaría a la pantalla grande) quedará plasmado en las mentes de quienes amamos a la música, y de quienes amamos al rock progresivo.
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