sábado, 7 de abril de 2018

Rock progresivo anglosajón: #39. "Tubular Bells" - Mike Oldfield (1973)



1. Tubular Bells part 1 (25:00)
2. Tubular Bells part 2 (23:50)

La cultura popular quizás nos haya arruinado un poco el inicio de esta obra magistral. Lo primero que escuchamos es una melodía de piano que, sin que la intención del músico lo fuera, se convirtión en un ícono del terror gracias al uso de esta melodía en una reconocida película de horror. Así que es inevitable (sobre todo para quienes escuchan el álbum por primera vez) el pensar más en la película que en la música que estamos escuchando. Más allá del trasfondo popular del inicio de la obra, se trata de una compleja y maravillosa melodía de piano que se va alimentando de sonidos conforme avanza la obra.

"Tubular Bells" de Mike Oldfield es una de las grandes obras progresivas de la historia, con una duración de más de 48 minutos y dividida forzosamente en dos mitades, es tan ecléctica como compleja, y tan memorable como orgánica. Una vez que superamos el tema del exorcista, y que nuestra mente regresó a la música, nos toparemos con una maravillosa y gigantesca canción, con todo lo sinfónica y magistral que puede ser, no podemos negar que la grandilocuencia aquí se acepta, y la magnificencia es una virtud enorme, más que un lastre.

Y es que eso es lo que se requiere para componer e interpretar una obra así. Sobre todo cuando prácticamente toda la música la interpreta una sola persona, que tuvo que sincronizar y mezclar en su mente los sonidos, las diferentes secciones y la clase de instrumentos que se utilizarían para completar y alcanzar el nivel artístico de una obra como lo es "Tubular Bells". Cada sección es más impresionante que la anterior, y pasa fácilmente del rock barroco al electrónico, de los fundamentos de Pink Floyd a la frialdad de Kraftwerk, de la sensibilidad de Genesis a la diversidad musical de King Crimson.

Es decir, todos los elementos que hicieron mítico al rock progresivo los tiene esta canción, en sus 48 minutos de duración, en sus múltiples secciones y en su fantástica conjunción de sonidos y estilos diferentes. En un nivel emocional, la canción también es épica, pues maneja nuestras emociones a su antojo, llevándonos de la alegría a la nostalgia, y de la vivacidad a la calma en instantes, que para nada se sienten forzados, y que por el contrario, hacen del viaje musical una auténtica aventura que nunca nos aburre ni nos deja con ganas de más.

Por lo que Tubular Bells es más grande que el exorcista (en términos musicales), y más meritoria que muchas otras obras de artistas que quisieron imitar lo hecho por el británico, sin acercarse tanto al éxito de éste, como a su nivel artístico.

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