lunes, 9 de abril de 2018

Rock progresivo anglosajón: #36. "Meddle" - Pink Floyd (1971)



1. One Of These Days (5:56)
2. A Pillow Of Winds (5:13)
3. Fearless (6:08)
4. San Tropez (3:43)
5. Seamus (2:15)
6. Echoes (23:27)

Es con este álbum que Pink Floyd abraza en su totalidad al rock progresivo en el seno de su nicho creativo, y con sus precedentes psicodélicos/espaciales, el resultado de esta obra es de un álbum bueno, dividido claramente en dos mitades, una con buenas canciones y malas canciones, y la otra con una suite suprema y majestuosa. El fantasma de Syd Barret había desaparecido totalmente del estilo musical de la banda (desde el anterior "Atom Heart Mother" se percibía un desapego al estilo musical del fundador de la banda) y ello le abría un inmenso horizonte artístico a la banda para explorar sonidos y explotar sus capacidades.

Hablemos de la primer mitad del álbum, el cual abre con "One Of These Days", una emocionante y creciente canción que nos promete tener un clímax poderoso, y que una vez que llega, no nos decepciona en absoluto. A la canción le falta cierta dosis de complejidad, sin embargo como punto de partida para el álbum, funciona a la perfección. A continuación una bella y simple canción llamada "A Pillow Of Winds", que nos ofrece mucho en sensibilidad pero no se acopla del todo al progresivo al que la banda intentaba llegar. El extremo opuesto es la deliciosa "Fearless", una híper sensible, híper hermosa e híper progresiva canción que nos hará disfrutar de la elegancia y la sofisticación que es tan característica de la banda, a pesar de que esta canción fue su primer contacto con este estilo. Las guitarras nostálgicas, la dulce y cálida voz de David Gilmour, los coros llenos de una paz estremecedora y hasta el "You'll never walk alone" del final, típico canto que los aficionados del Liverpool F.C., le han cantado a su equipo desde hace décadas, todos estos elementos hacen de esta joya una de las cumbres musicales del álbum, y una de las canciones más bellas de todo el rock progresivo. Contrastantemente, "St. Tropez" y "Seamus" son tan olvidables e insípidas, que no hablaré de ellas.

La segunda mitad es "Echoes", una suite de 23 minutos, que resultó ser el paso definitorio para que la banda se hallara en su estilo, un estilo en el que la banda se siente como pez en el agua. La perfección de esta enorme canción es tal, que podemos decir que es una de las mejores canciones de rock de la historia, y que, de no ser por el hecho de que los "conocedores" de música o las revistas y sitios "especializados" siempre ningunean al progresivo al momento de hacer sus listas de lo mejor de la historia, podríamos poner a esta canción al nivel de "Bohemian Rhapsody" o "Stairway To Heaven" sin ningún problema. La canción comienza de una manera enigmática, con un pitido como de sonar, el cual crece al paso de los minutos, hasta llegar a la sección bellamente cantada a dueto por David Gilmour y Rick Wright (es una lástima como la banda demeritó el enorme talento vocal y la hermosa voz de Wright, la cual pocas veces pudimos disfrutar en el repertorio de la banda) y que es tan hermosa como dramática. La sección "convencional" de estrofa-coro, nos guía hacia una serie de paisajes musicales hermosos y modernistas, para luego, de manera épica y monumental, regresar al cierre de la suite con otro coro y así culminar una de las obras más majestuosas de la historia del rock.

El simple hecho de que el álbum contenga "Echoes" le vale para aparecer en la lista, y si le añadimos las otras canciones buenas que tiene el álbum, no cabía la menor duda de que debería estar en un lugar tan privilegiado como el que le ha tocado dentro de esta lista.


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