lunes, 22 de mayo de 2017

Grandes álbumes debut: Pink Floyd - The Piper at the Gates of Dawn (1967)


En 1967 el rock psicodélico ya estaba bien establecido como una corriente dominante en la escena rockera. Si bien la etiqueta era la misma, había distintas exposiciones del género; nada tiene que ver el "Are You Experienced" de Jimi Hendrix con el debut de The Doors, o con el "Sgt Pepper's" de los Beatles. Todos estos álbumes encajan en la definición de rock psicodélico, sin embargo, no suenan para nada similares uno del otro.

Justamente en los mismos estudios de Abbey Road en donde el famoso cuarteto de Liverpool grababa su icónico álbum colorido, también se encontraba una banda debutante grabando su primogénito. Un álbum pesado para la época, osadamente denso y oscuro. Los pasajes musicales eran por demás arriesgados y definitivamente era un sonido que no destacaría en las estaciones de radio, por su alto nivel experimental y espacial. La banda en cuestión era Pink Floyd, grabando su álbum debut "The Piper at the Gates of Dawn", con una imprudencia y una fescura musical que sólo un debutante puede ofrecer.

La psicodelia aquí es llevada un paso más lejos, no es de la psicodelia que enaltece el "amor y paz", ni la que se orienta por el blues experimental. Es la psicodelia más hardcore (si se le puede llamar así) que se había escuchado hasta ese momento, y pronto, las mentes de los escuchas y los críticos volaría en mil pedazos apenas escuchan la primer canción del álbum. Cabe destacar que en este álbum la banda no tenía la formación que los haría ser gigantes del rock en el futuro, no estaba David Gilmour, y el líder de la banda no era Roger Waters, sino el excéntrico Syd Barrett, un genio incomprendido el cual tenia tanto talento como desequilibrio, y que sólo alcanzó la lucidez con la banda para grabar este álbum, para después ser despedido irremediablemente de la banda que él mismo formó.



El elemento Barrett aquí es determinante para establecer el sonido de la banda, todas esas largas secciones espaciales y experimentales sólo podían surgir de la mente del diamante loco, así como las deliciosas e innovadoras canciones cortas del álbum. La fantasía, los viajes, el LSD, la dulzura y el misticismo son elementos Barrettianos que bañan al álbum de una finura y una agresividad por igual, y que tristemente no volveríamos a escuchar jamás en ningún otro álbum de la banda.

Pero entrando de lleno en el álbum, abre con la impresionante "Astronomy Domine", una joya del rock más experimental creado hasta ese momento, con sus dos estrofas y su extensa y aucinante sección instrumental media. La banda no tiene miedo de sonar agresiva, los platillos de Mason aquí son un elemento destacadísimo que sostienen la endeble estabilidad de la canción, energizando la canción a niveles altísimos. El segundo track, "Lucifer Sam" es igual de interesante, aunque con una estructura un tanto más convencional. Es decir, la batería suena más o menos normal, los efectos de sonido se reducen y no hay largas secciones musicales, sin embargo, la canción es muy buena en todos los sentidos, no es suave ni ligera, mantiene la pesadez musical, sin salirse del estilo establecido en el tema anterior. "Matilda Mother" es otra gran canción, tocando temas de fantasía medieval, pero sonando extraordinariamente sutil a pesar de ser tan viajada como los dos temas anteriores. La música se interrumpe drásticamente por la mitad con esa fantástica sección media, en la que Wright se luce en los teclados y la ambientación nos lleva más y más lejos.

"Flaming" es una corta y sencilla canción que añade frescura al álbum, con una estructura un tanto similar a "Lucifer Sam" pero con menores niveles de densidad sonora, con más animosidad y accesibilidad que cualquiera de los 3 temas anteriores. Por primera vez podemos notar el lado sensible de Barrett,. con esos pequeños brillos de piano que apenas suenan por un instante, pero que iluminan por completo a la canción. Por el contrario, "Pow R. Toc H." es la canción más experimental hasta este punto, un smooth jazz con elementos psicodélicos, mientras la banda vocaliza sin decir nada realmente, haciendo de este un tema interesante. La única composición que no es de Barrett, es la frenética "Take Up Thy Stethoscope and Walk" de Waters, un tema que de inicio parece ser pop, pero que se sumerge en los densos oceanos de la psicodelia extrema, para regalarnos un extenso jam de sonidos y efectos sonoros oscuros. El pináculo de la psicodelia extrema es la poderosa y alucinante "Interstellar Overdrive", una suite de casi 10 minutos sin estructura, con un riff memorable y una experimentación jamás realizada hasta ese momento. La capacidad de la banda queda de manifiesto en este impresionante tema.

De aquí en adelante, nos encontraremos con 4 deliciosas y hermosas canciones que reflejan la sensibilidad y delicadeza de Barrett, esto sin dejar de ser experimentales. "The Gnome" es una simpática canción que disfrutaremos cantar infinitamente, tocando nuevamente temas de fantasía, pero evocando una armonización musical sublime. "Chapter 24" es otra joyita experimental. Un gong y el bajo de Waters son los estelares, mientras que la sección media a cargo de los teclados de Wright se encarga de huir de nuestra rralidad y adentrarnos en las maravillosas nubes de la música. Un deleite. Por su parte, "Scarecrow" es una minimalista y hermosa canción campirana, celta incluso, en la que unas percusiones y el órgano de Wright a lo lejos, son los elementos que sostienen a la canción, hasta la estremecedora aparición de la guitarra acústica en el final de la canción, momento en el que no podremos evitar derramar un par de lágrimas por lo sublime del momento. Finalmente el álbum cierra con la divertida y disfrutable "Bike", un tema que sin duda es el más ligero del álbum, y que aparte nos regala otra faceta del enorme talento artístico de Barrett.

Para bien o para mal, este fue el único álbum de Barrett con la banda, y posteriormente él se desvanecería en su propia mente, y nos abandonaría mucho antes de que su cuerpo falleciera, pero el legado que nos dejó en esta impresionante y hermosísima obra, quedará para la posteridad como uno de los mejores álbumes debut de la historia, un álbum que hasta hoy, a 50 años de su aparición, sigue asombrándonos y deleitándonos enormemente.

jueves, 18 de mayo de 2017

Badmotorfinger: la contundencia sonora.



Si se puede mencionar a un álbum contundente, definitivamente Badmotorfinger es el que mejor se adapta a este calificativo, el álbum te golpea, te avasalla, te destroza y te zarandea de impresionante manera en todos sus cortes. A mi modo de ver, se trata del mejor álbum de Soundgarden, a pesar del éxito que tuvo su siguiente trabajo, el excelente aunque un poco más ligero Superunknown de 1994.

En 1992 la banda ya había grabado un par de álbumes anteriores, los cuales tenían un sonido poderoso y cuasi thrashero, pero fue hasta este álbum que supieron mezclarlo con sonidos un tanto más accesibles, sin perder su esencia metalera primigenia, y sin caer en facilismos comerciales. Tanto así que este álbum para muchos ha pasado desapercibido al momento de mencionar a los mejores álbumes de la década. La música aquí de hecho no es nada comercial, es dura y cruda, las guitarras ensordecedoras ahuyentan a los oídos domesticados de los amantes de lo comercial, las complejas estructuras musicales aturden y desconciertan a los headbangers empedernidos, la potente y virtuosa voz de Cornell ahuyenta a los que buscan sólo música deprimente que alimente su baja autoestima. Nada del álbum es atractivo para los que buscan pertenecer a una moda o a un status (incluidos los que escuchen el álbum luego de la muerte de Cornell, y salgan despavoridos con las notas iniciales de "Rusty Cage").

Repito, el álbum es un puñetazo en el pómulo, contundente como un martillo golpeando un clavo. No es para grungeros, ni para metaleros. Es para amantes de la buena música. Es cierto que la mezcla de grunge y metal pueda ser atractiva para algunos, pero el resultado no es nada de lo que un amante del grunge o un amante del metal esperaría. La banda aprovecha esto para dar un golpe de autoridad y establecer su verdadera premisa musical: las complejas estructuras musicales y los despliegues virtuosísimos de los intérpretes. Es cierto, estamos ante un álbum de alto nivel técnico, ante una obra perfeccionista de la interpretación y ante una cerebral y virtuosa exposición musical. Todo cubierto con los oscuros manteles del metal y del grunge.

Sus 58 minutos de duración no nos van a dar ninguna tregua, ningún instante de solemnidad o tranquilidad. No hay canciones "acústicas" que nos permitan recobrar el aliento, todo lo contario, "Rusty Cage" es potente, "Outshined" es cerebral y compleja con sus 7/8 de beat, "Slaves and Bulldozers" es una impresionante demostración del mejor rock pesado (en 6/8), donde la voz de Chris Cornell suena más perfecta que nunca, nos demuestra que es la mejor voz rockera de los últimos años. Con estos 3 temas iniciales debemos sentirnos aturdidos, demasiada energía, demasiados trancazos. "Jesus Christ Pose" es (quizás junto con "Hooker With A Penis" de Tool) la canción más contundente que yo haya escuchado en toda mi vida, no alcanzo a superar aún la potencia y la agresividad de la canción (sin usar la fórmula fácil de los metaleros para adolescentes, es decir, el constante uso de groserías y gritos esquizofrénicos). Las guitarras no están sobretrabajadas, ni la batería amplificada al triple, simplemente la música en su naturaleza, es contundente. Es, para mí, imposible imaginarme una versión acústica de esta canción. Es tan poderosa que no se le puede hacer versión acústica.

De ahí pasamos al speed metal de "Face Pollution", con sus pequeños pero impresionantes brillos de complejidad musical, el grunge de sepa de "Somewhere", la canción más accesible del álbum, con un sonido muy cercano a lo que harían en el ya mencionado "Superunknown" (es para destacar que, en un álbum como este, la canción más grungera sea la más ligera de todas); el homenaje fantástico a Black Sabbath y al mismo Ozzy Osbourne en la ascendente "Searching With My Good Eye Closed", la oscura y ominosa "Room A Thousand Years Wide", el auténtico deleite de principio a fin que es "Mind Riot", lo más cercano a una balada que encontraremos en el álbum (lo cual es maravilloso), otra muestra de complejidad rockera en la casi bluesera "Drawing Flies", la deprimente y pesada "Holy Water" y el oscuro y derrotista cierre en "New Damage".

Sin duda se trata de un trabajo único, nadie más hizo lo que Soundgarden logró en Badmotorfinger, una amalgama excepcional de sonidos duros y contundentes, mezclados con el sonido de moda pero sin el facilismo implícito de éste. El mayor legado de Chris Cornell, para quienes piensan que está al nivel de Scott Weiland, o de Layne Staley, nada más lejano de la realidad. Cornell se merece un lugar entre los próceres del rock noventero, y este álbum es la prueba de ello. Con el tiempo, estoy seguro que se le dará el justo valor a esta obra imprescindible de la historia del rock.


lunes, 15 de mayo de 2017

La música popular.


La música es, sin dudas, un arte que expresa de manera muy sutil y bella las distintas emociones y virtudes del ser humano. A través de los siglos, de los milenios incluso, el ser humano ha sentido esa imperante necesidad de expresar con sonidos alguna emoción que le abruma, como la alegría o la tristeza. Desde el hombre primitivo, se desarrollaron instrumentos sonoros, principalmente de percusiones, para generar emociones y contagiarlas a sus compañeros de tribu y, ya sea para despedir a un ser querido, para celebrar una victoria o para prepararse para las batallas, siempre la música fue el método o el conducto que se usó para transmitir un sinfín de sentimientos de manera precisa y en un metalenguaje que sólo los humanos podemos entender.

Con el pasar del tiempo, el ser humano evolucionó, y la música también lo hizo. El pináculo de esta evolución llegó a principios del siglo XVIII, con la aparición del primer gran genio musical del que se tenga registro: Johann Sebastian Bach. Un músico que influenció, y sigue influenciando a artistas de todo el mundo, de todas las edades y de todas las razas, y esto se debe gracias a que su capacidad y su talento para expresar emociones de manera tan perfecta y sutil, han llegado a los oídos y a los corazones de todo quien le haya escuchado con el alma. Después le siguieron otros músicos gigantescos, y la música siguió su curso evolutivo natural.

En la historia contemporánea podría mencionar otro punto de inflexión histórico que, al igual que la aparición de Bach en el panorama, cambió para siempre la manera de hacer, de escuchar y de comprender la música. Me refiero a la aparición de la música popular. Cierto es que el concepto de música popular existe desde hace siglos y siglos, y siempre fue considerada como una forma vulgar de expresión musical, una vacuidad artística para los menos agraciados y una diversión para los incultos. Pero la música popular mezclada con arte que apareció a mediados de los sesenta con los Beatles, detonó la exposición de este tipo de música y la hizo el principal modelo de expresión musical, hasta nuestros días. Ya nadie se preocupa por escribir óperas, grandes sinfonías, sonatas o incluso misas, como se hacía con la música culta. Incluso, los músicos de hoy no buscan ser multiinstrumentistas, sabrán tocar un instrumento y conocerán las bases de otro más, pero hasta ahí. No son capaces de componer una obra para piano, otra para violín, otra para guitarra y otra para oboe, ni mucho menos una obra para una orquesta completa.

La música popular de hoy dictamina que un guitarrista puede componer canciones para guitarra, y quizás para piano, y con los arreglos de otros 3 o 4 instrumentos ya puede tener una canción, una pequeña obra de estructura simple y de no más de 5 minutos de duración. Las masas de hoy se han acostumbrado a este modelo simple de expresión musical. Y este hecho como tal, no es de ninguna manera negativo o dañino. Puedo nombrar a una centena de artistas o grupos que han hecho maravillas musicales con este concepto simplista de creación musical. Personajes que han labrado su nombre en el olimpo musical con su enorme talento y capacidad sobrehumana.

Pero también es cierto que, con este concepto musical popular, es mucho más fácil encontrar música desechable y reafirmar la idea que por centurias se tuvo de la música popular: que es una forma vulgar de expresión musical, una vacuidad artística para los menos agraciados y una diversión para los incultos. Y es que es cierto, la gran mayoría percibe a la música como un elemento de "diversión", alimentado en gran parte por otra necesidad primitiva del ser humano: bailar. Bailar es divertido, si la música es divertida. Con esto no trato de menospreciar el valor del baile, ni trato de ningunear su trascendencia como bálsamo contra las adversidades de la rutina diaria. Pero dentro de la música "bailable" o "divertida" también hay distinciones; no es lo mismo la música "swing" que el reggaetón, por poner un ejemplo. No es lo mismo el danzón que la música de banda, por mencionar ritmos latinos.

Otro factor determinante es el bajísimo estandar de calidad que las masas aceptan en estos días. En otras épocas la gente abucheaba las malas composiciones, la gente criticaba a Beethoven por su drástico cambio estilístico. Hoy en día es aceptable que una misma canción, con sólo cambiarle la letra y alterar mínimamente algunas secciones melódicas, se repita en sí misma diez o quince veces, y que incluso estos autoplagios sean exitosos. La cumbia, la salsa, el hip-hop, todas las canciones de estos géneros suenan exactamente iguales una de la otra. Y es aceptado. Y es vitoreado.

La detonación de la música popular ha caracterizado a por lo menos 3 generaciones, para bien y para mal. Yo en lo personal, me quedo con el blues, el rock, y sus derivados, que creo son lo más cercano a una expresión artística plena y genuina. Pero con ansias espero a alguien que cambie el panorama, que haga regresar a la música popular al lugar que le corresponde, y que nos permita volver a apreciar a la música como una expersión plena de las virtudes humanas, y no como un medio para divertirse y "pasarla bien".

martes, 9 de mayo de 2017

Grandes álbumes debut: Definitely Maybe



Desde mediados de los años ochenta, el rock británico se había transformado en diversas corrientes que, si bien no eran de mala calidad, parecían haber claudicado en mantener el espíritu rocanrolero con vida, y habían abogado por explorar nuevas posibilidades estilísticas y emocionales, que ciertamente no encajaban con la aspereza y dureza del rock puro. Así, la música británica de finales de los ochenta y principios de los noventa tenía mucho parentezco con el dance y el new wave. Ejemplos como el de los Smiths o los Stone Roses, son la muestra más clara de la dirección que estaba tomando el rock británico.

Sin embargo, una sencilla banda, con enormes aspiraciones, gestaba en el garaje de sus líderes lo que culminaría en un álbum no sólo poderoso y rockero, sino trascendente e histórico para la música británica y mundial. Oasis grabó a lo largo de 1993 el fantástico "Definitely Maybe" su álbum debut, con el que súbitamente se lanzarían a lo más alto del olimpo británico del rock. En aquel momento, a parte de la ya mencionada escena británica, a nivel mundial imperaban los crudos y deprimentes sonidos grungeros estadounidenses, y el rock más comercial provenía justamente de las sombrías melodías grungeras y post-grungeras que se gestaban al norte de nuestro continente. En ese sentido, la aparición de "Definitely Maybe" significó no sólo una bocanada de aire fresco en la Gran Bretaña, sino en todo el mundo, detonando lo que se podría considerar como una "segunda invasión británica", aunque proporcionalmente más pequeña y menos explosiva que la de los años sesenta.

Oasis le abrió las puertas del mundo a un sinfín de bandas británicas que buscaban un lugar en la escena rockera, envueltos en la bandera del llamado Britpop que tenía en Oasis a su flamante punta de lanza. Blur, Pulp, Suede, Kula Shaker, Supergrass, The Verve, entre muchas otras bandas, fueron las más relevantes de este género. Sin embargo, ninguna alcanzaría el éxito y la trascendencia (quizás Blur a finales de los noventa) que alcanzó Oasis en 1994 y 1995. Y fue gracias a este álbum que lograron llegar a la cima a la que soñaban llegar desde su adolescencia. Pero entremos de lleno en el álbum.

La música es potente, contundente y melódica. No es sombría como el grunge, no es bailable como el sonido Madchester, no es rebuscada ni pretenciosa como el new wave. Es áspera y cruda, es rock and roll puro. Y precisamente el tema inicial, "Rock 'N' Roll Star" nos da la premisa de la banda, nos pone sus intenciones de forma muy clara, sin rodeos ni aspavientos. La canción es demasiado enérgica y acelerada, y nos habla del sueño que los músicos siempre tuvieron desde su infancia, ser estrellas rocanroleras. El genial muro de sonido creado con las guitarras, el cual es más notorio (y aturdidor incluso) en el final de la canción, es una muestra clara de que la banda buscaba eso, el estridente sonido de las guitarras, como un sello propio de identificación, y un elemento constante que aparecería a lo largo del álbum. "Shakermaker" es una canción más tranquila, más típica de la banda. El riff inicial es uno de los más reconocibles del repertorio de Oasis (a pesar de que muchos lo acusan de ser plagiado, o "demasiado inspirado" en trabajos de otras bandas a las que los Gallagher idolatraban, principalmente los Beatles). "Live Forever" es una de las canciones más reconocidas de la banda, y una de las mejor logradas, en cuanto a estructura, de todo el álbum. Definió el sonido característico del britpop, y muchos intentarían igualar lo logrado en esta canción.

"Up In The Sky" es una canción muy atípica a lo que se le conoce a la banda, una canción que se acerca mucho al sonido garage de finales de los setenta, apoyada sobre un riff acelerado. Incluso la forma de cantar de Liam Gallagher suena de cierta forma, distinta a lo que hizo en trabajos posteriores. Otra cima del álbum es la poderosísima "Columbia", otra muestra del poder rockero que tenía la banda, y que en ella se inaugura un estilo que la banda haría propio en el futuro. Canciones poderosas y ruidosas pero al mismo tiempo lentas y melódicas, lo que genera un ambiente de locura controlada, como una mezcla de Black Sabbath con los Beatles, o de Led Zeppelin con los Kinks, un sonido ciertamente original, aunque suene como algo que ya hemos escuchado antes. "Supersonic" es mi canción preferida del álbum, una canción que perfecciona la premisa mencionada de la canción anterior; un rock duro y melódico por igual, agresivo e inofensivo de alguna manera. Las guitarras potentes y las melodías pegajosas jamás se conjuntaron tan bien como en esta canción.

Otra canción atípica, aunque increíble es "Bring It On Down", quizás la máxima expresión de rock duro de todo el álbum, aquí las melodías ceden sólo un poco el terreno ante la agresividad y crudeza de la música, y nos regalan uno de los momentos más rockeros de todo el britpop. Las reminiscencias a otros autores regresan en "Cigarretes & Alcohol", inevitablemente vendrán a nuestra mente las obras de ZZ Top o de MC5, aunque con un aire británico ineludible que baña a la canción de la finura característica de los músicos de esta nación. Por su parte, "Digsy's Diner" es una divertida y breve canción que, extrañamente, funciona a la perfección dentro del álbum, refrescándolo y aportando nuevamente un sonido que la banda ya no habría de repetir en trabajos posteriores, lo que le da valor doble a esta pequeña y disfrutable melodía.

La grandeza musical llega a otra de sus cumbres en "Slide Away", una excelente canción, que por emotividad no tiene igual en ninguna otra canción del álbum, pero que aparte se complementa con deliciosas melodías y resonantes guitarras, lo cual hacen que, desde mi punto de vista, sea la canción más completa y mejor lograda de todo el álbum, e incluso una de las mejores 5 canciones del repertorio histórico de la banda. Y es que no es exageración, se trata de una obra delirante y deliciosa, que conforme avanza va evolucionando en emotividad e intensidad, e incluso en el final de la canción podemos sentir escalofríos de satisfacción por la perfecta conjunción (y única a lo largo de todo el álbum) de la música insistente y la letra suplicante ("don't know/ don't care/ all I know is you can take me there") mientras Noel Gallagher eleva su voz en unos coros tan sublimes como discretos, y Liam repite incansablemente el título de la canción. Reitero, una de las mejores canciones (rayando en lo genial) de la banda, y del britpop todo. Para finalizar el álbum, una joyita llena de una ironía simplemente deliciosa, "Married With Children" es una acústica en la que la guitarra de Gallagher (Noel) acompaña a la voz del otro Gallagher (Liam) y en apenas 3 minutos de duración nos regalan un compendio del perfecto rompimiento de un matrimonio incosciente, en el que ambas partes se hartan una de la otra. Bastante común, y ello hace que la ironía sea un factor elemental en esta canción, y la hace ser más que perfecta para cerrar el álbum.

Para la versión mexicana del álbum, incluyeron un track 12, la portentosa y bella "Whatever", en la que las cualidades de composición musical de Noel Gallagher quedan expuestas. Sin embargo, a nivel mundial, esta canción no pertenece al álbum, así que no la contaremos como tal en este escrito.

Oasis grabó en su debut un álbum fundamental en la historia del rock, un álbum que cambiaría e influiría a muchas bandas en las décadas siguientes, y que habría de marcar un precedente del camino a seguir por otras bandas británicas. Un ejemplo de esto es ni más ni menos que Radiohead, quienes luego de su primer álbum, influenciado enormemente por Nirvana y el grunge norteamericano, en su segundo habrían de hacer un (gran) álbum de britpop al más puro estilo inglés, influenciados evidentemente por Oasis y su fantástico trabajo. Al final, los años le han dado su justo valor a este disco, y hoy en día se reconoce como lo que es, un histórico y grandioso álbum de rock and roll. Ni más ni menos.

lunes, 8 de mayo de 2017

Álbumes históricos: Beggars Banquet


En 1968 los Rolling Stones ya eran una banda muy reconocida a nivel mundial: en 1965 publicaron su histórica canción "(I Can't Get No) Satisfaction", ya habían grabado varios álbumes de estudio, de entre los que se destacan el bluesero "Out Of Our Heads" de 1965 o el sensible e interesante "Aftermath" de 1966. Incluso ya habían incursionado en la psicodelia en el llamativo, aunque un tanto irregular "Their Satanic Majesties Request" de 1967. Fue luego de la publicación de este último álbum que los miembros de la banda se dieron cuent que, lejos de querer pertenecer a esta oleada psicodélica tan de moda, ellos querían regresar a sus bases musicales y grabar canciones de blues rock poderoso, sin tantas complicaciones tanto en su interpretación como en su grabación en el estudio. Es entonces que deciden grabar una de las mayores obras en la historia del rock.

Beggars Banquet es el nombre que lleva, y musicalmente es tan austero como maravilloso, tan poderoso como contundente. De inmediato notamos su alejamiento de las florituras psicodélicas, y su regreso a lo crudo y lo rasposo del blues y del rock en su estado más puro y menos adulterado. Con este álbum se iniciaría el período más prolífico en la historia de la banda, y es que fueron 4 álbumes consecutivos de enorme calidad y trascendencia artística. De inmediato nos topamos con una obra suprema en la apertura del álbum, "Sympathy For The Devil" (no simpatía, sino lástima por el diablo) es una obra primitivesca y oscura, en la que desde un inicio nos dejan claro que las sutilezas serán para otro momento, con una música un tanto burda pero efectiva. Poco a poco la canción va subiendo de intensidad, hasta que entra el solo de guitarra y sin darnos cuenta, escuchamos una de las canciones más rockeras del repertorio stoniano, sin que aparente serlo en un principio. La ambientación t4ribal de la canción es uno de sus mayores méritos, y es uno de los elementos que hacen de esta canción una demostración única del genio de los músicos. La energía que se alcanza gracias a esto es algo pocas veces igualado.

De ahí pasamos al bello segundo track, más melancólico que contundente, la hermosa y deprimente "No Expectations", en la que Brian Jones haría algunos de sus últimos aportes a la banda, antes de su trágica muerte a la fatídica edad de 27 años, y en donde la "slide guitar" se luce como nunca, y una vez que hace acto de presencia el piano, escondido detrás de los demás instrumentos, la canción incrementa su sensibilidad y su finura. La música esta vez se acerca más al country, reafirmando las intenciones de la banda de retomar las raíces del rock, esas de las que tanto se enamoraron en su juventud. Posteriormente nos regalan dos números de blues, en estilos diferentes. "Dear Doctor" es un blues típico del delta del Mississippi, mientras que "Parachute Woman" se acerca más al estilo blues desarrollado en Chicago en los años 20, sin embargo, ambas canciones son unas pequeñas delicias que no hacen sino que el álbum sea más entrañable y delicioso.

El rock regresa con "Jigsaw Puzzle", una verdadera maravilla de más de seis minutos en la que el elemento que más resalta es el constante crescendo que mantiene a la canción en una tensión que se adapta muy bien al estilo rockero de la misma, y que además le debe mucho a la influencia directa de Bob Dylan. No hay un solo segundo en que no estemos pendientes de lo que sigue, del momento en que la canción estalle y se destruya a sí misma, cosa que no ocurre sino hasta el cierre de la misma, donde toda la tensión acumulada se desploma en un final apoteósico pero maravilloso. Esta intensidad rockera que crece y crece sin parar, sería un sello característico de la banda a partir de este álbum, y sería parte fundamental de la concepción del llamado rock duro o incluso del heavy metal, próximo a nacer. Posterior a esto, aparece otra de las canciones icónicas de la banda, "Street Fighting Man" es otro rock poderoso, esta vez más contundente y menos ligado a las raíces del rock, representa uno de los momentos cumbre en el historial de la banda, y una de las referencias musicales obligadas para todo amante del rock. El poder de la Voz de MIck Jagger alcanza niveles altísimos, que complementados con la estupenda música, hacen de esta una canción gigantesca en todos sentidos.

"Prodigal Son" es el único cover del álbum, una canción que los Stones hicieron propia en el álbum, como una bañada country muy animada y disfrutable. La bíblica historia del hijo pródigo es narrada de manera singular y divertida. No será raro que esta canción se vuelva de inmediato una de nuestras favoritas, un pequeño deleite sonoro. Por otro lado "Stray Cat Blues" retoma los sonidos sucios y rasposos, con la guitarra de Keith Richards ahora luciéndose más que nunca, en una canción que fácilmente pudo haber sido grabada 40 años después por los White Stripes o lo Kills, con su ambiente proto-garagero y enérgico, incluso por momentos adolescente, pero que con el ingenio de la banda, se convierte en otra melodía memorable y poderosa.

La única reminiscencia al período psicodélico-hinduista aparece en el inicio de "Factory Girl", aunque la aparición del "fiddle" o violín campirano, de inmediato sitúa a la canción en el concepto musical del álbum. La canción es simple y divertida, lo que la convertirá en otro de nuestros números favoritos y más fáciles de recordar. El álbum cierra de manera fantástica con la genial "Salt Of The Earth", una maravilla de canción con una alta dosis de sensibilidad y melancolía, mezcladas con buen rock, con altas dosis del gospel más icónico y con una atmósfera perfecta para cerrar el álbum.

Beggars Banquet es sin duda uno de los álbumes históricos del rock, una joya indispensable en la discografía de cualquier melómano, y una obra fundamental en el desarrollo y la evolución del rock en sí mismo, y en otros subgéneros que aún habrían de aparecer en los años siguientes. Aún hoy a casi 50 años de su publicación, no deja de maravillarnos y regalarnos minutos de deleite musical, y de una calidad artística que en estos días ya parece inalcanzable.

¿Norteamericanos o británicos?


Los dos países con mayor cantidad y calidad de exponentes musicales contemporáneos son sin duda Estados Unidos y el Reino Unido. De ambas naciones han surgido artistas únicos e irrepetibles, los cuales han hecho un aporte inmenso a la música y a nuestra percepción y comprensión de la misma. También es cierto que de ambas naciones han surgido pseudo artistas deplorables y pretenciosos que no aportan nada, y que sólo funcionan a nivel masivo para idiotizar a la juventud fácilmente manipulable, y con ello incrementar el dinero en los bolsillos de los ejecutivos de disqueras. Pero en estos últimos no nos enfocaremos hoy.

De Estados Unidos podemos decir que fue aquí donde se gestó y se inventó el rock n' roll, gracias a sus maravillosos precursores como el blues, el gospel, el jazz, el rythm and blues, el ragtime, entre otros. Y esta gestación existió desde la época de la esclavitud norteamericana, desde los días de las plantaciones de algodón y la supremacía de los blancos sobre los negros. Entonces fueron casi 100 años de inventar y desarrollar géneros que en nada tenían que ver con lo que en esos días hacía Franz Liszt, Friedeich Chopin, Modest Mussorgsky, entre otros en Europa, géneros que tenían un alma y una identidad propia, llenos de dolor y angustia, de pérdidas y de añoranzas, y que fundamentaron el rock que hoy en día gozamos.

Por otro lado, del RU tenemos a los artistas que perfeccionaron y que afinaron los sonidos rústicos y rasposos norteamericanos, y pulieron la manera de componer canciones. Así, la llamada invasión británica de los años sesenta fue fundamental para la concepción que se tiene hoy en día del género, y de la manera en que se cataloga a la múltiple variedad sonora de estos días. 

¿Entonces quiénes son mejores, norteamericanos o británicos? De manera objetiva puedo decir que ambas corrientes son tan trascendentes como de altísima calidad. De maner subjetiva puedo decir que prefiero el rock británico sobre el estadounidense. No niego que en nuestro vecino del norte se hayan creado obras maravillosas por geniales artistas. Ahí tenemos a Zappa, uno de los más grandes genios musicales que se hayan visto, con su enorme y genial discografía. Tenemos al recién fallecido Chuck Berry, al dios de la guitarra Jimi Hendrix y sus maravillosos 3 álbumes de estudio, o a los Beach Boys y su genial Pet Sounds, por mencionar a algunos. Pero del otro lado están los Beatles, los Rolling Stones, Pink Floyd, Led Zeppelin y The Who. Esas cinco bandas fundamentales del rock son el pináculo del movimiento británico, cada una en un subgénero específico, cada una aportando un costal de arena al desarrollo del rock. Sin estas 5 bandas (con los Beatles como punta de lanza, incluso para las otras 4 bandas), es difícil comprender la música como lo hacemos hoy en día. Mucho del talento de las décadas siguientes se hubiera perdido en la nada, y las horas interminables de gozo no existirían.

Finalmente, cada corriente tiene su aporte, y es tan valioso el uno como el otro, pero algo es cierto, jamás existirán otros Beatles, ni de Estados Unidos ni del Reino Unido, y eso es una ventaja que, a mi parecer, los británicos nunca perderán.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Grandes álbumes debut: Big Star - #1 Record


El delicioso álbum debut de esta banda norteamericana de rock es uno de los momentos más importantes, y menos puntualizados en la historia del rock. No se inventó el hilo negro en este álbum, ni se creó una obra maestra, sin embargo, creo que este álbum marcó a toda una generación de músicos que habrían de mostrar la enorme influencia que representó en ellos esta banda, y este álbum en específico. Gran parte del llamado Britpop que dominó la década de los noventa le debe su inspiración a la forma en que Big Star procesó a su vez la influencia de los Beatles y del rock británico sesentero en general. Así, en este álbum podemos escuchar que la influencia beatlera está presente en todas y cada una de las canciones, pero en ninguna de ellas se les plagia ni se les calca; la música aquí tiene identidad propia, y el uso de los elementos de rock británico se mezcla a la perfección con la tradición rockera norteamericana.

Entonces este álbum es una perfecta amalgama de lo mejor de ambas corrientes rockeras, la británica y la estadounidense. Y este hecho es tan meritorio como para hacer de #1 Record uno de los álbumes más memorables de la historia del rock, y uno de los precursores de la evolución del rock en el Reino Unido, y el impacto que éste tendría a nivel mundial en los años noventa.

Es cierto que el álbum había pasado desapercibido por muchos años, y que no se le tomaba tan en serio como en estos días, y esto se debe precisamente a su "efecto retardado" en cuanto al verdadero potencial y su valorización en la época en que se publicó, comparada con lo que podemos ver hoy en día, con 45 años de distancia y una perspectiva más amplia de lo que puede significar la sencilla pero efectiva música creada por la banda.

Big Star estaba conformada, en la realización de esta joya, por los guitarristas/vocalistas/creativos Chris Bell y Alex Chilton, además del bajista y compositor de un par de canciones del álbum Andy Hummel, y el baterista Jody Stephens. Su nivel creativo les dio para crear 3 álbumes en la década de los setenta (antes de la muerte de Chris Bell en 1978 a la fatídica edad de 27 años) de los cuales este debut y el experimental Third/Sister Lovers de 1978 se consideran como sus mejores trabajos. Pero entrando en materia de este álbum, podemos decir que se trata de un álbum finísimo, con una alta dosis de pulcritud en la música y en la producción de la misma. Además, las composiciónes gozan de un estilismo melódico muy elegante y peculiar, que a veces es intenso y rockero, y otras veces es sensible y delicado.



Dentro de las canciones más rockeras están la estupenda canción inicial "Feel", la sensacional y deliciosísima "In The Street", la potente "Don't Lie To Me" (todas estas cantadas por Chris Bell) y la divertida "When My Baby's Beside Me" (cantada por Alex Chilton). Sin embargo, el verdadero tesoro del álbum se encuentra en las canciones más sensibles, como lo es la semibluesera "The Ballad of El Goodo", una auténtica delicia evocadora y nostálgica como lo es "Thirteen" (covereada años después por Elliott Smith), la desoladora y suplicante "Give Me Another Chance", la optimista y bella "Watch The Sunrise" (todas estas cantadas por Alex Chilton), la romántica y dulce "My Life Is Right", otra joya llena de humildad y derrota en su letra, y de melancolía en su música como lo es "Try Again" (cantadas ambas por Chris Bell), el corto pero eficaz epílogo "ST 100/6" cantada por Chilton y Bell al unísono, y la mística canción compuesta e interpretada por el bajista Andy Hummel "The India Song".

Todas conforman una excelente colección de canciones que, no son desafiantes a nivel cerebral, académico ni poético, pero que sí son una conjunción de elementos melódicos y armónicos diseñados para que disfrutemos, son canciones simples, pero efectivas. Canciones hechas al estilo beatle, pero sin sonar como los beatles. Canciones cortas y deliciosas que podemos disfrutar en cualquier sitio, en cualquier momento y que inevitablemente nos van a alegrar el día.

El álbum había sido descartado por muchos años, pero su valía se ha demostrado en las últimas décadas, y su poder e influencia aún las podemos palpar hoy, a 45 años de haber sido creado. Y esto es importante recalcarlo, el álbum es de 1972, la música que escuchamos es sencilla para nuestros días, en su época era algo novedoso, la limpieza, la finura y la elegancia de la música que hoy se nos hace normal, tiene mérito doble por haber sido creada en una época donde estos elementos no eran los habituales. Vamos entonces, a redescubrir a una de las bandas más ignoradas, y más influyentes en la historia del rock, y démosle el justo valor que tiene esta bella y pulcra música, en la historia de la música contemporánea.