sábado, 9 de febrero de 2019

El Aquí y Ahora de Oasis



Luego de dos discos excepcionales, que devolvieron el alma rocanrolera a la escena musical británica, Oasis preparaba su tercer obra discográfica, una que los consolidaría como la banda más importante de rock a nivel mundial. Si en su debut nos habían regalado una dosis de frescura y energía inagotable, y en su segunda obra habían refinado sus cualidades en un álbum tan poderoso como finísimo, ¿qué nos deparaba la tercer entrega de los de Manchester?

Antes de iniciar con el álbum, es importante poner una cosa en contexto: la banda tenía, por entonces, misma cantidad de seguidores que de detractores, esto debido a sus controversias constantes no sólo con otros artistas (como Blur), sino entre los mismos hermanos Gallagher. Aunado a esto, hay que decirlo, la arrogancia de ambos líderes era un elemento que enardecía a propios y extraños, quienes con ansia esperaban un fallo a nivel musical, para destrozar a la banda por completo.

Cuando se publica Be Here Now en 1997, no tardaron los opositores a descalificarlo y a cuestionar la calidad musical de la banda. Incluso hoy en día hay quienes ponen en duda el legado histórico de la banda. Es cierto que el álbum es, en muchos sentidos, inferior a sus dos predecesores. No hay forma de compararlo con las obras anteriores. Sin embargo, no es por una cuestión de nivel musical, sino por la antes mencionada arrogancia de los músicos, quienes de alguna forma la plasmaron en las 12 canciones que conforman al álbum.

Y otra razón por la que no se puede comparar a esta obra con las dos iniciales, es porque se trata de un trabajo con una perspectiva muy distinta. Mientras en Definitely Maybe (1994) la esencia del álbum era el espíritu musical contundente, olvidado por los británicos desde la época de los Sex Pistols, y en (What's The Story?)Morning Glory (1995) la médula era entregar una obra pulcra y exquisita, honrando a las raíces del rock británico, en este Be Here Now el alma son las guitarras.

El álbum es un compendio de guitarras por todos lados. Una especie de oda a las guitarras y a su sonido estruendoso e inigualable. Para ello, tuvieron que recurrir a diversas técnicas, como el uso de overdubs y muros de sonido, y remitirse al estilo guitarrero impuesto por dos deidades del instrumento: Jimmy Page y Jimi Hendrix. Así que eso hicieron, canciones muy a la Led Zeppelin, extensas, ruidosas y con muchas guitarras. La idea desde luego era excesiva, y el resultado lo fue igualmente.

 Por esa razón, la crítica destrozó al álbum y lo catalogaron como un fiasco. Hoy en día, esa categorización es francamente exagerada. Es verdad que los músicos se excedieron, y es verdad que las canciones son exageradas. Sin embargo, con el paso de los años, se confirma que Be Here Now es el cierre de una trilogía fantástica de álbumes que no sólo definen a Oasis como una de las bandas británicas de rock más importantes de la historia, sino que también definen al género que ellos mismos inventaron y popularizaron: el britpop.

De hecho, me atrevo a decir que sólo hay un momento de exceso musical innecesario en los 72 minutos que dura la obra. Pero ya llegaremos a ello. La obra inicia con una canción distinta, algo que no se le había escuchado a la banda en sus obras anteriores. "D'You Know What I Mean?" es cuanto menos oscura, incluso por momentos, muy pesada. La melodicidad característica de la banda está presente, pero la ambientación es muy densa, y en ello contribuye mucho la mencionada pared de sonido, hecha exclusivamente de guitarras. El ritmo cansino del tema disimula sus 7 minutos de duración, en los que la canción no tiene mayores complicaciones. El final de la canción es uno de los más alucinantes de todos los 90, un vaivén de guitarras alteradas, que hacen del último minuto un auténtico viaje sonoro psicotrópico y majestuoso.

El segundo tema es el poderoso "My BIg Mouth", una canción con muchísima energía y poder, considerablemente melódica y donde nuevamente las guitarras acaparan el 60 % de la música que escuchamos. Aquí se aprecia más el alcance rocanrolero del muro de sonido. Mientras que "Magic Pie" es otra gran maravilla de canción, una que apela más por el rock clásico de los Beatles pero mezclado con el poder de Led Zeppelin, cantada por Noel Gallagher, se trata de uno de los temas más deliciosos del álbum, con melodías más expresivas y armonías más exquisitas. Lo que en los temas anteriores era poder y estruendo, aquí lo es también, pero con muchísima más elegancia y emotividad.

Quizas la canción más conocida del álbum sea "Stand By Me", homónima a la que popularizó en los 60 Ben E. King. Los dotes de compositor de Noel se lucen en esta maravilla, una canción que a pesar de su considerable accesibilidad, nunca renuncia a los elementos centrales presentados en las demás canciones del álbum. Y la bocanada de aire fresco llega con la semi-garage al estilo de los Monks "I Hope I Think I Know", una breve canción, muy acelerada y nada compleja, nos refresca los oídos con su exquisita melodicidad y su jovialidad palpable.

Otra de las canciones más finas y estilizadas del álbum es "The Girl In The Dirty Shirt", quizás la canción más deliciosa de todo el álbum, una típica wannabe, que no sobre expone ninguna faceta, que de forma tranquila se explaya en su fantástica simpleza, y que con elementos tan sencillos como efectivos (los fabulosos coros de Noel una octava -o dos- por encima de su hermano, o los excepcionales juegos de palabras con el sonido de la "sh", por ejemplo) la convierten en una canción de altura, a pesar de su aparente bajo perfil.

La canción más pesada del álbum sin duda es "Fade In-Out", adornada con ciertos destellos de rock sureño, pero con una ambientación oscurísima y proto-metalera. El misticismo que rodea a la canción sólo se ve superado por el imponente sonido de las guitarras cuando estallan a mitad de canción. La estructura no es para nada compleja, así que toda la atención la debemos centrar en esa ambientación, que a pesar de los 7 minutos que dura la canción, no nos cansamos de ella. Aún en la primera parte, digamos la parte calmada, la canción no es para nada amistosa, salvo por el juego de palabras (que Noel componía, a pesar de que no tuviera un sentido semántico), ahora con la letra "b" ("you gotta be bad enough/ to beat the brave").

El lado más amable del álbum llega con la nostálgica "Don't Go Away", una semi-balada con un solo de guitarra maravilloso, y una melancolía pocas veces escuchada en alguna otra canción de la banda hasta ese momento. Sin dudas, se trata de la canción más bella del álbum, y una de las más bellas del historial de la banda. Seguida a ésta, está la canción homónima, "Be Here Now", una canción muy rocanrolera que por momentos nos remite al The Who del "Who's Next", en especial por el uso de los sintetizadores, y por momentos nos recuerda a Led Zeppelin, por la energía y el poderío de las guitarras. Hasta ahora, ésta podríamos considerarla como la canción menos buena del álbum, a pesar de no ser para nada una mala canción.

Y justo aquí llega el momento de exceso innecesario que mencionaba antes. "All Around The World" es una canción que tenía el potencial para ser la "Champagne Supernova" del álbum, sin embargo, la canción tiene un par de minutos que sobran, una orquestación que quizás no debía incluirse, y una repetición de secciones que se puede hacer incluso tediosa. Con todo eso, la primera mitad de la canción es espléndida, con un toque ligero de melancolía y otro de epicidad. El coro es bastante ingenioso e incluso, los primeros momentos instrumentales pueden ser majestuosos. Después de eso, la canción pudo haber terminado sin problemas.

Afortunadamente, llega "It's Gettin' Better (Man!!)" para rescatar la situación, retomando el poderío de canciones como "My BIg Mouth" o "I Hope I Think I Know", pero con un sentido musical mucho más complejo, desarrollado y exquisito. Las guitarras vuelven a ser las protagonistas y la melodicidad regresa a ser más rocanrolera que popera. Aquí, a diferencia del tema anterior, el final de la canción, que repite lo mismo muchas veces, es lo más efectivo e incluso genial de la canción. Esa fusión entre el título de la canción, la voz de Noel gritando un "yeah!" desentonado y el solo de guitarra, es quizás mi momento favorito de todo el álbum, y sin duda, un excelente cierre para el mismo.

¡Oh! Y es cierto, hay un reprise de All Around The World, tan breve que sólo se puede considerar como una coda, o un bonus track. Y así termina el último gran álbum del britpop noventero. En ese mismo año Radiohead publicaría su OK Computer, y después de eso ya nada volvería a ser igual. Sin embargo, esta obra debe ser revalorada, reevaluada y rescatada de aquel abismo que durante años se ha olvidado y ninguneado. Si usted es amante del rock, si usted ama el sonido de la guitarra eléctrica, y si usted  disfruta de las melodías tanto como yo, este álbum es, en definitiva, un obligado, dígase lo que se diga.

lunes, 4 de febrero de 2019

El verdadero fin del progresivo clásico - Moving Pictures



Es cierto que para muchos el fin del rock progresivo llegó con la estrepitosa y contundente  aparición en escena del punk británico, para otros se terminó con The Wall de Pink Floyd, sin embargo, estrictamente hablando, el último gran álbum progresivo de alguna de las bandas clásicas es Moving Pictures de los canadienses Rush. Y al igual que la mayoría de las bandas progresivas clásicas, tipo Yes, Genesis o Camel, la banda se orientaría en la década de los ochenta a un sonido más popero y menos arriesgado.

Sin embargo, esta obra aún contiene remanentes del progresivo de altura de la década anterior, y la energía rockera de la banda permanece incólume si la comparamos con la de sus albumes setenteros, es por ello que la obra se salva, y no sólo eso, sino que se trata del álbum que colocó a Rush en un plano más comercial y mundialmente reconocido, debido principalmente a su espectacular canción inicial "Tom Sawyer", la cual no cede en ningún momento a las dulces mieles del conformismo, y termina por ser una canción clásica del rock progresivo por su enorme complejidad y su asombrosa maestría interpretativa.

Pero la obra también tiene otras canciones destacables, como la instrumental y espectacular "XYZ", la evocadora "Red Barchetta", la épica y por momentos gloriosa "The Camera Eye" en donde Alex Lifeson en las guitarras y Neil Peart en la batería se lucen como pocas veces lo habían hecho, o la mística "Witch Hunt". También hay que decir que un par de canciones no funcionan del todo, como la final "Vital Signs", sin embargo, al final el álbum tiene un balance y un equilibrio que no sólo lo salva, sino que lo destaca como un gran álbum en una época en la que el progresivo había muerto.

Con todo eso, ninguna canción se acerca ni por asomo a la grandeza del tema inicial, y por esa simple canción, el álbum ya merecería estar en esta lista.


"Locust Abortion Technician" - Butthole Surfers



Una de las bandas más extrañas y poco conocidas de los ochentas son los Butthole Surfers, quienes desde su propio nombre ya nos anticipaban un poco su propuesta, sin embargo, una vez que escuchamos la música, nos damos cuenta de que el nombre es apenas un atisbo de lo que en realidad es la banda. Una extraña mezcla entre rock, sonidos abstractos, humor negro (muy negro) y un ingenio tan desconcertante como asombroso.

Esto se refleja mejor en su tercer álbum, el excéntrico Locust Abortion Technician, una obra llena de experimentos sonoros, risas, rock y locuras. No es un álbum fácil de escuchar, ya que la banda se cerciora de primero sacar una mueca al oyente antes de que decida darle una segunda oportunidad a la obra. Por lo que la música necesita más de una escucha para ser del todo comprendida, si bien no es académica ni cerebral, sí tiene elementos que no siempre se acostumbran a escuchar en una banda de rock.

En ese sentido, se puede decir que la banda es un hijo no reconocido de Frank Zappa y Captain Beefheart, y este álbum en particular, puede llegar a recordarnos obras esenciales del primero, como Absolutely Free o We're Only In It For The Money, con la excepción de que las guitarras aquí son más agresivas, y que la diversidad de instrumentos no es tan amplia como con Zappa. Sin embargo, la esencia ahí está, y para los pocos que entienden a Zappa, y para los aún menos que les gusta Zappa, este álbum será un deleite absoluto.

Para los demás, será un álbum difícil pero eventualmente digerible, y una vez llegado a ese punto, podremos admirar (hasta cierto punto) el ingenio de los músicos. De las canciones hay poco que se pueda explicar, pero destaca el homenaje abiertamente satírico a Black Sabbath en la inicial "Sweet Loaf", la crudeza palpable de "Pittsburgh to Lebanon", la más o menos estructura convencional de "Human Cannonball", la esquizofrenia sonora de "U.S.S.A.", el gran ingenio sin límites de "The O-Men", o el gran despliegue musical de "22 Going On 23".

La banda jamás habría de alcanzar el éxito comercial, sin embargo, su excentricidad ha logrado trascender al paso del tiempo, y hoy en día se puede reconocer el trabajo hecho por la banda, al arriesgarse de esa manera, y al entregarnos una obra sin igual.


Atomizer



En los años ochenta el punk dejó de ser como era en los setenta, y bandas legendarias como los mismísimos Ramones tuvieron que adaptarse a las nuevas corrientes. Una parte del punk evolucionó y se mezcló con otros sonidos para formar el Thrash Metal que Metallica habría de popularizar. Otro punk fue tomado por bandas como Black Flag y lo convirtieron en el Hardcore Punk. Sin embargo, una banda peculiar de los Estados Unidos, liderada por el futuro productor de álbumes famosísimos, Steve Albini, hizo del punk una expresión híbrida entre la agresividad de los géneros antes mencionados, pero con un cierto elemento netamente musical predominante. Todo ello expresado en su debut, el potente Atomizer de 1986.

Es cierto que las canciones del álbum son, en su mayoría, despliegues de energía, poderío y riffs de guitarra estruendosos, sin embargo, detrás de todo ese noise, está un background artístico que, si bien es difícil de apreciar a primer escucha, conforme le vamos dando más oportunidades al álbum, las vamos descubriendo.

El sonido del álbum habría de ser influencia para bandas que habrían de revolucionar al rock en la siguiente década, sobre todo por el uso de los riffs y las guitarras estruendosas, si bien la esencia punk quedaría un tanto olvidada. Pero aquí tenemos un gran ejemplo de un álbum que quiso llevar al punk a otro nivel, con temas destacadísimos como "Jordan, Minnesota", la extensa "Kerosene", la oscurísima "Bad Houses", la premonitoria "Fists Of Love", o la electrizante "Passing Complexion". Sin duda un gran álbum para comprender el nacimiento del grunge algunos años después.


El murmullo inicial de R.E.M.



La primer obra discográfica de R.E.M. es una obra llena de sonidos prometedores, una frescura necesaria en la década de los ochentas, y un sentimiento de alienación apenas palpable en la música, que posteriormente habría de ser esencial en el desarrollo del llamado rock alternativo de los años noventa. También es de destacar el hecho de que la frescura del álbum viene acompañada de una vivacidad y un optimismo sonoro que sería característico de la banda, sobre todo en sus años iniciales.

La música nos puede remitir por igual al sonido post punk de Televison o The Clash, que al estilo new wave de bandas como los Cars o New Order, sin embargo, no encaja del todo en ninguna de estas categorías, y ello se debe a la estructura de las canciones, alejadas de la simplicidad del punk, y más cercanas al rock clásico de los años sesenta. Las guitarras no son el sonido más prominente del álbum, sin embargo sí sn lo suficientemente protagonistas a lo largo de las canciones como para considerarles una nueva rama naciente del rock.

Apenas iniciado el álbum nos topamos con una maravilla, que es la destellante "Radio Free Europe", con su beat acelerado y su jovialidad contagiosa, no podía haber mejor manera de iniciar la obra. Sin embargo, no para ahí el deleite pues temas como "Laughing" con su ritmo cercano por momentos al reggae,  "Talk About The Passion" con su riff jugueton y su coro deliciosamente evocador, "Perfect Circle" con su ambientación preciosista y bastante más avanzada estéticamente que lo que cualquier banda de post punk logró jamás, "Shaking Through" y su beat bailable y característicamente indie, entre otras, hacen del álbum un pequeño deleite que, si bien no es una obra revolucionaria, sí es una pieza musical bastante interesante, sobre todo si se considera el contexto que rodea a la obra.

Más adelante, la banda nos regalaría muchas más obras mejor ejecutadas, compuestas e interpretadas, sin embargo, el debut del entonces cuarteto no desmerece al resto de su exitosa y prolífica discografía.