viernes, 28 de septiembre de 2018

Discografía de los Beatles: Please Please Me



Así inauguro una de las secciones que más ansiaba escribir en este blog, la de los discos del famoso cuarteto de Liverpool. Todos sabemos su trascendencia en la historia del rock, y de la música contemporánea, por lo cual no podían pasar desapercibidos en este espacio. La fantástica historia escrita por las mentes creativas y las habilidades musicales de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr comenzaba, discográficamente, en 1963.

Para ese entonces la banda ya era conocida gracias al éxito de sus primeros sencillos: "Love Me Do" y sobre todo "Please Please Me", que sería el primer sencillo de la banda en alcanzar el número 1 de las listas británicas. Así que su disquera les exigió la grabación de un LP (como se llamaba a los álbumes en aquellos días), el cual, además, debía quedar listo en el transcurso del mes siguiente, por lo que la premura hizo que el álbum se grabara en un solo día, el 11 de febrero de 1963, a partir de las 10 de la mañana. Como dato curioso, cada uno de los 4 integrantes cobraron por su "día de trabajo" un total de £7.50.

De los 14 temas que conforman el álbum, 2 ya habían sido grabados previamente, los mencionados sencillos, y los 12 restantes fueron grabados en la maratónica sesión de febrero, además de un par de temas más que no habrían de ser incluidos en el corte final del álbum. La música debía representar el sonido de la banda en directo, por lo cual prácticamente no había descansos entre la grabación de los temas. Podría decirse que se trató de un súper concierto privado de 10 horas de duración. Los métodos de grabación de aquellos días eran muy distintos a los utilizados hoy en día.

La trascendencia del álbum recae no sólo en la extraordinaria música, sino en el concepto de banda autosuficiente, que compone, interpreta y graba sus propios temas, un concepto que no era muy popular en esas épocas, y que se convirtió en un modelo a seguir en todas las bandas de rock que aparecieron desde entonces hasta hoy en día. La primer revolución de los Beatles en la música se dio desde la estructura misma de una agrupación, así como en las funciones específicas de cada integrante. Había un miembro para una sección instrumental específica, lo cual, además de cerrar el círculo armónico típico del rock, fundamentaba la estructura esencial de lo que una banda de rock debía ser. Tan austera como efectiva, tan básica como independiente. Atrás quedaban los tiempos de las grandes bandas, de las agrupaciones exclusivamente vocales, o de los solistas con 10 músicos de respaldo. 4 personas eran capaces de estremecer a millones.

Musicalmente hablando, la obra es una explosión de rock, pop y juventud. La vena romántica/juvenil de las letras se acopla a la perfección con la interminable energía de la música. Se percibe que los músicos están en la etapa post-adolescente y pre-adulta, por lo que su música es igual de enérgica y vivaz. Los fundamentos del rock están plasmados en las canciones, quizás ligeramente atenuados por el correctismo de la época. Pero ahí están la rebeldía, el nihilismo, el sonido áspero, las canciones de 3 acordes, la dureza de las guitarras y la sensibilidad romántica.

La inyección de energía comienza con el conteo de McCartney en "I Saw Her Standing There" (que originalmente se llamaría "Seventeen"), y la explosión rocanrolera del tema. La potente voz de Paul es lo primero que percibimos, sin embargo, en un sentido musical, había un elemento maravilloso que los Beatles introdujeron en sus composiciones: el crescendo emotivo del puente de la canción, lo cual nos llevaba del aparentemente estable estado emocional de las estrofas al exacerbado estado eufórico de los coros. Para lograr esto, en esta canción, es importantísimo el trabajo de Paul en el bajo, el cual si escuchamos con detenimiento, nos daremos cuenta que es el sostén de toda la emotividad de la canción. No las guitarras, no las voces, no la batería, el bajo.

El segundo tema es de corte más romántico (con un toque pesimista típico de Lennon), "Misery", un tema en el que cantan a dúo McCartney y Lennon en una perfecta armonía vocal, y al que, posteriormente, George Martin le agregaría pequeños brillos de piano. La canción es muy breve, y dada su temática, es uno de los fudamentos musicales del pop que más tarde la misma banda perfeccionaría. El primer cover de la banda es "Anna (Go To Him)", tema cantado emotivamente por Lennon con coros de McCartney y Harrison, y en el que el papel de la sección rítmica es esencial para los cambios emocionales de la canción. La voz de Lennon (con todo y el resfriado del que aquejaba en el día de la grabación) suena maravillosa y transmite el romanticismo a la perfección. Los ecos del soul están presentes en este delicioso tema.

A continuación vendría otro cover, "Chains" de Gerry Goffin y Carole King, cantado esta vez por Harrison con coros de Lennon y McCartney, se trata de otra canción popera en la que escuchamos por primera vez a Harrison en la voz principal, aún inmadura y jovial, pero sobre todo, su guitarra con arpeggios que si bien no son tan refinados, sí embellecen a la canción. Y también escuchamos a Ringo cantar por primera vez en el tercer cover del álbum, "Boys", en el que además de lucirse en las percusiones, su voz nos transmite toda la energía de la que disponía el carismático baterista, sabiendo que el cantar no era su mayor virtud musical. Sin embargo, con el apoyo de Lennon y McCartney, la canción es otra inyección de energía y termina por regresarnos a la maravillosa senda rocanrolera de la banda.

La canción más pulida en cuanto a composición del álbum es la que corre el mayor riesgo de sonar avejentada. "Ask Me Why" es un tema romántico de John Lennon, que tiene una estructura melódica y armónica muy avanzadas para la edad y el sonido de la banda por entonces, sin embargo, la instrumentación no ayuda del todo a apreciar el nivel musical del tema. Afortunadamente, las voces ayudan mucho a que aceptemos la canción, y a que tengamos la apertura de analizarla, y descubrir la complejidad escondida detrás de la fachada inocente y romántica de la canción.

Y llega el gran atractivo, "Please Please Me" compuesta por Lennon, con ese fantástico crescendo emocional del que se hablaba anteriormente, y con un Harrison espectacular en la guitarra, se trata del primer clásico de los Beatles, que además de eso, es una excelente canción de rock pop, con secciones aceleradas, melódicas y rockeras.  Y acto seguido, el segundo sencillo viene a continuación, la inocente y simple "Love Me Do", quizás la canción más simple de todo el repertorio de los Beatles, y por supuesto, una de las más queridas y recordadas. La influencia del Skiffle británico se percibe a pesar del lento ritmo de la canción, por lo que se delata la prontitud con la que se compuso esta canción.

La respuesta de McCartney a Lennon y su bella "Ask Me Why" es la deliciosa "P.S. I Love You", una maravillosa canción pop, en la que las melodías se anteponen a los demás elementos musicales, y en la que la ternura se palpa a través de la entrañable y maravillosa música. Todos los elementos que conforman una bella canción pop están presentes en este tema, incluyendo el crescendo típico de los Beatles. Acto seguido, el tema más pop del álbum es otro cover, "Baby It's You" es una melodía melosa, con un sonido soulero muy evidente, y con la voz de Lennon volviéndose a lucir en los distintos puntos climáticos de la canción.

Y si Lennon y McCartney ya cantaron sus bellas canciones pop, ahora era turno de Harrison cantar una canción bella, inocente y popera, compuesta por sus colegas Paul y John, "Do You Want To Know A Secret?" es otro de los tema más memorables del álbum, el cual nos gusta por su simpleza, efectividad y melodicidad. Los acordes descendentes acompañados por el "Doo-Dah-Doo" son todo un clásico. La semilla del pop estaba sembrada, y en años posteriores habría de germinar y darnos un bello fruto que, lamentablemente, sería explotado hasta el cansancio por otros cantantes y músicos.

El penúltimo cover es una canción muy interesante e incluso un tanto oscura. "A Taste Of Honey" es una canción introspectiva con un desenlace emotivísimo, pero con una ambientación muy alejada del pop que estaban creando los Beatles en este mismo álbum. Ello no le resta ningún mérito a la canción, y por el contrario, la hace una de las canciones más atractivas por su unicidad en el álbum. Además se trató del primer double track de los Beatles, es decir, la primer canción en que se duplicaba la voz del vocalista, en este caso, Paul. La última canción original del álbum es "There's A Place", que nos remite un poco a "From Me To You" aunque con menos melodías pegajosas y con más energía rocanrolera.

La última canción del álbum es de hecho la última que se grabó aquel 11 de febrero, la que George Martin, productor del álbum, dejó para el final debido al resfriado de Lennon, es decir, la canción en la que si se equivocaban no pasaba nada. Para este punto, el cansancio de los Beatles era evidente, y el hecho de saber que podían equivocarse les relajó en demasía, por lo que, sin presión alguna, grabaron en una sola toma la versión de "Twist And Shout" que todos conocemos, que todos amamos, que a todos nos electrifica y nos energiza como pocas canciones en el mundo. No había mejor manera de cerrar un álbum con estas características.

 La banda más mítica de la historia del rock no pudo haber tenido un álbum debut más adecuado y perfecto que "Please Please Me". Es un hito a la juventud, a la inocencia y a la rebeldía rocanrolera de principios de los años 60, y el éxito no fue su único logro. Es un álbum que sentó las bases de lo que una banda de rock debía ser y hacer. Un shot de adrenalina y energía que trasciende las barreras del tiempo.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Mis canciones favoritas de los Smashing Pumpkins



La banda oriunda de Chicago es una de los pilares del rock alternativo de los años 90, la cual se alejaba un poco de la actitud nihilista del grunge, y se acercaba más al preciosismo y la perfección musical del rock progresivo, todo dentro de un ambiente enteramente depresivo. La banda conjuntaba elementos de grunge, shoegazing y art rock, así que lo mismo podíamos toparnos con una canción que sonaba un poco a Soundgarden, y a su vez a The Jesus And Mary Chain, con ecos de King Crimson y Roxy Music. Es por ello que la banda liderada por el inconfundible Billy Corgan se destacó como una de las mejores y más prolíficas bandas de rock de los años 90. Aquí una lista con mis canciones favoritas de dicha banda:

20. "Siva".

Se trata de una espectacular canción aparecida en el álbum debut de la banda, el "Gish" de 1991. La estructura de la canción es un tanto compleja, lo cual desde aquel momento les separaba del resto de las bandas de grunge, y les colocaba en un apartado distinto.


19. "Where Boys Fear To Tread".

La canción abridora de la segunda mitad del mítico "Mellon Collie And The Infinite Sadness" tiene uno de los mejores riffs de guitarra de todo el rock noventero. La canción tiene una estructura simple, pero el poder de las guitarras es el alma de la canción, por lo que agradecemos el perfeccionismo de Corgan al meter como 50 overdubs de guitarras en sus canciones.


18. "Bullet With Butterfly Wings".

Una de las canciones más rockeras y pesadas del historial calabaciento, es también una de las más reconocidas por el público. Es cierto que el estilo melancólico de los smashing pumpkins no está del todo claro en esta canción, pero para la radio (y para mtv) es más que perfecta.


17. "Today".

Aparecida en el "Siamese Dream" de 1993, esta es una de las canciones más irónicas y engañosas de la banda. Lo que parece ser una canción alegre y vivaz, en realidad es una depresiva oda a la falta de sentido a la vida. Es como hallarle el gusto a la depresión, y de cierta forma, burlarse de ella.


16. "Thirty-Three".

Una de las canciones más bellas de la banda, con más melodicidad que visceralidad, y con un inspirado Billy Corgan que nos habla del amor desde una perspectiva un poco más positiva, y con una instrumentación preciosista que enaltece la belleza innata de la canción.


15. "Rhinoceros".

El primero de muchos himnos característicos de la banda, se trata de una emotiva y cambiante canción, dividida en dos partes, la primera calma, suave, bella; la segunda dura, áspera, visceral y espectacular. A destacar el trabajo de James Iha en las guitarras, que en esta canción suenan mejor que en cualquier otra de su álbum debut.


14. "Zero".

El riff de guitarra por excelencia de los Smashing Pumpkins, una canción icónica y deliciosamente rockera en la que las melodías extrañas no nos alejan del tema, gracias al mencionado riff, que es simplemente espectacular. A pesar de ser una canción comercial, se percibe la esencia deprimente y pesimista de la banda, cosa que claro, nos encanta.



13. "Thru The Eyes Of Ruby".

Otro himno de la banda, esta vez aparecido en el "Mellon Collie..." de 1995. Se trata de un rock sinfónico a manera de mini-suite, con momentos de poderío rockero espectacular y además, bastante emotivo, y otros de una suavidad y delicadeza musical exquisita.


12. "Stand Inside Your Love".

Una potente canción con una letra romántica y una contrastante emotividad que pasa de lo agresivo a lo desgarrador. Extraída del "Machina/ The Machine Of Love" del año 2000, podemos considerarla la última gran muestra musical de la banda.


11. "Stumbleine".

Es Billy Corgan a solas con su guitarra, en una canción tan simple como bella, en la que la sensibilidad del músico queda expuesta. Pocas veces escuchamos este tipo de canciones en la discografía de la banda, lo cual la hace aún más valiosa.


10. "Cherub Rock".

La pieza abridora del "Siamese Dream" es una perfecta introducción por parte de la banda, en la que de a poco vamos escuchando a cada uno de los instrumentos incorporarse a la canción, hasta que estalla. La obra es el típico sonido de la banda: un potente rock melancólico, duro y triste por igual. Una maravilla de canción.


9. "Starla".

Se trata de una canción que se publicó inicialmente como lado b, y que después sería rescatada en el álbum recopilatorio "Pisces Iscariot". La canción es una maravilla completa, 11 minutos de emotividad, epicidad, poderío y un sentido musical asombroso para la madurez de la banda y el momento en el que se grabó.


8. "Tonight, Tonight".

Quizás se trate de la canción más elaborada armónicamente de todo el repertorio de la banda, además de ser una de las mejores canciones de todos los 90. Las transiciones de las partes calmas a las partes emotivas son fantásticas, y el pináculo de la canción alcanza un clímax musical y emocional espectacular.


7. "1979".

La canción por excelencia de la banda, la que todo mundo conoce, la que todo mundo ha escuchado. Y además una de las canciones más bellas de la banda. Ese aire de nostalgia al pasado, de la entrañable juventud perdida, adorna y engalana a la ya de por sí bella pieza musical. Sí, será la canción más popular del grupo, pero es igualmente una belleza que nos sigue remitiendo a los mejores años de nuestras vidas.


6. "Perfect".

No digo que sea mejor que cualquiera de las antes enumeradas, sin embargo, para mí tiene un significado muy especial porque de inmediato me remite a los años en los que conocí a los Smashing Pumpkins, a lo maravillado que estaba con su música, y en especial, a lo mucho que me gustó (y me sigue gustando) esta hermosa canción.


5. "Snail".

Una desgarradora y espeluznante canción extraída de su álbum debut. Si bien, no tuvo el brillo comercial de otras canciones de dicho álbum, sí es una de las mejores. En ella se representa a la perfección lo que alejaba a la banda del popular grunge. La tristeza y la melancolía estaban presentes, disfrazadas de un rock duro y agresivo, que no hacía más que enaltecer dichas emociones, y estremecernos con el llanto musical tan perfecto de esta canción.


4. "Rocket".

Con la misma melancolía del tema anterior, aunque con menos agresividad y un mayor sentido melódico, la representación de las influencias de la banda, en especial de géneros como el shoegazing, quedan evidenciadas en esta estruendosa y maravillosa canción. No es un himno como tal, pero sí es una canción poderosamente emotiva.


3. "Muzzle".

Sin duda, la faceta de la banda que más me gusta, y la que creo que más los caracteriza, es la facilidad de mezclar sonidos de rock duro con emociones que pueden ser tiernas o sublimes. Esta canción es un claro ejemplo de ello. Es su sonido particular, ese sonido que ninguna otra banda jamás igualó, y la marca distintiva de esta majestuosa agrupación.


2. "Disarm".

Esta es sin dudas la mejor canción que jamás grabaron los Smashing Pumpkins, es dramática, es bella, es desgarradora, es poderosa. Esta canción tiene todos los elementos que distinguen a la banda, y están hermosamente decorados por un cuarteto de cuerdas y algunos otros instrumentos finísimos que añaden belleza y emotividad. Es la perfección hecha música.


1. "Hummer".

Mi canción favorita de la banda. Son 7 minutos de sensibilidad, de tristeza, de oscuridad y de luz. La canción no tiene estructura alguna, se deja llevar por la emoción del momento. Los guitarrazos tienen la finalidad de llevarnos al llanto, la voz de Corgan alimenta la melancolía, el rock duro es tierno por momentos, y la música jamás deja de transmitirnos algo directamente al corazón. Una vez que llegamos al final de la canción, nos damos cuenta de que hemos escuchado algo supremo.


jueves, 13 de septiembre de 2018

Oda agridulce al amor y la amargura: Songs Of Leonard Cohen



El poder que puede tener la música para transmitir emociones a través de los sonidos es inmenso, inagotable, inconmensurable e infinito. Desde las grandes obras de Mozart, Beethoven y Bach hasta la simpleza de una música en apariencia minimalista, como lo es el folk, toda la música bien hecha es capaz de dejarnos en un estado de ánimo "virtual", porque es real y no lo es. Porque nos permite sentir cosas que no estamos viviendo. Porque nos concede la gracia de sentir el dolor ajeno sin pasar por el infierno de los demás.

Y de la misma forma nos permite acariciar el amor de los talentosos y exprimir la felicidad de los virtuosos, aunque sea por un efímero instante, sólo para exiliarnos de nuestra propia realidad, que sin ser necesariamente buena o mala, no es tan trágica o tan excelsa como se nos narra en la música más plena. Todo esto es capaz de regalarnos la sola música, los acordes y las notas, las melodías y las armonías. Pero si a ello le agregamos un letrista, un poeta auténtico que con palabras expresa con escalofriante precisión un estado de ánimo, el resultado puede ser asombroso.

Todo esto sucedió en 1967, cuando un reconocido escritor y poeta canadiense, Leonard Cohen, decidió que quería grabar un disco, sólo con su guitarra y nada más. El talentoso músico aspiraba inicialmente a formar una banda country en Nashville, razón por la que llegó a los Estados Unidos, sin embargo, afortunadamente se quedó inmerso en el enorme movimiento folk neoyorquino de los años 60. Así fue como se decidió por esta música, tan austera como plena, perfecta para el nivel de crudeza y/o magnificencia de sus letras.

Si bien, el músico (y algunos críticos musicales de la época) no quedó del todo contento con el resultado, debido a la inclusión de diversos arreglos (ya no fue él solo con su guitarra al final), con el paso de los años su álbum debut llegó a considerarse una obra de culto. Titulado "Songs Of Leonard Cohen", la obra se aleja de los convencionalismos de la época, en donde la psicodelia, el ácido y los colores dominaban la escena musical a nivel mundial. Cohen era ajeno a todo ese mundo, y esto se debe a la edad del compositor cuando se publicó su obra debutante: tenía 39 años de edad.

Pero nada de esto importa una vez que escuchamos la música, leemos las letras y nos empapamos del arte contenido en cada una de las 10 canciones que conforman la obra. No se necesita ser un experto en música, no se necesita saber sobre poesía, simplemente se requiere ser humano, y haber sentido algo alguna vez en la vida. Por lo cual la obra es universal y atemporal. Aplica para todos los casos, en cualquier lugar del mundo y en cualquier época en que se escuche.

Pero vayamos a las canciones, una a una. "Suzanne" es una joya incuestionable. Desde el primer tema el canadiense nos deja en claro su nivel musical y lírico. La sensibilidad para interpretar la hermosa letra escrita, además claro, de los bellos arreglos musicales, como los coros femeninos y algunos discretos sonidos de cuerdas, hacen de este tema un gancho inesquivable que nos atrapa y nos acerca al melancólico estado de ánimo de esta romántica melodía. Un romanticismo que no es cursi, un romanticismo pletórico en donde se trascienden las sensaciones y se analiza el alma de una persona que, inconsciente y burdamente, es incapaz de descifrar el amor que puede sentir en su interior.

El segundo tema es mucho más obscuro, "Master Song" se acerca a la temática de la guerra y los horrores de ella, claro, desde una perspectiva poética, pero con una ominosidad que se percibe de manera evidente en la letra, pero también en la música y en los arreglos de ésta. Una clara canción de protesta, que cobra mayor importancia por la guerra de Vietnam acaecida en aquella época, con cerca de los 6 minutos de duración, y que puede llegar a ser desgarradora y cruda, pero que en nada pierde la esencia austera de la música. Sin los brillos (prácticamente inalcanzables) del tema inicial, pero con un enfoque mucho más realista que metafórico, se trata de una de las grandes canciones del álbum.

La belleza retorna de manera espectacular en "Winter Lady". El Cohen romántico e inspirador regresa con esta pequeña maravilla a dos guitarras, y con unos brillos de arpa tan fugaces y tan brillantes y relucientes como un relámpago que aparece en medio de una suave lluvia. La canción nuevamente, no es romántica en un sentido convencional. Si bien se dedica a una mujer y al impacto que ella tuvo en el autor, la canción habla más sobre la soledad y la necesidad que tenemos todos de sentirnos acompañados por alguien. Una bella y triste canción de amor y abandono.

Y el contraste nuevamente se hace presente con "Stranger Song", una canción que se enfoca más en el mensaje lírico que en el musical. La guitarra, con la compejidad de los arpeggios que acompañan constantemente a la letra, no cambia en ningún instante, y todo se centra en la letra de la canción, que lidia con la alienación vista desde dentro hacia afuera. No es sobre cómo i por qué se aleja del mundo, sino del mundo visto desde la perspectiva el exiliado, del extraño que está ahí pero que nadie ve, hasta que eventualmente, los extraños son todos menos él.

"Sister Of Mercy" es mucho más melódica, apela más a los elementos musicales que a los líricos, sin que esto se refiera a que la letra es, digamos, promedio. Por el contrario, en la letra se nos habla sobre las musas del autor, todas ellas que le salvan en sus momentos más bajos, y que además, conmina a que cada quien busque a sus "hermanas de la piedad", las que siempre nos acompañan y las que siempre vivirán en nuestro interior para salvarnos del debacle. La música, como se había dicho, es más melódica. Las guitarras no son lineales, y los arreglos varían desde un Rhodes (los brillitos) tan dulce como elegante, hasta unas percusiones a manera de marcha que, de manera discreta, nos acompañan en gran parte de la canción.

La canción más accesible del álbum, sin duda, es "So Long, Marianne", una canción con una estructura más convencional, con una instrumentación más rica y menos austera, y unas melodías menos oscuras y/o tristes. La letra es abiertamente romántica, y en ella se habla sobre el amor que siente el protagonista por una mujer, a la que extraña mucho. Escuchamos una batería, un bajo, algunos instrumentos celtas muy lejanos, y un coro femenino que acompaña los estribillos de la canción, y los hace más memorables. Dicho sea de paso que, a pesar de la belleza y simpleza de la canción, a Cohen no le gustó nada el resultado, ya que él esperaba que la canción fuera mucho más triste con el solo sonido de su guitarra, sin embargo, el productor le añadió los demás instrumentos y arreglos. Algo similar con lo que le pasó a Paul McCartney con su mítica "The Long And Winding Road".

"Hey, That's No Way To Say Goodbye" es, para mí,  la canción más representativa del álbum y del artista, y ello se debe a que esta es la primer canción que escuché de Cohen en mi vida, y me ha cautivado desde aquel entonces, hasta hoy en día. Es una canción bellísima, muy romántica aún desde su enfoque de reproche, con unos arreglos deliciosos y con un sentido poético magistral per nada complicado de entender. Esencialmente, es una canción sobre el distanciamiento físico de un par de amantes, quienes lo sufren enormemente, pero que en el transcurso expresan su amor, el cual se acrecenta, irónicamente, con la distancia que hay entre ellos.

Mientras que "Stories Of The Street" es una canción de protesta, en la que Cohen nos narra el día a día en la ciudad en la que habitaba, en donde reinaba la incertidumbre y la desesperanza debido a la situación de guerra que vivían los Estados Unidos. La música es muy cruda y la progresión melódica nos lleva a una serie de cimas emocionales que son emocionalmente altas, pero breves, y el descenso de ellas nos lleva a una nueva estrofa. En ese sentido estructural, esta es la canción que más nos recuerda al trabajo de Bob Dylan.

La crudeza no sólo se mantiene, sino que se acrecenta con "Teachers", una extraña canción con dos guitarras como protagonistas, una que acompaña y sostiene a la canción y otra que nos regala una serie de melodías que por momentos son incluso terroríficas. Ciertamente Cohen quería dar un golpe final de visceralidad antes de cerrar el álbum, y por ello colocó a la canción más cruda del álbum cerca del final, en donde ya no hay reservas, donde incluso lleva su voz el extremo de cualquier posible estética, en aras de incrementar el nivel de brusquedad de la canción. Tanto así que los pasajes instrumentales son nulos, la canción va al grano y en 3  contundentes minutos la canción nos ha entregado todo y ha finalizado, con la voracidad y la contundencia del rayo.

Pero el álbum no podía terminar ahí, no podía terminar así. Es por ello que, como golpe final, como golpe de gracia a nuestras emociones, nos trae la canción más triste y desgarradora del álbum justamente para cerrarlo. "One Of Us Cannot Be Wrong" es una joya dolorosa, una bella e hiriente canción en todos su aspectos. La letra es poderosamente deprimente, en la que se habla sobre el abandono, la soledad, el rompimiento, la desesperación y la desesperanza, desde un enfoque primordialmente romántico. La música no hace sino acompañar lentamente el dolor explícito de la letra, y ser cómplice de éste hasta llegar al punto de sostener por casi 5 minutos la agonía incesante de la canción. Dicha agonía queda más que expuesta cuando, una vez terminada la letra, a Cohen le da por sollozar de manera brillante y desgarradora. No podía haber una canción más perfecta para cerrar lo que eventualmente se convertiría en un álbum perfecto, una obra de culto.

Escuchar este álbum en momentos de tristeza, nostalgia o dolor, puede ser algo peligroso, aunque igualmente reparador. La música es un bálsamo que está ahí para sanar las heridas, o para ayudarnos a llegar al fondo y así poder emerger cual fénix. Este álbum cumple esta función con creces, y demuestra el poder que puede llegar a tener la música sobre nosotros y sobre nuestro estado de ánimo. El álbum que nos enamora y nos desgarra, que nos endulza y nos amarga. La contradicción perfecta.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Historia del rock: El Rythm & Blues



Antes de entrar de lleno en el tema principal del escrito, es importante resaltar un hecho histórico (para el rock como género) sucedido en 1940. Lester William Polsfuss, mejor conocido como Les Paul, era un guitarrista experimentado que siempre estaba en búsqueda de nuevos sonidos e innovaciones al sonido de su amado instrumento. Fue así que en el año mencionado, el músico presentó su prototipo mejorado de los trabajos que anteriormente Leo Fender había realizado para electrificar a la guitarra. Si bien, en su momento no fue tan popular, sí fue un invento que, eventualmente, habría de revolucionar a la música del momento, y terminaría por crear el sonido esencial del rock como género musical.

Una vez dicho eso, podemos decir que, luego del trabajo de Miles Davis en la evolución del jazz, era inevitable que alguien buscara fusionar todos estos sonidos tan populares en aquel momento: el blues y sus derivados, el jazz y sus derivados, el country y el gospel. Añadido a esto, algunos músicos incluyeron elementos africanos y afroantillanos a su música, y con ello, más el sonido revolucionario de la guitarra eléctrica, fue como se creó el Rythm & Blues, género musical directamente precursor del rock & roll.

El Rythm & Blues es una música mucho más electrificada y estructurada que el blues convencional, mucho menos religiosa que el gospel, aunque conservando mucho de su emotividad, mucho menos cerebral y virtuosa que el jazz y mucho menos autóctona que el country. Digamos que es un género que retoma lo mejor de cada de uno de estos géneros, y los fusiona en un lento, triste y electrizante nuevo sonido que habría de ser esencial hasta nuestros días (aunque ciertamente, hoy en día su influencia se ha mermado mucho) para la concepción y comprensión del rock.

Es como el pináculo máximo de la música negra, esa música que desde los tiempos del gospel en los campos de algodón de 100 años atrás, y luego de los tiempos del inocente Ragtime, había sido el alma artística de los Estados Unidos. La nueva música clásica pertenecía al nuevo continente, y como prueba de ello estaba esta música con rasgos africanos, con esencia afroamericana y con una evolución imparable de casi 100 años.

Entre los principales exponentes se tiene que nombrar forzosamente al trabajo de Fats Domino, quien con canciones emblemáticas como "Ain't That A Shame" o "Goin' Home" e incluso álbumes como el "This Is Fats" popularizaron y catapultaron al género dentro de la escena musical norteamericana.


Otro artista esencial que influiría en gran parte de los músicos de rock de las décadas siguientes es el inconmensurable Muddy Waters, quien aportaría su enorme sensibilidad y emotividad al género, además de que sus canciones, llenas de tristeza y poderío fueron un elemento fundamental en el surgimiento del rock & roll. Quizás su canción más conocida sea "Rollin' Stone", pero otros temas como "Hoochie Coochie Man" con su enorme sensualidad también son destacables.



Y no se puede hablar del Rythm & Blues sin mencionar a la que quizás sea su figura más emblemática, el virtuoso B. B. King, quien con su potente voz y su enorme habilidad en la guitarra habría de componer e interpretar clásicos como "You Know I Love You", "Please Love Me" y el espectacular "You Upset Me Baby", entre mucho otros.


Con el paso de los años, habrían de surgir más artistas emblemáticos, como Ivory Joe Hunter, Ray Charles, Big Joe Turner, o agrupaciones como The Charms, The Penguins o The Midnighters. Mención particular para una agrupación meramente vocal, que habría de influir determinantemente en la aparición del soul en la década siguiente: The Platters, que con algunos éxitos y unas armonías vocales tan bellas como espectaculares lograron cimentar las bases del futuro de la música negra.



Si bien en ésta época ya figuraban nombres como el de Little Richard o Chuck Berry, no habría de ser sino hasta el segundo lustro de la década de los 50 que habrían de brillar con mayor fuerza. Sin embargo, antes de llegar a ello, y a manera de cierre de este texto, en 1954 se colaron en las listas de éxitos del Rythm & Blues 2 artistas que nada tenían que hacer allí: un ignoto (por entonces) Elvis Presley y una banda llamada Bill Haley & His Comets. ¿Por qué su inclusión parecía fuera de lugar? Simple. Artistas blancos tocando música de negros. Finalmente el rock & roll había nacido.

viernes, 7 de septiembre de 2018

"Yo tengo chicle en mi cerebro"



Cuando en los años 80 se desarrolló el hip hop afroamericano, tenía muchos elementos callejeros tanto en sus letras como en su música. El crimen y las drogas eran las principales temáticas de las canciones hiphoperas, y si bien se perseguía una especie de fin artístico, básicamente con la improvisación y el uso de ritmas que expresaran de la manera más cruda posible la realidad afroamericana, sus ambiciones musicales dejaron mucho que desear. Ahora bien, una cosa es bastante clara: el hip hop como tal, es un género que mayoritariamente pertenece a los afroamericanos. "Ese" hip hop.

Sin embargo, dentro de esa oleada hiphopera se desarrolló una metodología musical que parecía un mero plagio, pero que nadie de ese mundo había percibido el potencial artístico y creativo que poseía. El uso de sampleos. Es decir, el tomar segmentos o fracciones de otros temas para crear sonidos, ritmos y melodías dentro de un tema nuevo. Claro, con la acreditación y los derechos del autor original. Entonces, mientras los raperos usaban los sampleos como simples añadiduras en sus canciones agresivas y poco lúcidas, hubo quienes descubrieron el potencial de los sampleos para elaborar así obras nuevas, frescas y renovadas.

Uno de esos artistas era Beck Hansen, un freak angelino que se había hecho famoso en 1994 por su hip hop albino titulado "Loser", en la que mezclaba letras en inglés y en español. Una curiosidad que en su momento nadie tomó en serio, y que era más un tema hilarante que artístico, según la visión de muchos. Ahora bien, es importante establecer lo que el hip hop de blancos representa. No es agresivo, no es tan elaborado en sus rimas, pero sí tiene un sentido artístico más evidente, y sus alcances musicales suelen ser más amplios.

Cuando Beck publicó en 1996 su obra maestra "Odelay", muchos se rehusaban a admitir los elementos hiphoperos que el músico había utilizado en la mayoría de los temas. Sin embargo, no es hip hop como tal. Es una serie de recortes y secciones muy variadas que se ensamblaron de manera magistral en 13 fantásticos temas, y que como resultado dieron un álbum interesantísimo, innovador e inmensamente musical. Lo primero que podemos destacar al escuchar el álbum es que Beck no le teme a los ritmos bailables, a los ritmos tribales y a la eclecticidad que viene implícita al uso de sampleos.

Tampoco es algo estrictamente rockero, dentro del álbum podemos escuchar una enorme diversidad de sonidos y géneros, desde las baladas hasta el punk, y desde el grupero hasta el bossa nova. Pero no nos confundamos, no es un collage de géneros que simplemente están ahí y ya. Todos los temas tienen un lazo invisible que los conecta, y en este caso son varios: el humor negro de las letras, la electricidad de los ritmos (es inevitable el bailar con la mayoría de las canciones) y la enorme versatilidad creativa de Beck para mezclar piezas de música y así crear canciones.

Luego de 22 años, aún se puede escuchar con entusiasmo la música, y se revalora su importancia, dado el hecho de que álbumes como este escasean en la escena musical. Cada canción es un mundo dentro de sí misma, y la carga emocional está presente aún cuando los temas no son en apariencia emotivos.

La obra inicia con un tema muy representativo del álbum, el pegadizo "Devil's Haircut", con ese riff distorsionado de guitarra y el coro inolvidable. También es uno de los temas más lineales del álbum, existen pocos cambios de ritmo o irrupciones en la música. Y sí, desde esta canción podemos bailar sin problemas. "Hotwax" es un hip hop típico, con un ritmo lento y un riff de guitarra simple pero memorable. Aquí es donde escuchamos la primer mezcla mexico-americana: en primera tenemos el coro en español (tan incoherente como hilarante), y en segunda ese pequeño instante con un acordeón netamente grupero. La música entra por nuestros oídos y electriza a nuestro cuerpo, por lo que las melodías pasan a un segundo plano, por detrás del ritmo y los sonidos que constantemente aparecen y desaparecen.

El inicio de "Lord Only Knows" está tan fuera de lugar (a propósito) que pasa de ser incoherente a rayar en lo genial. Pero la esencia de la canción no está en su inicio, sino en la enorme emotividad que transmite en todo momento (menos, claro, en la introducción). Aquí sí hay una progresión armónica y sí hay una melodía central, por lo que nuevamente tenemos un tema distinto a los anteriores, pero con una mayor carga artística. Al final de la canción tenemos otra referencia a la cultura mexicana: los "órale" que se repiten una y otra vez. En realidad es el título del álbum, una forma de representar fonéticamente lo que los gringos entienden cuando nosotros decimos "órale".

Y por si fuera poco con el tema anterior, "The New Pollution" es otra maravilla de canción, nuevamente con un corte completamente diferente, pero con una estructura más "musical" digamos. La energía de la música nuevamente se transmite con suma facilidad, y las melodías aquí lo son todo. Además de los recortes musicales que de tanto en tanto aparecen, como brillitos que embellecen a la canción por un instante, y luego se van. Por su parte, "Derelict" es una canción netamente tribal, los ritmos son como de world music, y los arreglos responden a una música primitiva, en la que el ritmo es la parte esencial. Todo esto contrastado con la extraña letra de la canción, y el fantástico interludio hindú.

"Novocane" representa a la perfección lo que es el álbum. Se trata de una canción sin estructura, conformada por secciones y secciones de música, desde el lento (y maravilloso) inicio, pasando por la primer ruptura, las dos secciones cantadas, las melodías a manera de riff que aparecen en la segunda mitad de la canción, y finalmente el cierre. Sólo la sección inicial se repite en un momento, y lo demás son secciones nuevas una detrás de la otra. Y la sensibilidad regresa, esta vez aumentada, con "Jack-ass", una suave y exquisita melodía en la que Beck toca la guitarra acústica, y en la que diversos sonidos adornan la base melódica de la canción. Una canción muy bella que termina con el rebuznar de un asno. Así es Beck.

Sin dudas, la canción más elaborada es "Where It's At?", una canción muy al estilo de "Novocane", pero con más secciones, más sampleos y más inventiva. La melodía de órgano con la que inicia la canción es simplemente irresistible, y afortunadamente nos acompañará por gran parte de la canción, exceptuando los coros en los que la canción cambia drásticamente de ambientación, pero sin alterar el estado de ánimo en el que nos encontramos. Y la eclecticidad aumenta con "Minus", un tema de punk rock, al estilo Beck, con mucha energía, con un riff de bajo muy merol, pero con un ingenio que sólo le puede pertenecer al angelino, por lo que a pesar de ser algo que no habíamos escuchado aún, el sello de Beck está impreso en los 2 minutos y medio que dura la canción.

Los dos temas siguientes son dos de los que tienen el ritmo más delicioso, más disfrutable. El primero de ellos es "Sissyneck", una canción sin muchos cambios y con una estructura más convencional. El coro de esta canción es de lo mejor que escucharemos. El segundo tema es el breve "Readymade", un tema un tanto wannabe, sin pretensiones, sin aspiraciones, sin altas ni bajas. Una representación musical de la mentalidad noventera a pleno. Pero eso sí, con un ritmo exquisito. Los coros iniciales de "High 5 (Rock The Catskills)" nos distraen un poco de lo realmente interesante del inicio del tema: la guitarra de bossa nova de fondo. Claro, esto es sólo la introducción, y pronto el tema cambiará drásticamente. Este es el tema más hiphopero en esencia de todo el álbum, y aún así tenemos una serie de interrupciones tan extrañas como interesantes, de pronto la música se corta para dar pie a un cuarteto de cuerdas, de pronto se interrumpe para que entre una guitarra, y luego se interrumpe para escuchar la voz de un dj de radio. Un auténtico viaje hacia lo bizarro.

El álbum finaliza de manera monumental con "Ramshackle", el único tema del álbum que no incluye ningún sampleo ni recorte musical alguno. Es Beck, su guitarra, algunas percusiones de fondo y nada más. Una canción muy oscura, muy emotiva pero no alegre, como el resto del álbum. Esta canción parece triste, parece sin esperanza, pero claro, es inmensamente bella, por lo que cierra con broche de oro el eclecticismo del álbum. Un monumento a lo que el álbum no tuvo, pero pudo tener. Sólo a Beck se le ocurriría algo así.

No creo que exista otro álbum como este. Su unicidad es directamente proporcional a su espectacularidad. Sin duda se trata de uno de los más grandes clásicos de los años 90, y una de las obras más innovadoras y genialmente extrañas de la historia de la música contemporánea. Una obra (junto con un par más) que ha hecho de Beck Hansen una leyenda viviente, un ícono del rock y una de las mentes más creativas del mundo musical.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

La música más digerible




Luego de una serie de álbumes más psicodélicos y ácidos que indie, como el inusual "Cryptograms" de 2007 o el alucinante Microcastle de 2008, Deerhunter, banda originaria de Atlanta en el corazón sureño de los Estados Unidos, habría de cambiar su estilo musical de forma más o menos radical para su entrega de 2010, el melódico y más accesible "Halcyon Digest". Atrás quedaban los temas cargados de ondas sonoras tan alucinantes como desconcertantes. Atrás quedaban las piezas transitorias instrumentales. En este álbum nos encontramos con temas esencialmente poperos, pero claro, con un arreglo musical elegantísimo y una capacidad de composición mucho más madura, en la que la simpleza en vez de ser un defecto, la hacen su mayor virtud.

Así, en la mayoría de los temas tenemos melodías accesibles, agradables y disfrutables, y tenemos estructuras bien definidas que nos permiten asimilar de mejor manera la música que estamos escuchando. Si bien, el elemento más experimental de la banda está hecho un poco a un lado, no deja de ser un álbum bastante denso y con atmósferas muy aturdidoramente bellas. De ahí que se considere una evolución más que una involución, porque el sonido característico de la banda está presente en los temas, sólo que esta vez las canciones son un poco más "convencionales", si se puede decir así.

Aún así, este álbum representa una de las últimas grandes obras del llamado indie rock, una obra que despertará en nosotros un sinfín de emociones y memorias, y que con suma facilidad nos trasladará a lugares y momentos, reales o ficticios, que antes sólo vivían en nuestro subconsciente. La música entrará a nuestro consciente y subconsciente como cuchillo en mantequilla, y ello se debe en gran medida a la gran accesibilidad melódica de los temas, pero también al fuerte contenido humano inherente a la belleza y simplicidad de la música. No hay que quebrarse la cabeza para comprender y sentir las canciones, sólo basta con sentarse y dejarse llevar por los sonidos, las voces, las guitarras y las ambientaciones.

La obra inicia con una canción bastante densa y etérea, pero bellísima, y se titula "Earthquake". Una vez que entran los arpeggios de guitarra y que el muro de sonido entra en acción, todo es dejarse llevar. En palabras de John Lennon: "Surrender to the void". Y es así, la música parece un caos ordenado y por encima de todo el sonido está la melodía, suave y tenue pero tan bien lograda que nos atrapará de inmediato. Es una gran canción para abrir el álbum, y para darnos una idea de lo que estaremos a punto de escuchar.

El segundo tema es el beatlesco "Don't Cry", un breve y exquisito rock en el que las guitarras predominan por su elegancia y precisión, y en donde el ritmo es simplemente irresistible. Apenas 2 minutos y fracción le bastan para hacerse recordar y gustar desde la primera escucha. Las cualidades melódicas de la banda quedan plenamente expuestas en este breve y maravilloso tema. Seguido está "Revival", otro breve tema, mucho menos rockero y mucho más popero, nuevamente con una base melódica deliciosa y con una estructura musica un poco en ascenso que, sin generar mayor suspenso, nos mantiene en una cierta expectativa hasta que el tema finaliza.

Y la expectativa se cumple y con creces, pero en el siguiente tema, el escalofriante y absolutamente hermoso "Sailing", una oda a la soledad, a la melancolía y a la belleza de la simplicidad. Con sólo una guitarra eléctrica y algunos sonidos atmosféricos, Bradford Cox, vocalista y compositor principal de la banda, nos transporta a lo más profundo de nuestro ser, a ese refugio al que vamos cuando necesitamos estar solos, cuando reflexionamos y cuando revivimos las mejores memorias de nuestra vida. Todo ello se resume en la belleza de la canción, que no necesita más elementos para fusionarse con nuestra mente y volverse así uno mismo con nosotros. De tal manera, nos apropiamos de la canción de inmediato, la hacemos nuestra y la llevamos con nosotros a donde sea que vayamos.

Ese idilio en el que nos sumergimos durante los 5 minutos del tema anterior se ve interrumpido súbitamente por la contrastante alegría infinita de "Memory Boy", una breve canción llena de energía y vitalidad, una forma de regresar al mundo real de golpe, pero con toda la amabilidad posible. La estructura de la canción es aún más simple, dejando de lado los puentes y los coros, y simplemente dejándonos disfrutar con la melodía principal, y con la excelente armonización con diversos instrumentos que no son escuchados de primera mano, pero que ahí están para embellecer, como la gaita que, debajo de las capas de sonido, está ahí para aportar en el sonido total de la canción, más que para destacar por sí sola.

A continuación, otra de las grandes canciones del álbum, una de las dos canciones escritas por Lockett Pundt, segundo guitarrista de la banda, quien además se encarga de las voces principales de la canción. El tema se titula "Desire Lines", y es una de las joyas máximas del álbum. Siguiendo los cánones estructurales más simples de una canción, mezcla a la perfección la melodicidad de los beatles con ciertas armonías vocales muy discretas y perfectamente colocadas en el momento y volumen preciso para ambientar la canción, y además le añade unos arpeggios de guitarra igualmente simples, igualmente evocadores e igualmente efectivos. Como resultado tenemos una de las canciones más bellas, melódicas y memorables del álbum. Para cerrar con broche de oro, el solo de guitarra totalmente indie minimalista con el que cierra la canción es el monumento musical más grande del álbum, un homenaje por igual al rock, al indie y al pop.

Y para no bajar el nivel musical del álbum, "Basement Scene" es otra bella melodía, esta mucho más introspectiva e intimista que las anteriores, mucho más cercana a lo escuchado en "Sailing" pero sin llegar a los niveles emocionales de aquella. Aquí hay una especie de riff de bajo y guitarra, muy discreto, que da pie al elemento principal que es la voz de Brandon Cox, es su voz la que nos hace ir a miles de lugares y sentir miles de cosas. En ese sentido, la instrumentación minimalista es un acierto que nos permite disfrutar de la voz y de los matices que ésta puede alcanzar.

Mientras que "Helicopter" nos remite mucho al tema inicial, debido a su atmósfera densa, a sus instrumentaciones etéreas y al muro de sonido con resonancia que, a pesar de no ser tan intenso como en el tema abridor, sí nos hace sentir la misma nostalgia. Digamos que es una versión más pulida y sofisticada del sonido que escuchamos apenas inicar el álbum. Pundt regresa a la composición y vocalización en "Fountain Stairs", una auténtica maravilla indie rockera, en la que las guitarras pueden ser tan agresivas como nostálgicas, y en donde el coro no es cantado, sino que es instrumental, y no sólo eso, es bellísimo. Un riff de guitarra poderoso suple de manera fantástica a las voces para llevarse el protagonismo tanto en el coro, como en la canción toda. Es una lástima que la canción dure tan poco, pues es tan disfrutable que podríamos escucharla por más y más minutos.

"Coronado" es una canción de pop rock un tanto atípica para lo que veníamos escuchando en el álbum, sin embargo nos logrará cautivar de la misma manera, a pesar de sonar un poco distinta. De alguna manera, el saxofón que adorna esta canción suena totalmente apropiado para el álbum, sin haber escuchado ningún otro instrumento de metal en las demás canciones del álbum. Aún así, los elementos centrales están ahí, las melodías, el ritmo, la accesibilidad y la nostalgia.

La última canción del álbum es "He Would Have Laughed", un perfecto tema cerrador pues, en sus 7 minutos de duración, engloba todos los elementos presentes en el álbum: el rock, el pop, la melancolía y la accesibilidad sonora. Un riff de guitarra muy simple pero que fácilmente se quedará tatuado en nuestra mente es el que nos da la bienvenida a la canción. Acto seguido, las atmósferas etéreas aparecen, y la voz de Cox en una melodía vocal exquisita. Estos dos últimos elementos intercalan protagonismo en la primera mitad de la canción, mientras que en la segunda mitad el ritmo se calma un poco, y nos lleva por terrenos más íntimos, justo antes de que la canción se termine de forma interrumpida, y nos corte de tajo la emoción que estábamos sintiendo.

Una de las ventajas de escuchar un álbum como este, es que no se necesita ser un experto musical, ni un conocedor. Sólo se necesita el mínimo de calma y apertura, y la música hará el resto. Es tan melódica y tan disfrutable, que no costará ningún trabajo identificarse y enamorarse de esta música. Es por eso que el álbum ha sido tan aclamado, y por lo que se le considera una de las últimas joyas del indie rock.

martes, 4 de septiembre de 2018

Historia del rock: la evolución del blues, y la influencia del jazz ,el country y el gospel.



Si bien ya se ha establecido que el blues nació y se desarrolló en las décadas de los años 20 y 30, fue en los años 40 en los que evolucionó y se estableció como el género dominante dentro del grueso de clase trabajadora estadounidense. Muy a pesar de su origen netamente afroamericano, el blues ya ganaba terreno en otros escenarios, en los que antes predominaba música esencialmente blanca, como el country o la música swing.

Éste último es un derivado directo del jazz original que surgió algunos años después que el blues, una versión pulida y más estructurada del jazz de improvisación que se originó en bares y antros afroamericanos. Si bien, el jazz era tan clasemediera como el blues, se distinguía por la enorme capacidad interpretativa de sus músicos. No cualquiera podía pertenecer a una banda de jazz, se requería de una maestría en el instrumento en que se desempeñara el músico, e incluso entre bandas se generaban competencias y rivalidades para determinar quién era el mejor músico, ya sea en la batería, las trompetas, el contrabajo, o el piano, entre otros instrumentos.

Ahora bien, es cierto que el rock, como género, tomó muchos más elementos del blues que del jazz, precisamente por la gran complejidad de éste último. Sin embargo, elementos como la estructura armónica de la música, el uso de secciones bien definidas para ciertas partes de las canciones, y otros elementos más pulidos que existen en el rock, son ciertamente derivados de las aportaciones del jazz en la música contemporánea.

Hacia los años 40 el jazz había evolucionado del swing, que se hizo muy popular, cosa que le demeritó reputación entre los músicos de jazz, y las famosas grandes bandas de swing como la de Glenn Miller, Bennie Goodman o Artie Shaw, ya eran más como una música de acompañamiento y animación en fiestas de la clase alta, que una mera expresión artística. Ello generó que los artistas del jazz de sepa buscaran evolucionar hacia rumbos menos bombásticos y más genuinos.


Es así como nace el llamado Bebop, el precursor del jazz de altura en el que la improvisación era el elemento principal, y en donde los propios músicos se ponían a prueba constantemente para superarse a sí mismos, y a sus "rivales". De esta camada surgen nombres legendarios del jazz como Thelonious Monk, Milt Hinton, Charlie Parker, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie o Kenny Clarke. Es también en esta etapa en la que se empieza a dar a conocer un nombre, por entonces ignoto pero que sería monumental para el jazz y para el rock mismo: Miles Davis.


A su vez, el Country y el Gospel se acercaban cada vez más al sonido bluesero que predominaba en los bares y estaciones de radio estadounidenses. Nombres como el de Hank Williams, la familia Carter o Big Mama Thornton tomaban fuerza y se les asociaba por igual con en country, el gospel y el blues, por lo que la creación de nuevos sonidos, más evolucionados y estructurados, generaba un aumento en la creatividad de los músicos blueseros.


Es así como nace el llamado Boogie Oogie y el Jump Blues, los cuales eventualmente derivarían en el Rythm & Blues, directo precursor del rock & roll. De estos subgéneros podemos destacar a nombres como el de Louis Jordan, Big Joe Turner, y principalmente, a Professor Longhair, quien habría de influenciar a cientos de músicos que harían una importante colaboración para el desarrollo e invención del rock & roll.


Finalmente el jazz habría de evolucionar también, hacia finales de los años 40, hacia un subgénero llamado cool jazz, que era un jazz mucho más cerebral, mucho menos visceral, pero con un nivel de complejidad inusitado. Todo surgió gracias a un álbum imprescindible para los amantes del jazz: el "Birth Of The Cool" de 1949 de Miles Davis. Ello generaría que el jazz se convirtirera en un género completamente de culto, siendo que apenas dos decadas atrás era el género musical más popular de los Estados Unidos. Sólo un artista de la envergadura de Miles Davis podría lograr semejante hazaña.


Otros movimientos jazzísticos de la época fueron el hard bop y el west coast jazz, ambos con interesantes aportaciones, pero no del nivel de lo que había logrado Miles Davis, por lo que los grandes nombres del jazz tuvieron que seguirle el ritmo a este aún joven y novato compositor.

Al llegar la década de los años 50 estallaría la bomba musical que inevitablemente se venía cargando desde las décadas anteriores, los artistas de blues y de jazz hallarían un nuevo y excitante sonido, ambos en su rubro, y ello generaría la creación del máximo género musical del siglo pasado, el rock & roll.