lunes, 29 de enero de 2018

El último clásico del rock - Arcade Fire



En la historia del rock hay álbumes que podemos considerar como clásicos tanto por la calidad de sus canciones, así como la cohesión artística entre ellas que las encapsula dentro de un "concepto" sonoro uniforme, coherente y que además es memorable y agradable a los oídos. Los clásicos, desde mi punto de vista, no sólo deben ser buenos álbumes, sino que deben tener una gran conexión entre los (generalmente) más de 14 temas. Por poner un ejemplo, Soundgarden hizo un estupendo álbum, el mejor de su carrera, es decir el "Badmotorfinger" de 1992, que sin embargo no tiene la cohesión y la unidad de su sucesor, "Superunknown" de 1994, el cual yo sí consideraría como un clásico del rock, a pesar de ser de menor calidad artística que su antecesor. Esta cualidad de "clásico", para redondear, no se aplica necesariamente a los mejores álbumes, sino a los más redondos artísticamente hablando.

Y para mí, el último clásico del rock que se ha publicado, es el "The Suburbs" de Arcade Fire, de 2010, un álbum completo y que, sin llegar a ser conceptual ni una ópera rock, sí mantiene una unidad artistica desde el primer hasta el decimosexto tema. La nostalgia y homenaje al pasado son palpables en cada una de las canciones, y de ellas, cada una tiene su identidad propia, pero todas pertenecen al mismo concepto, lo cual las hace ser partes de una obra mayor, una obra que honra precisamente a la infancia, y la melancolía que todos inevitablemente sentimos al recordarla.

Ahora bien, la obra no es triste ni por un segundo, lo cual aumenta la calidad de la música, pues no aboga a los facilismos de la época, en la que la tristeza se utiliza para llegar a públicos mayores. No, aquí prepondera el rock, sin embargo, es inevitable al escuchar la música y leer las letras el sentir una añoranza deliciosa por las circunstancias descritas y las emociones transmitidas. En ese sentido, la homónima abridora "The Suburbs" es una delicia de principio a fin, con su línea inicial "In the suburbs I learned to drive...". Podemos palpar la vida en los suburbios norteamericanos, aquellos barrios idílicos con casas de enormes jardines y de una armonía ideal para vivir una infancia feliz y plena. El acompañamiento sonoro es fantástico, sobre todo en aquellos pequeños detalles, como una cuerda de guitarra escondida, un violín tímido o el piano acompañando a lo largo de toda la canción. Sin espacio para la reflexión, comienza "Ready to Start", corroborando lo que decíamos anteriormente. La canción no se parece en nada a la anterior, pero mantiene perfectamente la línea conceptual del álbum que ya para este punto no es bastante clara. El coro es delicioso a más no poder.

Al fin una pequeña pausa, para entrar a la arrítmica "Modern Man", una canción que nos habla del aislamiento social, y de lo sutil que puede entrar en nuestras vidas. La canción, a pesar de ser rockera, nunca estalla realmente, se mantiene con un bajo perfil muy agradable, con su riff de una cuerda y su puente ascendente que añade un poco de dramatismo. Por su parte, "Rococo" es una sátira a aquellos sabihondos imberbes que alardean a cualquier oportunidad, de esos que seguramente todos hemos conocido en algún punto de la vida. Aquí la música sí que estalla, y lo hace de manera gloriosa, con unos coros estupendos y una pesadez sonora abrumadora. Es hasta este punto la canción más destacada en lo musical, rayando en lo épico. Y la explosíon de energía no hace más que acrecentarse con la vertiginosa "Empty Room", una que nos transmite su infinita energía desde las primeras y alocadas notas de violín, secundadas por un poderoso rock y que, endulzadas con una bella voz femenina y una ambientación de ensueño, nos hacen estremecer. La canción hacia el final crece y se desvanece detrás del todo, cual ocaso detrás del océano. Una auténtica maravilla.

Nuevamente sin descanso, aparece "City With No Children", con su riff elaborado y sus armonías deliciosamente descendentes, nos plantea la terrible posibilidad de un mundo sin la felicidad infantil que todos tuvimos, una anti utopía que afortunadamente es sólo eso. Posterior a esto, viene mi canción preferida del álbum, la gloriosa "Half Light I", un himno auténtico en donde los sonidos se mezclan, se fusionan y se retroalimentan. A lo alto de toda la canción, unas cuerdas agudísimas, que marcan el ritmo emocional de toda la canción, y que ascienden y descienden en sus notas a su antojo, y con ello, nos suben y bajan el ánimo irremediablemente. El clímax de la canción es uno de los momentos más sublimes de toda la música que he escuchado en mi vida. Y su contraparte no se queda muy atrás, "Half Light II" es otra maravilla, mucho más cercano al techno ochentero, que incluso por momentos me recuerda a Erasure (aquellos que cantaban en los ochentas "A Little Respect" y "Always") pero nuevamente repitiendo la fórmula de las cuerdas en lo alto (aunque esta vez son sintéticas) para despertar en nosotros las emociones más bellas y entrañables. La letra habla del pasado, de lo que fue y ya no será, de lo nublados que estamos al ver a media luz las cosas, y de lo fantástico que fue vivir una época de felicidad eternamente perdida. Dice: "One day they will see it's long gone...". Otra obra de arte.

"Suburban War" es una auténtica oda lírica a la adolescencia, a la irreverencia y la libertad de aquella época en la que uno siente que puede conquistar al mundo, y salir victorioso de esta catástrofe constante llamada vida. Musicalmente es nuevamente un rock entrañable, con un bello riff de contrapuntos, y su bajo perfil que se presta a la reflexión y al disfrute. Esto hasta la majestuosa ruptura del final, en la que la música se acelera, y los sonidos nos estremecen, nos confunden y sólo tenemos como guía un bello coro femenino, el cual nos lleva suavemente al final de la canción. "Month of May" es un rock and roll potente, en el que las bellas melodías y armonías se hacen a un lado, para dejarnos sólo el vertiginoso poder rockero de la banda. La música lentamente pasa de ser agresiva para terminar siendo misteriosa y oscura, con esos contundentes sintetizadores del final de la canción. Contrastantemente, "Wasted Hours" es una suave y cálida canción en lo musical, y un constante arrepentimiento del pasado en lo lírico. La canción tiene un ritmo ameno, casi como si fuera una marcha, el cual sólo se interrumpe para el suave coro, y regresa sin mayores aspavientos. Una canción totalmente introspectiva y reflexiva. La línea se mantiene un poco con "Deep Blue", una canción en constante ascenso que quizás nos deja un poco con las ganas de una explosión musical, pero que manteniendo la cohesión musical, funciona perfectamente. Este es el momento reflexivo del álbum, y esta canción está aquí para corroborarlo.

La canción más popular del álbum es la que sigue a continuación, "We Used To Wait" es una estupenda canción pop, no plástico, sino pop en su estructura y en su progresión armónica. Por momentos llega a ser bastante emotiva, y sin duda es una de las que más fácilmente recordaremos. No se trata de una canción fácil como tal, pero sí que es tan buena, y tan pegajosa, que relumbrará el brillo del álbum, perdido un poco en la introspección de los dos temas anteriores. Letrísticamente, es una canción que nos habla de lo ansiosos que solíamos ser por crecer, por ser adultos, y cómo es inevitable el querer lo opuesto una vez que hemos llegado a la esperada edad adulta. Un tema universal con el que todos nos identificamos. "Sprawl I (Flatland)" es una canción muy oscura, muy ominosa incluso, en la que se habla del momento en el que regresamos a los lugares idílicos de nuestra infancia, sólo para encontrarnos con que ya no son igual a como los recordamos, y cómo ello nos genera una profunda desilusión, una pérdida de cierta magia hacia el pasado. Musicalmente se acompaña a la perfección con lo que se narra, y en ello radica su mayor logro. La contraparte de ésta es también un contraste muy marcado, "Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)" es una canción techno, muy cercana al estilo que la banda nos presentaría en sus dos álbumes siguientes, se trata de una canción cercana al pop de plástico, un tanto bailable, un mucho electrónica, pero bastante disfrutable, ya que todo este concepto no lo llevan demasiado lejos, y se mantiene dentro de la línea musical del álbum. Las letras son ciertamente una extensión (sprawl) de las del tema anterior, y nos dicen lo triste que es que el crecimiento industrial y comercial de las ciudades hacen que se pierdan lugares mágicos y orgánicos de nuestra infancia. En ese sentido el coro es muy claro, al decir "Then we can never get away from the sprawl/ Living in the sprawl/ Dead shopping malls rise like mountains beyond mountains/ And there's no end in sight/ I need the darkness someone please cut the lights". Finalmente tenemos la coda, "The Suburbs (Continued)", un reprise del tema inicial ahora sólo con una base de cuerdas, que cierran el concepto de manera melancólica y entrañable, tal y como fue el resto del álbum.

Como tal, no se trata quizás ni del mejor álbum de la banda (aunque sí que es mi preferido), pero como clásico, nadie puede negar que el álbum no le falta ni le sobra nada, todas las canciones son buenas, todas están interconectadas entre sí, todas forman parte de un concepto maravilloso, y en conjunto son más valiosas que individualmente. Desde entonces no hemos vuelto a tener un álbum de tal magnitud, y a pesar de haber escuchado en lo que va de la década buenos álbumes, ninguno ha llegado a la categoría de clásico, ni mucho menos. Es por ello que este álbum tiene desde ya un lugar reservado en la historia del rock, y de la música contemporánea.

jueves, 25 de enero de 2018

I'm so sorry. Love, Elliott. God forgive me


Todos tenemos la impresión de que ser un artista, un cantante, un cantautor, debe ser uno de los empleos más satisfactorios del mundo. A mí me encantaría tener un talento musical, y explotarlo para expresar mis sentimientos y emociones. Además, todos conocemos a grandes artistas que son millonarios, que tienen una vida de lujo y una fama incuestionable. Pero el mundo no es cuadrado, y las aristas de la vida suelen presentarse de manera tan incidental e impredecible, que es posible ver a gente sin talento y con tantas comodidades, así como ver a gente muy talentosa sin una retribución ya no digamos monetaria, sino emocional, circunstancial, de vida.

Es el caso de Steven Paul Smith, nacido en 1969, en el corazón del estado más olvidado de los Estados Unidos, Nebraska, un lugar inspiracional para obras artísticas melancólicas y emotivas . Un presagio quizás. La infancia de Smith fue muy dura, tanto que ni él mismo hablaba de ella, y prefería mantenerla en el olvido. Su vida se llenó de inestabilidades en todos los sentidos posibles. De Nebraska a Texas, de Texas a Oregon, de Oregon a California. Sus padres se divorciaron, su padrastro lo odiaba, su estancia en Texas fue un infierno. Una vida como muchas que hay en el mundo, desapercibida, anónima, indiferente ante la vista de todos. La vida es dura.

Steven tenía un talento que desde muy joven descubrió, tenía un don para las melodías, la guitarra y la poesía. Ello más que reconocimiento, le trajo hostigamiento y burlas, era relegado en el instituto y le llamaban "raro". Cosa que, claro, a muchos nos pasa, y que nadie parece dar importancia. Sobrevivir la adolescencia fue fundamental para Smith, quien pronto se graduaría en filosofía y comenzaría a explotar su talento. No más audiencias inmaduras en busca de carnada fresca de la cual aprovecharse. El mundo no es como la secundaria, debe haber más seriedad, menos burlas, más apertura. Sí, claro. Heatmiser fue el nombre de su banda, la cual formó junto con un par de conocidos de la universidad. ¿Rock alternativo?, mmm no, no era lo que vivía en su corazón, el grunge es demasiado dulce y popular para expresar la miseria que abundaba en su alma. Un par de álbumes sin trascendencia.

Steven no era un nombre que le gustara, así que decidió llamarse Elliott. Su pareja de entonces (1994) le convence de grabar un álbum en solitario, en el sótano de su casa, con una grabadora casera. El álbum (Roman Candle) se publica, aunque nadie le da importancia. Es Elliott con su guitarra, cantando cancionas folk con letras durísimas. Su alma encontraba un escaparate adecuado. Los engranes se movían, pronto la oscuridad que había ensombrecido su vida se iría, pronto la felicidad reemplazaría a la angustia, y olvidaría los años duros. Para el año siguiente ya estaba grabando su segundo trabajo en solitario.

Su segundo, su homónimo, más regular que su debut, "Needle In The Hay" es una monstruosidad que abre el álbum. Sí, es desolado, sí, es doloroso. La crudeza de la música nos engaña, esperábamos dulzura, esperábamos paz, y Smith sólo con su guitarra nos adentra en una guerra emocional interna, su guerra emocional interna. Un vistazo nos basta para admirar de lejos la belleza del caos, un caos del que sólo queremos ser espectadores, mas no partícipes. La primera línea del segundo tema es "No bad dream fucker's gonna boss me around". Así el álbum transcurre, con joyas de la tristeza del alma, como "Clementine""Satellite" o "Alphabet Town". Tanto talento en alguien tan dolido, es una gran injusticia de la vida. Pero así es la vida, tan imperfecta como hermosa. Como Elliott. Nos humaniza su dolor y su melancolía. La alienación de su vida, esa que todos vivimos cuando nos enamoramos de alguien que no es ese "alguien" que queremos en nuestras vidas. Eso es "The Biggest Lie", una escalofriante desnudez del alma. Dios, Elliott. Pobre Elliott. Pobre de mí, que tanto me identifico con esta canción, con estas letras dolidas, que parecen mías. Brutal honestidad, Elliott. Gracias por no duplicar tu voz en esta canción, Elliott, gracias por dejarnos escuchar lo tembloroso de tu garganta al cantar tu propio dolor.

En 1996 grabó su último álbum con Heatmiser, y sí, pasó desapercibido. No era lo suyo. Su talento se estaba guardando para 1997, cuando luego de algunas rupturas amorosas y emocionales más, su agujereada alma estaba lista para regalarnos más belleza cruda. "Either/Or" se llamó la joya que publicó en ese año histórico para la música. Ahora no es sólo la guitarra, ahora hay precarias percusiones y un poderoso bajo que nos retumba en los oídos cuando escuchamos tu escalofriante declaración de abandono, en donde dices "...and everybody's gone at last" con tanta satisfacción y con tanto dolor. Cómo me identifico contigo, Elliott. Me siento retado cuando de tu ronca voz escucho una línea que me da un gancho en el hígado, "nadie rompió tu corazón, tú mismo lo hiciste pues no puedes terminar lo que comenzaste". Me llenas de gozo con esa oda a la gran nada en la que todos vivimos, y nadie parece darse cuenta. Tú me entiendes, Elliott. Algunas joyas más de este gran trabajo, "Angeles""Rose Parade""Speed Trials" y otra muestra de un alma desnuda, un alma fea, lastimada, ninguneada, justo como la mía, "2:45 AM.".

Luego de eso, Smith decide irse a Nueva York en 1998, decide dejar todo atrás y comenzar desde cero. Todos tenemos derecho a comenzar desde cero, a dejar el pasado atrás, a ir a donde nadie nos conoce y ser alguien más, alguien seguro de sí mismo, alguien capaz de pertenecer. Su reseteo le trajo el álbum más preciosista de su carrera, "XO". Ahora las instrumentaciones son complejas, ahora hay canciones de amor, felices y con hermosos brillos sonoros. Sí Elliott, yo también me enamoré perdidamente, como tú, también me llené de esperanza como tú, también disfruté de la vida y la libertad, como tú. Qué hermosa es la vida, ¿cierto? Este nuevo Elliott nos hacía bailar en 2/3 sin perder su estilo, y nos llenaba de música esperanzadora. Otras canciones vivaces son "Baby Britain""Bled White" o "Question Mark". Pero no dejaba de ser Elliott Smith, no dejaba de tener dolor e impotencia en su interior. ¿Para qué intentar enamorarse, si todo siempre sale mal? Satíricamente nos regala esta línea, "...and i was bad news for you just because i never meant to hurt you". Más ironías líricas hacia quienes siempre nos quieren y se preocupan de nosotros. ¿Y la tristeza? La tristeza aparece de manera magistral en un vals íntimo, etéreo y delicioso llamado "Waltz #1". Pero en términos generales, parece ser que la vida de Smith se componía un poco.

Pero ¿quién nos prepara para la estrepitosa caída? Hay una razón por la cual las obras artísticas llenas de dolor y angustia nos pegan más que las llenas de optimismo y felicidad. Y es que el 80% de nuestra vida es desagradable, la felicidad es tan efímera, que todos conocemos al dolor y lo tuteamos, mientras que a la felicidad la saludamos de mano y nos vestimos de etiqueta para ella. Elliott Smith tenia un fuerte problema de drogas, heroína principalmente, y ello le generaba más abandonos, mas tristeza y menos ganas de complacer a las personas. Todos nos autosaboteamos, y cínicamente lo presumimos, como si de un logro se tratara. Para el año 2000, Smith había regresado a L.A. para grabar su quinto álbum, un álbum muy rockero, alimentado de amarguras y deseos de resurgir. Mientras que las canciones rockeras de "Figure 8" son realmente buenas y con letras inteligentes, como "Son of Sam""L.A.""Wouldn't Mama Be Proud?" o "Can't Make a Sound", el alma del álbum son las partes amargas y desgarradoras. Nuevamente veo mi vida reflejada en las letras de Elliott cuando dice irónicamente "oh, ¡qué sorpresa! La estupidez lo intenta", siendo que todos somos estúpidos por necedad más que por incapacidad. Además, ¿quién no hubiera querido dedicar palabras tan directas y duras como las de "Somebody That I Used To Know", o las de "Easy Way Out", a aquellas personas que tanto daño nos hicieron? Pero Elliott era dolor, Elliott era sufrimiento. Un artista de la infelicidad, de la alienación, del abandono. Qué hermosa era tu alma, Elliott, esa alma que expresaba con las notas más tristes que todo te recordaba a ella, o que nada tenía significado para ti. Cómo me hubiera gustado haber estado ahí, compartir dolencias contigo, aprender a expresarme como lo hacías tú. Tú pensaste, "debe dolerle a quien lo escuche", y metiste un melotrón al final de la canción. "Debe dolerle a quien lo escuche" y entonces repetiste incansablemente las palabras de la derrota máxima que caulquiera puede tener en su vida: "Nada tiene significado para mí". Qué genialidad, qué frialdad, qué estremecedor y aterrador por igual. Así eras tú, Elliott. Otra joya: "Ojalá me dieras tu número, ojalá pudiera llamarte hoy, sólo para escuchar una voz...", así decía Smith mientras se alejaba de nosotros, del resto lentamente, sin retorno. Nosotros lo abandonamos, o él no abandonó. Da igual en este punto, pero la forma en que lo expresó es hermosísima. "Tengo un camino largo por recorrer, cada vez me alejo más...". Ojalá te hubieras quedado, ojalá tu talento se hubiera reconocido, ojalá tu pasado se hubiera borrado, ojalá nunca te hubiera escuchado, ojalá nunca te hubieras ido.

Pero te fuiste, dejaste un álbum incompleto, irregular. Tu historia es desgarradora, y tu final, tan poético y tan acorde a tu vida. Un cuchillo en el corazón, un cuchillo que tú mismo te clavaste. ¿Que sentiste cuando el filo atravesaba tu piel, tus músculos, tu órgano vital? Ninguna canción es capaz de describir eso. Ojalá no lo hubieras hecho, pero lo hiciste.

No, la vida no es justa. No todos los músicos talentosos terminan en la gloria, Elliott tenía un enorme talento, del que muy pocos están conscientes. Su legado pronto será olvidado, su vida pronto habrá pasado desapercibida, y su inmensa obra sólo sobrevive en la mente de los menos que le alcanzamos a escuchar a tiempo. Qué hermoso es el dolor ajeno, qué bello es encontrar a alguien que expresa tus dolores de una forma en que tú jamás podrías hacerlo. Gracias Elliott, por esas tardes grises en las que tu voz y tu guitarra me sanaron, me hicieron compañía. No terminaré como tú, es definitivo, y en parte es gracias a tu cálida y cruda obra. No te olvidaré jamas, Elliott, es una promesa que hice contigo, con tu música, y conmigo mismo. Ojalá tu final hubiera sido tan cálido como tus últimas palabras, halladas en el stick en el que las escribiste:


"Lo lamento tanto. Con amor, Elliott. Dios, perdóname".


miércoles, 24 de enero de 2018

Neu! y su inmenso legado.

Michael Rother/Klaus Dinger

Todos sabemos que el origen del último sonido original en la historia del rock, provino de Radiohead, con sus joyas "Ok Computer" (1997) y "Kid A" (2000), y casi todos sabemos que su gran influencia para lograr esto fue el rock progresivo alemán, o krautrock, de la década de los años 70. Ahora bien, quizás no todos saben que el krautrock fue por sí sólo un subgénero con identidad propia, que si bien se emparentaba con el rock progresivo inglés, no necesariamente era una traslación de éste a la cultura e idioma alemán, sino que fue una adaptación de la idea central, modificada y provista de todo el contexto que rodeaba a la Alemania (dividida) de aquél entonces. Es por ello que el krautrock no es sinfónico, no es tan melódico ni es tan virtuoso como el rock progresivo inglés. De hecho hoy en día al krautrock se le asocia más con el art rock y el ambient, que con el mismo progresivo, por lo que quizás sea sano el dejar de emparentar ambas corrientes desde ya.

Ahora bien, muy pocos saben que las principales bandas del Krautrock son, entre algunas otras, Kraftwerk, Can, Neu!, Amon Düül, Faust, Tangerine Dream, etc. El mismo Krautrock evolucionaría hacia la música electrónica y techno de los años 80, por lo que su relación con el rock tiene igual una conexión muy angosta, pero conexión al fin. De todas las bandas que mencioné, son 3 las principales influencias de Radiohead y su sonido maravilloso. Kraftwerk, por un lado, con su aporte electrónico y sus innovaciones tecnológicas, Can, con su irreverencia cerebral y su esquizofrenia controlada, y principalmente Neu!, por su elegancia musical y su frialdad cálida, su emotividad impasible, su paradoja emocional que parece ser robótica y humana por igual.

Neu! era una banda formada en 1971, en Düsseldorf, precisamente por dos ex miembros de Kraftwerk, los genios incomprendidos Michael Rother (1950- ) y Klaus Dinger (1946-2008), ambos multi instrumentistas aunque el primero se especializaba en las guitarras y el segundo en las percusiones. A éste último se le atribuye la invención de un ritmo constante, monótono, aparentemente sin vida pero que transmitía una energía sin igual, al cual se le conoció como "Motorik", y el cual se hace presente desde sus primeras grabaciones. Ambos músicos tenían la idea de revolucionar la música, trascendiendo los elementos bases de ésta (melodía, ritmo y armonía) y trasladándola hacia un plano emocional y futurista que significara una evolución del arte mismo. Sólo hasta 1997 (25 años después) Radiohead los comprendería.

En 1972 publicaron su primer álbum, un homónimo maravilloso e indescriptible. Una obra tan íntima como impersonal, que puede ser tan artificial como natural, y que ejemplifica la paradoja de lo sintético con lo humano, y su estrecha relación. "Hallogalloo" hace gala del antes mencionado Motorik, el cual se mantiene sin cambios mayores por 10 minutos, como si se tratara de una máquina industrial trabajando sin parar, mientras las guitarras hacen efectos que nos regresan del frío acero a la cálida sangre que fluye en nuestro interior, por momentos sublime y por momentos estridente, pero reflejando emociones humanas en su expresión musical más simple. Paradoja sin fin. "Sonderangebot" es un tema transitorio, de sonidos atemorizantes y metálicos, lejos de toda sensibilidad, mientras que "Weißensee" es una auténtica joya de la frialdad sensible. Mucho más lenta que el tema inicial, lo cual la hace mucho más emocional, la guitarra se luce con sonidos más que notas, recordándonos lo solitarios que estamos en este mundo, en el que nuestra cabeza piensa más rápido que lo que pueden expresar nuestros labios, y en el que decimos una cosa mientras en nuestro aislamiento mental ya pensamos 100. Esa hermosa soledad que nos separa de los demás, tan nuestra, tan íntima, tan enferma y tan bella. De repente los silencios incómodos se vuelven cómodos, ya que la canción no tiene letras, y la música nos abraza y nos reconforta ayudándonos a expresar y sentir esas 100 cosas por segundo que no podemos expresar. Una joya finísima.


Su contraparte, la atmosférica "Im Glück", es otra delicia, esta vez sin las percusiones, la canción se mueve sobre las aguas de manera irregular, gracias a su carencia de ritmo explícito, y nos aleja más y más de nuestros semejantes, nos transporta a la cima de una montaña, en donde finalmente podemos meditar y disfrutar del hermoso paisaje musical que ambos músicos nos están pintando con notas en vez de colores. Se culmina aquí un hermoso mini-concepto que nos llevó a la gloria con una elegancia majestuosa y nos regresa suavemente a la realidad de nuestra vida. Los martillos neumáticos y taladros nos despiertan de manera abrupta, para sumergirnos en "Negativland", en la que el Motorik regresa a distintas velocidades. Un tema precursor del rock industrial sin duda, con una base rítmica inamovible (salvo la parte media y final, en la que sólo incrementa su velocidad sin mayor modificación) y una serie de sonidos ambientales que dan a la canción una ambientación mucho menos sensible y más cargada de testosterona que en los dos temas anteriores, la cual termina tan abruptamente como inició. "Lieber Honig" es la última pieza del álbum, una escalofriante acústica con una base de guitarra de dos cuerdas, con una voz que quiere ser dulce pero que resulta ser bastante perturbadora, y que sin la belleza de las guitarras sería un tema de auténtico horror. Los sonidos ambientales regresan para recordarnos que seguimos solos, y que un álbum tan incomprendido como éste, puede ser nuestro único refugio de comprensión dentro de nuestras caóticas, aunque aparentemente apacibles mentes.

Para el año siguiente, 1973, ya tenían grabado su segundo álbum, el irregular aunque innovador "Neu! 2", el cual contiene un mayor número de temas, pero una menor regularidad que demerita al álbum con respecto a su predecesor. La obra inicia con otro Motorik, "Für Immer" de más de 11 minutos de duración, que resulta ser más cálida que su similar del álbum anterior, y que nos auguraría un mejor trabajo. En ése ya se pueden notar las tendencias musicales que Klaus Dinger comenzaba a tener, más lejanas del ambient y el krautrock mismo, y más cercanas al proto-punk y al rock de garage. El segundo tema evidencía más esto, "Spitzenqualität", al ser sólo la batería de Dinger, con sonidos ambientales, pero sin una sola nota de guitarra que aporte calidez y humanidad al tema. La transición conceptual no se había logrado del todo, aunque como tema experimental, puede salvarse. "Gedenkminute (für A + K)" es como su nombre lo indica, un minuto de silencio (de hecho 2), con sólo algunos sonidos ambientales y una tenue voz hacia el final. "Lila Engel" nuevamente suena como un Motorik que coquetea con los ásperos sonidos del garage, como si fusionaran su beat con una composición de los Stooges, por demás interesante aunque no del todo bien logrado. "Neuschnee 78" es un pequeño experimento, una canción acelerada (que aparece más adelante en el álbum, aunque en velocidad normal) que suena de hecho bastante bien, por momentos delicada, y por momentos desenfrenada.


Por otro lado, "Super 16" es un estupendo experimento sonoro, muy cercano al sonido que por aquel entonces desarrollaba Brian Eno, aunque trasladado al contexto de la banda alemana, suena de manera impresionante. Un tema que parece ser de transición pero que termina teniendo una identidad propia que le distingue de las demás obras del álbum. "Neuschnee" es otra estupenda canción, la misma que sonaba acelerada anteriormente, ahora en su velocidad original, parece ser mucho más orgánica y sensible, que realmente podemos llegar a disfrutar. Por momentos al álbum logra en este punto lo que logró majestuosamente en el anterior álbum con los tracks 3 y 4, aunque aquí es en menor medida y sólo por pequeños instantes. "Cassetto" es otro experimento sonoro, un tema bastante distorsionado mediante efectos de sonido, con el cual realmente pasa muy poco. "Super 78" hace lo mismo que "Neuschnee 78", pero con una canción menor, por lo que pasa desapercibida sin problemas, al igual que "Super" en velocidad normal. "Hallo Excentrico" es otro tema distorsionado, que es manejado de mejor manera gracias a sus efectos impredecibles que ciertamente nos dejarán maravillados por un instante. Éste sin duda es el álbum menos logrado de la banda, aunque tiene ciertos momentos destacables.

Para 1975, los dos integrantes de la banda ya tenían diferencias conceptuales y musicales muy marcadas, por lo que grabarían lo que sería su último álbum en esa década, el excelente "Neu 75", en el que dedicarían un lado del disco original (recordemos que antes los discos venían con lado A y lado B) para cada uno de los compositores, por lo que el primer lado sería compuesto por Michael Rother, con el estilo que le conocimos a la banda en su primer álbum, mientras que el segundo lado sería para Klaus Dinger, y su estilo más rockero, punketo y agresivo. Esto aparentemente derivaría en un álbum incongruente, pero irónicamente el álbum se siente más completo y redondeado que su anterior entrega. Con respecto al lado B, es decir los 3 últimos tracks compuestos por Klaus Dinger, podemos decir que son innovadores, irreverentes y poderosamente rockeros, además de contener letras y partes cantadas (por Dinger, quien asumió el rol de guitarrista principal) y de tener a 2 bateristas, sí, 2 bateristas simultáneos para estas 3 canciones. "Hero" abre esta sección del álbum, siendo una canción con lejanas reminiscencias al viejo Neu!, pero con muchas más guitarras. "E-Musik" es una interesante obra, que nuevamente nos recuerda al trabajo de Brian Eno, y que parece ser la mejor canción de esta tríada de obras rockeras, trascendiendo un poquito al rock como tal, y trasladándonos a paisajes musicales bastante interesantes. "After Eight", por último, es una canción de rock, muy similar a "Hero", que no logra destacar mucho.


Pero pasemos a la parte realmente interesante del álbum, la parte que hace que sea una joyita escondida, los primeros 3 tracks de Michael Rother, al estilo clásico de Neu! Comenzamos de manera sublime con "Isi", unas notas suaves de piano, un Motorik menos agresivo, una ambientación deliciosa de sintetizadores y pianos que nos enamoran de inmediato, llenos de optimismo y esperanza, que nos transportan a un lugar más idílico y nos hacen viajar felizmente hacia él. Todo ese optimismo cambia con "Seeland", una fantástica suite sonora, perfectamente ambientada, triste, nostálgica, memorable y hermosa. La base de bajo y batería parece tener un bajo perfil, sin embrago son la base de la inmensa belleza de la obra, la cual se ve perfectamente aderezada con las guitarras sonando maravillosamente, con angustia, con melancolía, con ese sonido adelantado 25 años a su época. Una joya de principio a fin. Por último, la no menos hermosa "Leb' Wohl", otra obra magna, esta vez con una base de piano, efectos de sonido entrañables y grises (por ponerles un color), y 9 minutos de inmensa melancolía, intimidad y una finura musical a la que sólo puedo describir como exquisita. Aún lo escucho, y sigo sin creer la inmensa belleza de esta música, y sigo sin creer que tenga 43 años de haber sido creada.

Por lo que el legado de Neu! va mucho más allá del krautrock, o del mismo Radiohead, su legado se escucha y se palpa aún hoy, a casi medio siglo de distancia, en una época en la que apenas estamos apreciando el valor de la emotividad musical, en una época en donde aún se preponderan valores musicales menores e intrascendentes, y en la que algunos artistas (St Vincent, Sufjan Stevens, Dirty Projectors, entre otros) comienzan a explotar la inmensa mina de oro resguardada en los sonidos creados por un dueto alemán de la época del muro de Berlín, de la Alemania Federal aliada con el capitalismo, y la Alemania Democrática aliada con el comunismo. Un dueto con una creatividad incomprendida y un legado bastante subvalorado e injusto con su impacto en el arte mismo de nuestros tiempos.

Klaus Dinger/Michael Rother

jueves, 18 de enero de 2018

Música de ensueño: The War on Drugs - Slave Ambient (2011)



El llamado "Indie" de estas épocas suele ser una mezcla de folk, con sonidos melancólicos a la Radiohead, y con una fuerte dosis de frescura que hace que el sonido sea agradable tanto para jóvenes como para adultos. Ahí tenemos el ejemplo de la música de los Fleet Foxes, Father John Misty, o los mismos The Lumineers, como ejemplos de ello. Sin embargo, la corriente también tiene una faceta mucho más profunda, mucho más etérea y rebuscada.

Un ejemplo de esto es el bellísimo "Slave Ambient", publicado en 2011 por la banda Norteamiericana "The War On Drugs", liderada en aquel entonces por el brillante Adam Granduciel, y el no menos destacado músico Kurt Vile. "Slave Ambient" es una pequeña joyita de poco más de 46 minutos de duración, divididos en 12 hermosos tracks.

Escucharle es como sumergirse en un sueño profundo, en medio de las nubes y con un ambiente ta denso como delicioso. Todas las canciones parecen ser parte de un viaje interno, o quizás un viaje extrasensorial, en el que de manera gratuita los músicos nos llevan y nos muestran algo de lo que ellos, en su creatividad, pueden apreciar, y dejarnos a los mortales admirar por 45 minutos. Cierto es que las canciones tienen mucho de melancolía, pero ello no significa que el álbum sea triste, al contrario, este álbum puede levantarnos el ánimo con relativa facilidad, debido a la calidad y cantidad de gozo que podemos hallar en él.

De los 12 temas, algunos son gigantescos, otros son transitorios y otros más son simplemente deliciosos. Pero en ningún momento vamos a sentir que estamos perdiendo nuestro tiempo, sino todo lo contrario. Quizás sea la apaciguada voz de Granduciel, quizás sean los beats rítmicos casi ochenteros, o quizás sea el ambiente etéreo y denso que en general rodea al álbum, como una especie de atmósfera suave, en apariencia impenetrable, pero tan accesible y amable para el escucha como si se tratara de nubes de vapor de agua, de esas que cálidamente nos recubren mientras nos duchamos. De cualquier manera, sabemos que no estamos escuchando un álbum indie más, como muchos que merodean el ambiente musical de estos días.

Y mientras pasan los tracks, prácticamente sin silencio entre uno y otro, sentimos como si estuviésemos escuchando una gran banda sonora de algún evento de nuestro pasado (puede ser el que sea, el que más se acople con nuestro estado de ánimo), y de manera entrañable, la música penetra nuestros oídos y se sumerge en nuestro interior hasta llegar justo a donde tiene que llegar, a ese lugar donde sólo la música especial nos llega, y ahí mismo se arma una guarida permanente.

A destacar, "Best Night", que me parece la canción ideal para adentrarnos en el ambiente esclavista del álbum, "I Was There" con su letra desesperanzadora y familiarmente catastrófica (I was there to catch a man, i thought i had him by the hand, i only had him by the glove...), "Your Love Is Calling My Name" y sus aires ochenteros innegables, e incluso casi bailables, "Come To The City" que es una monumental obra maestra de 4 minutos y medio, y que nos estremecerá al borde de las lágrimas gracias a sus espectaculares muros de sonido tan altos como majestuosos, "It's Your Destiny" nuevamente con aires ochenteros, aunque más cercanos al sonido de Cocteau Twins que al pop bailable de dicha década, a diferencia de "Baby Missiles", ante la cual podemos bailar y bailar sin descanso alguno, o el hermoso tema de cierre "Black Water Falls", un "acústico" etéreo que nos regresa lentamente a nuestro mundo material y lleno de banalidades tangibles e intrascendentes.

Y es que ese es el mayor mérito tanto de la banda, como de la joya que han creado, la capacidad de transportarnos a un mundo alterno, uno en donde el arte es vanagloriado, en donde las mundaneidades no tienen mayor relevancia, y donde podemos soñar despiertos, y dejar que nuestra imaginación vuele al ritmo de la música, acompañado de las hermosas melodías y las perfectas armonías que de manera tan gratuita, la banda nos ha regalado. Este es sin duda, uno de los álbumes más destacados de lo que va de esta década. Reitero, sin duda alguna.


Best Night – 5:30
Brothers – 4:28
I Was There – 3:49
Your Love Is Calling My Name – 6:01
The Animator – 2:16
Come to the City – 4:31
Come for It – 0:27
It's Your Destiny – 4:49
City Reprise #12 – 3:05
Baby Missiles – 3:33
Original Slave – 3:11
Black Water Falls – 5:10

miércoles, 17 de enero de 2018

La última gran joya del progresivo clásico


A finales de los años setenta, la corriente del rock progresivo estaba en plena decadencia, y los nuevos sonidos habían llegado de manera contundente a posicionarse en primerísimo plano de la escena rockera, sonidos como el punk, el post-punk y el new wave. Sin embargo, fue en 1977 que salió a la luz el que a mi parecer es el último gran disco de la década de oro del rock progresivo en inglés. Me refiero al estupendo "A Farewell to Kings" de los canadienses Rush (Geddy Lee en el bajo, teclados y espeluznante voz; Alex Lifeson en la poderosa guitarra y Neil Peart en la virtuosísima batería y las estupendas y poéticas letras), quienes ya nos habían mostrado una faceta progresiva en su anterior "2112" de 1976, pero que con este álbum completaron su transición del hard rock de sus inicios a este hard progressive que los caracterizó en su época más prolífica.

Y es que este álbum está lleno de momentos poderosamente rockeros, temas llenos de contundencia y de guitarras maravillosas, pero a su vez tiene momentos de una sensibilidad única y de una complejidad técnica y un virtuosismo al que sólo los dioses del rock progresivo habían logrado ejecutar. El álbum abre con una deliciosa reminiscencia al barroco bachiano, una bella introducción de poco más de un minuto, que se ve interrumpida por la potente entrada de los instrumentos eléctricos, esto en la homónima "A Farewell to Kings", uno de los mejores temas del plato, el perfecto entremés para esta gran obra. El interludio que comienza en el minuto 3:12 es sólo una pequeña muestra del asombroso virtuosismo de estos 3 geniales músicos.

El segundo tema es un monumento musical, una épica afrenta sonora repleta de maravillosas mini-secciones que van de lo misterioso a lo extrovertido, y de lo sublime a lo estruendoso. "Xanadú" lleva por nombre esta gigantesca obra, que al abrir nos sumerge en un mundo de magia y misterio, estruendosa y espeluznantemente interrumpido por la irrupción de bajo, batería y guitarra, cosa que nos pondrá la piel de gallina por su epicidad inusitada. A esto le sigue el riff principal de la canción, el cual sobra decir es absolutamente memorable, y con ello la fantástica letra de Neil Peart (baterista) inspirada en el afamado y delicioso poema "Kubla Khan". Los 11 minutos que dura la canción son un auténtico viaje sonoro en el cual nos será inevitable sumergirnos, y del cual saldremos airosos y agradecidos, pues sin duda la experiencia auditiva trascenderá a este simple sentido, y alcanzará las fibras más profundas de nuestro ser.

La triada de temas que le suceden a "Xanadú" son 3 temas menores, que complementan el sonido del álbum pero que en términos artísticos, su aporte termina siendo un tanto intrascendente. El primero de ellos es quizás el corte más popular del álbum, la romántica, optimista y cuasi popera "Closer to the Heart", una pequeña y deliciosa canción de poco menos de 3 minutos, que resultará ser bastante disfrutable. "Cinderella Man" es un rock de sepa, que podremos recordar gracias a su intrincado pero estupendo riff (nos tomará un par de escuchas para asimilarlo, de hecho), estructuralmente la canción es un tanto convencional, con las estrofas subidas de tono y los coros más acústicos, cercanos a lo bucólico sin dejar de ser rockeros. Finalmente, "Madrigal" cierra esta triada de temas transitorios, siendo éste quizás el menos brillante de ellos, se trata de una lenta balada que cerca del final parece ponerse intersante, pero que no lo logra del todo.

Con todo esto, parecería que el álbum viene a menos, sin embargo, la banda nos tenía reservada otra joya para cerrar el disco. "Cygnus X-1" es una auténtica mini-novela de ciencia ficción de un inspiradísimo Neil Peart, que nos narra el fallido intento de conquista por parte de la humanidad a un agujero negro (el agujero negro de la constelación Cygnus, el mismísimo Cygnus X-1) en el que un valiente se aventura a explorar el astro resultando en una catástrofe aeroespacial, siendo succionado por el agujero negro y desapareciendo de nuestro plano para siempre. Una poesía sonora. Musicalmente la canción tiene riffs estupendos, largos paisajes musicales (como el del inicio, después del riff principal, que parece que va en una marcha incansable y que nos estremecerá ineludiblemente), y que se acopla perfectamente a las situaciones narradas por Geddy Lee en una de las demostraciones vocales más alucinantes de la historia del progresivo. Cuando se prepara la misión, la música parece ser animada, esperanzadora y llena de ilusión, cuando la misión tiene complicaciones la música pasa al terreno de lo misterioso y oscuro, finalmente cuando la catástrofe se consuma, el acompañamiento sonoro es tan acertado y preciso que nuevamente sentiremos estremecernos, llenos del júbilo de escuchar algo realmente maravilloso. El final de la canción (y del álbum) nos deja tantas dudas y tanta desesperanza como es posible, y esto es algo increíble.

Así es como se cierra el último gran álbum de progresivo clásico en inglés. La última joya de una época que, para bien o para mal, marcó a la historia del rock todo, y a miles de seguidores que, como yo, a décadas de distancia nos seguimos maravillando del inmenso legado que ha quedado a la posteridad.

Tracks:

1. "A Farewell to Kings" 5:51
2. "Xanadu" 11:05
3. "Closer to the Heart" 2:54
4. "Cinderella Man" 4:20
5. "Madrigal" 2:35
6. "Cygnus X-1 Book I: The Voyage 10:25

  • I. Prologue – 0:00 - 5:00
  • II. 1 – 5:01- 5:44
  • III. 2 – 5:45 - 7:12
  • IV. 3 – 7:13" - 10:25

martes, 9 de enero de 2018

La joya indie más grande de todos los tiempos



Recién terminaba un año clave para la historia del rock, el 1997 lapidario para el britpop, en el cual Blur se apartaría de la senda británica popera con su álbum homónimo, y Oasis presentaba "Be Here Now" una obra excedida que los críticos no recibieron del todo bien. Además en 1997 Radiohead sacó a la luz un álbum definitivo para determinar el rumbo que el rock tomaría a lo largo de los primeros años de la siguiente década (y siglo, y milenio), el espléndido "OK Computer".

Así, 1998 comenzaba como un año de expectativa, un año de mera transición hacia el final de siglo. El "mainstream" norteamericano empezaba a olvidar a sus leyendas del grunge, y daba cabida a estrellas adolescentes del pop, además de que emergían hip hoperos como salidos de las alcantarillas, por lo que la escena artística musical del vecino norteño no parecía ser muy prometedora. Tuvo que ser, de hecho, una pequeña e inadvertida banda del sur de los Estados Unidos la que de manera casi anónima, publicara su segundo álbum, en un sello discográfico debutante y con un estilo completamente alejado de los sonidos populares del momento.

El excéntrico Jeff Mangum, quien fundaría el sello Elephant 6, el cual daba mayor oportunidades a bandas indie que grababan su música literalmente en el garage de su casa, y quien además sería parte importante de otra fantástica banda indie de finales de los 90, es decir, The Olivia Tremor Control, alcanzaría su mayor esplendor artístico con su banda madre, Neutral Milk Hotel, quien en 1998 publicó un disco que en su momento nadie notó, y que hoy día se considera una obra maestra, de culto, y de los mejores de la historia, "In The Aeroplane Over The Sea".

Una obra áspera, cruda, compleja y por momentos maniática, "In The Aeroplane Over The Sea" es un trabajo excelso de principio a fin, sin fallas ni fisuras, y con un elevado sentido armónico en la orquestación de las canciones que le conforman. La emotividad es sin duda otro elemento de alto valor en el álbum, y así pasamos de una alegre canción acústica, a un gospel semi-esquizofrénico, para cerrar con un rock poderoso y atronador. Esto se presenta durante los primeros 2 tracks de la obra. "King Of Carrot Flowers Pt 1" es la bucólica primera parte de esta secuencia de cambios rítmicos y armónicos. Una canción nada impresionante, en principio, y que de ninguna manera nos prepara para lo que se viene a continuación. "King Of Carrot Flowers Pts 2 & 3" incrementa de sobremanera la emotividad, mientras Mangum le canta a Jesucristo que lo ama incesantemente, y la música de fondo le acompaña espléndidamente, hasta desembocar en el poderoso rock antes mencionado, redondeando la obra (es decir, las dos partes de la canción) de forma fantástica. En sólo 2 tracks, nos podemos dar cuenta de la magnitud de la obra que estamos presenciando.


Pero tan sólo es el inicio, la canción homónima es un portento de belleza y deleite desde el primer hasta el último segundo, y no pasará mucho antes de que se convierta en una de nuestras canciones favoritas de la música toda. Cabe destacar la constante aparición de instrumentos "poco usuales" dentro del rock, como la trompeta, el fagot o el theremin, entre otros (incluso un serrucho), los cuales aportan una atmósfera única a la música. "Two Headed Boy" nos regresa un poco al dinamismo de los dos primeros temas, aunque en una escala musical un poco más baja, lo cual nos hace sentir menos animados, más introvertidos y por ende, más emotivos. "Fool" funciona como un espléndido complemento del tema anterior, dándole un cierre apropiado, pero manteniendo cierta distancia, la suficiente como para que se le considere como un track por separado, esto gracias a su compleja instrumentación, y su ambiente fúnebre y desolado.

"Holland, 1945" es una trepidante canción de rock, de ese tipo de rock que nos estremeció en el segundo track, de ese estruendoso y rasposo rock que tan bien se amolda al estilo del álbum, que le da perfecta cabida a los instrumentos inusuales de los que hemos hablado antes, y que por supuesto hacen su aparición en esta joya para enriquecerla. A continuación, "Communist Daughter" cierra la primera mitad del álbum de forma más calma, las revoluciones bajan considerablemente y desde otra perspectiva, podemos admirar la misma esquizofrenia sonora que para este punto ya nos ha envuelto en sus sábanas sin salida más que el fin del álbum mismo.

El track más largo, y el menos cambiante también, el monumental "Oh Comely", de más de 8 minutos y de una ambientación mucho más introspectiva, por momentos nos lleva a una apacible calma, y en otros nos lleva al borde de la locura. Jeff Mangum se luce con su guitarra subiendo y bajando los ánimos a su antojo, mientras nosotros, incapaces de resistirnos, caemos en todas y cada una de sus trampas. Ojo a los 3 minutos finales de canción, que son de un disfrute máximo como pocas veces se ha escuchado. Luego de la magnánima obra del álbum, pensaríamos que lo que le siga va a desmerecer irremediablemente, pero cual es nuestra sorpresa cuando escuchamos "Ghost", una obra llena de energía y de emotividad, que va creciendo y creciendo sin parar hasta alcanzar el clímax en el asombroso y catártico final, y que con cada segundo nos acelera más y más los latidos de nuestro corazón, que no se preparó para la hecatombe tan sublime que recibiría de forma directa. Podemos decir que este punto es uno de los más altos a nivel musical en toda la década de los 90, sin duda alguna.

"Untitled" es una extensión del tema anterior, con un arreglo diferente pero igualmente sublime, no sé qué instrumento exactamente es el que suena como protagonista, pero lo hace de manera espectacular, y la canción no hace que la calidad musical baje ni por un solo segundo. Lo que estamos escuchando no tiene precedentes, y para este punto estamos completamente seguros de ello. El álbum llega a su final con "Two Headed Boy Pt. 2", una bella coda que nos regresará suavemente a la tierra, desde donde sea que nos llevó gratuitamente la música que acabamos de escuchar. La sonrisa en este punto del álbum es inevitable. Nuestra conciencia nos hace saber que hemos escuchado una de las mayores obras musicales de una época en la que parecía que no habrían muchas de estas.

El legado de "In The Aeroplane Over The Sea" es mayor a la distancia de los años, y ahora, con total libertad podemos apreciar cada nota y cada instante, sin el velo del mainstream y con la apropiada dosis de añejamiento, que en este caso y como en los vinos, eleva la calidad del producto final. Uno de los mejores 10 álbumes de la década, sin lugar a dudas.